Causas de la guerra
El Tratado de Utrech supuso para España el final de su presencia en Italia: Nápoles, Cerdeña y Milán, que pertenecían a España desde los siglos XIV y XV, pasaron al Imperio Austríaco; Sicilia, que pertenecía a la Corona de Aragón desde 1282, pasó al duque de Saboya.
Con Menorca y Gibraltar en manos británicas e Italia en manos austriacas, España se quedó de la noche a la mañana desprovista de la menor influencia en el Mediterráneo, lo que propició la agresiva política exterior de Felipe V durante el resto de su reinado, en el que trató de recuperar Italia y Gibraltar en varias ocasiones. A partir de 1715 el rey Felipe V trató por todos los medios de recuperar estos territorios. Para conseguirlo no dudó en entrar en tres guerras en Italia (1717-1721, 1733-1735 y 1741-1748). No consiguió recuperar nada para España, pero consiguió que un hijo fuera reconocido rey de Nápoles y Sicilia y otro heredase los ducados de Parma y Plasencia.
España estaba retrasando la ratificación del Tratado de Utrech con Austria, ya que había sido Francia quien entregó los dominios españoles en Italia al Imperio Austríaco en el Tratado de Rastatt, algo con lo que Felipe V no estaba conforme. Técnicamente, no existía aún paz entre España y Austria.
Así las cosas, Inglaterra, Holanda y Francia firmaron el 14 de enero de 1717 un acuerdo diplomático conocido como la Triple Alianza para reiterar los acuerdos de Tratado de Utrech, recordar al emperador Carlos VI que renunciara al título de rey de España y a Felipe V que renunciara a los Países Bajos, Nápoles, Milán y Cerdeña, cuyos territorios estaban ya ocupados por tropas imperiales. Por su parte, Felipe V y su mujer Isabel de Farnesio estaban preocupados por la proximidad de tropas austríacas al ducado de Parma, gobernado por el tío de Isabel.
La chispa que encendió el polvorín fue la detención en Milán del inquisidor general español, José Molinés, por los austríacos cuando se dirigía de regreso a España desde Roma. Molines, de avanzada edad, murió en prisión, lo que ocasión que el rey Felipe V se decidiese a atacar a los austríacos en Italia. Su primer ministro Alberoni se lo desaconsejó, pero a pesar de ello, el rey insistió en sus deseos.
Expedición a Cerdeña (1717)
La isla de Cerdeña había sido ocupada en agosto de 1708 por las tropas aliadas al mando del almirante Leake. En 1714 España se vió obligada a ceder la isla al Imperio Austriaco. No obstante, en la isla había un importante partido de nobles y autoridades partidarios de España que presionaban a Felipe V para que recuperase la isla, entre los que se hallaba el marqués de San Felipe. La muerte del inquisidor general Molinés fue la excusa para actuar.
A primeros de 1717 José Patiño, recién nombrado intendente de Cádiz y artífice del resurgimiento naval español, comenzó los preparativos militares en Barcelona para lanzar una expedición naval que teóricamente iría dirigida contra los turcos. En julio de 1717 el rey y la reina firmaron las órdenes para que la flota se dirigiese contra Cerdeña.
En julio de 1717 un ejército de 8.500 soldados de infantería y 500 de caballería al mando del marqués de Leyde, general belga a las órdenes de España, embarcó en Barcelona en 100 barcos de transporte protegidas por 9 navíos de línea y 6 fragatas. La fuerza estaba organizada en 14 batallones de Infantería y el Regimiento de Dragones de Pezuela (hoy Regimiento de Lusitania). Incluía un tren de Artillería al mando del coronel don Sebastián de Matamoros, compuesto por seis Comisarios de Artillería, 200 artilleros, 60 obreros, una compañía de minadores, 40 cañones de a 24, 14 morteros de a 12 y gran cantidad de pertrechos y municiones.
Don José de Bauffe y D. Jacinto Flores eran respectivamente Ingeniero Jefe e Ingeniero en Segundo del Ejército Expedicionario, los cuales comunicaron al Ingeniero General Próspero de Verboom sus planes de ataque a la plaza de Caller (hoy Cagliari). Verboom contestó aprobando el plan y exponiendo algunas reflexiones sobre la elección del frente de ataque y medios necesarios para apresurar la rendición, que fueron tomados en cuenta a la hora de ejecutar el ataque.
La flota navegó en destacamentos desde mediados de agosto. A pesar de las condiciones metereológicas poco ventajosas, la isla se sometió con rapidez entre agosto y noviembre, tras la rendición de las plazas de Cagliari, Castel Aragonese y Alghieri.
Expedición a Sicilia (1718-1720)
El éxito de la ocupación de Cerdeña inclinó al ministro Alberoni hacia el partido beligerante del rey, que estaba decidido a dar el segundo paso: recuperar Sicilia. Para ello organizó un gran ejército de campaña de 30.000 soldados, 6.000 caballos y 200 piezas de artillería transportada por una flota de 350 buques de transporte y escoltada por una escuadra de 30 navíos de guerra:
Para organizar la Infantería se ordenó una leva de voluntarios y se formaron batallones bautizados con nombres de ciudades italianas: Mesina, Palermo, Valdesmasara, Valdenoto, Toscana, Liguria, Cerdeña e Italia, que unidos a los batallones de los regimientos de la Guardia Real, Córdoba, Castilla, Saboya y Guadalajara formaron una fuerza de 23.400 infantes encuadrados en 36 batallones.
Las fuerzas de Dragones fueron 3.300 soldados procedentes de 6 regimientos: Batavia, Frisia, Tarragona, Edimburgo, Numancia y Lusitania.
Las fuerzas de Caballería fueron 2.880 soldados procedentes de 8 regimientos: Borbón, Farnesio, Milán, Barcelona, Brabante, Flandes, Andalucía y Salamanca.
Las fuerzas de Artillería fueron 150 cañones de batir, 40 morteros, 1.500 mulos, 600 artilleros, 1.500 sirvientes de las piezas, 60 minadores y grandes cantidades de pólvora y municiones, así como todos los útiles para una guerra de campaña y asedios.
El ejército expedicionario embarcó en Barcelona en junio de 1718. La flota se dirigió a Cerdeña, donde repostó provisiones y se puso al mando del marqués de Leyde. Tras este breve descanso, la flota se hizo de nuevo a la mar rumbo a Sicilia escoltada por 22 navíos de guerra y varias galeras. En la isla se enfrentarían a una guarnición enemiga de 9.700 hombres que contaba con buenas obras defensivas en sus fortalezas.
El 1 de julio las tropas españolas desembarcaron en Siracusa, cerca de Palermo, en un ambiente y actitud ciertamente favorable de la población hacia los españoles. A continuación se atacó Castellamare al tiempo que comenzó el sitio de la ciudadela de Palermo. La artillería disparó sus piezas hasta hacer una brecha en las murallas de Castellamare, lo que propició su capitulación. Por su parte, Palermo fue tomada el 7 de julio.
Expedición a Sicilia (1718 - 1720)
Tras el éxito inicial, el ejército español se dividió en dos fuerzas: la primera, al mando del conde de Montemar, se dirigió hacia Trapani, Términi y Catania. La segunda, al mando del Marqués de Lede, se dirigió hacia Messina, donde se habían concentrado las tropas austríacas y las de la Casa de Saboya, donde también se dirigió la flota española.
Un hecho desafortunado arruinó el éxito final de la expedición: el 11 de agosto la escuadra española fue atacada y derrotada por la escuadra británica en la batalla de Cabo Passaro sin mediar la preceptiva declaración de guerra entre ambas naciones. Una vez más los británicos hicieron gala de su tradicional perfidia. A partir de entonces, el ejército español quedó encerrado en la isla, sin comunicación con la Península y sin posibilidad de recibir refuerzos y suministros. Se celebró un consejo de guerra para evaluar la situación, cuyo resultado fue la decisión de continuar con la campaña a pesar de todo.
La campaña continuó con el sitio de Messina, cuyos trabajos de asedio habían comenzado el 18 de julio dirigidos personalmente por el Ingeniero General don Jorge Próspero de Verboom. Finalizada la construcción de las trincheras y después de varios dias de fuergo artillero y diversos asaltos y combates, la plaza de rindió el 30 de septiembre.
Después del sitio de Messina el marqués de Lede quedó en Sicilia como Virrey, mientras que Próspero de Verboom regresó a España, donde poco después se puso al mando de los Ingenieros en el sitio de Seo de Urgel, ocupada por las tropas francesas en represalia por el ataque español a las islas de Cerdeña y Sicilia.
Inmediatamente después de la toma de Messina, el Marqués de Lede acudió a socorrer a la fuerza española que se encontraba formalizando el sitio de la vecina Melazzo desde el mes de julio. El 15 de octubre se dió la batalla de Melazzo, en la que los españoles obtuvieron la victoria. El éxito de las armas españolas en Melazzo y Messina no fue explotado por el marqués de Lede, que no destruyó las fuerzas imperiales enemigas en la isla.
En torno a las dos plazas de Melazzo y Messina trascurrió el resto de la campaña, pues el ejército autriaco, abastecido con suministros y apoyado con el fuego naval de la escuadra británica, resistió el sitio de Melazzo organizado por los españoles y puso sitio a su vez a los españoles en Messina. Por fín, en junio de 1719 el ejército español se vio obligado a levantar el sitio de Melazzo. Perseguido por el ejército imperial, fue sin embargo capaz de obtener una resonante victoria en la sangrienta batalla de Francavilla el 20 de junio de 1719, donde se distinguió la Artillería española por la eficacia de sus fuegos.
El marqués de Lede volvió a desaprovechar la victoria obtenida sobre los imperiales, a quienes no persiguió, dejando que formalizaran el sitio de Messina, defendida tenazmente por Lucas Spínola. La plaza rechazó hasta nueve asaltos enemigos, pero finalmente se vió obligada a capitular después de tres meses de asedios.
A pesar de la victoriosa acción de Sferracavallo, última de la campaña, y del saldo positivo con que habían resultado en general los combates y batallas para los españoles, la posición del ejército expedicionario español en Sicilia era insostenible a comienzos de 1720. A su aislamiento militar en la isla se sumaba el aislamiento político de España, que se enfrentaba a la Cuádruple Alianza formada por el Imperio austríaco, Gran Bretaña, Francia y Holanda. Además, en 1719 el ejército francés entró en territorio peninsular por las fronteras vascongadas y catalana, debilitando la posición de Felipe V.
Por todo ello, en mayo de 1720 el Marqués de Lede recibió la orden de evacuar tanto Sicilia como Cerdeña.
Formación de la Cuádrupe Alianza (1718)
La actitud claramente hostil de España provocó el estupor entre la potencias europeas, que deseaban mantener la paz en los términos establecidos en los tratados de Utrech y Rastatt. Por ello, el Imperio austríaco, Inglaterra, Francia y Saboya firmaron en Londres la Cuádruple Alianza contra España el 2 de agosto de 1718.
La primera medida militar de la Alianza fue la protección del reino de Nápoles, que pertenecía a Austria. Para ello, los británicos enviaron una escuadra al mando del almirante Byng hacia aquellas aguas. El 11 de agosto el almirante Byng descubrió una escuadra española de 11 navíos en el cabo de Passaro que se dirigían a tomar Siracusa, y la atacó. El resultado del combate fue el total descalabro de los españoles: todos los buques fueron destruidos o apresados, excepto cuatro navíos de guerra. El marqués de Lede, que resistía con éxito a los austríacos por tierra, no recibió refuerzos y por ello se vió obligado a mantener una actitud defensiva.
El 17 de noviembre de 1718 una ordenanza real autorizó la práctica del corso a todos los españoles que deseasen armar navíos y hacer la mar. Esta medida se completó con una leva general y otra de gente de mar. Inglaterra declaró la guerra a España en diciembre; Francia lo hizo en enero de 1719. De esta manera, España se encontró haciendo la guerra sola de nuevo frente a las naciones europeas.
Ataque francés (1719-20)
En abril de 1719 el duque de Berwick, general francés que había vencido en la batalla de Almansa en 1707 peleando a favor de Felipe V, cruzó la frontera española al frente de 20.000 hombres y ocupó Fuenterrabía el 18 de junio, Pasajes y San Sebastián el 17 de agosto. A finales de agosto las tropas francesas habían tomado las tres provincias vascongadas. Los vascos aceptaron formalmente la ocupación y afirmaron que aceptarían el gobierno francés si se les respetaban sus fueros. Guipúzcoa reconoció el gobierno francés el 5 de agosto, y Álava hizo lo propio el 29 de agosto. Mientras tanto, otra columna francesas invadió el Ampurdán y trató de capturar la plaza de Rosas.
La invasión francesa cogió al rey Felipe V en la ciudad de Valencia en visita oficial. Rápidamente se dirigió con algunas tropas al norte, a cuyo mando colocó al general italiano príncipe Pío, marqués de Castel-Rodrigo, que era el gobernador de Barcelona. El grueso las tropas españolas se encontraba en Pamplona, y mientras se preparaban el rey y el príncipe Pío dirigieron un destacamento para tratar de liberar Fuenterrabía del asedio francés.
La suerte de Felipe V fue que el duque de Berwick no encabezó una guerra de anexión, sino de castigo. En este sentido, una vez conquistadas las tres provincias vascongadas, evitó en septiembre enfrentarse con el grueso de las tropas españolas en Pamplona. En lugar de ello, dirigió una invasión de Cataluña a través de los Pirineos. Por último, la flota francesa atacó el puerto de Santoña y destruyó sus astilleros.
Por otro lado, el 1 de enero de 1720 el ejército del marqués de Castel-Rodrigo se presentó frente a la Seo de Urgel, ocupado por los franceses. Próspero de Verboom estaba al frente de los Ingenieros. El 22 de abril se abrió la trinchera contra la Torre Blanca, que se rindió dos días después. Las operaciones contra el castillo siguieron, de forma que éste capituló el 29 de abril. En el sitio murió el ingeniero extraordinario don Pedro Bonifay, y fue herido el ingeniero en segundo don Alejandro Sort. Tras la toma de la plaza, Verboom proyectó y comenzó la construcción de la Ciudadela y la Torre de Solsona, quedando durante algún tiempo como gobernador de la plaza.
Expedición española a Escocia (1719)
La audacia del ministro Alberoni no tuvo límites y para distraer fuerzas francesas y británicas de la zona de operaciones mediterránea proyectó sendas expediciones a Escocia y la Bretaña francesa.
La expedición contra Escocia debería salir de Santander. A mediados de marzo una fuerza de 5000 soldados zarpó de Cádiz rumbo a La Coruña embarcados en varios buques de transporte escoltados por una pequeña escuadra de 2 navíos de guerra y 1 fragata. En La Coruña debían de recoger al duque de Ormond, principal opositor de la nueva dinastía alemana británica, para que se pusiera al frente de la invasión de Escocia en nombre de Jacobo III. Sin embargo, las tormentas deshicieron la flota en el mes de abril en las cercanías del puerto de La Coruña, donde llegaron los supervivientes. La fuerza de invasión se disolvió entre muertos, enfermos y desertores.
Aún así, Alberoni ofreció a Ormond enviar 2 fragatas y 300 soldados del Regimiento de Infantería "De la corona". La expedición desembarcó en Inverness y se unieron a los rebeldes jacobitas, entre los que se contaba el famoso Rob Roy. No obstante, fueron derrotados por los británicos en la batalla de Glenfield, y se rindieron en un lugar que se conoce como "El paso de los españoles".
La expedición contra la Bretaña frandesa estaba al mando de Baltasar de Guevara, pero no salió a la mar debido al mal tiempo.