Derrota sin paliativos de la escuadra española de la Habana, al mando del general Reggio, frente a la escuadra británica del contraalmirante Knowles, en un combate que no sirvió para nada, se perdieron vidas inutilmente, y que se libró sin que ambos contendientes supieran que sus paises habían firmado la paz hacía ocho meses, y tras una campaña en la que los ingleses no consiguieron ninguno de sus objetivos.

Siete años más tarde, en 1748 los ingleses repitieron el ataque a la isla de Cuba, en lo que sería el último coletazo de la guerra del Asiento antes de la firma del Tratado de Aquisgrán. En abril de ese año el contraalmirante Charles Knowles zarpó de su base en Jamaica con tres objetivos:

  • Interceptar la Flota de Indias entre los puertos de Veracruz y la Habana.
  • Destruir la flota española en Cuba formada, por lo que él sabía, de 9 navíos en activo con 550 cañones, y otros cuatro en construcción o en reserva, con 300 cañones.
  • Eliminar el corso español que desde la isla de Santo Domingo combatía los buques y el comercio británico en la zona

Knowles dirigió primero su flota contra Santo Domingo, tratando de apresar al corsario español Vicente López, un armador particular protegido por el gobernador de la isla de Cuba y con patente de corso dada por éste. No lo consiguió. A pesar de la presencia británica en aquellos mares, entre enero y marzo de 1748 Vicente López consiguió apresar una fragata, tres balandras, dos bergantines, tres paquebotes y tres goletas inglesas, cargadas con víveres, caballos, armas y municiones, aguardiente, café, ron, azúcar, marfil y un cargamento de 185 esclavos negros.



Carta de las Antillas mayores y del seno mejicano. Biblioteca Virtual de Defensa, referencia MN-8-D-4.

Deseoso de desquitarse de su fracaso, el contraalmirante Knowles se dirigió contra Santiago de Cuba, base de operaciones del corso español, en cuya bahía se presentó el 9 de abril al mando de una escuadra de trece buques (entre ellos ocho navíos y dos fragatas) y una fuerza de desembarco de 3.000 soldados. Knowles trató de cortar la cadena que impedía el acceso al mpuerto de la ciudad, pero los cañones españoles del castillo del Morro se lo impidieron: disparando sin cesar contra los ingleses, en media hora de combate les provocaron más de 300 bajas y serias averías en la arboladura de los buques, obligando a Knowles a retirarse. Al día siguiente trató de desembarcar en la caleta de los Aguadores, pero el gobernador de la ciudad, brigadier don Alonso de Arcos Moreno, había previsto esta acción y la había puesto en defensa, por lo que Knowles no se decidió a perder más hombres en el combate y se retiró a Jamaica a retañar sus heridas.

Tras reparar sus barcos en Jamaica, Knowles se hizo de nuevo a la mar en mayo y desplegó entre Yucatán y Cuba a la espera de la flota de Indias española. La flota francesa localizó a la británica, y el jefe de la flota española en Cuba, teniente general de la Armada don Andrés Reggio partió de la Habana en julio para enfrentarse a Knowles con seis navíos. Pero no llegaron a encontrarse. Tras cuatro meses de navegación los ingleses no habían dado con la flota de Indias y, cansados, regresaron a Jamaica a primeros de agosto.

A primeros de septiembre de 1748 el contraalmirante Knowles zarpó hacia la isla de Tortuga con cinco navíos (posteriormente se le incorporaría un sexto), en cuyas inmediaciones permanecería a la espera para intentar apoderarse de la flota de Indias que iniciaba el regreso a España por aquellas fechas: media docena de buques mercantes cargados con mercancías de varias especies y nueve millones de pesos en monedas de oro y plata, escoltados por cinco fragatas de 50 cañones cada una. Mientras tanto, ordenó al Lenox que, junto con cuatro fragatas, escoltara un convoy de buques mercantes de regreso a Inglaterra en el paso entre las islas de Cuba y Santo Domingo, y que luego se le reincorporara, dejando a las fragatas navegar con el convoy unas millas más.

El 11 de septiembre los españoles capturaron la fragata inglesa Mary, que se había desviado de su ruta de escolta del convoy mercante británico. Tras ser interrogado por la autoridades españolas de la Habana, su capitán informó de los planes del contraalmirante Knowles. El 15 de septiembre se envió aviso a Veracruz avisando del peligro y pidiendo que la flota de Indias no saliese de puerto. A continuación, el gobernador de Cuba, don Francisco Cajigal, convocó una junta militar que acordó aprestar la flota de la Habana y salir a enfrentarse con ella a la escuadra del contraalmirante Knowles.

Si bien los trabajos de reparación de las naves no ocasionaron mayor esfuerzo, el principal problema consistió en conseguir enrolar el millar de hombres que se necesitaban para completar las dotaciones de la escuadra del general Reggio. Finalmente se lograría completar con creces esta cantidad con voluntarios, marineros corsos, milicianos, granaderos y soldados del batallón fijo de la Habana y los regimientos desplegados en Cuba. Si bien su espíritu de lucha era alto, su calidad como marineros dejaba mucho que desear, y eso de notó en el combate de los siguientes días.

El 2 de octubre la escuadra española salió de la Habana rumbo norte; estaba formada por seis navíos y una fragata, con un total de 430 cañones, con dos naves ligeras (un jabeque y un bergantín) en cabeza en misión de reconocimiento:

  • Africa, de 70 cañones, al mando del teniente general de la Armada don Andrés Reggio.
  • Invencible, del 70 cañones, al mando del teniente general de la Armada don Benito Spínola.
  • Real Familia, de 60 cañones, al mando del capitán de navío Marcos Forestal.
  • Nueva España, del 60 cañones, al mando del capitán de navio Fernando Varela.
  • Conquistador, de 60 cañones, al mando del capitán de navío Tomás Sanjusto.
  • Dragón, de 60 cañones, al mando del capitán de navío Manuel de Paz.
  • Fragata Galga, de 30 cañones, al mando de Pedro Garaycoechea.

El 4 de octubre la fragata Galga apresó a la fragata británica Suzanne en la Sonda de la Tortuga, que informó a los españoles que la escuadra inglesa estaba formada por nueve navíos. Ante la inferioridad numérica, se decidió por unanimidad regresar a la Habana, y así se informó a su gobernador. No obstante, el general Reggio ordenó quedar al pairo, pues todo parecía indicar que Knowles tenía tan solo cinco navíos, no los nueve de los que informaba la fragata capturada, y el 7 de octubre envió al jabeque a reconocer la Sonda de la Tortuga.

El 10 de octubre la escuadra de Reggio divisó a lo lejos el convoy de naves mercantes británico, escoltado por el navío Lenox, y se lanzó en su persecución; pero el convoy consiguió escapar, y el Lenox se unió a la escuadra del contraalmirante Knowles; durante la persecución la fragata Galga consiguió apresar una nave enemiga.

El 12 de octubre ambas escuadras quedaron a la vista al noreste de Matanzas, a 15 leguas al este de la Habana, y se aprestaron al ansiado combate. La escuadra inglesa estaba formada por siete navíos, con un total de 440 cañones:

  • Cornwall, de 80 cañones, al mando del capitán Polycarpus Taylor, buque insignia del contraalmirante Knowles.
  • Lenox, de 70 cañones, al mando del capitán Charles Holmes.
  • Tilbury de 60 cañones, al mando del capitán Charles Powlett.
  • Strafford, de 60 cañones, al mando del capitán David Brodie.
  • Warwick, de 60 cañones, al mando del capitán Thomas Innes.
  • Canterbury, de 60 cañones, al mando del capitán Edward Clarke.
  • Oxford, de 50 cañones, al mando del capitán Edmund Toll.

Ingleses y españoles todavía estaban a una distancia de siete leguas, por lo que debían acercarse antes de comenzar a dispararse mutuamente. La escuadra española tenía la ventaja de estar al barlovento, pero el Dragón, que tenía varias vías de agua, estaba bastante rezagado; el general Reggio decidió renunciar a esta ventaja y ordenó formar la linea a sotavento, sobre la posición del Dragón, manteniendo a la fragata Galga detrás, en reserva. Knowles se sintió afortunado con la decisión de su enemigo y formó su línea a barlovento, con seis navíos, dejando detrás al Oxford.

    NOTA DIDÁCTICA: Barlovento es la dirección por donde viene el viento con respecto un punto o zona determinado; el sotavento en el lado contrario de donde viene el viento. Tener el barlovento respecto a un buque supone mantener una actitud ofensiva sobre él, ya que tendrá ventaja en las maniobras y podrá decidir con antelación donde colocarse para atacar con mayor oportunidad, que normalmente será por el costado del adversario, para después cruzar por su popa y causar más daños.

    El humo de de los cañones del buque a barlovento irá en la dirección del buque a sotavento, envolviendo a éste en humo, por lo que el primero no podrá ver con claridad el impacto de sus cañones sobre el enemigo; además, el empuje del viento sobre el buque a barlovento hará que éste se incline sobre las aguas, haciendo que sus cañones tengan que corregir la inclinación elevándolos más.

    El buque a sotavento mantiene una actitud defensiva, teniendo siempre una vista clara del buque enemigo y no deberá corregir la inclinación de sus cañones.

Sobre las diez y media de la mañana ambas escuadras estaban a unas tres millas una de otra. Con el barlovento a su favor, Knowles, cuyo buque era el cuarto de la línea inglesa, pretendía acercarse al máximo a los españoles, disparar todos sus cañones a la vez y virar sobre los navíos enemigos, sin dejarles escapar. Animado por la situación, Knowles ordenó a los tres primeros navíos de su línea que acelerasen la marcha, pero las cosas no salieron como pretendóa Knowles. Sus señales fueron malinterpretadas por el Warwick y el Canterbury, que marchaban en cola, los cuales aceleraron su marcha, saliéndose con ello de la línea. Knowles pudo corregir el error, pero perdió tiempo en volver a alinear ambos buques. Mientras tanto, los tres buques en cabeza marchaban sobre los españoles y se separaban de ellos. Esto hizo que la línea inglesa quedara partida en dos, obligando a Knowles a corregir de nuevo todo el despliegue.

Entre las 14:30 y las 15:00 horas la línea inglesa aún no estaba formada: el Warwick estaba todavía a unas dos millas del Lenox, y el Cornwall a una milla del Strafford. Fue entonces cuando el África rompió el fuego, lanzando una andanada sobre el Tilburi y el Strafford, sin causarles mayores daños. Desobedeciendo las órdenes de Knowles de no disparar a distancia, el Tilbury contestó al África, sin que sus disparos causasen ningún daño. Entonces el general Reggio decidió que su navío, el África, ayudado por el Invencible y el Conquistador, concentraran sus fuegos sobre el buque del contraalmirante Knowles, el Cornwall. Tras una hora de combate, el Cornwall se retiró de la línea sin capacidad de maniobra, con un palo tumbado y otro seriamente dañado. El Oxford lo sustituyó en su puesto, que consiguió sacar de la línea al África. Mientras tanto, el Dragón seguía rezagado de la línea española por culpa de sus vías de agua.



La batalla naval de la Habana (12 de octubre de 1495). Cuadro de Samuel Scott (1702-72). A la izquierda del cuadro se observan dos buques ingleses de dos puentes junto a la línea española, con mástiles cortados. A la derecha se observa al fondo el Cornwall reparando su palo mayor y enfrentado al Conquistador (Royal Museums Greenwich, Ref. BHC0374, public domain, Wikipedia)

Sobre las 17:00 horas el Real Familia se retiró del combate por los daños sufridos. El Nueva España ya se había retirado a reparar daños en su arboladura. El Conquistador quedó completamente desarbolado y sin poder maniobrar, acosado por el Strafford, el Canterbury y el Cornwall, que ya había regresado a la línea tras reparar sus daños; en el combate habían muerto su capitán, Tomás Sanjusto, su segundo, el capitán de fragata Vicente de la Quintana, y dos oficiales más. Los supervivientes del Conquistador quisieron rendir el barco, pero el general Reggio les ordenó mediente señales que siguieran combatiendo. Fue inutil: el Corwall lanzó una andanada letal que acabó con la resistencia del Conquistador, que fue finalmente abordado por lo ingleses.

En un momento dado el África quedó solo, combatiendo contra cuatro buques enemigos. Tras reparar sus daños, se le unieron el Real Familia y el Nueva España. Sobre las 20:00 horas el África combatía contra el Canterbury y el Strafford. A las 21:00 horas el Invencible fue expulsado de la línea perseguido por el Tilbury y el Orford, logrando huir sin ser capturado. A esa hora la obscuridad había caido, era noche cerrada y todo estaba envuelto en el humo del fuego de los cañones. No se veía nada. Los británicos dejaron de disparar y los españoles, aprovechando el cambio de los vientos, abandonaron la lucha y se dirigieron renqueantes a la Habana pegados a la costa.

La derrota española había sido aplastante. En la mañana del 13 de octubre llegaron a la Habana el Real Familia, el Nueva España y el Dragón; éste último, que no participó en el combate, tuvo que recibir auxilio pues las vías de agua que tenía le amenazaban con hundirse. El Invencible disparó dos cañones para que salieran a remolcarlo, pues ya no podía seguir navegando. El África, gravemente dañado, no había podido seguir al resto de navíos españoles y quedó prácticamente al pairo en la zona de combate, sin que los ingleses se percataran de su presencia. El general Reggio mandó un lancha a la Habana para que vinieran a recogerle. La fragata Galga se dirigió a su encuentro y logró remolcar el navío hasta una playa en Bahía Honda. El 14 de octubre los marineros del África pudieron observar a la fragata Galga navegar a toda vela perseguida por Knowles y tratando de desviar la atención de los británicos sobre la playa de Bahía Honda. Al día siguiente Knowles descubrió al Africa y se dirigió hacia él con sus siete navíos para hundirlo; pero el general Reggio, tras hacer embarcar a la tripulación en las lanchas y ponerlas a salvo rumbo a la Habana, voló el navío. El 16 de octubre llegaron a la Habana.

Las bajas españolas fueron sensibles: dos navíos perdidos, dos seriamente dañados, 80 muertos y 200 heridos; otras fuentes afirman que fueron 158 muertos y 150 gravemente heridos:

  • El Conquistador: capturado por los británicos, con la mayor parte de su tripulación a bordo. Sufrió ocho muertos y once heridos: capitán de navio Tomás Sanjusto, muerto; capitán de fragata Vicente de la Quintana, muerto; dos oficiales, muertos.

  • El África: volado por los españoles. Sufrió 28 muertos y 100 heridos. Piloto mayor José de Pumarejo, muerto; teniente de navío Luis de Pumarejo, muerto; Fernando Gabriel de Cajigal, capitán de Granaderos del regimiento Portugal y sobrino del gobernador de Cuba, muerto; Diego de Orria, alférez de Granaderos del regimiento de Dragones del Almansa, muerto.

  • El Invencible: seriamente dañado por sus costados y tres palos desmantelados. Sufrió 18 muertos y 33 heridos. Capitán de fragada Melchor de Vallecilla, segundo del buque, muerto.

  • El Real Familia: seriamente dañado, con 192 impactos de cañón en el casco, 12 de ellos en la línea de flotación, y sus palos desmantelados. Sufrió 7 muertos y 15 heridos.

  • El Nueva España: resultó con daños menores. Sufrió 17 muertos y 37 heridos.

  • El Dragón: el que menos sufrió por no haber prácticamente participado en la batalla, si bien tenía abiertas numerosas vías de agua que agrandaron tras la navegación. Sufrió 3 muertos y 11 heridos.

Los navíos británicos salieron mejor parados, ninguno de gravedad. Sufrieron 59 muertos y 120 heridos.

Si bien la derrota española fue aplastante, la victoria no supuso ninguna ventaja para los británicos, pues no acabaron con el corso español, no lograron capturar la flota de Indias, y tampoco destruyeron la flota española del Caribe: a los buques del general Reggio hay que añadir los tres en los que se estaba trabajando en los astilleros de la Habana: los Rayo y Fénix, dos navios en construcción de 80 cañones, y el navío San Antonio, en reparación.

El 16 de octubre el contraalmirante Knowles recibió un escrito del gobernador de Providente en el que le informaba que el pasado 20 de abril se había concertado la paz mediante la firma de un tratado prelimiar de paz, que se firmaría finalmente el 18 de octubre y que sería conocido como el tratado de Aquisgrán, una de cuyas clausulas que ponía el punto final a la larga guerra angloespañola en el Caribe. Knowles se dirigió a la Habana con la noticia para negociar el canje de 80 prisioneros españoles por los ingleses presos en la plaza. La noticia de la firma de la paz llegó más tarde a la Habana, y llegó con tanto retraso por haber sido apresado el bergantín que la traía por los ingleses. La noticia de que habían combatido con los españoles en periodo de paz exhacerbó los ánimos en la escuadra inglesa, que no aceptaban haber arriesgado la vida en una batalla inútil, sin sentido y en una campaña carente de resultados.

Finalmente, Knowles puso rumbo a Inglaterra. En su informe censuró la conducta de los capitanes Powlett, Toll, Innes y Holmes, quienes al enterarse denunciaron a su superior. Por su parte, los capitanes Brodie, Clarke y Tayler apoyaron al contraalmirante, lo que evidenció una falta total de unidad y total desconfianza entre los oficiales de la escuadra de Knowles. El juicio contra Knowles se celebró en diciembre, y el tribunal falló en su contra por encontrarle "culpable de negligencia ... por no haber mantenido el escuadrón de un orden más cerrado ... por no haber comenzado el ataque con la gran fuerza que podría haber mostrado ... y por no cambiar su insignia cuando el Cornwall fue averiado". El capitán Holmes fue exonerado, pero los otros tres capitanes fueron reprendidos o suspendidos temporalmente. Dos meses después del juicio, Knowles y Holmes se vieron las caras en un duelo; al mes siguiente Innes y Clarke se enfrentaron en otro duelo.

Tras la derrota, el general Reggio fue procesado por treinta delitos diferentes referidos a su conducta durante el combate. Finalmente, su abogado defensor pudo convencer al tribunal de la honorabilidad de su defendido, y se eximió al general de todos los cargos, llegando a elogiarse su conducta durante el combate.

FUENTES: