El rey Felipe V y su esposa María Luis Gabriela de Saboya comenzaron el año clausurando las Cortes Catalanas el 2 de enero.

El 29 de marzo el rey Felipe V abolió el Consejo de Flandes, que era el organismo administrativo encargado de las cuestiones de los Paises Bajos españoles, el condado de Lingen, el Charolés y el Franco Condado de Borgoña. Había sido creado por Felipe II en 1588, y extinguido entre 1589 y 1627.

El 8 de abril el rey Felipe V salió del puerto de Barcelona en una flota de nueve barcos de guerra franceses rumbo a Nápoles. En España quedó la reina María Luisa Gabriela, que reunió cortes en Aragón el 26 de abril.

El 18 de abril el rey llegó a Nápoles, donde pasó seis semanas entre recepciones y fiestas. El papa Clemente XI, atrapado por la difícil situación internacional decidió no confirmar a Felipe V el título de rey de Nápoles, confirmación que estaba obligado a hacer habida cuenta de que Nápoles era una posesión feudal tradicional del papado.

En el mes de abril de 1702 el embajador inglés en Lisboa, señor John Methuen, trató por todos los medios de atraer a Portugal al bando aliado y que abandonara su alianza con España.

El 15 de mayo los aliados (Gran Bretaña, Las Provincias Unidas y el Imperio) declararon la guerra a Luis XIV y al duque de Anjou (Felipe V), iniciándose así la Guerra de Sucesión española. El duque de Saboya abandonaría posteriormente a Luis XIV en octubre de 1703 y se aliaría con el emperador, mientras su hija María Luisa Gabriela de Saboya permanecía junto a su esposo el rey Felipe V. Leopoldo I de Austria reclamaba todo el imperio español para los Habsburgo; Holanda había luchado contra Francia durante 30 años y no veían con agrado el expansionismo de Luis XIV, y deseaban crear una barrera de fortalezas entre ambas potencias. Inglaterra quería asegurarse los privilegios comerciales en América; además, Luis XIV ofendió a los ingleses al reconocer en septiembre de 1701 al pretendiente Jacobo III como rey de Inglaterra, a la muerte de su padre, el depuesto Jacobo II.

La declaración de guerra del 15 de mayo de 1702 le cogió a Felipe V en Nápoles. El 2 de junio Felipe V embarcó en Nápoles para dirigirse a Milán e incorporarse al ejército de las Dos Coronas en la campaña de Italia de 1702, acompañado de un escaso contingente de tropas españolas. Allí asistió a la victoria de las armas borbónicas en la batalla de Luzzara (15 de agosto de 1702), regresando tras ella a la península.

Simultáneamente a los primeros choques terrestres en Italia, una escuadra anglo-holandesa de unos 50 navíos, al mando del almirante sir George Rooke, se presentó el 23 de agosto de 1702 frente a la ciudad de Cádiz con objeto de sitiarla y conquistarla. El puerto de Cádiz era importante porque controlaba el comercio con los virreinatos españoles de América y porque desde allí podía prepararse una invasión hacia el interior de la península ibérica. Las tropas de invasión estaban formadas por un cuerpo de unos 14.000 hombres al mando del duque de Ormond. Tras los primeros combates, el 31 de agosto los atacantes habían ocupado los puertos gaditanos de Rota y Santa María, pero no consiguieron avanzar más. La guarnición de Cádiz, pobremente abastecida, resistió el asedio con tenacidad y coraje. En vista de su fracaso, el almirante Rooke levantó el sitio y reembarcó las tropas el 26 de septiembre.

En el mes de septiembre de ese año se produjo una importante defección en el bando de Felipe V: Juan Tomás Enríquez de Cabrera Toledo y Sandoval, almirante de Castilla, duque de Rioseco y conde de Melgar, uno de los más notables y principales personajes del gobierno del difunto Carlos II, había sido nombrado embajador de España en París por el rey Felipe V. El almirante salió de Madrid con una comitiva de 150 carruajes y unas trescientas personas, pero se dirigió a Portugal, donde se puso al servicio del pretendiente Habsburgo, el archiduque Carlos. Le acompañaba su pariente Diego Hurtado de Mendoza y Sandoval, duque de la Corzona, antiguo gobernador de Gibraltar y virrey de Cataluña, quien se convirtió en jefe militar del ejército aliado, y uno de los consejeros principales del archiduque.

El fracaso ante Cádiz fue pronto olvidado por los atacantes, pues mientras tanto una flota española procedente de América había llegado a las costas de Galicia, escoltada por una escuadra francesa al mando del almirante Chateaurenaud. Los ingleses habían enviado en su contra una flota al mando del almirante sir Cloudesley Shovell para atacar los galeones españoles, y avisaron del hecho al almirante Rooke. Rooke zarpó de inmediato a la bahía de Vigo, donde los galeones españoles habían fondeado. Una vez llegado, desembarcó al cuerpo de tropas terrestres del duque de Ormond y entabló combate naval con la escuadra franco-española.

El 23 de octubre tuvo lugar el combate entre anglo-holandeses y franco-españoles, con resultado de total victoria de los primeros sobre los 38 buques franco-españoles. La flota de la plata fue totalmente aniquilada: tres galeones de guerra y trece galeones mercantes españoles de los que se componía la flota fueron incendiados y destruidos, mientras que los otros seis mercantes fueron capturados por los anglo-holandeses. La flota de escolta francesa fué también destruída: nueve navíos de guerra y una fragata fueron destruidos y hundidos, y los otros seis fueron capturados e incorporados a la marina británica.

En el ataque a la flota hispano-francesa se perdió mucha mercancía: pimienta, cacao, pieles, cochinilla; pero lo más importante, la plata de América, estaba a buen recaudo en el alcázar de Segovia.







Paul Methuen, hijo del embajador británico Paul Methuen, logró que el 16 de mayo de 1703 se firmara en Lisboa un nuevo tratado de alianza entre el emperador, Holanda Inglaterra y Portugal, sobre la base del firmado anteriormente en 1701, por el que Portugal sumó al bando aliado contra España y Francia.

Durante los meses de mayo y junio, una flota británica atacó los dominios españoles en el Caribe. Tras conocer que el gobernador de Cuba, don Diego de Córdoba y Lasso de la Vega, reconoció a Felipe V como rey legítimo de España e Indias, Inglaterra consideró el hecho motivo suficiente para ordenar a sus flotas que atacasen la isla, así como el resto de posesiones españolas:

  • La escuadra británica de Jamaica atacó la isla de Trinidad y saqueó sus indefensos poblados.

  • La escuadra del almirante sir John Bembow realizó una expedición sobre San Agustín de la Florida, pero fue interceptada y vencida por la escuadra francesa del antiguo filibistero hugonote Jean-Baptiste du Casse, quien acabaría la guerra como teniente general de las Armadas Navales. Por los servicios realizados para su causa, el rey Felipe V le premió con el collar del Toisón de Oro, con gran disgusto de la nobleza española, que le consideraba un advenedizo.

  • El 20 de junio de 1703, siendo capitán general de Cuba don Luis Chacón y Castellón y jefe político de la isla Nicolás Chirino de Vandeval, aparecieron frente a las costas de la Habana las escuadras de los almirantes Walker y Graydon. El gobernador Chacón, comandante del castillo de El Morro, tomó unas medidas de defensa tan eficaces que los británicos se sintieron amedrantados y rehusaron atacar la plaza.

En el mes de septiembre, el archiduque Carlos de Habsburgo, segundo hijo del emperador Leopoldo I, fue proclamado rey de España en Viena como Carlos III; tenía entonces 18 años.

En el mes de octubre, Victor Amadeo II, duque de Saboya y padre de María Luisa Gabriela, la mujer de Felipe V, abandonó a Luis XIV y también se unió a los aliados contra España y Francia en el mes de octubre.







En el mes de enero de 1704, el archiduque Carlos partió hacia Inglaterra para rendir pleitesía a la reina Ana en su palacio de Windsor. En Inglaterra el partido Whig veía con buenos ojos la guerra con España, pues esperaba obtener pingües beneficios comerciales. Durante la visita del archiduque, los aliados formaron un plan para llevar un ejército embarcado en una flota combinada anglo-holandesa a las costas andaluzas y del mediterráneo español para tratar de levantar a la población a favor del archiduque. La expedición no tenía fines de conquista, pues un año antes los aliados habían firmado un acuerdo en Lisboa por el que renunciaban a quedarse con ningún punto de la geografía española, y que atacarían exclusivamente para colocar al archiduque Carlos en el trono de España.

En febrero una flota de buques ingleses y holandeses al mando del almirante sir George Rooke trasladó al archiduque hasta Lisboa con un ejército de 300 soldados alemanes, 4000 ingleses y 2000 holandeses. La presencia del archiduque y un ejército aliado en Portugal provocó la reacción española y dió origen en el mes de mayo a la campaña de Portugal de 1704. Si bien la campaña terminó en tablas sin un claro vencedor, resultó evidente el fracaso del ejército franco-español de penetrar en el interior de Portugal.

Tras dejar al archiduque en Lisboa, la flota combinada del almirante Rooke hizo un primer intento de conquistar Barcelona para el archiduque Carlos, realizado a instancias del último virrey de Cataluña nombrado por el difunto rey Carlos II, Jorge de Hesse Darmstad, quien militaba en el bando austracista desde que el rey Felipe V le depuso de su cargo y le expulsó de España en abril de 1702. El plan consistía en esperar que los habitantes de Barcelona se rebelaran contra el nuevo virrey nombrado por Felipe V, Francisco Antonio de Velasco Tobar y de la Torre, cuando se presentara la flota combinada frente a las costas de la ciudad. La flota ancló frente a Barcelona el 27 de mayo, pero el esperado alzamiento popular no se produjo, y los invasores vieron con desaliento que gran cantidad de habitantes de Barcelona se unían a los soldados de la guarnición para la defensa de la ciudad. Ante la evidencia de que los invasores no gozaban del apoyo popular y las noticias de que una flota francesa se acercaba a estas aguas, el almirante Rooke embarcó las tropas y zarpó de regreso a Lisboa, llevandose con él unos cientos de catalanes.

De regreso de su expedición a Barcelona, la flota combinada anglo-holandesa del almirante Rooke recaló en Portugal. Allí se reforzó con nuevos buques y hombres, temiendo un enfrentamiento con una flota francesa del conde de Tolosa, que estaba en Tolón haciendo preparativos. Cuando las críticas arreciaban contra el almirante Rooke por el fracaso ante Barcelona y por negarse a repetir un ataque a Cádiz, el archiduque Carlos le propuso tomar Gibraltar con un ejército comandado por el príncipe de Hesse-Darmstadt. Tras aceptar, el almirante Rooke zarpó el 1 de agosto con 45 navíos de línea, seis fragatas, dos bombardas, siete brulotes, dos barcos hospital y un yate.

La flota aliada se presentó frente al peñón y, tras un breve combate, el 6 de agosto el príncipe Jorge de Hesse-Darmstadt conquistó el peñón de Gibraltar en nombre de Carlos III, rey de España; sin embargo, el almirante Rooke arrancó de un tirón el estandarte del archiduque y arrió la bandera británica, que aún sigue ondeando en aquel territorio español. A la semana de la rendición de la plaza, las fuerzas de caballería de Felipe V iniciaron las operaciones de hostigamiento desde el otro lado del istmo, de forma que el almirante Rooke se vió obligado a aprovisionarse de agua en la costa norteafricana por imposibilidad de hacerlo en la bahía de Algeciras.

Tras la toma de Gibraltar, el almirante Rooke se dirigió a Ceuta con pretensión de rendirla. Ceuta llevaba treinta años siendo asediada por Mulay Ismail, sultán de Marruecos, y su gobernador, José de Agulló y Pinós, I marqués y XVII barón de Gironella, “hombre de probada fidelidad y valor”, atendía a la defensa de la plaza por tierra, y no le importó tener que atender a otro ataque por mar y resistir a los ingleses. El obispo de Ceuta, Vidal María, animó a la defensa y ofreció sus posesiones y fortuna para ella.

Viendo que Ceuta no se rendiría como había hecho Gibraltar, el almirante Rooke abandonó sus aguas costeando el norte de África en busca de la flota francesa del conde de Tolosa, que había partido de Tolon con órdenes de expulsar a ingleses y holandeses del mediterráneo. Tras buscarse ambas flotas mutuamente, se encontraron el 24 de agosto en las costas del Levante español, dando lugar al combate naval de Málaga. Ninguno de los contendientes obtuvo la victoria táctica, pero sirvió para expulsar a la flota anglo-holandesa del Mediterráneo.

En octubre, el capitán general de la Mar Océano y Costas de Andalucía, Francisco del Castillo Fajardo y Muñoz, II marqués de Villadarias, inició el primer asedio de Gibraltar, que se prolongó sin éxito hasta el 6 de mayo de 1705.

















































































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