HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA Campañas |
GUERRA DE LA CUÁDRUPLE ALIANZA (1717 - 1721)
BATALLA DE FRANCAVILLA (20 de junio de 1719)
Victoria española del marqués de Lede sobre el ejército imperial austriaco, que perseguía al español después de haber abandonado éste el sitio de Melazzo en junio de ese año.
Antecedentes Tras la derrota naval de Cabo Passaro el 11 de agosto de 1718, el ejército expedicionario español en Sicilia no recibía refuerzos desde la Península. No así sus enemigos austríacos, quienes estaban siendo aprovisionados por la flota británica. Esta situación afectó a las tropas españolas que sitiaban Melazzo, que se vieron obligadas de abandonar el sitio en junio de 1719. En su retirada, el marqués de Lede fué alcanzado por los imperiales, con un contingente de 24.000 hombres al mando del conde de Merci, el conde de Walis, el barón de Zuminghen y el barón de Sckendorff, resultando inevitable una batalla campal el 20 de junio de 1719. El despliegue de las tropas españolas resultó ser muy favorable, pues lo hicieron protegidas por el río, el pueblo de Francavilla y por un convento de Capuchinos fuertemente artillado. Su despliegue era el (los números y letras entre corchetes hacen referencia al plano de la batalla que se reproduce en esta página):
El centro del dispositivo español estaba formado por la montaña del convento de los Capuchinos [2], que dominaba el llano norte por donde se aproximarían los imperiales. En su cima los españoles desplegaron dos cañones de montaña con tan solo cuatro onzas de pólvora, dirigidos por Juan de Peruchegui, y 4 batallones de Infantería de Guardias Españolas mandados por el general Armendáriz y el mariscal de campo marqués de Villadarias.
A la izquierda del montecillo, siguiendo la carretera y al pie de la montaña de San Juan, se construyó una trinchera [4] tras la cual desplegaron los piquetes y granaderos de las Guardias Españolas. A su derecha, en el llano del montecillo de los Capuchinos [3], desplegaron los batallones de Infanteria de Utrech [27] y Borgoña [28], que en un momento dado de la batalla fueron reforzados por escuadrones de Dragones, Carabineros y Piquetes de Guardias Españolas [7].
Más a la izquierda se encontraba la citada montaña de la Luz [5], dominando el campo de batalla, donde los españoles desplegaron 1.500 hombres que, en un momento dado, se vieron obligados a bajar al llano situado al oeste del montecillo de los Capuchinos [3] para contener el ataque enemigo.
Detrás se encontraba el pueblo de Francavilla, edificado al otro lado del rio del mismo nombre. Los españoles construyeron tras el río una trinchera donde desplegaron 5 batallones de Infantería, 3 escuadrones de Caballería y 1 unidad de Dragones a pie de este a oeste y apoyados en el montecillo de los Capuchinos:
2 batallones de Guardias Walonas [25].
La derecha de la línea española estaba desplegada tras una trinchera [8] construída tras el río. Apoyados en el montecillo de los Capucinos desplegaron de este a oeste las fuerzas principales del ejército español: 17 batallones de Infantería y 12 escuadrones de Dragones a pie:
1 batallón de Milán [24].
La batalla
El ejército imperial se situó en la montaña situada al norte y frente al montecillo de los Capuchinos y la derecha española, en un paraje denominado el monte de las Tres Fontanas [A]. Desde allí organizaron tres columnas que actuaron de la siguiente forma:
La primera columna bajó desde el amanecer al pie del monte de las Tres Fontanas y se mantuvo frente a la línea derecha española espectante y a la espera de lo que ocurría [C].
La segunda columna desfiló frente al montecillo de los Capuchinos delante de los españoles para situarse en el camino de Melazzo [C]. Por la tarde desplegó en seis divisiones una detrás de otra para atacar el citado montecillo desde la izquierda [D]. Simultaneó su ataque con el ataque de la tercera columna en el llano del montecillo de los Capuchinos.
La tercera subió por detrás al monte de San Juan [F] y atacó los 1.500 piquetes españoles que guarnecían su cima [E]. Muy superiores en fuego, los imperiales expulsaron a los españoles del monte, resultando muerto el Brigadier Tenqueur, que mandaba a los españoles. Pero éstos se reorganizaron en el llano del montecillo [G]. Las fuerzas de esta columna formaron dispuestas a cargar en el llano [H].
Plano de la batalla de Francavilla. Este fue el momento elegido por los imperiales para atacar en fuerza. Al ataque de la tercera columna en el llano del montecillo de los Capuchinos se unió el ataque de las seis divisiones de la segunda columna, ya citado. El ataque de la tercera columna fue rechazado por el violento fuego de los españoles, que obligó a los imperiales a replegarse y guarecerse en un barranco [I], donde a pesar de todo sufrieron numerosas bajas. El general Caracciolo, encuadrado en el ejército español, resultó mortalmente herido en los combates, así como el general alemán Holstein, que mandaba el ataque.
Sin embargo, el ataque de la segunda columna obligó a los Los Piquetes españoles que guarnecían la trinchera [4] a ceder el terreno. El general enemigo Merci resulto herido, aunque no de muerte. Por su parte, los escuadrones de Carabineros y Piquetes desplegados detrás [k], acosados por el fuego de los imperiales, rodearon el montecillo por delante y desplegaron a la derecha del mismo, junto a las fuerzas españolas que desplegaban frente a la primera columna enemiga.
Durante estos ataques el fuego de la Artillería española duró tan solo tres horas, pero su participación en la batalla fue importante. En un momento dado, el marqués de Villadarias ordenó a Peruchegui disparar contra los enemigos, que estaban formando y agrupándose en una cañada de las montañas de la Mota, así como a otros objetivos que se alineaban al flanco y frente español. Entre éstos se encontraba una columna de Infantería alemana sobre la que Peruchegui hizo fuego dando junto en el centro de ella causándoles entre 500 ó 600 bajas, lo que produjo su retirada desordenada.
A continuación, el cañoneo se dirigió sobre el flanco de las divisiones de la segunda columna. El fuego artillero frenó su avance por dos veces consecutivas y consiguió cortar el paso al enemigo y forzar su retirada. También fue frenada en este mismo punto la Caballería enemiga, pues los tres primeros proyectiles de artillería les derribaron una docena de caballos con sus jinetes, lo que motivó su inmediata retirada en busca de abrigo en las faldas de la montaña. El marqués de Villadarias ordenó a Peruchegui que siguiera disparando contra la Caballería, para obligarles a mantenerse en aquella posición. Éste contestó que le quedaban tan solo 53 proyectiles, a lo cual el marqués insistió en la conveniencia de no interrumpir el fuego para "poner el terror en la Infantería y Caballería enemiga." De esta forma, se dispararon otros 17 proyectiles sobre los imperiales, que mataron más de 80 caballos.
La batalla siguió con energía por ambas partes y duró hasta el anochecer. Una fuerza enemiga atacó por tres veces la trinchera que defendía el pueblo de Francavilla, en el lugar defendido por los batallones de Castilla e Ibernia [L], siendo rechazadas en las tres ocasiones, lo que hizo correr la sangre abundantemente. Por su parte, la derecha española, bien fortificada, resistía los ataques frontales de los imperiales que, centrados en estas operaciones, descuidaron el resto, lo que les causó la derrota.
Los regimientos de Caballería presentes en la batalla (Farnesio, Flandes y Andalucía) tuvieron un modesto papel en la batalla, de carácter eminentemente defensiva, y tuvieron que soportar "mucho fuego indefensa con valor constante, porque no podía [...] desamparar a la Infantería." Los regimientos de Dragones de Edimburgo, Lusitania, Batavia y Frisia se distinguieron combatiendo a pie.
Por su parte, los imperiales contaban con 38 escuadrones a caballo:
Finalmente, una carga de dos escuadrones de Caballería, formados con las compañías de preferencia o de carabineros, fué decisiva y logró la victoria de los españoles.
Al anochecer, el enemigo abandonó el campo de batalla emprendió la retirada.
Consecuencias
Los imperiales sufrieron 6.000 bajas ente muertos y heridos. El conde de Merci resultó herido en los combates. Por su parte, los españoles sufrieron 2.000 bajas.
El marqués de Lede dejó pasar la ocasión de destruir las fuerzas enemigas o, al menos, hostigarlas y arrinconarlas en Melazza. Como consecuencia, los imperiales se recuperaron y pusieron sitio a Messina, defendida por Lucas de Spínola, quien rehazó hasta nueve ataques enemigos y, al final, se vió obligado a capitular.
FUENTES:
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