Primer día de asedio de Igueriben.

Confirmando todas las presunciones y confidencias efectuadas hasta la fecha, Abd el-Krim ordenó a la harka concentrada en Amesauro que iniciase la ofensiva a las 06:00 horas del 17 de julio contra la línea Buimeyan-Annual-Igueriben, atacando todo el frente simultáneamente y tratando de apoderarse de esta última. Al mismo tiempo, otra fracción de la harka trataría de apoderarse de los poblados de Beni-Margani, entre Buimeyan y Talilit, adictos a la causa española.



Frente de ataque de Adb el-Krim del 17 de julio de 1921.

Para lograr su objetivo de hacerse con Igueriben, Abd el-Krim atacó la posición de frente y trató de envolverla por el flanco derecho cortando el paso entre ella e Izzumar. Al amanecer de este día la posición apareció cercada por la harka; el ataque comenzó con un intenso tiroteo efectuado con descargas cerradas, que impidió la salida de la aguada y ocasionó los primeros muertos y heridos: a las 10:00 horas el sargento Armando Antón de Cisneros y el soldado de 1ª Ramón Pérez eran los primeros en caer muertos. El violento tiroteo duró todo el día.

Al amanecer de aquel día también el enemigo se acercó al campamento de Annual, ocupando algunas casas y la escuela del poblado, sitiado a unos 200 ó 300 metros del campamento, al que hizo fuego de fusilería de hostigamiento. También hacían fuego sobre el campamento de Annual el enemigo apostado en el territorio de las cábilas de Beni-Margeri, en dirección de Talilit.

El intento de envolvimiento de la posición de Igueriben fue observado en Annual, y desde allí se envió una columna al mando del teniente coronel jefe del I Batallón del regimiento de Infantería "Ceriñola" nº 42, don Pedro Marina Viñaras, para repelerles. La columna estaba formada por:

  • Un tabor de Infantería de Regulares.
  • Dos escuadrones de Caballería de Regulares.
  • Tres compañias de fusiles del Ceriñola.
  • 5ª Batería de Montaña.

La columna se dirigió a envolver el flanco derecho del enemigo, que hostilizaba con gran intensidad los alrededores del camino Annual - Izumar desde las barrancadas próximas. La columna maniobró con habilidad y, con el apoyo de la 2ª Batería de Montaña, que salió del parapeto de Annual para mejor cooperar con la columna, hizo huir a los rifeños en desbandada hacia el norte, desde donde ya hemos dicho que la harka atacó los poblados adictos a España existentes entre Buymeyán y Talilit, ocasionándoles numerosos bajas. No obstante, los rifeños se hicieron fuertes en las barrancadas existentes entre Annual e Igueriben.

Mientras tanto, desde Annual se estaba batiendo con fuego de la 3ª Batería de Montaña la zona de los poblados entre Buymeyán y Talilit, para impedir el hostigamiento de los rifeños sobre el campamento y el ataque sobre los poblados adictos a los españoles.

A las 14:00 horas salieron de Annual los convoyes de aprovisionamiento de Buymeyan e Igueriben, abundantes en víveres y municiones. El convoy a Igueriben estaba al mando del comandante de la PLMM del regimiento de Infantería "África" nº 68, don Juan Romero López, y estaba formada por 67 mulos:

  • 10 mulos cargados con cubas de aguas, que salieron vacías de Annual y se llenaron al pasar el río.
  • 12 mulos cargados con víveres.
  • 41 mulos con cargas de municiones: 336 granadas de metralla de 75 mm, 36 granadas rompedoras, 176 granadas ordinarias, una caga de botes de metralla y 10 cajas de cartuchos de fusil.
  • 4 mulos cargados con artolas para transportar heridos.

Encuadrados en el convoy iban el teniente de Artillería don Ernesto Nougues Barrera (autor de la carta del 12 de julio), al mando de diecisiete artilleros, y el alférez de Intendencia Ruiz Osuna, a cargo de las acémilas y sus conductores. Ambos oficiales, una vez llegados a Igueriben, manifestaron que cuando se hallaban cargando el convoy en Annual recibieron la orden de suspender y salir inmediatamente en el estado en que estuvieran, por lo que tuvieron que dejar algunas cargas en el campamento, destacando, entre otros, material de repuesto para las ametralladoras. La protección del convoy se encomendó a un escuadrón de Regulares al mando del capitán de Caballería D. Joaquín Cebollino von Lindeman. Nada más salir de Annual, un francotirador disparó sobre el comandante Romero, que cayó herido y al que hubo que evacuar a Annual. El convoy continuó el avance, cada vez mas hostigado por los disparos de los rifeños apostados en la Loma de los Árboles.

El camino entre Annual e Igueriben está constituido por una serie de barrancadas que da lugar a una triple línea de alturas, lo que obligó al convoy y su fuerza de protección a ir tomando una a unas esas alturas. El escuadrón de Regulares se vio obligado a cargar varias veces para asegurar la progresión. Pero a los pocos minutos los rifeños, bien parapetados detrás de trincheras individuales, reanudaban el fuego de fusilería sobre hombres y mulos, obligando al convoy a estirarse y a hacer fuego de protección por descargas. El capitán von Lindeman, con riesgo de su vida, dio una última carga al frente de sus Regulares contra la masa de rifeños para tratar de asegurar la llegada del convoy a la posición de Igueriben, atravesó con arrojo las filas enemigas y fue el primero en llegar a la misma. Allí, ayudado de algunos soldados de la posición, abrió la puerta de la alambrada y quitó los sacos terreros que obstruían la entrada. Su avance fue protegido por el fuego de dos ametralladoras que el teniente D. Alfonso Galán Arrabal sacó fuera de la posición de Igueriben y que emplazó en unas alturas próximas, batiendo de flanco a los rifeños.

Mientras tanto, el teniente Nougués había caído al suelo al resultar muerto su caballo. Sin desanimarse, pistola en mano, se puso al frente del convoy e hizo que llegasen a la posición, ayudado por el alférez Ruiz Osuna. Eran alrededor de las 16:00 horas; habían tardado dos horas en llegar, y lo hicieron prácticamente diezmados, con los mulos y la mayor parte de sus conductores y artilleros muertos o malheridos. Al percatarse de que varias cargas de munición habían caído pendiente abajo al ser abatidos sus mulos, el teniente Nougués y sus artilleros se lanzaron a recogerlas, consiguiendo introducir algunas en la posición, donde fueron recibidos con vítores. En esta acción ocho artilleros resultaron heridos; tuvieron que dejar algunas cajas perdidas o en poder del enemigo, destacando pérdida de las cargas de cartuchos de fusil y dos cajas con espoletas de Artillería.

Una vez dentro, el convoy no pudo salir de la posición, porque el enemigo estaba rodeándola por todas partes, así que se vieron obligados a quedarse en ella todas las acémilas, sus conductores (31 soldados de Intendencia) con el alférez Ruiz Osuna, y el teniente Nougues con sus artilleros (menos un herido que consiguió ser evacuado en artola hasta Annual), con objeto de regresar al campamento con el convoy del día siguiente. Los mulos quedaron entre el parapeto y la alambrada, menos tres que lograron entrar en la posición.

El escuadrón de Regulares, con el capitán von Lindemann a la cabeza, regresó a Annual tras romper de nuevo el cerco enemigo y recogiendo a su paso todas sus bajas habidas en el combate (cinco muertos, nueve heridos y dos contusos). Su heroico comportamiento en el combate del día le valió al capitán von Lindeman la concesión de la Laureada por RO. de 1 de agosto de 1927. El comandante Benítez, jefe de la posición, alabó en público el bizarro comportamiento del capitán y expresó su intención de proponerle al mando para el ascenso al empleo superior.

Merece la pena leer el relato que hace el capitán Cebollino sobre este acción al general Picasso en su declaración del 29 de agosto de 1921:

    El día diez y siete de julio, al levantarse temprano, observó que no se dedicaba a sus faenas ordinarias los moradores del campo, que había gente por los barrancos y lomas del servicio de aguada y carretera de Izummar y que estaban atacando la posición de Igueriben, lo que puso en conocimiento del jefe de la Circunscripción, el cual ordenó se suspendiera la salida de las secciones de protección. A poco rato emperazon los disparos contra el campamento desde la misma aguada a unos cuatrocientos metros, lo que dió lugar a que nuestra Artillería, que ya disparaba en defensa de Igueriben, lo hiciera también sobre los grupos que hostilizaban a Annual.

    Se ordenó después que saliera todo el Grupo de Regulares, menos una compañía y el escuadrón del declarante, que quedaron como reserva, pues se veían grupos por todos los frentes de la posición. Estas fuerzas, después de mucho fuego, ocuparon las lomas de los servicios, haciéndose el de convoy a Izummar y el de aguada de Anual.

    A las catorce treinta llamó al testigo el jefe de la circunscripción, coronel Argüelles, para que con un escuadrón llevase un convoy de agua, víveres y municiones de Artillería a Igueriben, donde no habían hecho aguada desde el día quince, teniendo solamente veinte granadas, lo que por razón de (ilegible), determinó la salida del convoy tan tarde. El testigo puso en conocimiento del jefe de la circunscripción que no convenía seguir el camino de costumbre por estar muy batido por el numeroso enemigo; que este camino es el de la izquierda, que conducía a la aguada de Igueriben, cuatrocientos metros agua arriba de donde se hacía la de Anual y que era prederible ir por fuera de camino ocultándose del enemigo. Hízose así y antes de llegar al barranco de Igueriben, destacó el declarante una sección a ocupar las alturas de la izquierda que protegen este camino, desalojando al enemigo y ocupando la loma, y como apareciera por este movimiento a retaguardia del enemigo, fue tomado por parte de este y cañoneado por nuestras baterías. Esto le obligó a abandonar la loma, que recuperó después, cuando cesó el cañoneo, sosteniéndose en ella. La sección de que se trata iban mandada por el sargento Alberto Velasco. Otra sección, al mando del alférez Tomaseti, ocupó otras alturas del frente, que dominan el barranco y posición de Igueriben, sosteniéndose en ella con mucho fuego, y la otra sección, con el convoy, siguió con el declarante hacia el barranco, dejando una escuadra en la margen derecha del mismo, que enfilaba con sus fuegos parte de él.

    Se empezó el paso del convoy por el barranco, por sorpresa, pero al aparecer la cabeza del convoy, en que iba el declarante, desde un parapeto que tenían taponando el barranco, hicieron un fuego muy intenso, así como de las alturas próximas y de las que hay por la derecha, en dirección a la kábila de Igueribe. Mientras pasaba el convoy subió el testigo a la posición, desatando la puerta de la alambrada y teniendo que quitar unos sacos terreros que cerraban la entrada de la posición. Presentose al comandante Benítez, jefe de la posición, al que dió cuenta de que llevaba el convoy y de la composición del mismo, pidiendo una ametralladora, que la emplazó protegida por el resto de la sección, que ya estaba en las alturas de la posición de Igueriben, desde donde protegían el paso del convoy, el cual llegó a la posición, menos tres cargas que, muertos los acemileros y los mulos, quedaron a la salida del barranco, sin que fuera posible recogerlos a pesar de los esfuerzos que para ellos se hicieron, terminando por llevárselos el enemigo. El convoy no pudo entrar en la posición por su reducido tamaño y traveses de desenfilada que la embarazaban, descargándose entre la alambrada y el parapeto y entrando a brazo las cargas.

    Como el fuego iba en aumento por todos los frentes y en el barranco se encontraban los moros en número de quinientos o seiscientos, el jefe del convoy, teniente de Artillería, manifestó al comandante Benítez, tenía orden de que si era peligroso el regreso del convoy, se quedase en la posición; deseó el jefe que se quedase también el testigo con la escolta, manifestándole también el testigo que como no podía dejarse dentro del parapeto, hubiera sido sacrificar su ganado, y diciéndole que sólo con la Caballería podría intentar el declarante el regreso. Mientras esto ocurría, se echó el enemigo encima de la sección mandada por Velasco, la cual volvió a ser cañoneada por nuestra Artillería, obligándole a replegarse a la loma siguiente. Al ocupar ésta el enemigo, empezó a envolver la sección del alférez Tomaseti, que se vió obligada a cambiar dos veces de frente y a replegarse por último a la loma siguiente. El testigo volvió con su fuerza por camino distinto para evitar el paso del barranco, deteniéndose a recogedos heridos y siete acemileros con sus mulos, que se encontraban entre unos alminares (??), después de hecha la descarga del convoy. Al llegar a la posición de Anual, había sufrido el escuadrón de Regulares cinco muertos, nueve heridos, dos contusos y cinco caballos muertos. En la retirada de las Fuerzas [de Regulares], después de hecho el servicio, su jefe, el comandante Romero, fue herido.

Las bajas totales españolas en este combate fueron 17 muertos y 55 heridos. El único oficial muerto fue el teniente Ledesma, del regimiento de Infantería "Melilla" nº 59, que murió al día siguiente por las graves heridas sufridas en los combates del día 17 de julio.

Tras la llegada del convoy los defensores trataron de enterrar los cadáveres del sargento y soldados muertos hasta el momento, pero no pudieron lograrlo porque el enemigo arreciaba sus ataques y amenazaba con echarse encima y asaltar la posición.

Desde el primer momento faltó el agua, ya que diariamente se hacía la aguada para las necesidades del día, sin que existiera dentro de la posición un depósito para tener un remanente con que poder atender a las necesidades de la misma. El agua que había traídoel convoy desde Annual se había derramado casi en su totalidad por estar las cubas muy agujereadas, por lo que ese día no pudo confeccionarse el rancho por falta de agua. Se repartió media cuba de vinagre que existía en el repuesto de la posición. Comenzó a notarse la falta de municiones y se puso especial cuidado en su consumo, dándose la orden terminante de no tirar más que a blanco seguro, y estableciéndose además un servicio de contra-pacos.

Mientras tanto, a las 20:50 horas, el oficial de servicio de las fuerzas de Policía en Buimeyan dio cuenta de que la harka enemiga, que desde la madrugada había ocupado los poblados de Beni-Margani y las lomas de Tisingort y Tayarinen y otras cercanas, hostilizaba el campamento y el servicio de protección que montaban dichas fuerzas, causando bajas entre la tropa.

Durante la noche del 17 al 18 de julio los rifeños continuaron disparando la posición e intentaron varios asaltos a la misma arrojando granadas de mano, siendo rechazado por los defensores, que tuvieron tres muertos y tres heridos, empleando también granadas de mano.

Los mulos del convoy que quedaron en la posición fueron víctima de los ataques nocturnos. Atrapados entre la alambrada y el parapeto, asustados y heridos, muchos de ellos se desplomaron sobre la alambrada y la destrozaron en gran parte, sobre todo en el extremo derecho de la posición, al tratar de escapar. Los españoles tuvieron que rematar a los supervivientes para que los destrozos no aumentasen. Por la tarde del día siguiente sus cuerpos se hincharon con el calor (55 grados) y estallaron, lo que añadió otra pesadilla a los defensores, que vomitaban por el pestilente olor de los destrozados cuerpos de los mulos.

Es de señalar la falta de médico y practicante en Igueriben, por lo que los heridos quedaban a merced de lo que hubiese en las bolsas sanitarias de las dos compañías de Infantería de la posición.



FUENTES:

  • AHN. TS-R. Expediente 50.1. Folio 41. Telegrama nº 8651 de 19 de julio, de novedades del Alto Comisario al Ministro de la Guerra, enviado el 19 de julio de 1921 a las 12:52 y recibido a 12.00 del día 20.
  • AHN. TS-R. Expediente 50.2. Folios 284 a 290 y 294 a 302. Declaraciones del coronel de Artillería don Joaquín Argüelles de los Ríos.
  • AHN. TS-R. Expediente 50.2. Folios 424 a 430. Primera declaración del capitán don Joaquín Cebollino von Lindeman, jefe del 3º Escuadrón de las Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla, nº 2.
  • AHN. TS-R. Expediente 50.5. Folios 1010 y 1011. Informe del sargento Hermenegildo Dávila Murillo, superviviente de Igueriben.
  • Parte del teniente Luis Casado Escudero, superviviente de Igueriben.