LA TERCERA CAMPAÑA DE ITALIA

(1511 - 1513)

Don Ramón de Cardona, virrey de Nápoles, es derrotado en Rávena por Gastón de Foix, duque de Nemours.



Ramón Folch de Cardona-Anglesola, virrey de Nápoles entre 1510 y 1522 (Fuente: Biblioteca Nacional de España).

Tras la muerte del papa Pio III, que gobernó la Iglesia tan solo veintesis días, el papa Julio II fue elegido en 1503. Contrario a la presencia francesa en Italia, el nuevo papa promovió en el verano de 1506 una revuelta en Génova contra su gobernador, que había aceptado la alianza con Francia. A continuación, el papa conquistó la ciudad de Bolonia, expulsando a su gobernador, Giovanni Bentivoglio. Francia, Venecia y España se opusieron, pero no hicieron nada contra el papa. Julio II continuó apoyando la revuelta de los genoveses, que finalmente declararon la guerra a Francia. Luis XII movilizó un ejército que envió contra los rebeldes, sobre quienes obtuvo una gran victoria en la batalla del Promontorio el 25 de abril de 1507.

A continuación, Julio II, que deseaba recobrar los estados de la Iglesia en la Romaña que la República de Venecia le había arrebatado en guerras anteriores, invitó a todos los príncipes y soberanos que tuviesen algún conflicto pendiente con Venecia a formar una Liga contra esta República. Las conversaciones diplomáticas fructificaron en la creación de la Liga de Cambray, formada definitivamente el 1508 por el papa Julio II, el emperador Maximiliano I de Alemania, el rey don Fernando el Católico de España y el rey Luis XII de Francia.

De todos ellos, el más belicoso era el rey francés, que deseaba resarcirse de la pérdida de Nápoles en favor de España durante la segunda campaña de Italia del Gran Capitán. Por ello, una vez ratificado el tratado de creación de la Liga, el rey francés cruzó los Alpes, derrotó a los venecianos el 14 de mayo de 1509 en la batalla de Agnadello, sobre la orilla izquierda del rio Adda y les ocupó gran parte del territorio de la Lombardía. Tras la victoria francesa, el papa recuperó los territorios perdidos en la Romaña.




Luis XII, rey de Francia (Fuente: Biblioteca Nacional de España).

Pero el papa Julio II se volvió receloso sobre las verdaderas intenciones de Luis XII en Italia y, en uno de esos giros de los que son tan frecuentes en política, en febrero de 1510 el papa perdonó las afrentas pasadas a Venecia y logró que se aliara con él. Francia reaccionó formando alianza con el emperador contra el papa, a quien quería hacer deponer por un papa más afin a los intereses de Francia, y recobrando la ciudad de Bolonia para los Bentivoglio. Pero en octubre de 1511 el papa creó de nuevo la Santa Liga, en la que entraron Venecia, Inglaterra y España, que además podía contar con mercenarios suizos, para expulsar a los franceses de Italia. Por este tratado, el rey católico español proporcionó un ejército de 1.200 hombres de armas de caballería pesada, 1.000 jinetes de caballería ligera y 10.000 infantes al mando del virrey de Nápoles, don Ramón de Cardona, quien ejercería el mando de las fuerzas aliadas y que llevaba a sus órdenes a Pedro Navarro, Fabricio Colonna y a Fernando Francisco de Ávalos, V marqués de Pescara.

Esta nueva campaña de Italia, la tercera del ejército español en aquellas tierras, coincidió con las labores diplomáticas de acercamiento al rey de Navarra para evitar su alianza con Luis XII y que terminó con la conquista de Navarra por don Fadrique de Toledo, duque de Alba, en nombre del rey don Fernando el Católico.

En noviembre de 1511 comenzaron las operaciones militares de la Santa Liga contra Francia. Los suizos invadieron el ducado de Milan por el norte con un ejército de 20.000 piqueros y llegaron ante Bellinzona, mientras que los venecianos entraron por el este. El ejército del virrey de Nápoles inició la marcha hacia el norte, conquistando por el camino la plaza fuerte de Gémbolo. Una vez unidas a las fuerzas del papa, el ejército aliado se dirigió en enero de 1512 a formalizar el sitio de Bolonia y devolversela al papa, pero fracasaron en su intento tras un breve sitio de menos de un mes.

Desde junio de ese año el ducado de Milán estaba bajo el gobierno de un joven de 22 años: Gastón de Foix, nuevo duque de Nemours, nieto de Luis XII y hermano de Germana de Foix; era, por tanto, cuñado de Fernando el Católico. En sus filas militaba como aliado Alfonso de Este, duque de Ferrara. Las ambiciones del joven duque incluían vencer al ejército aliado en el norte de Italia, tomar Milán para Francia, atacar al papa en su capital, Roma, y dirigirse al sur para conquistar el reino de Nápoles, del que contaba con ser proclamado rey con la anuencia de su abuelo Luis XII y, posiblemente, con la de su cuñado Fernando el Católico. Pero estos sueños de grandeza no se cumplieron.

En diciembre de 1511 el joven duque de Nemours derrotó a los suizos en los suburbios de Milán, obligándoles a cruzar los Alpes de regreso a Suiza. Tras haber impedido en febrero de 1512 la caída de Bolonia y haber retomado la ciudad de Brescia de manos venecianas, ciudad que sometió a saqueo, el duque de Nemours se dirigió a Rávena con intención de sitiarla y tomarla para evitar que por su puerto le llegasen refuerzos y suministros a los aliados. Estos marcharon contra los franceses para levantar el sitio, pero fueron vencidos por el duque en la batalla de Rávena el 11 de abril de 1512, en la que el joven duque perdió la vida, y en la que el ejército aliado quedó prácticamente destruido. La muerte del duque de Nemours supuso la desmoralización del ejército francés, que no encontró un general a la altura del joven duque, muy querido de las tropas, lo cual supuso que el ejército francés fuese expulsado de Italia.

A pesar de la derrota de Rávena, el papa logró mediar con el emperador y hacer que los suizos se adheriesen a la Santa Liga. Simultáneamente, españoles e ingleses atacaron las fronteras de Francia, obligando con ello a Luis XII a retirar sus tropas de Italia. Además, el 28 de diciembre de 1512 la guarnición francesa de la ciudadela de Novara capituló ante un ataque de mercenarios suizos. De esa manera, los franceses se vieron obligados a abandonar el ducado de Milán, donde Maximiliano Sforza, hijo de Luis el Moro, fue repuesto en el gobierno; Génova recuperó su república nombrando un nuevo dogo y el ejército del virrey Cardona logró reponer a los Médici en Florencia en 1512.

La retirada del derrotado ejército francés parecía que devolvería la tranquilidad al norte de Italia. Sin embargo la guerra se reanudó enseguida. Muerto el papa Julio II en febrero de 1513, fue elegido León X, de la casa de los Médici, un papa no deseado por el rey francés. En marzo de 1513, Francia y Venecia firmaron un tratado de paz y alianza en Blois, un nuevo ejército francés entró en Italia por el Piamonte, con el permiso del duque de Saboya, en abril de 1513 y atacaron conjuntamente el ducado de Milán. Para hacerles frente, el papa, Inglaterra, España y el emperador renovaron su alianza en abril. El ejército francés inició el asedio de Novara el 27 de abril, donde acudieron los ejércitos suizos a socorrer la ciudad.

El 6 de junio de 1513 se libró la batalla de Novara, con resultado adverso para los franceses, que tuvieron que retirarse derrotados. Poco después, el ejército aliado al mando del virrey Cardona entró en el territorio de Venecia, que bombardeó a distancia sin éxito. Desprovisto de barcazas con las que cruzar la laguna veneciana, el virrey abandonó la ciudad. Pero el comandante veneciano Bartolomeo d´Aviano logró reforzar su ejército con centenares de voluntarios y se dedicó a perseguir al ejército del virrey buscando la batalla. Esta se libró el 7 de octubre en la localidad de La Motta, en las cercanías de Schio y Vicenza y en que las tropas del virrey Cardona y las del papa obtuvieron una resonante victoria.

Luis XII hizo las paces con los coaligados y se restableció un cese de hostilidades. Sin embargo, tras la firma de la paz, el rey francés comenzó a preparar una nueva campaña para recuperar el ducado de Milán, que era su gran obsesión en Italia; pero no pudo hacerlo por sobrevenirle la muerte el 1 de enero de 1515. Le sucedió su yerno, Francisco I.






  • Historia Militar. Academia de Infantería. Segundo Curso. Guadalajara, 1945. Páginas 225-228.