Victoria borbónica frente a los austríacos en tierras de Milán.
Tras su llegada a Milán el 18 de junio de 1702 procedente de Nápoles, el rey Felipe V, que contaba con 19 años, partió el 12 de julio hacia Cremona al frente de 2.000 soldados. Allí se reunió con un ejército francés de unos 30.000 hombres que estaba al mando del duque de Vendôme, Luis José de Borbón, general francés que en 1697 había mandado el ejército que tomó Barcelona. Al poco tiempo se les agregó el ejército español del Milanesado al mando del gobernador, Príncipe de Vaudémont.
El 23 de julio el rey Felipe V presidió un consejo de guerra. Si bien Felipe V era el jefe nominal del ejército, los verdaderos jefes militares eran el duque de Vendôme y el mariscal Villeroy. Tres días después, el 26 de julio Felipe V asistió al primer combate en Santa Vittoria, donde los borbones obtuvieron una gran victoria sobre los austríacos.
El 15 de agosto las tropas borbónicas llegaron frente a Luzzara, ciudad donde el príncipe Eugenio de Saboya-Carignan había instalado el campamento de su ejército, formado por unos 25.000 hombres. Hacia las 4 de la tarde ambos ejércitos estaban a un lado y al otro de un dique junto al río Po sin percatarse el uno de la presencia del otro. Al parecer el príncipe de Saboya tendió una emboscada a los franceses, que se vieron obligados a luchar en orden de marcha y no en orden de batalla. La batalla fue muy violenta y produjo numerosas bajas: 2.500 muertos y heridos en el ejército franco-español, 4.000 en el ejército austriaco. Al llegar la noche se interrumpieron los combates y ambos ejércitos aprovecharon para fortificar sus posiciones. El resultado de la batalla quedó incierto, si bien los fraceses tomaron la ciudad de Luzzara. Durante la batalla Felipe V mandó uno de los destacamentos y puso su vida en riesgo, realmente estimulado por los combates, que ocasionaron bajas a su alrededor. Cuando se le reprochó su arriesgado comportaniento, el rey dijo:
"Todos sacrifican por mí su vida, y ésta es la ocasión de que la mía no quede reservada para mayor importancia."
Tras la batalla ambos ejércitos permanecieron cerca uno del otro, pero los austriacos se vieron obligados a levantar el sitio de Mantua. El 2 de octubre el rey Felipe V abandonó el frente y se dirigió a Milán. El 2 de noviembre el ejército francés se retiró de la zona y se dió por finalizada la campaña de ese año, quedando el frente del norte de Italia estabilizado hasta la ofensiva francesa de 1705.
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