Tras haber comenzado satisfactoriamente la tercera campaña de Italia para el virrey de Nápoles con la toma de la plaza fuerte de Gémbolo y haberse reunido con las fuerzas del papa, el virrey se dirigió hacia Bolonia. La marcha fue muy dura, efectuada por el Abruzzo y las mareas de Ancona y Umbría con todos los rigores del invierno de 1511. Por ser imposible su traslado por tierra, hubo que embarcar la artillería, desembarcala en Rímini, situada a 122 kilómetros de Bolonia, en la costa adriática, y llevarla por una antigua vía romana hasta la ciudad de Imola, que era donde don Ramón de Cardona tenía establecido su Cuartel General.
Mientras llegada la artillería, Pedro Navarro se dirigió hacia Bastia para conquistarla. Esta ciudad tenía fama de ser inexpugnable. Estaba situada en los confines de Ferrara junto al río Po. Su numerosa guarnición y su excelente artillería impedían que las naves venecianas navegasen por el rio. Pero a últimos de diciembre, y en tan solo cinco días, los españoles la asaltaron y la conquistaron gracias a las minas de Pedro Navarro.
A primeros de enero de 1512 llegó la artillería al campo aliado, y el ejército marchó hacia Bolonia, a cuya vista llegó el 16 de enero. Siguiendo los consejos de Pedro Navarro, el virrey colocó el ejército al noroeste de la ciudad y colocó la artillería en el camino de Florencia, desde donde comenzó a batir sin descanso la plaza enemiga.
Pedro Navarro colocó varias minas bajo las murallas para abrir brechas en ellas, y se prepararon faginas para cegar el foso y puentes de madera para cruzarlo. Bolonia parecía irremisiblemente perdida. Pero, inexplicablemente, las minas de Pedro Navarro fallaron. Comenzó a nevar copiosamente y el frío y el rigor del clima entorpecían los trabajos de los sitiadores, que trabajan y vivían a la intemperie. Mientras tanto, los defensores lograron enviar un mensaje al duque de Nemours diciendole que si no les socorría firmarían la capitulación ante los aliados.
El duque de Nemours no se atrevía a socorrer Bolonia por temor que en su ausencia los venecianos se apoderasen de Brescia; pero al final se decidió y, aprovechando las inclemencias del tiempo producidas por una gran nevada y en la oscuridad de la noche, entró con sus fuerzas en la ciudad sitiada. Al día siguiente el virrey de Nápoles se enteró de los refuerzos recibidos por la ciudad, y decidió levantar el sitio por juzgar imposible intentar un asalto contra los nuevos enemigos y en esas condiciones.
Entretanto los temores del duque de Nemours se cumplieron, pues Brescia abrió sus puertas a los venecianos, que se apoderaron de la ciudad sin que la guarnición francesa lograra impedirlo. El duque salió de Bolonia, se dirigió a Brescia, venció bajo sus muros a los venecianos, entró en la ciudad y la saqueó. Solo habían pasado 10 días desde que marchara a socorrer Bolonia.
Historia Militar. Academia de Infantería. Segundo Curso, Guadalajara, 1945, página 226.