NOTA: los párrafos resaltados en negrita son nuestros.

Regimiento de Infantería de Toledo núm. 35.

Excmo. Sr.: Teniente D. Luis Casado Escudero

A V.E. da parte el Teniente que suscribe, como único Oficial superviviente de la Posición de Ygueriben en la Zona de Melilla, de que los hechos que en ella se realizaron, y que dieron como resultado la defensa y evacuación de ella, en el mes de julio de mil novecientos veintiuno, se desarrollaron en la siguiente forma:

A partir del 16 de junio tuvo lugar el llamado combate de "La Loma de los Árboles", fueron hostilizados todos los servicios de esta Posición, especialmente el de aguada y convoyes y aprovisionamiento desde Annual, lo que obligó a extremar la vigilancia y precauciones, pero sin que ello pudiera evitar que el día 17 de julio del mencionado año, al amanecer se encontrase la Posición cercada de numeroso enemigo procedente de la harca que al mando del cabecilla rebelde Abd-el-Krim "El Jatabi", hacía ya algún tiempo que se hallaba acampada en el poblado de Tensán, llamado Amesaure, a unos seis kilómetros de esta posición; dicho enemigo empezó a tirotear violentamente la posición e impidió que se hiciese la aguada, ya que se encontraba ésta a unos cuantos kilómetros, por lo que el Jefe de la circunscripción de Annual ordenó que se suspendiese, ya que desde este puesto se llevaría abundante aprovisionamiento de este líquido y demás elementos necesarios.

Durante todo el día continuó el violento tiroteo, ocasionando algunas bajas de tropa muertos y heridos, pudiendo citar entre los primeros al Sargento Armando Antón Cisneros.

A las dos de la tarde, salió abundante convoy de víveres y municiones de Annual llevando al mismo tiempo gran número de cubas que al pasar por el río se llenaron, con objeto de hacerlo llegar todo a nuestra posición. Protegía dicho convoy un Escuadrón de Regulares de Melilla, al mando del Capitán señor Cebollino, el cual encontró numeroso enemigo bien parapetado detrás de trincheras individuales, y como el camino intermedio entre Annual e Ygueriben está constituido por una serie de barrancadas que da lugar a una triple línea de alturas, hubo de realizar violentos esfuerzos para ir tomando esas alturas, lo que dió origen a que cuando quiso dar el último empuje para hacer entrar el convoy, estaba éste materialmente diezmado, con los mulos y la mayor parte de sus conductores muertos o malheridos y sin que a pesar del heroico comportamiento de este Capitán y del Escuadrón de su mando y de la protección que se le prestó desde la posición, especialmente con dos máquinas de ametralladoras que al mando del Teniente don Alfonso Galán Arrabal tomaron unas alturas próximas a la posición y desde ellas batió al enemigo de flanco, se pudiese evitar que casi de la totalidad del convoy quedase desparramado y en poder del enemigo.

Es digno de hacer notar el brillante comportamiento del Capitán señor Cebollino, el cual, con inminente riesgo de su vida y en brillante carga con sus regulares, atravesó las filas enemigas y llegó hasta la posición, debiendo añadir que oí repetidas veces decir al Jefe de la Posición, Comandante don Julio Benítez, que había de proponerles a sus superiores para la concesión del empleo por su bizarría y las dotes que demostró atravesando con escasas fuerzas las líneas enemigas en número considerablemente superior.

Durante toda la noche del día 17 continuó el tiroteo con el enemigo, el que reiterado intento en asaltar la posición, siendo briosamente rechazado por nuestras fuerzas, las cuales tuvieron seis bajas, de ellas tres muertos y otros tres heridos, los que hubieron de carecer de toda asistencia facultativa, ya que en la posición se carecía de médico y practicante y había escasísimos medicamentos en las bolsas sanitarias de las dos Compañías.

Como desde el primer momento faltó el agua, ya que diariamente se hacía la aguada para las necesidades del día, sin que existiera un depósito para tener un remanente con que poder atender a las necesidades en un caso de estos, se repartió media cuba de vinagre que existía en el repuesto de la posición y se puso especial cuidado en el consumo de municiones, dándose la orden terminante de no tirar más que a blanco seguro, y estableciose un servicio de contra-pasos.

El convoy a que alude, según manifestaciones de los Oficiales encargados de su conducción, Teniente de Artillería señor Nougués y Alférez de Intendencia señor Ruiz Osuna, salió muy mermado de Annual, pues cuando se hallaban cargando todos los elementos recibieron orden de suspender ésta y salir inmediatamente, dándose el caso lamentable que salieron varias cargas con leña y se quedaron olvidados material de repuesto para la sección de ametralladoras, y en el camino se perdieron las cargas de cartuchos de fusil y dos cajas con espoletas de artillería.

Las fuerzas de este convoy, compuesta de soldados de Artillería del Parque Móvil y de Intendencia, llegaron en su mayor parte heridos, y hubieron de quedarse en la posición según orden recibida de Annual, así como los mulos que llegaron; para que en el próximo día que llevarían nuevamente convoy regresaran; lo cual constituyó un estorbo para la defensa de la posición, por la ya dicha carencia de elementos sanitarios y agua.

Durante la mañana del día 18 y a primeras horas de la tarde continuó violento el fuego de fusil y el enemigo empezó a cañonear la posición, cuyos disparos al principio carecían de eficacia, pero lograron dar con la puntería y ocasionó su explosión algunas bajas, todas ellas de tropa; este tiroteo aumentó de intensidad hacia las cuatro de la tarde en que por las fuerzas de Annual se trataba nuevamente de hacer llegar el convoy, intento que no se pudo lograr por el violento esfuerzo del enemigo y su considerable superioridad sobre las fuerzas nuestras.

Especialmente hubo de recharzarse el empuje del enemigo en el sector E. de la posición, por su proximidad al parapeto, cubierto por unos grandes peñascos que había.

En esa tarde, además de siete bajas de tropa, de ellas tres muertos y los otros heridos, fue herido gravemente el Teniente don Julián Sierra Serrano, el cual hubo de dejar el mando de la primera Sección de la Segunda Compañía del primer Batallón del Regimiento Ceriñola, y herido levemente el Teniente que suscribe.

Durante la noche de este día arreció el fuego enemigo, el cual atacó la posición con granadas de mano, empleándose en rechazarlo las 50 de dotación que había en la posición. Puso especial intento el enemigo en asaltar la posición, llegando hasta las alambradas y dirigiéndose con palabras soeces e injuriosas a la oficialidad y prometiendo a la tropa que si desertaba de su puesto habían de ser puestos sanos y salvos en Melilla. La guarnición, con un excelente espíritu de sacrificio, contestó con descargas cerradas a la invitación de los moros y con ¡Vivas a España!, siendo digna de admiración la figura del Comandante don Julio Benítez, el cual, sin descanso dirigió la defensa, atendiendo a todos los frentes y elevando la moral de las tropas con su heroico ejemplo y sus palabras enérgicas de aliento, arengó varias veces a las tropas y su figura era admirada por todos los defensores, que desde el primer momento depositaron en él fe ciega por su bizarría.

La guarnición ocasionó al enemigo bastantes bajas vistas, pudiéndose citar el caso de que entre la alambrada y el parapeto quedaron muertos cuatro moros, que dirigieron sus esfuerzos a la batería de artillería que en la posición había.

Durante la noche, cuatro de los policías moros que había en la posición en número de seis y un cabo, fueron muertos defendiendo la cocina del campamento.

En ese día 18, como las bajas estaban sin enterrar, por ser de roca la posición, se intenta por el Teniente don Ovidio Rodríguez llevar a cabo esta sagrada misión fuera de la posición, protegiendo con su Sección este servicio, y apenas salieron de la alambrada, dirige el enemigo certero fuego contra ellos, ocasionándonos dos bajas más, por lo cual dásele la orden del Comandante de retirarse, logrando a pesar de ello enterrar el cadáver del Sargento Antón, muerto el primer día, y arreglar parte de la alambrada del sector N., la cual había sido derruida por los mulos al ser muertos, y ello facilitaba la aproximación del enemigo durante las noches, en sus intentos de asalto.

Frente a la posición había quedado un soldado de Regulares de Melilla mal herido el día anterior al tratar de hacer llegar el convoy y comprendiendo el señor Comandante era un deber el pago a su lealtad recogerle, ordenó al Oficial que suscribe para que acompañado de otro soldado y apelando a la astucia fuese recogido. Se presentó voluntario el soldado Julián Muñoz Contiñán, y entre ambos pudo ser recogido, así como su carabina y canana con algunos cartuchos, mereciendo por este hecho ambos la felicitación al frente de la Segunda Compañía del Jefe de la posición.

Como la sed continuara en aumento, se reparte entre la tropa las patatas que para la confección del rancho había, las cuales, machacadas con el pomo del cuchillo bayoneta, proporcionaban alivio a la abrasadora fiebre, la cual empezó a hacer bajas en la guarnición, unido esto al hedor de los cadáveres insepultos y mulos descompuestos.

A pesar de los reiterados esfuerzos del enemigo durante todo el día 19 por las fuerzas de Annual, durante todo ese día fue imposible el hacer llegar el convoy, por lo que la situación fue siendo cada vez más crítica, agravándose además por el calor sofocante que hacía, y que al número de bajas del fusil enemigo hubieron de añadirse las producidas por el agotamiento físico, empezando parte de la guarnición - los que menos resistían - las torturas de la sed, a beber cuantas substancias encontraban a mano, como tinta, agua de colonia y hasta orines.

El fuego continuó violento durante todo ese día, durante el cual un disparo enemigo inutilizó el heliógrafo, teniendo que apelar al aparato Mangin para no perder la comunicación heliógrafica con Annual.

La Artillería enemiga, compuesta de dos cañones establecidos en la loma de Amar-U-Said, a unos 1.300 metros de distancia al S. de la posición, continuó haciendo certeros blancos y destruyendo por efecto de un disparo parte del parapeto del sector NO.; también alcanzó uno de los disparos a cuatro cajas de municiones inutilizando casi la totalidad de su contenido , ya que solo quedaron aprovechables unos cuantos cargadores de cartuchos. Nuestra batería, que con sus escasas municiones se dedicaba a acallar los fuegos de la contraria, se ve en la imposibilidad de seguir haciendolo, por haberse agotado sus municiones.

De Annual se recibe el siguiente Heliógrafo:

"El Mando felicita a los heroicos defensores, alentándoles a seguir manteniendo la resistencia con ese admirable espíritu de sacrificio, que es la admiración y orgullo de sus compañeros de armas. Ya se hallan concentradas en Annual numerosas fuerzas que han de convoyar los socorros de que tan necesitada está la posición. Y tropas frescas para relevar a los heroicos defensores de Ygueriben, que tan ganado tienen el descanso. La Patria, atenta a vuestro gallardo gesto, sabrá pronto recompensar vuestros sacrificios."

Continuó durante la noche todo el fuego del enemigo, el cual hizo derroche y gran alarde de consumo de municiones, en su mayoría de "arbaia" y granadas de mano, poniendo especial intento en apoderarse de los cadáveres moros que aún quedaron entre la alambrada y el parapeto de la batería de artillería, que por permanecer muda creían indefensa. Hubo de reforzarse este frente con una Sección de Ceriñola, al mando del Alférez Villanova, y se le hicieron bastantes bajas que quedaron a nuestra vista.

Para apagar la sed de los soldados graves, se utilizan los últimos recursos que quedan, que son unos botes de tomate que el cantinero de la posición ofrece desinteresadamente, mas son escasos para tanto herido y enfermo.

Para hacer sostenible nuestra situación y no caer ante los reiterados intentos de asalto del enemigo, se les pide a las baterías de Annual que rodeen con una cortina de fuego la posición, lo cual hacen con precisión matemática.

Durante las primeras horas de la mañana cesa el fuego, lo cual se aprovecha para dar descanso a las fuerzas, aun sin alejarse del parapeto.

Amanece el día 20, durante el cual no se pudo hacer intento de convoy desde Annual a pesar de lo desesperada de nuestra situación, ya que esta situación hubo de atender a restablecer sus comunicaciones con retaguardia, pues empezaba a ser seriamente amenazada por el enemio, que empezaba a correrse, y no ser muy clara la situación política de las cábilas.

Aumentan las bajas en número considerable, tanto de heridos como de agotamiento, y las ametralladoras sucesivamente van dejando de funcionar por inutilización de sus piezas y falta de refrigeración.

La artillería enemiga, que continúa haciendo certeros disparos, produce gran número de bajas, ya que explotó una de sus granadas en la tienda dedicada a enfermería, muriendo casi la totalidad de los que allí había, cuyo número se elevaba a treinta y tantos. Escasamente se pueden cubrir todos los frentes por todos los cuales éramos atacados desesperadamente, creyendo el enemigo poder asaltar y tomar la posición, a pesar de que la mayor parte de los heridos, incluso muy graves, prestan el servicio de parapeto. Los Oficiales prestan también servicio de parapeto y especialmente el de contrapaco.

Desde Ygueriben se cursa por el Comandante Jefe el siguiente Heliograma:

"Tenemos muertos y heridos, carecemos de agua y de víveres en absoluto y la gente se ve precisada a permanecer día y noche en el parapeto para tener a raya al adversario, cada vez más numeroso. Las municiones, con avaricia escatimadas, empiezan a escasear, y para ahorrarlas aún más se hace preciso que las baterías de Annual batan durante la noche la loma espolón en que está enclavada la posición, para evitar las bajas que desde ella nos hacen."

De Annual se nos contesta con el siguiente despacho Heliógrafo:

"Héroes de Igueriben, tan alto poneis el nombre de España, resistid unas horas más. Lo exige el buen nombre de España."

Contestanto con este otro desde nuestra posición:

"los Heliogramas de V.E. han sido acogidos con vivas a España. Esta guarnición jura a su General que no se rendirá más que a la muerte."

Es herido por disparo enemigo el Teniente don Julio Bustamante, de Artillería, defendiendo la posición bravamente con sus artilleros la batería.

A últimas horas de la tarde el Jefe de la posición ordena transmitir el siguiente despacho:

"Es horrenda la sed; se han bebido la tinta, la colonia, los orines mezclados con azúcar. Se echan arenilla en la boca para provocar, en vano, la salibación. Los hombres se meten desnudos en los hoyos que se hacen para gustar el consuelo de la humedad. Se ahogan con el hedor de los cadáveres. La pestilencia y carencia de agua hacen mortales las heridas. Conclúyense las municiones."

Por la noche se rechaza en briosa resistencia el nuevo intento de asalto del enemigo, viéndonos atacados también con grandes piedras lanzadas con hondas. 

Un moro enemigo se dirige a los defensores arrojando una carta de Abd-el-Krim en la cual se nos propone la rendición a cambio del armamento y batería, comprometiéndose a colocarnos a todos los defensores sanos y salvos en Annual. Se rechaza la intimación con un viva a España y una descarga. Se transmite la noticia a Annual, el cual contesta:

"Resistid esta noche, y mañana os juramos que sereis salvados, o todos quedaremos en el campo del honor."

También se nos comunica que estemos atentos a una partida que al mando de un Suboficial intenta, por medio de una estratagema, llegar hasta las inmediaciones del parapeto y arrojar algunas cantimploras con agua y coñac; transcurrió toda la noche sin que llegue el ansiado refuerzo.

Amanece el día 21 y de Annual se ponen en movimiento cuantas fuerzas había allí concentradas para, en desesperado esfuerzo, hacer llegar el convoy y recoger la exhausta guarnición. Nuestras bajas aumentan. Las municiones son escasísimas y en vista de que el convoy de Annual, a pesar de su titánico esfuerzo, no logra hacer llegar, se recibe orden del General en Jefe de iniciar la retirada, tratando de acogerse a las guerrillas de las fuerzas que intentaban llevar el convoy y ver el medio de salvar a aquellos, después de inutilizar y quemar todo el material de la posición. El cual se contesta con otro:

"Nunca esperé recibir de V.E. orden de evacuar esta posición, pero cumpliendo lo que en ella me ordena, en este momento, y como la tropa nata tiene que ver con los errores cometidos por el Mando, dispongo que empiece la retirada, cubriéndola y protegiéndola debidamente, pues la Oficialidad que integra esta posición, conscientes de su deber, sabremos morir como mueren los Oficiales españoles."

A las dos de la tarde se reparten las escasas municiones disponibles, unos veinte cartuchos por hombre, y se organiza la retirada, ya que las fuerzas de Annual comunican que ante la imposibilidad de llegar van a empezar su regreso.

Se transmite el último despacho, que decía:

"Sólo quedan doce disparos de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlos y al doce disparo hacer fuego sobre la posición, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición."

La retirada se organizó del siguiente modo:

  • Vanguardia al mando del Capitán Bulnes, el cual nuevamente toma el mando de su Compañía en el cual cesó por enfermedad grave producida por agotamiento.

  • Flanco derecho, una Sección al mando del Teniente que suscribe, con orden de tomar una altura próxima en la cual había de sostenerse hasta la total evacuación de la posición, incorporándose a la retaguardia.

  • Flanco izquierdo, al mando del Teniente don Alfonso Galán Arrabal, con la misma orden que el flanco derecho.

  • Grueso, al mando del Comandante, con los heridos y enfermos.

  • Retaguardia, al mando del Capitán de Artillería don Federico de la Paz Orduña.

Apenas se inició la evacuación, el enemigo en número considerable irrumpió en la posición, sucumbiendo casi la totalidad de las tropas en brillante empuje a la bayoneta y quedando únicamente unos cuantos a salvo, que lograron llegar a Annual, donde en su mayoría perecieron de cansancia y agotamiento aquella misma tarde, resultando inútiles cuantos esfuerzos se hicieron, y el que suscribe, que con otro soldado, cayeron heridos en poder del enemigo, donde permanecieron cautivos durante dieciocho meses.

El Comandante murió al frente de sus fuerzas, el cual no abandonó, a pesar de recibir gravísima herida en la cabeza, la cual le hizo rodar por tierra, rehaciéndose inmediatamente y conservando su admirable serenidad hasta que un nuevo disparo que hizo blanco en su corazón le hizo caer muerto.

El Teniente de Infantería Don Luis Casado Escudero

FUENTES:

  • Servicio Histórico Militar. Historia de las Campañas de Marruecos. Tomo III. Madrid, 1981. Páginas 639-643.