Cuarto día de asedio de Igueriben.

El general Navarro, segundo jefe de la Comandancia general, llegó a Annual por la mañana del 20 de julio. Al ponerse al corriente de la situación comunicó telefónicamente al general Silvestre que la misma en Annual era bastante delicada y que no realizaría ese día ningún intento de romper el cerco, dado el escaso espíritu de lucha que había encontrado en las tropas. En cambio, ordenó la ocupación de la posición Intermedia "C", para proteger el camino de la retaguardia de Annual.

Los defensores de Igueriben continuaban resistiendo. Aumentaban las bajas en número considerable, tanto de heridos como de agotamiento, y las ametralladoras comenzaron a fallar por falta de refrigeración y averías mecánicas, quedando tan solo una en servicio. Un proyectil de Artillería cayó en la enfermería, matando a una treintena de heridos que allí se alojaban. Durante el día el teniente de Artillería Julio Bustamate resultó herido defendiendo bravamente la batería con sus artilleros. También fueron heridos el teniente Justo Sierra y el alférez Luis Casado, de Infantería. Tan solo quedaban un centenar de defensores en condiciones de luchar, cuyo número apenas era suficiente para cubrir el parapeto, en el cual se también se hallaban defendiéndolo los heridos y los oficiales; estos últimos prestando el servicio de contrapaco.

Se recibió un telegrama del General segundo Jefe que leyó el Comandante a toda la fuerza, que decía:

    "¡Viva España!, mañana llegará convoy y será relevada esa posición por fuerza de ésta; aquí en Annual no dormimos y cada momento se le dan vivas a los héroes de Igueriben; mañana llegará a esa nuestro Comandante General para abrazaros; no cabe más heroísmo en el Ejército Español, ¡Viva España!, ¡Viva el Rey! y un abrazo de vuestro General".

Todos lloraron al recibir el telegrama repitiendo "¡Viva España!", "¡Viva el Rey" y dando vivas "a nuestro Comandante". El comandante Benítez envió el siguiente heliograma:

    "Tenemos muertos y heridos, carecemos de agua y de víveres en absoluto y la gente se ve precisada a permanecer día y noche en el parapeto para tener a raya al adversario, cada vez más numeroso. Las municiones, con avaricia escatimadas, empiezan a escasear, y para ahorrarlas aún más se hace preciso que las baterías de Annual batan durante la noche la loma espolón en que está enclavada la posición, para evitar las bajas que desde ella nos hacen."

El general Navarro contestó con el siguiente:

    "Heroes de Igueriben, que tan alto poneis el nombre de España, resistir unas horas más, pues lo exige el buen nombre de España."

que a su vez fue respondido por el comandante Benítez con este otro:

    "Los heliogramas de V.E. han sido acogidos con vivas a España. Esta guarnición jura a su General que no se rendirá más que a la muerte."

El calor eran tan sofocante y era tal hedor que despedían los cadáveres, que era materialmente imposible sostenerse en el parapeto, pues además de los cadáveres de moros y españoles, el aire venía de donde se encontraba el ganado muerto; tenían que esconder la cabeza para respirar. No teniendo más patatas para extraer su zumo, recurrieron a mojarse los labios y la lengua con pasta dentífrica, y no dando resultado este recurso, aplacaron la sed con orines con azúcar después de haberlos utilizado para refregar el cañón de la ametralladora útil, y además algunos que tenían tinta se la bebieron. Los heridos pedían agua con estas palabras: "Hermanos, que nos morimos, dadnos agua", y como no les podían dar nada, para consolarlos les decían: "Mañana llegará el convoy, pues no nos dejarán morir nuestros hermanos".

El comandante Benítez animaba a sus hombres y no pensaba en rendirse. A últimas horas de la tarde envió el siguiente heliograma al general Navarro:

    "Es horrenda la sed; se han bebido la tinta, la colonia, los orines mezclados con azúcar. Se echan arenilla en la boca para provocar, en vano, la salibación. Los hombres se meten desnudos en los hoyos que se hacen para gustar el consuelo de la humedad. Se ahogan con el hedor de los cadáveres. La pestilencia y carencia de agua hacen mortales las heridas. Conclúyense las municiones."

La 2ª Escuadrilla de Aviación hizo despegar por la mañana cuatro aparatos tripulados por los capitanes Muñoz y Mulero, teniente Barrón y sargento Gutierrez, llevando como observadores a los capitanes Cadarso y Montal, y a los tenientes Vivancos y Ruano. Su misión fue bombardear Tizi Asa, Uxanen, Loma de los Árboles y Beni Bu Yacob, cosa que hicieron, pero sin ningún tipo de efecto sobre el ataque enemigo.

De nuevo los defensores de Igueriben sufrieron ataques nocturnos, rechazándolos de igual modo ofreciendo una briosa resistencia, siendo atacados incluso con piedras lanzadas con hondas. Un rifeño enemigo volvió a solicitarles la rendición arrojando una carta de Abd el-Krim en la que proponía la rendición a cambio del armamento y los cañones, comprometiéndose a llevara todos los defensores de la posición sanos y salvos a Annual. Se le respondió con una descarga de fusilería y un ¡Viva España!. Se transmitió la noticia a Annual, que respondió lo siguiente:

    "Resistid esta noche, y mañana os juramos que seréis salvados, o todos quedaremos en el campo del honor."

También se comunicó a la posición que estuviesen atentos a una partida de voluntarios que, al mando de un suboficial del regimiento Ceriñola, intentaría llegar hasta las inmediaciones del parapeto y arrojar algunas cantiemploras con agua y coñac; desafortunadamente transcurrió toda la noche sin que llegase el ansiado refuerzo.

Aquella noche hubo muchas bajas.

En uno de los actos administrativos más extraños de aquellos días, el Alto Comisario se hizo eco de la petición de mulos del Comandante General realizada el día anterior, enviando para ello a las 15:00 horas al Ministro de la Guerra un telegrama en este sentido, calificando la necesidad de ganado como indispensable, y añadiendo que ha ordenado al Comandante General la formación de un expediente para depurar los hechos y las responsabilidades que corresponda sobre la pérdida del ganado.

FUENTES: