LA PRIMERA GUERRA CIVIL

(La guerra de la Lealtad)

(1821-23)

Guerra civil que se desarrolló en España, principalmente en las provincias del norte, tras la imposición de la Constitución de Cádiz al rey Fernando VII con motivo del levantamiento del teniente coronel Riego en 1820, y que finalizó con la entrada en España de los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del Duque de Angulema.



Teniente coronel don Santos Ladrón de Cegama, jefe militar de los voluntarios navarros.

"Desde el triste momento en que el espíritu de rebelión, desenvuelto por segunda vez en las inmediaciones de Cádiz en enero de 1820, alzó su ronca voz contra los derechos esenciales e imprescindibles de la soberanía del Rey nuestro Señor, Rey y Nación, sorprendidos con los amagos de una revolución funesta, corrieron al auxilio de las armas para apagar las llamas del incendio en su propio nacimiento. Pero en vano: los ejércitos que ocupaban las plazas estaban ya conformes en los planes de la revolución y, lejos de defender a su Rey como debían, fueron los primeros que tremolaron los estandartes de la rebelión."
Andrés Martín, cura párroco de Uztarroz.

El Trienio Liberal
Incidentes del año 1820
Incidentes del año 1821
Junta Realista de Navarra
Primer alzamiento navarro
Incidentes del año 1822
División Real de Navarra






La sublevación del teniente coronel Riego en Cabezas de San Juan el 1 de enero de 1820 motivó la imposición de la Constitución de 1812 al rey Fernando VII. El hecho fué calificado por una parte de la población como un "acto escandaloso, de la más alta traición contra la forma esencial de un Gobierno legítimamente establecido desde la antigüedad más remota, reconocido y jurado por todos los españoles", y supuso el principio de una profunda desunión y anarquía que reinó en España durante el resto del año 1820, desembocando en guerra civil en Navarra y Cataluña los dos años siguientes.

El pronunciamiento de Riego surgió entre los oficiales de las tropas destinadas a luchar contra la sublevación americana, debido a la existencia de un gran malestar en el ejército a finales de 1819, por la exclusión de los liberales del gobierno y la actividad de las logias masónicas en sus filas, que contribuyó al posterior éxito del alzamiento. La conspiración resultó comprometida debido a que el general O'Donnell detuvo a los más caracterizados jefes en julio de 1819, pero no logró desarticularla completamente. Este cuerpo de ejército estaba acampado en diversas localidades de Andalucía, con centro en Cádiz, sublevándose el 1 de enero de 1820 el teniente coronel Rafael del Riego, que mandaba el batallón de Asturias, para proclamar en Cabezas de San Juan (Sevilla) la Constitución de Cádiz, procediendo acto seguido al restablecimiento de las autoridades constitucionales.

Riego alcanzaría una gran fama, siendo considerado la cabeza visible de la revolución, aunque lo cierto era que por su grado militar el coronel Quiroga era superior; pero Quiroga inició el movimiento con un día de retraso y fracasó en el asalto a Cádiz, mientras que Riego fue el primero en actuar, teniendo éxito en el reducido ámbito de Cabezas de San Juan.

En aquellos primeros días se dio una situación inverosímil: los revolucionarios y las tropas gubernamentales eludieron todo encuentro, en medio de la indiferencia de la población civil, que no tomó partido por ninguno de los dos bandos. Riego, comprendiendo que la falta de acción conduciría al ahogo del movimiento revolucionario, inició un recorrido por Andalucía, proclamando la Constitución por todas las poblaciones en las que entraba. Al final, cuando ya consideraba todo perdido y el levantamiento estaba disgregándose, se dió un movimiento revolucionario en la Coruña y de allí al resto de Galicia, que se extendió a la totalidad del país. Ante estos acontecimientos, el monarca envió en el mes de marzo al conde de la Bisbal, general O´Donnell, para intentar detener a Riego; pero aquel se sumó a la sublevación el 4 de marzo. El 7 de marzo se conoció la noticia en Madrid, provocando manifestaciones civiles ante el Palacio Real. El monarca envió al general Ballesteros para reprimirlas, pero éste se negó y el 8 de marzo el monarca se vio obligado a jurar la Constitución. El 9 de marzo se nombró una Junta Provisional Gubernativa que se autoproclamó soberana en toda España, asumiendo el poder hasta la siguiente convocatoria de Cortes y formación de gobierno. La primera restauración absolutista de Fernando VII acabó el 10 de marzo, con la publicación del famoso manifiesto fernandino, del que a continuación extraemos su final: Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional.

La apertura de las Cortes tuvo lugar el 9 de julio de 1820. Con ellas se inició el régimen monárquico parlamentario previsto en la Constitución. Los liberales intentarán poner en marcha una serie de reformas políticas, encontrándose con varios obstáculos: el propio rey; su propia división interna en moderados y exaltados; y los absolutistas, que desde marzo de 1820 llevarán a cabo una serie de conjuraciones reaccionarias. La primera legislatura de Cortes iba a durar desde el 9 de julio hasta el 9 de noviembre de 1820. El triunfo de los doceañistas hizo que las primeras Cortes del Trienio siguieran con las reformas inacabadas en la anterior etapa liberal: liquidar el dominio que ejercían socialmente los estamentos privilegiados; y, finalmente, completar la nueva organización administrativa con la promulgación del código penal y de una nueva división territorial del país.

La primera crisis política se produjo en diciembre de 1820. Al pretender forzar la dimisión del marqués de las Amarillas, el rey provocó una crisis de gobierno cuyo punto álgido fue el enfrentamiento entre el rey y las Cortes en marzo de 1821. A partir de entonces se sucedieron los gabinetes "moderados" de Bardají, del marqués de Santa Cruz, y de Martínez de la Rosa, que intentaron llevar a cabo una acción de gobierno en varios frentes: restablecer la legalidad constitucional; controlar la radicalización de los "exaltados", de las Sociedades Patrióticas y del movimiento popular; y controlar a las partidas realistas reaccionarias que se habían sublevado en el país "en nombre del rey".

Este ensayo político llevado a cabo para tratar de encauzar una revolución de forma ordenada duró desde diciembre de 1821 a julio de 1822. En este intento se pretendía gobernar conforme a la relación de fuerzas del país, con un moderantismo que conjuguara lo liberal con el sustrato socioeconómico tradicional de la nación. Pero el intento cayó victima de las tensiones externas, condenando al fracaso al liberalismo por romper las posibilidades de armonizar una expansión política práctica; y abriendo las puertas a la intervención internacional propiciada por el Congreso de Verona.

Una fecha clave en el Trienio Liberal es la contrarrevolución del 7 de julio de 1822, en la que la Guardia Real se rebeló desde el Pardo realizando un asalto contra la Corte, que fué rechazado por la Milicia nacional. Esta fecha separa los gobiernos moderados de los exaltados, ya que provocó la caída de los primeros, dando paso el 6 de agosto de 1822 al gabinete de Evaristo San Miguel. Los exaltados se encargaron de atacar a las partidas realistas, no vacilando en utilizar todos los medios para liquidar la resistencia armada; para los absolutistas, el fracaso del 7 de julio les obligó a recurrir a la invasión extranjera. El 15 de agosto de 1822, el absolutismo forma la llamada Regencia de Urgel, con el marqués de Mataflorida y el barón de Eroles a la cabeza.

La política tributaria, agravada con los problemas agrarios surgidos en esos años, empujaron a amplios sectores campesinos hacia la actividad contrarrevolucionaria. Sin embargo, los gobiernos exaltados fueron desarticulando el entramado realista, logrando que la Regencia de Seo de Urgel tuviera que refugiarse en Francia, debido sobre todo a la campaña del general Mina, que arrasó Castellfullit, y tomó la Seo de Urgel en 1823. Quedaba de manifiesto que era necesaria la intervención extranjera para poder restablecer a Fernando VII en sus aspiraciones de monarca absolutista.

El pronunciamiento de Riego y la restauración liberal habían influido en Portugal, Nápoles y Piamonte, sorprendiendo a las potencias absolutistas. Por ello, viéndose "agredido", el zar de Rusia solicitó a las restantes potencias que estudiaran los medios de combatir la revolución española. Por ello, en octubre de 1820 las potencias absolutistas se reunieron en Troppau para afirmar su derecho a intervenir en aquellos Estados en los que se hubiera alterado el considerado régimen legítimo. En octubre de 1822 se reunió el Congreso de Verona, en el que los soberanos de la Santa Alianza decidieron la intervención francesa en España; un ejército francés de ciento treinta y dos mil hombres (los cien mil hijos de San Luis), mandados por el duque de Angulema, atravesó la frontera el 7 de abril de 1823, siendo precedido por partidas absolutistas (el ejército de la Fe). Estas tropas contaron con el apoyo del clero y de los realistas del país; su marcha supuso un paseo militar desde los Pirineos hasta Andalucía, ya que el intento del gobierno liberal de provocar un nuevo levantamiento popular y nacional contra los franceses fracasó por completo.

Ante el avance del ejército francés, las Cortes se retiraron primero a Sevilla llevándose consigo al rey y, posteriormente, a Cádiz, con la esperanza de resistir frente al invasor. La huida comenzó el 20 de marzo; el 23 de abril reanudaban las Cortes sus sesiones en Sevilla, pero el orden liberal se perdió, traicionado por los militares y los políticos. El 11 de junio las Cortes quisieron seguir huyendo a Cádiz. Ante la resistencia del monarca a acompañarles, le declararon en situación de delirio momentáneo y procedieron al nombramiento de una Regencia, reanudando sus sesiones en Cádiz el 15 de junio, con muchos diputados ausentes. En la noche del 30 al 31 de agosto las tropas francesas llegaron a Cádiz y asaltaron y tomaron el fuerte del Trocadero. Las Cortes tuvieron que negociar con su prisionero, devolviendo la soberanía a Fernando VII, quien dió un generoso decreto de perdón y olvido, "un olvido general, completo y absoluto de todo lo pasado, sin excepción alguna"; sin embargo, al día siguiente, 1 de octubre de 1823, ya en libertad, emitió otro decreto de signo contrario, con el que se inició una vuelta a la represión política y a la restauración del absolutismo, significando de facto un retorno a la situación existente en marzo de 1820.

Riego, quien había sido ascendido al empleo de general por su traición al rey, trató en vano de resistir al ejército invasor. Derrotado, fue capturado y llevado prisionero a Madrid, donde fue ahorcado el 7 de noviembre de 1823 en la Plaza de la Cebada.





A continuación se ofrece una breve cronología del ambiente bélico que reinaba en España en el año 1820 tras la proclamación de la Constitución de 1812:

  • 11 de marzo: la guarnición militar de Pamplona se sublevó y obligó a las autoridades a proclamar y jurar la Constitución. Respetaron la autoridad del virrey, conde de Ezpeleta, hasta la llegada del nuevo virrey, el prestigioso general Mina, una de cuyas primeras medidas fue la creación y organización de una Milicia Nacional.

  • 14 de abril: se promueve en Pamplona un movimiento realista dirigido contra el general Mina y su Milicia Nacional, basado en el rumor de que el nuevo virrey iba a obligar al pueblo a tomar las armas.

  • 22 de abril: se descubre en Madrid una conspiración realista de militares y eclesiásticos. Entre ellos se contaron Fray Juan de Tejada, comendador del Convento de la Merced; Fray Gil Fernández, jerónimo de El Escorial; y don Joaquín Béjar, militar retirado.

  • Primeros de julio: se descubre en Madrid la conspiración realista de Bazo y Erroz, secretario y capellán del rey respectivamente. Erroz, canónigo de Burgos, huyó al ser descubierta la conspiración, pero fue apresado en una finca próxima a Pamplona por los agentes del Jefe Político, Pedro Clemente Ligués.

  • 24 de agosto: soldados del Batallón de Barcelona recorren las calles de Pamplona con música provocando a los realistas y profiriendo insultos contra el conde de Ezpeleta ante la puerta de su casa, lo que provocó la indignación general.

  • 6 de septiembre: gritos de "¡Viva el Rey!", dados por partidarios suyos al apearse Fernando VII en el Palacio Real, provocan sangrientos disturbios que se extienden por todo Madrid.

  • Primeros de noviembre: el comandante don Juan Bautista Guergué, jefe del Resguardo de Cantabria, se sublevó en Álava a favor del rey. A los pocos días se le unió la partida recién creada por el cura de Foronda. Pero sus fuerzas fueron batidas y disueltas. El comandante Guergué sería posteriormente Segundo Jefe del Ejército Realista de Navarra.

  • 16 de noviembre: se aborta una conjura del propio rey Fernando VII contra los que él mismo llamaba "sus carceleros": el general don José Carvajal se presentó ante el general don Gaspar Vigodet, Capitán General de Castilla la Nueva, portando una carta del propio rey en la que le ordenaba que resignase el mando en el general Carvajal. El general Vigodet se negó e informó al Ministro de la Guerra; cuando los hechos se conocieron se originaron nuevos tumultos en Madrid en los que el populacho llegó a apedrear el Palacio Real.







En el año 1821 la contestación contra el Gobierno Constitucional y a favor del rey Fernando VII comenzó a generalizarse:

  • 4 de enero: tumultos populares en Tudela contra las retretas militares y contra la predicación de la Constitución desde los púlpitos de las iglesias.

  • Mediados de enero: sublevación del teniente coronel don Manuel Hernández "El Abuelo" en Castilla la Nueva (Milicia Nacional de Seseña). Pronto fue apresado y recluído en la cárcel de la Corte en Madrid.

  • 21 de enero: disturbios entre militares constitucionalistas y estudiantes realistas, iniciados en el café de "La Suscripción".

  • 29 de enero: se descubre en Madrid la conspiración del capellán de honor del rey, don Matías Vinuesa, llamado "el cura de Tamajón".

  • 6 de febrero: la Guardia de Corps cargó contra el populacho que vitoreaba reticientemente a las puertas del Palacio Real al "Rey constitucional"; este hecho motivó la disolución del cuerpo, muchos de cuyos miembros decibieron engrosar las incipientes guerrillas.

  • 20 de febrero: tumultos populares en Tafalla contra las retretas militares y contra la predicación de la Constitución desde los púlpitos de las iglesias.

  • 6 de marzo: tumultos populares en Corella contra las retretas militares y contra la predicación de la Constitución desde los púlpitos de las iglesias.

  • 2 de abril: primeros partes de las acciones de tres guerrilas: cura Merino en los montes de Burgos; el "Julianillo", antiguo sargento de Mina, en Lapoblación (Navarra); y el cura Salazar, "el tuerto de Armiñán", en la Rioja.

  • Noches del 24 y 29 de abril: Mina "El Empecinado" y el general López Baños, nuevo Capitán General de Pamplona, derrotan conjuntamente a las partidas anteriores en las inmediaciones de Salvatierra de Álava. El mismos día 29 llegaba a Salvatierra don Francisco Benito Eraso, miembro de la Junta Realista de Navarra, con la intención de coordinar la acción de los guerrilleros con el levantamiento general que la Junta estaba preparando en Navarra. Pero la derrota de la guerrilleros frustró las intenciones de Eraso.

  • 26 de abril: revueltas sangrientas en Málaga, Granada y Sevilla.

  • 4 de mayo: el populacho de Madrid asaltó la carcel de la Corona de Madrid sin encontrar ningún tipo de resistencia, y mató a martillazos al cura de Tamajón, allí detenido. Ese mismo día trataron de asaltar la cárcel de la Corte para matar a "El Abuelo", pero una leve resistencia de la guardia lo impidió.

  • 10, 13 y 18 de mayo: revueltas sangrientas en Valencia y Galicia.

  • Primavera: seis guerrillas operan por toda España: Aizquibil en Álava; Gorostidi en Guipúzcoa; el cura Merino reapareció en Burgos; "El Abuelo", escapado de la cárcel, en Toledo; Morales en Ávila; y "Jaime el Barbudo" en Murcia.

  • 10 de junio: el conde de Guendulain, alcalde de Pamplona, protestó al Jefe Político de la ciudad por la actitud del Batallón de Granaderos Provinciales de la Milicia Nacional, recién llegado a la ciudad y del que se decía que "venía a sujetar a la ciudad". La protesta del alcalde fué acompañada por disturbios en los que el pueblo pamplonés apedreó a los soldados del Batallón de Granaderos y a los del Regimiento de Toledo allí estacionado, ambos exaltadamente constitucionalistas.

  • 11 de septiembre: el alcalde de Pamplona reitera sus protestas por las provocaciones constitucionalistas de los soldados, que constantemente cantaban El Himno de Riego y el Trágala.

  • 18 de septiembre: los elementos liberales de Madrid organizan una procesión cívica con el retrato del "heroe de las Cabezas", debido a que la separación de Riego de la Capitanía General de Aragón y su traslado a Lerida motivada por una conjuración republicana. La manifestación de Madrid acabó en disturbios violentos.

  • 19 de septiembre: hechos análogos a los de Madrid suceden en Zaragoza.

  • 24 de octubre, día de San Rafael, onomástica de Riego: disturbios en Madrid, Granada, Cádiz y Sevilla en apoyo a Riego.

  • 29 de noviembre: detención de un emisario de la Junta Realista de Navarra y descubrimiento de los planes de la inminente sublevación realista de Navarra.

  • 7 de diciembre: el pueblo de Sangüesa se revela por la noche, se reunió en la plaza del pueblo e hizo pedazos la lápida conmemorativa de la Constitución.

  • 8 de diciembre: se producen asonadas en todo Aragón, principalmente en Calatayud, Caspe, Alagón y Huesca.







Hemos mencionado los incidentes ocurridos en Pamplona en marzo y abril de 1820, cuando la guarnición militar de la ciudad se levantó para proclamar la Constitución, y la consiguiente reacción realista de numerosa parte de la población. Dejemos hablar a Andrés Martín, cura párroco de la localidad navarra de Uztarroz:

    "... ninguna de las ciudades, villas ni lugares (de España) prestó libremente su voto o consentimiento en favor de los rebeldes, sino amenazada y obligada a viva fuerza por los mismos. Así sucedió en la siempre fiel y heroica Pamplona, capital de la Navarra, donde la guarnición militar, sublevándose contra su Rey, publicó la Constitución de 1812, obligando al ayuntamiento y demás autoridades a asistir al acto de la perfidia solemnizada con juramento..."

    ¿Cómo había de adherirse a la forma de un Gobierno antimonárquico la siempre fiel Navarra, que en todos los tiempos se ha sacrificado victoriosamente por conservar ilesos los supremos derechos de Dios y del César pagando a ambos sus respectivos tributos de amor, de obediencia y de lealtad?

    ¿Cómo era posible que la heroica Navarra amase una Constitución democrática que hacía pedazos las tablas de sus justas y sabias leyes, que mudaba sus buenos usos y costumbres, que aniquilaba sus fueros? ¿Cómo había de consentir que un Gobierno revolucionario, compuesto de una porción de rebeldes, sin más derecho que la fuerza, la privase de la preciosa herencia de sus padres?.

    En efecto, unos pocos navarros, bien seguros de los sentimientos de religión y lealtad que animaban a la mayoría de los habitantes de este reino y de toda la nación en favor de la causa del Rey y contra el sistema ruinoso plantado por los rebeldes, concibieron la alta idea y empresa extraordinaria de restaurar la España del impío y tiránico poder constitucional, armando para el efecto a todos los leales que se alistasen para defender esta causa.

Según el padre Martín, los primeros que idearon y conformaron un plan para oponerse al constitucionalismo y formar una Junta Realista de Navarra fueron, por orden:

  • Don José Joaquín Mélida, abad de la villa y parroquia de Barasoaín (posteriormente canónigo de la catedral de Zaragoza).
  • Don Francisco Benito Eraso, del estado noble, vecino de Garinoain y alcalde mayor del valle de Orba.
  • Licenciado don Joaquín Lacarra, canónigo de la catedral de Pamplona.
  • Don Juan Villanueva, capitán efectivo graduado de teniente coronel, retirado en su casa de Pamplona.
  • Don Manuel Uriz, del estado noble y vecino de Sada.
  • Don Santos Ladrón de Cegama, teniente coronel retirado en su casa de Lumbier.

Formada la Junta Realista, su primera preocupación fue la de procurarse armas con las que luchar. Encomendaron la tarea a don Andrés Martín, cura párroco de Uztárroz, cuyas gestiones ante Francia fracasaron por haber cerrado éste país sus fronteras con la excusa de una epidemia. No obstante, Eraso se hizo con 500 fusiles que el Gobierno Constitucional había destinado para armar las Milicias Nacionales en previsión a enfrentarse a un levantamiento en la zona.

El descubrimiento de los planes de la Junta el 29 de noviembre de 1821 tras la captura de uno de sus emisarios y la rebelión popular de los habitantes de Sangüesa precipitaron los acontecimientos. El 10 de diciembre de 1821 la Junta Realista de Navarra se reunió en Barasoain y acordó armar a 300 jóvenes. Al día siguiente, 11 de diciembre, desplegaron la Bandera Real y declararon la guerra al sistema revolucionario. El día 12 ya había 500 jóvenes alistados. Las fuerzas sublevadas carecían de vestuario y calzado apropiado para la época del año, ni cananas para proteger sus municiones. A pesar de ello, la Junta dividió sus escasas fuerzas en dos columnas:

  • Columna de don Santos Ladrón de Cegama, que se dirigió a operar en las montañas de Estella.
  • Columna de don Juan Villanueva, que se dirigió a operar en el valle del Roncal.

El gobierno constitucional de Pamplona inició la persecución de las columnas con las fuerzas de la guarnición de la ciudad y las limítrofes de San Sebastián, Vitoria y Zaragoza. La Junta Realista sufrió la desilución de saber el día 18 de diciembre que el coronel don Juan José Cruchaga, originario del Roncal y famoso por la Guerra de la Independencia, no se unió al alzamiento sino que avanzaba desde Burgos al frente de una columna en defensa del gobierno constitucional.

El 21 de diciembre Benito Eraso se dirigió a las montañas de Burgos para contactar con los guerrilleros del cura Merino. Desde allí se dirigió a Madrid para solicitar ayuda económica de los elementos realistas de la Corte, de los que obtuvo tan solo 6.000 reales de vellón. Cuando regresó a Navarra el alzamiento realista ya había sido sofocado.

El 26 de diciembre la columna de Villanueva fué alcanzada en Larrainzar por el coronel Cruchaga, cuya clemencia y caballerosidad salvó numerosas vidas.

El 11 de enero la columna de Ladrón de Cegama fué alcanzada en Nagore por el coronel Tabuenca, el cual no concedió cuartel a los sublevados, sino que hizo degollar a la mayoría de ellos e impidió la sepultura de algunos oficiales, cuyos cadáveres permanecieron a la vista de los habitantes durante mucho tiempo. El teniente coronel Ladrón de Cegama logró escapar y cruzar la frontera con Francia.

Los jefes de la Junta y los militares más significativos en el alzamiento pasaron a Francia para preparar un segundo alzamiento, mientras que unos cuantos guerrilleros se quedaron para mantener el entusiasmo popular: Catachuán y Armengol en Navarra; Guezala en Vizcaya y el cura Gorostidi en Guipúzcoa. Armegol sorprendió y mató al coronel Cruchaga el 14 de mayo en Nardués (valle de Urraul). Su muerte fué sentida por la población Navarra por su enorme prestigio y por la clemencia mostrada con la derrotada columna de Villanueva en Larrainzar.

Tras el fracaso inicial del alzamiento, una de las tareas de la Junta Realista fue la de procurarse armas y municiones. Para ello estableció en lo más intrincado del bosque de Irati un depósito de armas. Utilizó un antiguo fortín fronterizo, reforzado y fortificado con empalizada y foso por el coronel Álvarez de Toledo al mando de 4 cañones y una partida de 50 voluntarios autodenominados "Compañía de Guardias Reales". A su lado se erigió una fábrica de municiones, que estuvo dirigida por el párroco de Burguete, don Ignacio Azcona.

El 10 de junio de 1822 la Junta Realista de Navarra lanzó dos manifiestos. En el primer manifiesto hace votos de fidelidad al Rey, al amor a España y a la motivación religiosa; en el segundo manifiesto, dirigido a los soldados del Gobierno, pone de relieve la continuidad entre esta guerra y la de la Independencia.

No solo había conjuraciones en Navarra. En Cataluña entró un tal Romagosa desde Francia, cuya presencia sería decisiva para la guerra en el Principado. En una alocución dada a sus subordinados en 1821, Romagosa mostró el espíritu de defensa del Rey y la Religión que animaba la lucha que se disponía a emprender.





En el primer trimestre de 1822 aumentaron los incidentes entre las tropas constitucionales y la población de las localidades donde estaban de guarnición en el Reino de Navarra:

  • 27 de enero: un gran tumulto se organizó en la catedral de Tudela con motivo de la predicación de un párroco de Tafalla en el que hacía un panegírico del sistema constitucional.

  • 10 de marzo: el coronel Tabuenca protestó contra "el mal espíritu" de los pueblos de Puente, Muruzabal y Obanos, donde la población se enfrentó con la tropa en varias ocasiones al grito de "¡Muera la Constitución!".

  • 19 de marzo: se estableció una verdadera batalla campal entre soldados y paisanos, gritando aquellos "¡Viva Riego!" y gritando éstos "¡Viva el Rey, muera la Constitución!". Los soldados sufrieron cinco muertos y trece heridos; los paisanos tuvieron dos muertos y dieciseis heridos. A partir de ese día se ordenó cerrar todas las iglesias de Pamplona, se estableció el toque de queda a partir de las 19:00 horas y se volvió a conminar a los clérigos a predicar la obediencia al sistema constitucional.







Tras el fracaso del primer alzamiento, la Junta Realista nombró en Toulouse al mariscal de campo don Vicente Jenral Quesada como nuevo comandante en jefe; a Guergué como su segundo jefe; y a Ladrón de Cegama y Villanueva como sus jefes inmediatos.

Tras recibir armas procedentes de Francia, los oficiales de la futura División Real de Navarra cruzaron la frontera para ponerse al frente de la sublevación. Los efectivos de la División Real se concentraron por primera vez en Ochagavía, cabeza del valle de Salazar, donde hicieron una organización provisional. Pero ante la aproximación de una fuerza enemiga, la División Real se trasladó a Uztárroz, lindante con Francia y última del valle del Roncal, donde estarían más seguros.







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