Arquitecto e ingeniero militar italiano al servicio del rey de España (s. XVI).
(NOTA: La presente biografía está copiada de la escrita por Alicia Cámara Muñoz en la web de la Real Academia de la Historia).
Juan Bautista Calvi nació en Caravaggio, en la Lombardía española, entre 1500 y 1525.
Fue el primero en proponer a Felipe II un plan global de defensa de la Península Ibérica, las Baleares y el Norte de África. Se formó como arquitecto e ingeniero en Roma con Antonio da Sangallo, el Joven, con quien trabajó en el palacio Farnesio. Con él construyó la ciudadela de Piacenza, primero para los Farnesio y luego para Carlos V. En la traza de esta ciudadela cada vez adquiere más protagonismo la figura de Calvi. Intervino también en la fortificación de Siena, donde Diego Hurtado de Mendoza admiró su trabajo como ingeniero.
Esta experiencia italiana como arquitecto e ingeniero militar le convirtió en el mejor experto posible para los intereses defensivos del futuro Felipe II.
Llegó a Barcelona en junio de 1552, muy recomendado por el gran experto en fortificación que fue Ferrante Gonzaga, que consideraba las fortalezas de Piacenza y Siena de las mejores que se habían fabricado hasta entonces, y a Calvi, un joven de “admirable juicio”. Fue nombrado ingeniero del Rey.
Su labor como tracista de fortificaciones en España abarca todas sus costas. Hacia 1560 escribió un memorial sobre lo que había que fortificar y cómo hacerlo: "Relación de lo que conviene para fortificar las plazas de la frontera de España y Orán y de la gente de guerra que son menester en cada una de ellas, así en tiempo de paz para la guardia ordinaria, como en tiempo de guerra", c. 1560 (Archivo General de Simancas, Estado, leg. 124, fol. 25), que abarca toda la costa mediterránea llegando hasta Cádiz, las Baleares y Orán y Mazalquivir en el norte de África. Todos eran lugares que había visitado, sobre los que había dado informes, y en la mayor parte de los casos trazas para sus fortificaciones, algunas de las cuales se conservan hoy día, como las de Ibiza o Rosas.
Su primera gran obra fue la fortificación de Rosas, en cuya traza se han hallado similitudes con la ciudadela de Piacenza. Durante sus dos primeros años en Cataluña se ocupó también de la torre de las islas Medas, trazó el baluarte de las atarazanas de Barcelona, necesario desde hacía tiempo para proteger la construcción de galeras en ese puerto, y proyectó para Tortosa unas nuevas atarazanas que no se construyeron.
Las obras de fortificación de Perpiñán, a partir de 1552, le ocuparon una gran parte de su vida y fue allí donde murió. Además de reformar proyectos anteriores de fortificación para esa ciudad situada en plena frontera, trazó una ciudadela en 1556, un proyecto que fue modificado años después.
La amenaza turca en el Mediterráneo le llevó a las Islas Baleares. Antes fue a La Coruña, y a finales de 1554 llegó a Ibiza para hacer una de sus obras más importantes, que es la fortificación de la villa, adaptándose al terreno y a las condiciones que imponía la antigua muralla, así como a defender en primer lugar lo que era más vulnerable frente al enemigo turco. En esta obra demuestra que es un gran ingeniero, que sabe usar de su ciencia y su experiencia, y se muestra orgulloso de lo conseguido. Esa capacidad para adaptarse a las circunstancias de cada lugar la demostrará Calvi continuamente. En 1555 traza el castillo de Mahón, en Menorca, una fortaleza cuadrangular que es una solución completamente diferente a la de Ibiza, en este caso para defender uno de los grandes puertos del Mediterráneo. También en las Baleares plantea la posibilidad de construir en Mallorca una ciudadela, lo que refleja su experiencia italiana como constructor de esta tipología de fortificación urbana.
A su regreso de las Baleares, en noviembre de 1555, continuó ocupándose de las fortificaciones de Rosas, Perpiñán y el baluarte de las atarazanas de Barcelona, además de visitar otras fortalezas de la frontera catalana y de la costa y trazar proyectos que no llegaron a realizarse, como el que hizo para defender el puerto de Salou. Cuando en octubre de 1556 le ordenaron trasladarse a Orán, redactó testamento. Hacía tiempo que su presencia en Cádiz era requerida, cuando finalmente en 1557 llegó a esta ciudad. Durante su estancia también se ocupó de las fortificaciones de Gibraltar, proyectando nuevos baluartes, aunque sólo uno se llegó a iniciar, así como un faro fortificado.
En Cádiz dio traza para tres baluartes, entre ellos el de San Felipe, que se puede observar en las vistas de esta ciudad realizadas por Van den Wyngaerde. Pese a su mal estado de salud, fue enviado por fin a Orán en 1558, aunque no está claro que realizara el viaje. En 1560, en compañía de Juan Bautista Antonelli, reconoció el puerto de Guadarrama. En ese año recorrió la costa del reino de Valencia para informar sobre las posibilidades de defensa. El proyecto que hizo para Cartagena, de una fortaleza en la boca del puerto y una fortificación en la parte alta de la población condicionó el desarrollo de esta ciudad hasta las intervenciones de los años setenta del siglo xx.
Diseñó para las fortificaciones algunas de las mejores puertas urbanas del Renacimiento español. Son de destacar la puerta que trazó en Rosas, el Portal del Mar en Barcelona (1554) que se conoce gracias al dibujo de Van den Wyngaerde, con la figura humana incorporada al mensaje de poder que debía transmitir, un modelo similar al de la puerta de Perpiñán, también obra suya. Le ha sido atribuida la puerta de las Granadas de la Alhambra, en 1557-1558, cuyo proyecto revisó mientras estaba en Cádiz, y que fue uno de los elementos esenciales de la intervención de los monarcas españoles en la ciudad nazarí. Todas ellas le muestran como un buen conocedor de los lenguajes arquitectónicos más avanzados de su tiempo en Italia, un experto en Antigüedad clásica y un arquitecto capaz de configurar una imagen de poder acorde con la grandeza del Imperio.
Enfermo de paludismo durante casi toda su vida en España, no por ello dejó de viajar y de informar sobre la defensa de las fronteras, pese a sus amargas quejas sobre su salud y su situación en algunos lugares. Fue muy estimado por Felipe II, y las obras que trazó, muy apreciadas por los ingenieros que le sucedieron, pese a los cambios que se fueron produciendo en las fortificaciones del Renacimiento, que, por ejemplo, dejaron pequeños los perfectos baluartes de Calvi, ante las grandes dimensiones que adquirieron baluartes y cortinas a finales de siglo. Murió en Perpignan, capital del Rosellón español, en 1565. Su cargo y su sueldo lo heredó Jacome Palearo Fratino.
Biografía de Juan Bautista Calvi en la Real Academia de la Historia, escrita por Alicia Cámara Muñoz.
Juan Carrillo de Albornoz. Historia del Arma. Imprenta de la Academia de Ingenieros. Hoyo de Manzanares, 2002. Primera parte. Pág. 2-40.