Invasión de Portugal por el ejército franco-español al mando del rey Felipe V, que no consiguió penetrar en el interior del país.
El 7 de marzo de 1704 la escuadra del almirante Rooke desembarcó en Lisboa al archiduque Carlos, proclamado rey de España como Carlos III en Viena en septiembre del pasado año de 1703, acompañado de un contingente de 300 soldados alemanes y 8.000 soldados británicos al mando del duque de Schomberg y 4.000 holandeses al mando de Nicolás Faggel. El archiduque fue recibido como rey de España por el rey Pedro II de Portugal, recibió el apoyo de la nobleza castellana exiliada en Portugal y ofreció una amnistía a todos aquellos que abandonasen la causa borbónica cuando él entrase en suelo español.
Al ejército que había traido embarcado se unió una fuerza de 15.000 soldados regulares portugueses, lo que permitió al pretendiente reunir en torno a la capital lisboeta un ejército de 27.000 soldados regulares y una masa auxiliar de 13.000 soldados procedentes de milicias. La idea de maniobra del archiduque era avanzar hacia la frontera y penetrar en España en dos direcciones:
Los portugueses y holandeses, al mando de Antonio Luis de Sousa, marqués de Minas, hacia Ciudad Rodrigo para penetrar en el corazón de Castilla.
Los británicos, al mando del III duque de Schomberg, hacia Badajoz, para amenazar a las tropas borbónicas con una tenaza.
En territorio portugués no había almacenes, artillería de ningún tipo ni caballos, por lo que la potencia del ejército aliado estaba algo limitada en estos aspectos. Los portuguese tenían algunas unidades montadas, los holandeses ninguna, mientras que los británicos tenían en sus filas cuatro regimientos de Caballería y Dragones:
Desde la defección portuguesa y su alineamiento con los aliados, el rey Felipe V y sus generales comenzaron a preparar una campaña sobre Portugal, que incrementaron tras conocer las intenciones del archiduque Carlos en Inglaterra. Francisco del Castillo Fajardo y Muñoz, II marqués de Villadarias, en el sur y Francisco Ronquillo Briceño, gobernador de Armas en Castilla, en el norte, reunieron 30.000 soldados en total, separados por una gran distancia. No hay datos sobre la Caballería de Villadarias. Entre las tropas de Ronquillo se hallaban dos regimientos de Caballería:
Anteriormente al desembarco aliado en Portugal, el rey Felipe V ya había solicitado ayuda militar a su abuelo Luis XIV. En febrero de ese año entró por los Pirineos el primer contingente de tropas franceses en España: 20 batallones de Infantería, 6 regimientos de Caballería y 2 regimientos de Dragones, que encuadraban 12.000 soldados franceses al mando del mariscal de Francia marqués de Puységur y del duque de Berwick, que fue nombrado capitán general del ejército de las Dos Coronas.
Mientras tanto, en España fueron llamados a filas nuevos reclutas, vestidos, instruidos y encuadrados en los viejos regimientos existentes o en otros de nueva creación. Para ello se abrieron los almacenes y se asignaron fondos extraordinarios para hacer frente a la campaña que se avecinaba.
El 4 de marzo de 1704 el nuevo ejército de las Dos Coronas, formado por 18.000 soldados de infantería y 8.000 de caballería encuadrados en 25 batallones y 40 escuadrones, salió de Madrid con el rey Felipe V al frente, que fue vitoreado por la multitud. Al mando de las fuerzas iba el duque de Berwick. El ejército llegó a Talavera de la Reina y se dirigió hacia Plasencia, desde donde el rey Felipe V declaró formalmente la guerra al archiduque Carlos y a los aliados el 30 de abril.
La idea de maniobra del duque de Berwick era avanzar en dos columnas hasta Vila Velha: la del propio duque por la margen derecha del río Tajo, apoderándose de Salvatierra, Monsanto y Castelo Branco; la del príncipe Tilly de Serclaes, militar flamenco al servicio de España desde hacía más de treinte años, por la margen izquierda apoderándose de Portalegre y Castelo de Vide. Una vez reunidas en Vila Velha, ambas columnas avanzarían reunidas hasta Abrantes y desde allí hasta Lisboa. Este esfuerzo principal sería protegido con otros dos en el norte y en el sur:
El marqués de Villadarias, al mando de cinco tercios con un total de 3500 soldados de Infantería (unos diez batallones) y de 1.100 jinetes de los regimientos de cuantiosos y de Sevilla, completaría la maniobra penetrando en Portugal por el sur desde Ayamonte.
Francisco Ronquillo avanzaría al frente de catorce escuadrones de caballería hasta Almeida desde Salamanca para atraer al ejército del marqués de Las Minas.
El duque de Híjar invadiría el norte de Portugal en una maniobra complementaria.
Sabemos que en las columnas de Berwick y Tilly iban encuadrados los siguientes regimientos de Caballería y Dragones:
Las fuerzas de ambos contendientes estaban niveladas, y ambos habían dividido sus fuerzas de tal modo que el mando y control de éstas se hacía difícil en un terreno tan abrupto, por lo que el comienzo de la campaña resultó un tanto desordenado y confuso.
El 4 de mayo la columna del duque de Berwick, en la que marchaba el rey Felipe V, cruzó la frontera de Portugal al oeste de Zarza la Mayor. Inmediatamente, Berwick atacó la plaza fronteriza de Salvaterra do Extremo, de manera que el batallón portugués que la defendía capituló el 8 de mayo después de dos días de asedio. Segura, situada a escasos kilómetros, también fue capturada. El duque continuó hasta Monsanto, en el norte, que fue tomado en tres días y en cuyo ataque tomaron parte los regimientos de Caballería de Milán, Órdenes Viejo, Solís, Reina y Real de Asturias. A continuación, bajaron hasta Castelo Branco, que se rindió al cuarto día de asedio.
Frente a ellos, en la localidad de Sobreira Formosa situada a unos cincuenta kilómetros de distancia, se encontraba la columna luso-holandesa del general Nicolás de Fagel, con una fuerza de dos regimientos. El general Fagel renunció a la ofensiva y optó por bloquear los pasos de la Sierra de la Estrella. Pero como el holandés nunca había operado en montaña, quedó cortado y envuelto un amanecer por una fuerza francesa de ocho batallones y algún escuadrón de caballería al mando del teniente general marqués de Thouy. Fagel se salvó de ser hecho prisionero gracias a su caballo, pero el mayor general Welderen y sus soldados tuvieron que rendirse y quedar prisioneros. Tras este éxito, el duque de Berwick avanzó a Vela Velha de Rodao, donde quedó esperando al príncipe Tilly de Serclaes.
La columna del príncipe Tilly avanzó por la ribera izquierda del rio Tajo con ocho batallones españoles, cuatro franceses y treinta escuadrones de caballería, cruzó la frontera y llegó frente la plaza de Arronches, situada unos 120 kilómetros al sur de Salvatierra. Frente a él, en la localidad de Estremoz, situada a unos 47 kilómetros, se encontraba la columna del duque de Schomberg, que contaba con una fuerza considerable. Tilly, obsesionado por mantener libres de amenazas sus líneas de comunicaciones, decidió no seguir avanzando y optó por quedarse bloqueando Arronches.
El duque de Berwick esperaba en vano a Tilly en Vila Velha, a pesar de las insistentes órdenes que el rey Felipe V enviaba al príncipe instándole al avance de su ejército, por lo que el duque decidió ir su busca. Para ello dejó cinco batallones y quince escuadrones guarneciendo Castelo Branco al mando de Gaetano, cruzó el río Tajo el 30 de mayo con sus fuerzas por un puente de barcas en Vila Velha, donde dejó dos batallones y un escuadrón para guarnecer el lugar, y avanzó al sur a encontrase con el príncipe Tilly. Con esta maniobra, el duque de Berwick renunció a avanzar hasta Abrantes, con lo que la ciudad de Lisboa se libró de la amenaza franco-española, salvándose gracias a la ineptitud del príncipe Tilly.
Berwick llegó a la plaza de Portalegre, situada a medio camino de Arronches, el 7 de junio; casi al mismo tiempo llegó el príncipe Tilly con su columna, que avanzaba desde Arronches. Al día siguiente, 8 de junio/B>, atacaron la plaza, que fue tomada tras seis horas de combates y la rendición del regimiento británico de Stanhope y otros dos batallones portugueses que guarnecían la ciudad. Sin embargo, el ejército real había perdido la iniciativa al renunciar a tomar el objetivo de la campaña: la toma de Lisboa. Tras la toma de la plaza, el príncipe Tilly regresó a su campamento de Arronches.
Mientras tanto en el norte, el general portugués marqués de las Minas, al frente de 18 batallones y 18 escuadrones, tomó la iniciativa desde Almeida dirigiéndose hacia el sur. Cruzó la Sierra de la Estrella y reconquistó Monsanto. En Castelo Branco, Gaetano temió que el marqués cortara su línea de abastecimiento con Zarza la Mayor, por lo que se retiró a esta plaza. Allí se encontró con Francisco Ronquillo, que había avanzado hasta allí, y con Joffreville, enviado por Berwick.
Ronquillo inició un reconocimiento en fuerza con 15 escuadrones y 8 batallones. Envió la caballería a cruzar la frontera y dejó la infantería esperando en un desfiladero. La caballería encontró al ejército del marqués de las Minas en las cercanías de Idanha a Velha avanzando en su dirección y, tras el choque inicial, tuvieron que retirarse, lo que lograron efectuando continuas cargas contra el avance portugués. La caballería de Ronquillo se retiró a través del desfiladero; pero al hacerlo asustaron a la infantería, que los tomó por portugueses, por lo que abandonó el lugar huyendo hacia Salvatierra y Alcántara; no obstante, regresaron a Zarza la Mayor al día siguiente.
Enterado de la toma de Monsanto, Berwick dejó al rey con la mayor parte de sus fuerzas en Nisa y se dirigió al norte con ocho batallones y catorce escuadrones para enfrentarse al marqués de las Minas. Mientras tanto, había enviado desde Vila Velha a uno de sus mariscales con tres batallones y seis escuadrones para reunirse con Ronquillo; cuando el mariscal francés llegó al desfiladero donde habían estado apostados los hombres de Ronquillo no encontró al español sino a los portugueses. El francés maniobró de manera que el enemigo no pudiera saber el número de sus fuerzas, por lo que los portugueses no se atrevieron a atacarle, lo que permitió al francés retirarse hacia Castelo Branco y unirse a las fuerzas de Berwick.
Berwick quería enfrentarse con el marqués Las Minas, y ordenó a Ronquillo que se reuniera con él. Mientras el marqués de las Minas avanzaba hacia Castelo Branco, Berwick llegó a este punto y acampó en sus cercanías con intención de atacar al portugués a día siguiente. Pero al enterarse de la fuerte presencia enemiga, el marqués se retiró hacia la Sierra de la Estrella, a una fuerte posición situada frente a Peña Mayor. Ante la imposibilidad de atacarle en aquel sitio, Berwick se retiró hacia Nisa, donde le esperaba el rey, dejando al mando de Iñigo de la Cruz Manrique de Lara Arellano y Mendoza, Grande de España y XI conde de Aguilar de Inestrillas.
En el sur, el marqués de Villadarias partió de Sevilla a finales de mayo para entrar en Portugal por Vila Nova de São Bento, que incendió; luego siguió hacia el norte, bordeando la frontera, arrasando São Aleixo da Restauração y Noudar, donde su gobernador hizo volar el castillo con él dentro antes que rendirlo a los españoles. Luego atravesó por Alconchel y Olivenza hasta Badajoz, presentándose en el campo de Tilly, ante Arronches, el 15 de junio, junto al cual marchó hacia el campamento del rey Felipe V en Nisa, para atacar Castelo da Vide y Marvão. Para esta misión, el duque de Berwick le reforzó con ocho batallones franceses al mando del señor d’Asfeld.
Castelo de Vide estaba guarnecido por dos batallones portugueses y uno inglés. La plaza no estaba bien fortificado, pero tenía un castillo grande que podía causarle problemas al marqués de Villadarias porque carecía de buena artillería entre sus fuerzas. Sin embargo, después de solo cuatro días, los muros empezaron a desmoronarse y el gobernador portugués comenzó a negociar. El marqués de Villadarias exigió que la guarnición se rindiese y todos quedasen como prisioneros de guerra, a lo que los ingleses se negaron. Ante las amenazas de matar a todos los soldados y violar a todas las mujeres, el gobernador portugués cedió y se rindió. El 25 de junio las tropas del marqués entraron en la ciudad. Los ingleses trataron de resistirse apoderándose del castillo, pero ante la carencia de pólvora, que el gobernador portugués había arrojado en los pozos, los ingleses acabaron rindiendose.
Después de la conquista de Castelo de Vide, el marqués de Villadarias marchó a capturar el castillo de Marvão, situado diez kilómetros hacia el este.
A pesar de los aparentes éxitos del ejército de las Dos Coronas en Portugal, era la primera campaña que emprendía España en serio desde hacía medio siglo, por lo que pronto se notaron deficiencias de tipo logístico en munición y alimentos. A estas deficiencias de organización se sumaron los rigores del calor del verano, que ocasionaron la pérdida de dos tercios del ganado de los franceses, nada habituados al extremo clima peninsular. Los caballos franceses aguantaban mal el calor y no pocos de ellos murieron; la situación se agravó por la falta de avena y forraje, que escaseaba debido a que el calor prematuro había secado los pastos.
Los aliados habían perdido varios batallones hechos prisioneros, y el duque de Berwick había perdido solo a unos pocos hombres en combate, pero estaba perdiendo muchos hombres debido a enfermedades, y su ejército comenzaba a disminuir.
Ante estas circunstancias, y debido a que ambos ejércitos habían perdido su propia iniciativa, los contendientes detuvieron las operaciones y mantuvieron sus posiciones. Poco después el ejército de las Dos Coronas decidió regresar a sus campamentos de verano en España; para ello arrasó y abandonó las conquistas de Castelo de Vide, Portalegre y Castelo Branco, y retuvo en su poder solo las fortalezas de Marvao, Salvaterra y Segura. El 1 de julio, el rey Felipe V marchó hacia Madrid y el duque de Berwick se retiró a Ciudad Rodrigo; el conde de Aguilar fue a Alcántara y, como coronel del recién creado Regimiento de Guardias Reales, que tuvo su bautismo de fuego en la toma de Salvatierra, escoltó al rey hasta Palacio, donde llegó el 16 de julio; el príncipe Tilly se retiró a Badajoz y el marqués de Villadarias regresó a Andalucía.
El único resultado territorial de la campaña de Portugal de 1704 fue la posesión de tres fortalezas fronterizas. No obstante, la moral de los borbónicos era alta, como lo demuestran las coplas que se cantaban en Sevilla:
Poco después surgieron problemas entre los comandantes príncipe Tilly y el duque de Berwick, que dio como resultado que Berwick fuera retirado y reemplazado en octubre por el mariscal René de Froulay, I conde de Tessé, con el título de generalísimo de los ejércitos de Castilla, Extremadura, Andalucía y Galicia.
Mientras se daban estas operaciones, la flota combinada anglo-holandesa del almirante Rooke ancló en aguas de Gibraltar el 31 de julio. Tras un breve ataque, el ejército aliado efectuó la conquista de Gibraltar el 3 de agosto. La invasión de Portugal quedó suspendida y el grueso de las tropas, al mando de Villadarias, hubo de regresar en octubre para intentar recobrar la plaza perdida.
FUENTES: