"¡El mar de las Indias, libre para Inglaterra o la guerra!"
Sir Richard Walpole, ministro de S.M. británica.
El origen de la guerra contra Inglaterra, denominada la Guerra del Asiento, tuvo su origen en la concesión que España fue obligada a reconocer a Inglaterra en el Tratado de Utrech del transporte de esclavos negros en monopolio a las costas americanas.
Por efecto del tratado, Felipe V se vió obligado a reconocer a Inglaterra el derecho de asentar en monopolio un total de 144.000 esclavos, a razón de 4.800 por año y 33 pesos y medio por cabeza. Este tráfico duró hasta 1753, año en que dejó de ser monopolio británico por aplicación del Tratado de Aquisgrán para pasar a ser un tráfico libre a cambio de un pago de 40 pesos por "pieza".
Felipe V fue también obligado a aceptar que Inglaterra enviase todos los años a los dominios españoles de Ultramar, en concreto al puerto de Portobello, un navio de 500 toneladas, conocido como el "Navio de Permiso o de Asiento", con objeto de traficar con sus mercancías. Este navío se convirtió en instrumento de contrabando, pues los comerciantes de Jamaica lo abordaban y lo recargaban de tal modo que el navío no parecía que transportarse 500 toneladas, sino cinco mil o más. De esta manera se denominada irónicamente al navío el "barco de las Donaides", pues parecía que no se vaciaba nunca.
Como resultado, las Antillas se llenaron de naves corsarias o piratas inglesas, francesas y holandesas, que seguían al comercio de esclavos y mercancías. Ante tal situación, La Corona española tomó tres medidas para proteger sus intereses en Ultramar:
Reforzar la escolta de sus flotas mercantes con naves de guerra.
La creación del Virreinato de Nueva Granada, con capital en Santa Fe de Bogotá, por Real Cédula de 1717, para la custodia y defensa de los puertos de Tierra Firme. El virrey don Jorge Villalonga consiguió del monarca la desaparición del virreinato en 1723, pero en 1739 volvió a ser erigido ante la creciente amenaza británica.
La instauración del derecho de "visita" en los barcos de "Asiento" británicos, confiscando todas las mercancías que no estuviesen registradas.
Inglaterra protestó enérgicamente por la introducción de la tercera medida, y la tensión entre ambos países fue elevándose paulatinamente. Tanto el rey Felipe V como sir Robert Walpole, primer ministro británico, pretendieron suavizar la tensión, pero ésta se agudizó cuando Giraldino, ministro plenipotenciario de España en Londres, declaró que España jamás dejaría de ejercer el derecho de visita en los puertos de las Indias. El parlamento británico desaprobó la política española y aconsejó una réplica armada. Pero no todos los miembros del gobierno del rey Jorge II eran partidarios de la guerra contra España. El rey de Francia, Luis XV, medió en el conflicto y su ministro M. Fleury ofreció medios de reconciliación, que fracasaron.
En abril de 1738 el embajador Benjamín Keene recibió en Madrid instrucciones de su gobierno para exigir a España una compensación por los daños ocasionados a los barcos británicos por la política de "visita" realizada por los guardacostas españoles. Según los británicos, entre 1713 y 1731 España había confiscaso ilegalmente unos 180 barcos mercantes ingleses. Las conversaciones fructificaron el 19 de enero de 1739 en la firma en el Pardo de un acuerdo que, al ser conocido en Inglaterra, ocasionó repulsas, desórdenes y dimisiones, pues no se estaba conforme con el contenido de las claúsulas del mismo ni con la cantidad económica que España ofrecía a pagar.
Coincidiendo con el acuerdo de El Pardo, Felipe V reclamó a 68.000 libras a la compañía británica que asentaba negros en Indias. La exigencia exitó los ánimos del parlamento inglés, que ordenó a Mr. Keene reclamase la abolición del derecho de "visita" y ordenó a la flota británica que apostase una fuerte escuadra en Gibraltar para intimidar al rey Felipe V. El primer ministro Walpole no pudo refrenar el estado de opinión de su país, y pronunció la famosa frase "¡el mar de las Indias, libre para Inglaterra o la guerra!"
Aunque el origen de la guerra se encuentra en la rivalidad comercial entre las dos potencias, la causa inmediata de la conflagración fue la actuación de los guardacostas españoles contra el contrabando en el Caribe y, en concreto, en el un incidente ocurrido cerca de la costa de Florida cuando el capitán de un guardacostas español, Juan León Fandiño, interceptó el "Rebbeca", barco británico al mando de Robert Jenkins y le hizo cortar a éste una oreja. Después de esto le liberó con este insolente mensaje: "Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve".
Este hecho había sucedido en 1731. Jenkins declaró en 1738 en la Cámara de los Comunes y, como prueba, mostró el frasco donde conservaba su oreja. El suceso enardeció a la opinión pública inglesa. El 10 de julio de 1739 el rey británico, Jorge II, declaró que exigiría represalias contra los navíos, géneros y vasallos del rey de España por las "muchas e injustas presas en las Indias [hechas] por los guardacostas españoles y el impago de las compensaciones prometidas." Presionado por todas partes y especialmente por comerciantes de la City que apetecían la conquista de nuevos mercados a costa de los españoles, el Gobierno presidido por Walpole declaró la guerra a España el 23 de octubre de 1739 para"vengar su honor", publicando la declaración de guerra el 3 de noviembre.
El plan de los británicos consistía en conquistar el Istmo de Panamá para cortar la unidad territorial y política de los virreinatos españoles, y a continuación introducir sus tropas en el Perú y apoderarse de sus riquezas. Para ello los británicos pretendían hacer un ataque en tenaza desde el Atlántico y desde el Pacífico de la siguiente forma:
Conquistar la plaza de La Habana, principal puerto español en el Caribe, y las plazas de Tierra Firme de La Guaira, Portobelo y Cartagena de Indias mediante el ataque de una poderosa flota que partiese de Gran Bretaña y tuviese su base en Jamaica.
Conquistar el Golfo de Panamá mediante el ataque de una escuadra ligera que bordease el Estrecho de Magallanes y subiese por el litoral sudamericano del océano Pacífico.
El 4 de agosto de 1739 el almirante sir Edward Vernon zarpó del puerto de Portsmouth con una escuadra de nueve navíos con un plan de operaciones concreto para atacar las Indias españolas en el Caribe. El hecho constituyó un ataque por sorpresa, ya que la escuadra partió dos meses y diecinueve días antes de que el rey Jorge II declarase la guerra a Felipe V el 23 de octubre. La reacción cautelar española no se hizo esperar:
El 16 de agosto, el primer secretario del despacho de Marina e Indias, don José Quintana, comunicó al gobernador de Cartagena de Indias, don Pedro Hidalgo, los preparativos de guerra observados a los británicos y la salida de la escuadra de Vernon.
El 20 de agosto, el teniente general don Sebastián de Eslava y Lazaga fue designado virrey de Nueva Granada, creandose de nuevo el virreinato que había sido suprimido en 1723 a petición del virrey Villalonga, ordenándosele la defensa inmediata de las costas, especialmente de la ciudad de Cartagena de Indias.
A pesar de que los británicos fueron quienes iniciaron la guerra y que habían enviado al almirante Vernon hacia el Caribe tres meses antes de la declaración de la guerra, los preparativos para la escuadra ligera rumbo al Pacífico, que estaría al mando del comodoro George Anson, sufrieron dificultades para reclutar las tripulaciones, obtener alimentos en buen estado y reparar los mástiles y cascos de los buques. En vista de las dificultades, el Almirantazgo británico ordenó completar las tripulaciones con el alistamiento forzoso de 500 internados del hospital de Chelsea, la mayor parte de ellos mutilados, algunos locos y con numerosos ancianos de entre 60 y 70 años; muchos huyeron antes de embarcar. Mas tarde llegaron jóvenes reclutas que jamás habían disparado un mosquete ni navegado en la mar. La escuadra tardaría aún un año en partir de Inglaterra.
Tras llegar a Jamaica, el almirante Vernon organizó una poderosa flota y se dirigió con ella para atacar la plaza de La Habana en los meses de septiembre a noviembre de 1739, simultaneándo el mismo con los ataques a La Guaira y Portobelo. Vernon se presentó con una flota de 57 barcos, y dispuso el bloqueo de La Habana para evitar la recepción de refuerzos.
El ingeniero militar D. Antonio Arredondo escribió un informe sobre el asedio [01]:
"El 17 de septiembre, como a las diez del día, se descubrieron en la Costa de Barlovento dos navíos, el uno de 70 cañones y el otro de 20, y habiendo dado caza a diferentes barcos españoles del tráfico de la Costa, disparándoles con bala, la mencionada fragata dió fondo con bandera inglesa delante del Puesto de Bacoranao, situado a dos leguas a barlovento, y comenzó a batirlo."
Así comenzó un asedio que se prolongaría hasta el 16 de noviembre. Durante el sitio los británicos apresaron numerosas balandras y goletas que acudían a La Habana con cargamentos de añil y cal. Realizaron una serie de cortos desembarcos, que permitieron a los españoles hacer prisioneros y recabar datos sobre los efectivos y nombres de los oficiales británicos.
Según el diario del ingeniero Arredondo, el gobernador y capitán general de Cuba, mariscal de campo don Juan Francisco Güemes de Horcasitas, se distinguió en la planificación y preparación de la defensa ante lo que parecía un ataque inminente. También lo hicieron las guarniciones de Cojimar, Matanzas, Castillo de El Morro, Castillo de La Punta, etc, todas ellas arengadas por el gobernador y exortadas a combatir contra el invasor "por la honra de Dios, del Rey nuestro Señor, y de la Patria."
Persuadidos de lo inútil de sus esfuerzos, los británicos se retiraron de las costas cubanas el 17 de noviembre de 1739.
Mientras sitiaba la Habana, el almirante Vernon alcanzó La Guaira e intentó apoderarse del puerto y de los navíos allí anclados, cargados de azogue para la Península. Pero, a pesar de su superioridad numérica, fue rechazado por los españoles.
A continuación se dirigió a Portobello con seis navíos de guerra y más de 4.000 soldados (entre ellos había unos 500 auxiliares negros). La ciudad se rindió el 22 de noviembre por la negligencia y debilidad del coronel don Bernardo Gutiérrez Bocanegra, gobernador de la plaza, quien entregó a los ingleses los fuertes "Todofierro", "San Jerónimo" y "Gloria".
Desde la recién tomada Portobelo, Vernon envió una carta al teniente general de la Armada Blas de Lezo solicitando la rendición de Cartagena de Indias para las armas británicas; Blas de Lezo contestó negando la rendición y calificando la actuación de los defensores de Portobelo como de "falta de ánimo ... y cobardía" [02]:
"Muy señor Mío:"
"He recibido la de V.S. de 27 de Noviembre que me entregó Dña. Francisca de Abarroa. Y en inteligencia del contenido diré, que bien introducido V.E. por los factores de Portobelo (como no lo ignoro) del estado en que se hallaba aquella plaza, tomó la resolución de irla a atacar con sus escuadras aprobechándose de la oportuna ocasión de su imposibilidad para conseguir sus fines, los que si obiera podido penetrar, y creer que las represalias y hostilidades que V.E. intentava practicar en estos mares en satisfacción de las que dicen habían egecutado los españoles, ubieran llegado hasta insultar las plazas del Rey mi amo, puedo asegurar a V.E. me ubiera hallado en Portobelo para impedírselo, y si las cosas ubieran ido a mi satisfacción, aun para buscarle en otra cualquier parte; persuadiéndome que el ánimo que faltó a los de Portobelo, me hubiera sobrado para contener su cobardía."
La victoria británica sobre Portobelo fue celebrada en Inglaterra mediante la acuñación de monedas conmemorativas del hecho:
Anverso: efigie del almirante Vernon, con la leyenda: "VERNON SEMPER VIRET".
Reverso: vista de Portobelo y los navíos de la conquista, con la leyenda: "PORTO BELO SEX. SOLUM NAVIBUS ESPUGNATE. NOV. 22-1739".
Tras la destrucción de las fortalezas de La Guaira y Portobello, y en vista de su fracaso ante la Habana, el almirante Vernon se encaminó a su base de Jamaica en espera de los refuerzos con los que podría poner en práctica el plan tenaza británico.
El 13 de marzo de 1740 el almirante Vernon se presentó ante Cartagena de Indias con ocho buques mayores, dos brulotes y un paquebote. Fondeó a unas dos leguas de la costa y comenzó el bombardeo de la plaza, alejando y acercando sus navios a la costa manteniendoles fuera del alcance de las batería defensivas de los españoles.
El Teniente General de la Armada don Blas de Lezo, comandante militar de la plaza, cerró el puerto con cadenas, situó sus buques en Bocachica para que los ingleses no pudieran entrar sin batirse con ellos y desmontó un cañón de 18 libras de su nave capitana, la emplazó en tierra y sorprendió con sus fuegos a los ingleses, que se vieron forzados a retirarse tras una semana de bombardeos inútiles.
Dos meses después del primer ataque a Cartagena de Indias, el 3 de mayo el almirante Vernon regresó ante Cartagena, esta vez con siete navíos de guerra, dos galeotes y tres bombardas, pero volvió a ser derrotado.
Blas de Lezo dispuso sus navíos de forma que sus fuegos cogieron a los británicos dentro de un campo de tiros cortos y tiros largos, entre cuyas paralelas los navios de Vernon quedaron cerrados y sorprendidos, y obligando al enemigo a retirarse por segunda vez tras haber arrojado sobre Cartagena de Indias unas 300 bombas.
Tras los ataques británicos a La Habana, La Guaira y Portobelo de 1739 y los dos ataques a Cartagena de Indias de 1740, consciente del plan británico de atacar a fondo el Caribe español y del peligro que suponía su éxito, el rey Felipe V ordenó en el verano de 1740 que una flota de 14 navíos armados y 2.000 hombres al mando del almirante don Rodrigo de Torres zarpara de El Ferrol hacia Cuba.
Tras hacerse a la mar, la flota sufrió un fuerte temporal cerca de Puerto Rico que obligó a los navíos "El Fuerte" y "Andalucía" a refugiarse en el puerto de La Habana. El resto de la flota, diez navíos, un paquebote y un brulote, entraron en la bahía de Cartagena de Indias el 23 de octubre de 1740.
Mientras tanto, en el mes de julio de ese mismo año de 1740, una poderosa escuadra británica zarpó de los puertos ingleses en dirección a Jamaica. Iba al mando del almirante Chaloner-Ogle y estaba compuesta por:
La salida de la flota fue comunicada en secreto a la Corte española, tras lo cual el secretario Quintana informó de ello rápidamente al gobernador de Cartagena de Indias.
A su llegada a Jamaica, la escuadra del almirante Vernon se unió al grueso de la flota de Chaloner-Ogle, quien entregó el mando supremo a Vernon.
En diciembre de 1740 se recibió en Cartagena de Indias un pliego para el almirante Torres procedente de Fontainebleau. En él, el príncipe de Campo Florido le comunicaba que el rey Felipe V había firmado un pacto con el rey Luis XIV el pasado 2 de diciembre, mediante el cual ambos monarcas ratificaron el Primer Pacto de Familia firmado en noviembre de 1734 y decidían que las escuadras española y francesa quedasen unidas por los mismos intereses para hacer frente a los británicos. En consecuencia, la escuadra del almirante Torres y la del almirante francés del marqués de Dantín operarían juntas en el Caribe contra los ingleses.
El virrey don Sebastián de Eslava convocó una Junta en el Cabildo de Cartagena los días 12 y 13 de diciembre, a la que asistieron los almirantes Blas de Lezo y Torres. En ella se acordó que las escuadras de ambos almirantes se reunirían en Santa Marta con la francesa para estudiar y llevar a la práctica un plan que desbaratase y alejase a los navíos británicos.
Los británicos esquivaron todo contacto con la flota combinada hispano-francesa durante el tiempo que ésta operó reunida, y el almirante Vernón permaneció inactivo en Jamaica. Pero meses más tarde la escuadra combinada hispano-francesa se dividió: Blas de Lezo regresó a Cartagena de Indias con su escuadra, Torres partió con sus barcos a La Habana, y el marqués de Dantin regresó a Europa reclamada por el gobierno francés. Esa era la oportunidad esperada por el almirante Vernon, quien consideró llegado el momento de atacar de nuevo Cartagena de Indias.
Libre de la presencia de la flota combinada hispano-francesa, el almirante Vernon dio rienda suelta a sus impulsos ofensivos y organizó su flota y su ejército de desembarco para caer sobre Cartagena de Indias y propinar un importante golpe a España. Sin embargo las cosas no saldrían como pensaba Vernon, pues fue derrotado estrepitosamente por los españoles. La derrota de la armada británica en Cartagena de Indias en 1741 es un acontecimiento silenciado por la historia inglesa y desgraciadamente muy desconocido para la gran mayoría de los españoles.
Pinchar aquí: El gran ataque a Cartagena de Indias.
La muerte sin herederos masculinos del emperador Carlos VI de Austria, ocurrida el 20 de octubre de 1740, trastocó el panorama político y provocó una nueva guerra en Europa. Tras no conseguir que triunfaran los derechos de la "rama española de la Casa de Austria" al trono imperial, Felipe V insistió en obtener compensaciones en Italia y recuperar los ducados de Parma y Toscana para su hijo, el infante don Felipe. En septiembre de 1743 Inglaterra, Austria y Cerdeña firmaron su alianza mediante el Tratado de Worms en contra de las pretensiones españolas, a lo que España y Francia reaccionaron firmando el Segunda Pacto de Familia en Fontainebleau el 25 de octubre de 1743.
Tras el estallido de la nueva guerra en Europa, el escenario americano del enfrentamiento angloespañol pasó a un segundo plano, y no habría más acciones de importancia hasta el ataque a la Habana del contraalmirante Knowles.
Pinchar aquí: La guerra del Segundo Pacto de Familia.
Siete años más tarde, en 1748 los ingleses repitieron el ataque a la isla, en lo que sería el último coletazo de la guerra.
Pinchar aquí: El último coletazo de la guerra: el ataque a la Habana del contraalmirante Knowles.
Pinchar aquí: La expedición del comodoro Ansón.
Pinchar aquí: El tratado de Aquisgrán.
FUENTES:
[01] "Diario llevado por el Yngeniero Militar D. Antonio Arredondo desde el día 17 de septiembre de 1739 hasta el 16 de noviembre del mismo año, que estuvo bloqueando aquel Puerto una Esquadra Ynglesa; dirigido a demostrar las disposiciones de Defensa, que en dicho tiempo determinó el Gobernador de la Habana, Capitán General de toda la Ysla D. Francisco Fernández Güemes de Horcasitas." Documento copiado del Archivo General de Indias, Sevilla, por Benito León y Canales, el 26 de mayo de 1852, archivado en el Servicio Histórico Militar de Madrid (signatura 6.821; 2-3-6-1). Citado por Zapatero en la obra citada.
[02] Archivo General de Indias, Sevilla; expediente sobre la rendición de Portobelo, 1739-1743; estante 69, cajón 6, legajo 48. Según Aparici, en el Servicio Histórico Militar, Madrid.