Ingeniero General durante 10 años entre 1844 y 1854; gran reformador del Arma y de la Academia de Ingenieros durante el siglo XIX.
Promoción: Primera de Alcalá de Henares (1° época)
Número de escalafón: 3 de Alcalá de Henares (1° época)
Número de promoción: 3
(NOTA: La presente biografía está copiada de la escrita por Jesús Cantera Montenegro y Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño en la web de la Real Academia de la Historia, complementada por el webmaster en aspectos mínimos.
Antonio Remón Zarco del Valle y Huet nació en la Habana (Cuba) el 30 de mayo de 1785. Su nacimiento se produjo de forma circunstancial, pues en aquel momento, su padre, que era teniente coronel de Ingenieros, estaba destinado en la Secretaría de la Capitanía General de Cuba. Su madre fue Luisa Huet, también ligada a la familia militar, pues era hija del teniente general de Ingenieros Luis Huet.
Ya en la Península siguió la tradición militar de la familia y el 26 de julio de 1791 ingresó como cadete de menor edad en el Regimiento de Infantería del Príncipe, pasando a la situación de cadete con antigüedad, el día 1 de junio de 1797, con doce años recién cumplidos. Tres años después, el 10 de septiembre de 1800, ascendió a subteniente y con aquella unidad militar y empleo recién recibido, participó en la Guerra de las Naranjas (1801), interviniendo en la acción del sitio y toma de Campo Maior (distrito de Portalegre).
Posteriormente, y de acuerdo con el camino seguido por sus antecesores, tras haber realizado los pertinentes estudios de matemáticas en la Real Academia de Matemáticas de Barcelona, solicitó el ingreso en el Cuerpo de Ingenieros, lo que le fue concedido con antigüedad de 17 de febrero de 1803 y el nombramiento de subteniente de Zapadores; tenía 17 años. Con esa nueva situación pasó a continuar sus estudios en la Academia de Ingenieros de Alcalá de Henares, quedando al mismo tiempo destinado en el Regimiento Real de Zapadores Minadores, también de guarnición en Alcalá, unidad que se había organizado a partir de 1802 y que pasaba su primera revista el 14 de marzo de 1803. El 29 de mayo de 1804 ascendía a teniente de Zapadores, y el 30 de octubre del mismo año a teniente ayudante 2.º de Zapadores, siendo entonces además nombrado profesor de la Academia de Ingenieros de la ciudad complutense. Tenía entonces 19 años.
Dos años más tarde, en junio de 1806, fue destinado a Sanlúcar de Barrameda, donde desarrolló una importante actividad en la realización de infraestructuras de carácter público, como fue la intervención en la construcción del camino real entre esa población y la de Jerez de la Frontera o los proyectos de una dársena y un canal en la embocadura del río Guadalquivir y de tres canales de navegación para las poblaciones de Tribujena, Lebrija y las Cabezas de San Juan.
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. Mientras estaba desarrollando esa actividad, se produjo en Madrid el levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra la ocupación francesa, ante lo cual, el día 1 de junio Remón Zarco del Valle se dirigió hacia Sevilla, para unirse a las fuerzas alzadas en defensa de la independencia de la Patria, desarrollándose a partir de entonces un período de intensa actividad en su vida motivado por la participación en importantes acciones militares, en las que siempre dio muestras de gran valor y valía, y por las que recibió varios ascensos y reconocimientos. En efecto, al instalarse en Sevilla la Junta Central, fue llamado para encargarse de la Secretaría de Guerra de la misma y el 28 de junio fue nombrado ayudante mayor primero, con grado de capitán de Ejército (los oficiales de Ingenieros podían ascender en dos escalas distintas: una, la del Ejército, por elección, y otra, en el Cuerpo, por antigüedad), confiriéndole facultades de Sargento Mayor para completar la formación de un batallón de zapadores, que figuraba como batallón del Ejército de Andalucía. Esta unidad se formó con los zapadores que había en el Campo de Gibraltar y Cádiz, y con la 3ª Compañía del 2° Batallón, que se hallaba en Ceuta, ya que, con motivo de los sucesos del 4 de mayo en Sevilla y levantamiento de Andalucía, esta última unidad regresó a la Península, incorporándose al ejército que se estaba organizando en Utrera.
Antes de haber transcurrido un mes desde que marchó a Sevilla recibía el ascenso a teniente ayudante 1.º de Zapadores (28 de junio de 1808) y como tal participó en la batalla de Bailén (19 de julio de 1808), en la de Tudela (23 de noviembre de 1808) y en la retirada de Cuenca, a comienzos de 1809. En este último año, y al mando de una compañía de Zapadores, intervino en el mes de enero en la Batalla de Vélez, en la Mancha, y en marzo fue uno de los ingenieros nombrados para componer la Brigada de Ingenieros encargada de formar el plan de defensa de Andalucía, siendo constante desde ese momento su presencia en el campo bélico del sur de España durante la contienda.
El 21 de mayo de ese mismo año de 1809 era ascendido a capitán 1.º de Zapadores con 21 años, y el 11 de agosto participó como tal en la batalla de Almonacid formando parte de la 2.ª División mandada por el general Vigodet, siendo su actuación tan encomiable que se le recomendó al Gobierno y a su general en jefe.
En el mismo año volvió a tener otra actuación destacada mandando una compañía de Zapadores y otra de Minadores en la tarea de construir los puentes para facilitar el paso del Ejército en Villamanrique del Tajo (Madrid), y por ello, y por haber acabado de destruirlos ya bajo el fuego enemigo, fue recomendado por el general en jefe. Estuvo luego en la batalla de Ocaña (19 de noviembre de 1809) como Cuartel Maestre de la 2.ª División, donde una vez más su destacada actuación fue reconocida por el general en jefe de la División. Por su valor en las batallas de Almonacid y Ocaña recibió una Cruz de San Fernando de 1ª Clase, Sencilla.
Algo después proyectó y realizó el campo atrincherado de Montizón (Jaén), de donde pasó a la ciudad de Jaén unos días antes de la pérdida de Sierra Morena, con el objetivo de atrincherar el lugar donde debía reconcentrarse el ejército. Sin embargo, ante los reveses producidos, recibió la orden del general en jefe de partir para Granada, para establecer personalmente con la Junta Provincial el plan de operaciones a seguir. Algo después, y sirviendo en el Estado Mayor, participó en la expedición del General Lacy a la Serranía de Ronda, interviniendo en las acciones de Veradalid, Gaucín y en otras de menor entidad.
El 23 de junio de 1810, con 25 años, recibió el ascenso a teniente coronel ayudante 1.º de Estado Mayor y en agosto de ese año participó en la defensa de Murcia durante el ataque francés a la ciudad, interviniendo posteriormente en la acción de Baza y la retirada a Murcia del mes de noviembre, desde donde marchaba a Cádiz.
En el siguiente año tomó parte en la expedición del general Lapeña que salió desde Cádiz a finales de febrero, actuando el 2 de marzo en la acción de Casas Viejas y el 5 del mismo mes en la batalla de Chiclana (5 de marzo de 1811), recibiendo por su actuación los mayores elogios del general Lapeña, quien le comisionó para transmitir a las Cortes reunidas en Cádiz el resultado de la batalla. Tras este episodio marchó con la expedición del capitán general Joaquín Blake hacia Niebla y Extremadura.
Durante el sitio aliado a la ciudad de Badajoz, lord Beresford le encomendó que elaborara la información sobre el movimiento de las tropas del general Soult, que desde Sevilla se dirigían a auxiliar a los sitiados. El informe de Zarco del Valle fue trascendental para la estrategia a seguir por las tropas españolas frente a esa columna, ya que gracias a él, los generales Blake, Castaños y Ballesteros, cambiaron la orientación del frente en los campos de la batalla de La Albuera, lo que contribuyó a la victoria sobre los franceses (16 de mayo de 1811), siendo ascendido por esa acción al grado de coronel del Ejército con antigüedad de 26 de mayo de 1811, continuando al mismo tiempo como capitán de Ingenieros. Tenía 26 años.
Permaneció con la expedición en la retirada del ejército hacia el Condado de Niebla y el intento de tomar la ciudad de Niebla el 1 de julio de 1811, prosiguiendo con la misma expedición hacia Granada, Murcia y Valencia, combatiendo en la batalla de Sagunto (25 de octubre de 1811), por cuyo valor se le recompensó con una segunda Cruz de San Fernando de 1° Clase, Sencilla. Durante los dos meses en que Suchet mantuvo el sitio de Valencia, Remón Zarco del Valle intervino en diferentes escaramuzas que se llevaron a cabo contra los sitiadores, participando el 16 de diciembre en la Batalla de Cuarte y en la posterior defensa de Valencia, donde el 10 de enero de 1812. Al capitular la ciudad, fue hecho prisionero. Conducido en tal condición a Francia, logró fugarse en abril de 1814, regresando a España en el mes de junio, donde se reincorporó al servicio en el Estado Mayor y en el Cuerpo de Ingenieros, si bien en este último con el ascenso a teniente coronel de Zapadores, que se le concedió con antigüedad de 30 de septiembre de 1812, momento en el que estaba prisionero en Francia.
REINADO DE FERNANDO VII. En mayo de 1815, tras algo más de un año de haber finalizado la guerra contra el francés, fue nombrado secretario del general Castaños, entonces capitán general de Cataluña, y el día 30 de ese mes, el mismo en que cumplía 30 años, recibió el ascenso al empleo de brigadier del Ejército. Durante el período de los Cien Días de la restauración napoleónica entró en Francia con el Ejército de la Derecha como 2.º ayudante general, habiendo contribuido eficazmente al éxito de la campaña, lo que le fue reconocido por una real orden de 11 de enero de 1816. Durante el periodo de 1816 a 1819 estuvo a las inmediatas órdenes del ministro de la Guerra y luego de vocal de la Junta Superior de Ingenieros.
Tras el levantamiento del teniente coronel don Rafael Riego en Cabezas de San Juan y la proclamación por las Cortes del nuevo Gobierno Constitucional, el pensamiento liberal de Remón Zarco del Valle hizo que con la instauración del llamado Trienio Liberal (1820-1823) comenzara a desarrollar una etapa en la que intervino en política y en actividades científicas y culturales. De este modo recibió el nombramiento como secretario de la Diputación en Madrid de la Sociedad Económica de Lucena y con fecha de 20 de marzo de 1820, el de ministro interino de la Guerra, puesto que ocupó hasta que accedió al cargo Pedro Agustín Girón y las Casas, duque de Ahumada y marqués de las Amarillas, pasando en ese momento Remón Zarco del Valle a ocupar el cargo de subsecretario del Ministerio.
Al año siguiente, el 8 de febrero de 1821 era ascendido a mariscal de campo con 35 años, y ya con esa graduación, fue nombrado ministro de España en Nápoles, si bien no llegó a hacer efectivo el cargo pues antes fue designado sucesivamente como jefe del ejército de Castilla la Nueva y jefe político de Cataluña.
Durante los años 1822 y 1823 fue miembro de la Asamblea Suprema de la Orden de San Fernando y capitán general de Aragón, ocupando este último cargo entre el 29 de enero de 1822 y mediados del mismo mes del año 1823, año este último en el que también fue elegido diputado por su ciudad natal de La Habana. A continuación fue nombrado Gobernador Militar de Madrid. Durante estos años el general Zarco del Valle combatió contra las facciones realistas opuestas al nuevo Gobierno Constitucional en las zonas de Ayerbe, Acampel, Bolea y Tiesmas.
Tras la entrada en España de los "Cien Mil Hijos de San Luis" al mando del duque de Angulema, Zarco del Valle fue nombrado Jefe de Estado Mayor del ejército constitucional y se encargó de la defensa de Madrid. Cuando el gobierno liberal abandonó Madrid ante el avance de los franceses y realistas españoles, Zarco del Valle viajó con él hasta Andalucía, donde fue designado segundo jefe de las tropas del general Zayas. Finalmente, tras la derrota de las Cortes en Cádiz y el retorno del absolutismo de Fernando VII, el Zarco del Valle fue sometido a un proceso de depuración de responsabilidades tras el cual fue separado del servicio, confinado en Burgos y destituido de su empleo de mariscal de campo.
Dos años después, en 1825, y cuando las circunstancias políticas se iban serenando, se instaló en Madrid, desarrollando entonces una etapa en la que de una manera más continuada se ocupó del estudio de temas militares, científicos y literarios que tuvieron una amplia repercusión en sus posteriores actividades. Al cabo de otros dos años, una real orden de 19 de mayo de 1827 aprobaba la conducta política y militar de Remón Zarco del Valle durante el Trienio Liberal, por lo que en fecha de 22 de junio de ese mismo año se le concedió destino militar en Madrid. Tenía entonces 42 años.
PRIMERA GUERRA CARLISTA. Los cambios políticos surgidos tras la muerte de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833 tuvieron una amplia repercusión en la vida de Remón Zarco del Valle, pues casi inmediatamente volvió a brillar su estrella, y así recuperó el cargo de mariscal de campo (6 de octubre de 1833) y fue nombrado gobernador de Cartagena, aunque no llegó a tomar posesión de este cargo, pues durante el gobierno de Cea Bermúdez fue designado ministro interino de la Guerra el 15 de noviembre de 1833, con 48 años, haciendo efectivo el cargo el día 6 de enero de 1834. Con el advenimiento del gobierno de Martínez de la Rosa (15 de enero de 1834) continuó en el cargo hasta el 2 de noviembre de este año de 1834. También con el gobierno de Cea Bermúdez fue nombrado ministro interino de Marina, puesto que ocupó entre el 16 de noviembre de 1833 y el 15 de enero de 1834.
Desde el puesto de ministro de la Guerra se encargó especialmente de la represión del partido carlista, en el marco de la Primera Guerra Carlista (1833-1840), tarea que continuó en 1835 como Inspector General de los Ejércitos del Norte y la organización de la llamada “Quinta de Mendizábal” (octubre de 1836), completando entre tanto su carrera militar al ser ascendido al empleo de teniente general en fecha 10 de julio de 1836, con 51 años.
Más tarde fue elegido senador por Málaga, cargo que juró el 26 de noviembre de 1838, continuando así además de sus actividades propiamente militares, con las políticas, diplomáticas y científicas, algunas de cuyas actuaciones tuvieron gran relevancia. Dentro de estas actividades, unos años después tuvo unos reconocimientos oficiales al ser elegido en 1843 secretario de la Academia Matritense de Legislación y Jurisprudencia y académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
ZARCO DEL VALLE, INGENIERO GENERAL. En 1844, con 59 años, asumió otro importante puesto en la organización del Cuerpo de Ingenieros, al ser designado Ingeniero General, cargo que ocupó en dos períodos que fueron de 1844 a 1848 y de 1849 a 1854. Zarco del Valle ejerció el cargo, prácticamente sin interrupción, hasta la revolución de 1854 que le hizo cesar; pero pasado el llamado Bienio Progresista (1854-1856), durante el cual fue sustituido por el teniente general Santos San Miguel, volvió a encargarse de la Dirección y continuó en ella hasta el 2 de mayo de 1860. Desarrolló entonces una trascendental tarea en la organización del Cuerpo y en la mejora de las edificaciones militares que estaban a cargo del mismo, mereciendo ser citados entre otros, los proyectos de “cuarteles tipo” que, en 1847 para el Arma de Infantería, y en 1848 para las de Caballería y Artillería montada, plantearon una renovación de los acuartelamientos españoles que lamentablemente no pudo ser llevado a cabo por cuestiones económicas, pero que habría resuelto muchos de los problemas con los que se enfrentó el Ejército español del siglo XIX. Desde ese cargo también tuvo que acometer la difícil tarea de la transformación de los edificios religiosos desamortizados para convertirlos en edificios militares, por lo que la labor que desarrolló desde ese puesto ha tenido una gran trascendencia hasta nuestros días en el terreno de la arquitectura militar y de la religiosa.
La HISTORIA DEL ARMA DE INGENIEROS. Igualmente fue él quien desde la función de Ingeniero General apoyó la Comisión de Historia del coronel José Aparici y García, encargada de recopilar los documentos referentes al Cuerpo de Ingenieros existentes en el Archivo de Simancas con la finalidad de que sirvieran para la posterior redacción de la Historia del Cuerpo; esa recopilación ha sido de una gran ayuda a posteriores investigadores a través de la llamada “Colección Aparici”, que se conserva en el Instituto de Historia y Cultura Militar.
El objetivo de escribir la "Historia del Cuerpo de Ingenieros" fue uno de los primeros pensamientos del Ingeniero General Zarco del Valle. El 21 de octubre de 1843 se dirigió al ministro de la Guerra, el general Serrano, dando cuenta de que había dispuesto que se preparase un resumen de la historia de los Ingenieros militares españoles, para que se publicase incluido con el escalafón del Cuerpo del año siguiente; además, solicitaba que se franqueasen los archivos de la Academia de la Historia, de Simancas y de Indias, y pidiendo, por último, autorización para destinar a estas indagaciones, en cada uno de los mencionados archivos, un oficial del Cuerpo de los existentes en los distritos respectivos. El día siguiente, 22 de octubre, resolvió el Gobierno conceder las autorizaciones pedidas.
El 12 de febrero de 1844 oficiaba el Ingeniero General al brigadier de Ejército, coronel de Ingenieros Bartolomé Amat (los oficiales de Ingenieros podían ascender en dos escalas distintas: una, la del Ejército, por elección, y otra, en el Cuerpo, por antigüedad), para la redacción de la Historia del Cuerpo de Ingenieros en España. Para poner al corriente al brigadier comisionado, le incluía copia de las providencias ya tomadas el 25 de noviembre de 1843, utilizar el permiso del Gobierno y registrar el Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona (el coronel Fernando Camino y Barajas), el de Simancas (el coronel José Aparici y García, ya citado, para que copiara, “cuantos documentos y planos encontrase en el mismo”) y el de Indias en Sevilla (el coronel Benito León y Canales), con objeto de reunir los elementos necesarios para la preparación de la historia.
La muerte de Amat en 1850 interrumpiría por más de medio siglo la redacción de la deseada Historia. Finalmente, en 1911, aparecía impreso el “Estudio Histórico del Cuerpo de Ingenieros del Ejército”, escrito por una comisión redactora. El Estudio constaba de dos tomos de los cinco previstos, por lo que de nuevo quedaba la historia “coja”, minimizándose y por tanto aplazando una vez más la historia de los Ingenieros, aunque el resultado, a pesar de ello, sea de gran interés como “Estudio Orgánico del Cuerpo”.
Zarco del Valle también organizó, durante su fecundo mandato como Ingeniero General, otras instituciones de gran importancia para el Cuerpo como:
Las COMISIONES DE INDAGACIÓN EN EL EXTRANJERO. El periodo en que fue Ingeniero General se hizo sentir en la Academia de Ingenieros de Guadalajara, que le debió notables progresos. El fomento de los gabinetes y de la biblioteca y la mejora del edificio fueron sólo una parte de las reformas. A las anteriores añadió el envío de profesores al extranjero, que tuvieron una influencia pedagógica de gran trascendencia y utilidad. Fueron a París, a estudiar los progresos de la Química, Gregorio Verdú, que tradujo el tratado de Regnault, e Ildefonso Sierra y Orantes, que más tarde fue individuo de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. A Alemania, para conocer los progresos de la Fortificación, fueron Fernando García de San Pedro, que escribiría una memoria, "Análisis de los sistemas de fortificación alemán y francés", y Salvador Clavijo, quien pudo así plantear la enseñanza de la por entonces llamada fortificación “Neo Alemana”. Ángel Rodríguez de Quijano y Arroquia fue comisionado especialmente para estudiar la enseñanza del Dibujo y Luis de Castro y Díaz siguió como auditeur externe los cursos de la Escuela Politécnica de París y a continuación los de la Escuela de aplicación de Artillería e Ingenieros de Metz. De acuerdo con estas nuevas ideas, se realizaron varios proyectos para la fortificación de Barcelona, entre 1847 y 1856. También se empezó la fortaleza de Isabel II en la península de la Mola, de Mahón, y fueron trazados proyectos numerosos, inspirados casi todos ellos en los principios de la nueva escuela de fortificación alemana.
Estas Comisiones de Oficiales de Ingenieros realizadas en el extranjero, para conocer los avances en algún asunto determinado, a su vuelta debían redactar una “Memoria” con los resultados de sus viajes. Respecto a la Telegrafía eléctrica, inventada por Morse en 1835, se había visto sancionada en su aplicación militar por diversos ejércitos (Francia, Prusia, Inglaterra e Italia) que fueron creando unidades telegráficas de campaña. En España, el general Zarco del Valle enviaba comisiones de oficiales para que estudiasen en esos países el material utilizado. Fruto de estas comisiones se escribieron varias memorias (entre estas citaremos: "Tratado de Telegrafía eléctrica" (1851) del teniente coronel, capitán de Ingenieros Ambrosio Garcés Marcilla, y la "Memoria sobre telégrafos electro-magnéticos usados en el ejército prusiano", del capitán del Cuerpo Mariano García y García), pero por problemas económicos la organización de unidades de telegrafía se fue posponiendo hasta 1874. Sin embargo, el Cuerpo organizaba líneas telegráficas permanentes de forma temprana. En 1853 el capitán de Ingenieros Ambrosio Garcés establecía en Cataluña un telégrafo eléctrico, sistema Breguet. Las líneas eléctricas sustituían a las ópticas de Barcelona que, partiendo del fuerte de Montjuich y de las atarazanas, enlazaban con la ciudadela y con Capitanía General. También en esa época se instalaba en Cuba otro, desde La Habana a Batabanó.
El MEMORIAL DE INGENIEROS. Una de las numerosas realizaciones debidas al Ingeniero General Antonio Remón Zarco del Valle y Huet fue la creación de la revista Memorial de Ingenieros, que empezó a publicarse en 1846. El memorial mantendría desde su aparición un elevado nivel científico y técnico, aunque también admitiría temas históricos, noticias del Cuerpo o de los miembros del mismo. En efecto, este, desde sus inicios en 1846, no solo atendía a cuestiones técnicas o científicas, sino que también a temas relacionados con la historia del Cuerpo-Arma, e incluso a la historia en general. El interés por esta materia se evidencia en el primer tomo de la revista, en el que se incluye una monografía titulada: “Resumen histórico del Arma de Ingenieros en general y de su organización en España”, escrita por el brigadier de Ingenieros José Varela y Limia. El primer paso del general Zarco del Valle fue la creación de una comisión que debía estudiar el proyecto. El 24 de diciembre de 1843 presentaban el reglamento en el que se detallaba la forma y tamaño de la revista, las épocas de su publicación, el ámbito de su contenido, su administración… En un segundo paso, se organizaba la comisión que debía dirigir inicialmente el Memorial, constituida por el coronel Fernando García de San Pedro, el comandante Luis Gautier y el capitán José Almirante y Torroella.
La revista, que ha llegado hasta nuestros días, desapareció en 1936 con el inicio de la Guerra Civil española. Después de una larga espera, reaparecía el Memorial en abril de 1976.
La SECCIÓN DE LOS "ZAPADORES JÓVENES". Se organizó por iniciativa del Ingeniero General Antonio Remón Zarco del Valle, con la idea de crear un plantel de donde salieran no solamente buenos cabos y sargentos, sino incluso celadores y conserjes instruidos. Según el Reglamento, la institución estaba abierta a los hijos de los individuos de tropa del Regimiento de Ingenieros y, si sobraban plazas, se admitiría a los de las otras unidades del Ejército. Los jóvenes debían: tener entre catorce y dieciséis años, saber leer y principios de escritura y ser de complexión robusta. Según el plan de estudios, se les enseñaba: Gramática, Aritmética, Ordenanzas, Contabilidad, Táctica, Geometría elemental, Dibujo y Fortificación de campaña, materiales de sitio y Manuales de zapa, mina y puentes.
El SERVICIO DE EXTINCIÓN DE INCENDIOS. En 1847, también a iniciativa del Ingeniero general, se organizaba en el Regimiento de Ingenieros un “Parque de Ingenieros”, para formar a los individuos del Cuerpo como “zapadores-bomberos”, construyéndose el material en los talleres del Cuerpo en Guadalajara. Para la mejor instrucción del personal, el capitán Aparici escribió el “Manual Completo del zapador-bombero”, alguno de los cuales se remitieron a los gobernadores civiles para que sirviesen de enseñanza en las capitales de provincias, ofreciéndose la formación de los individuos que se quisiesen mandar.
El "GIMNASIO. La “instrucción gimnástica” o educación física aparece en todos los ejércitos europeos en la primera mitad del siglo XIX. Para responder a esta necesidad, Zarco del Valle comisionó a un oficial y varios individuos de tropa, para que fuesen a Francia a fin de que trajesen, tanto las técnicas como los aparatos necesarios para las mismas. En 1846 se establecía en Guadalajara el “gimnasio”, con los aparatos necesarios, algunos de ellos importados y otros construidos en los talleres del Regimiento.
La BRIGADA TOPOGRÁFICA DE INGENIEROS. En la Guerra de la Independencia, los franceses se incautaron de los planos y documentos archivados en las Direcciones de Ingenieros o en las propias plazas, a lo que hay que añadir las revueltas y guerras civiles de la primera mitad del siglo XIX, que motivaron que no se pudiesen efectuar los levantamientos adecuados para constituir y ampliar todo lo perdido en la contienda con los franceses. Todo ello llevó a Zarco del Valle a comisionar a varios profesores de la Academia por toda Europa, para la adquisición de aparatos modernos geodésicos y topográficos. También se fijó con toda exactitud la medida o “patrón” de longitud inexistente hasta el momento en España. Finalmente, en 1847, se creaba la “Brigada Topográfica de Ingenieros”, cuya finalidad era el levantamiento de planos de las plazas y puntos fuertes, los mapas de los territorios militares más importantes (fronteras y costas) y ejecutar además los trabajos geodésicos y topográficos que se les ordenase.
El MATERIAL DE INGENIEROS. En la primera mitad del siglo XIX las especialidades de Zapadores y Minadores utilizarían básicamente las mismas herramientas que venían usando desde la creación del Cuerpo o incluso desde la aparición de la ingeniería militar, es decir, picos, palas, pisones, rastrillos, marrazos…, o bien cestones o faginas, por poner algunos ejemplos. Con la Ordenanza de 1803 se creaban finalmente los Parques de Ingenieros, dividiéndose en dos clases: los destinados a las tropas del Cuerpo y los de distrito a cargo de las Comandancias del Cuerpo. Se establecía en Alcalá, junto al Regimiento, un parque provisto de los útiles, herramientas y máquinas que se necesitase para los trabajos de las Escuelas prácticas e instrucción del Regimiento. También se establecía que en las plazas donde hubiese Comandancias de Ingenieros debían formarse parques o almacenes.
Todo este material desapareció durante la Guerra de la Independencia, de forma que a partir de 1815 hubo que empezar de nuevo. La Primera Guerra Carlista no mejoró la cuestión, puesto que el material de ingenieros se dispersó en función de las operaciones.
A esta situación pondría fin una vez más Zarco del Valle, al conseguir la aprobación en 1849 de un tren (o parque) de herramientas por Compañía de Ingenieros. Estos trenes llevaban las herramientas en ocho acémilas; dos para oficios, cinco para los útiles de compañía, y la última para herramienta complementaria.
En 1845, cuando contaba 60 años, Remón Zarco del Valle había sido designado senador vitalicio y en 1846 académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Procede señalar ahora que ese período entre 1848 y 1849 en que no ocupó el cargo de Ingeniero General se debió a que se le confió la trascendental misión de conseguir el reconocimiento de Isabel II por parte de las potencias extranjeras, lo que logró con rotundo éxito ante los gobiernos de París, Berlín, Viena y San Petersburgo.
El general Zarco del Valle imprimió su actividad a todas las ramas del servicio, impulsó a todos al estudio y al trabajo, promovió mejoras, estimuló al mérito, recabó recursos para fortificaciones y obras de acuartelamientos y, en definitiva, dejó profunda huella de su paso al frente del Cuerpo de Ingenieros. Más tarde, otros Ingenieros Generales impulsaron también mejoras y promovieron progresos, pero ninguno igualó el grado de actividad, celo y entusiasmo del general Zarco del Valle.
ZARCO DEL VALLE, ACADÉMICO. Su labor de estudio y apoyo a la ciencia tuvo su recompensa más alta en 1847, cuando por una Real Orden de 4 de marzo, fue nombrado académico fundador de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, leyendo su discurso de ingreso el 22 de junio de 1851 con el título de "Condiciones favorables que España reúne, por su posición geográfica y su topografía física, para el cultivo de las Ciencias", aunque antes de esto, y al ser recién fundada la institución, fue elegido en fecha de 8 de marzo de 1848 presidente de dicha Academia, cargo que ostentó hasta su muerte en 1866; con ello fue el primer presidente de la institución, lo que por otra parte señala el alto nivel científico y cultural de gran parte de los miembros del Ejército en aquellos años, y de una forma singular de los integrantes del Cuerpo de Ingenieros.
Por sus conocimientos y saber formó parte de otras numerosas academias y sociedades científicas, artísticas y literarias: Real Academia de la Historia, Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, Academia de Buenas Letras de Barcelona, Academia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, Academia de Bellas Artes de la Concepción de Valladolid, Academia Matritense de Legislación y Jurisprudencia, de la Imperial de Ciencias de San Petersburgo, de la de Ciencias militares de Suecia, de la de Ciencias dei nobili licei de Roma, de las Sociedades de Geografía de París, Geológica, Meteorológica y Zoológica de Francia, Sociedades Económicas matritense, aragonesa, de Jaén, de Lucena, de Baena, de Granada, de Pontevedra, de Puerto Rico y de La Habana.
RECOMPENSAS Y CONDECORACIONES. Fue gentilhombre de cámara de S. M. y recibió numerosas condecoraciones civiles y militares, tanto nacionales como extranjeras. Entre las nacionales: Caballero de la Insigne Orden del Toisón de oro, ya citado anteriormente, Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, caballero de Primera Clase de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, caballero de la Orden militar de San Hermenegildo, por tres veces fue designado caballero de Primera Clase de la Real y Militar Orden de San Fernando (acciones durante la Guerra de Independencia), obtuvo las cruces de Distinción de las Batallas de Bailén, Aranjuez, Almonacid, Chiclana y La Albuera, las cruces de Distinción del Segundo y Tercer Ejército de la Guerra de la Independencia y por dos veces fue nombrado Benemérito de la Patria.
Entre las condecoraciones extranjeras: Gran Cruz de la Orden Militar de San Benito de Avis de Portugal, Gran Cruz del Águila Roja de Prusia, Gran Cruz de Leopoldo de Austria, Gran Cruz de los Santos Mauricio y Lázaro de Cerdeña y la francesa Legión de Honor.
En 1860 fue nombrado caballero del Toisón de Oro.
FALLECIMIENTO. El 20 de abril de 1866, a la edad de 81 años, fallecía en Madrid el general Remón Zarco del Valle tras una dilatada vida de servicio a la Patria, tanto desde su profesión de militar, como también desde la política, la diplomacia y la cultura. Su celebridad, y especialmente su lealtad a la Corona habían sido tal que incluso treinta años después de su desaparición, el 26 de junio de 1895, la reina regente María Cristina de Austria, en nombre de Alfonso XIII, concedió el título de marqués de Zarco al hijo del general, Mariano Remón Zarco del Valle, en memoria y agradecimiento a su padre, cuyo recuerdo permanecía imborrable, manteniéndose éste en la actualidad en el Cuerpo de Ingenieros, uno de cuyos cuarteles más importantes, el del entonces Regimiento de Telégrafos de guarnición en el Pardo, hoy Regimiento de Transmisiones núm. 21, lleva su nombre. Hoy día el cuartel aloja al Regimiento de Guerra Electrónica núm. 31.
PREMIO "INGENIERO GENERAL ZARCO DEL VALLE". En marzo de 1995 la Inspección de Ingenieros acordó por mayoría seleccionar a este insigne ingeniero para dar nombre al premio Ingeniero General Zarco del Valle, creado forma oficial mediante la Orden Ministerial 152/1996 de 19 de septiembre para distinguir a aquellos miembros del Arma que sobresalgan de forma excepcional por sus virtudes militares y capacidad profesional acreditados por su prestigio, constante disponibilidad, dedicación y eficacia en el servicio.
Biografía de Antonio Remón Zarco del Valle en la Real Academia de la Historia, escrita por Jesús Cantera Montenegro y Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño.