Ingeniero militar italiano del siglo XVI al servicio del rey de España.

    (NOTA: La presente biografía está copiada de la escrita por Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño en la web de la Real Academia de la Historia).

Juan Bautista Antonelli nació en Gatteo (Romaña, Italia) en 1527. Fue una de las figuras más importantes de la Ingeniería militar española del siglo XVI, e iniciador de la fortificación sistemática de los reinos peninsulares durante la monarquía de Felipe II.

Comenzó su carrera como ingeniero militar en Italia, donde sirvió al emperador Carlos V al lado de Vespasiano Gonzaga, también ingeniero, con el que se formó. Debió de entrar hacia 1550 al servicio de la Monarquía Hispánica, pues en 1554 había participado en la toma de la ciudad de Siena al lado de Vespasiano Gonzaga Colonna, hallándose también en la batalla de San Quintín, en 1558. En 1559 Juan Bautista Antonelli llegó a España, según consta en un memorial que él mismo envió a Felipe II. Un año después se encontraba en compañía del también ingeniero militar Juan Bautista Calvi, reconociendo el puerto de Guadarrama. En 1560 se le ordenó pasar al reino de Valencia, donde debía realizar un croquis militar de dicho reino con el fin de estudiar el emplazamiento de las tropas necesarias para su defensa. En 1562 recorría sus costas, en unión de Vespasiano Gonzaga (designado en 1575 virrey de Valencia), elaborando entre ambos un estudio de las fortificaciones de las mismas, así como de las mejoras necesarias a las existentes.

En 1563 se trasladó, acompañado de su hermano Bautista Antonelli, también ingeniero, a la plaza de Mazalquivir (Argelia), donde permanecería dirigiendo sus fortificaciones (siguiendo el sistema “abaluartado”) hasta 1568, año en el que, vuelto a la metrópoli, fue destinado a Pamplona, plaza en la que estudió la construcción de su castillo y ciudadela. En este sentido, en 1569 presentó un informe sobre las fronteras de Navarra y Guipúzcoa en el que, al referirse a Pamplona, señalaba su importancia como puesto fronterizo aunque, a su juicio, pese a todo lo realizado hasta el momento sus posibilidades defensivas eran muy negativas. La decisión de reformar las fortificaciones de la plaza, así como de la construcción de una ciudadela, se tomó poco después del informe de Antonelli, basándose inicialmente en una traza realizada por este ingeniero.

Como consecuencia de la rebelión de los moriscos granadinos, iniciada en 1568, fue enviado a Granada a las órdenes del duque de Sessa y de Juan de Austria. En la zona en conflicto se le encargó de realizar estudios para la ocupación de tan quebrado terreno, lo que aumentó su fama como ingeniero. En uno de los estudios, presentado hacia 1569, elaboró un plan para acabar con la rebelión de las moriscos. Proponía edificar torres en “Puerto Ginovés” y otras calas, para evitar que los rebeldes recibieran ayuda del norte de África.

Terminada la campaña (1570), pasó a proyectar obras para la defensa de Cartagena, en especial las correspondientes a las murallas de cierre de la ciudad. En esta plaza sus proyectos chocaron con los de “el Fratín” (Jácome Palearo), ingeniero también al servicio de Felipe II, por lo que de nuevo se le envió con Vespasiano Gonzaga a Valencia, para proseguir con las fortificaciones de sus costas, y donde permaneció hasta 1575. Anteriormente, en 1570, recibió el encargo de establecer un sistema de torres que defendieran las costas de los antiguos reinos de Valencia y de Murcia, realizando para éste último, un modelo de torre “seisavada”, o de planta hexagonal (torres de Terreros Blancos, Cabo de Palos y Mazarrón). También, en esas fechas, realizarían proyectos de fortificaciones para Orán y Mazalquivir.

En 1579 se encontraba en Gibraltar, donde trabajaba en sus fortificaciones y en su puerto, y donde recibió la orden de entrar en Portugal por Ayamonte, con el fin de reconocer las fortificaciones lusas. Una vez terminada su comisión, llevó a la Corte el informe consiguiente, para pasar a continuación a estudiar, en este caso, las fortificaciones españolas en “la Raya de Portugal”, desde Bayona, en Galicia, hasta Ayamonte.

En 1580 estaba a las órdenes de Francés de Álava, capitán general de Artillería, el cual le mandó que reconociera los caminos desde Sevilla a Badajoz, con el fin de que definiera un itinerario que permitiese el paso de la artillería y de los ejércitos, que posteriormente debían entrar en Portugal para asegurar los derechos sucesorios de Felipe II. Como pudo constatar Antonelli, el terreno era abrupto y los caminos malos y de difícil superación. De ahí surgió la idea de la navegación fluvial y la conveniencia que representaba para el traslado de los equipos pesados. Cuando posteriormente se produjo dicha entrada de los ejércitos hispanos, Antonelli lograba que se le nombrase maestre de campo general para la ocasión.

En Portugal, Juan Bautista Antonelli explicó a Felipe II las posibilidades de su proyecto. La idea encontró la aprobación real, y en abril de 1581 Antonelli recibió una real cédula que le ordenaba “...reconocer y ver el río Tajo desde la villa de Abrantes en estos nuestros reinos de Portugal, hasta la dicha villa de Alcántara, para ver cómo se podría hacer navegable...”. En consecuencia, Antonelli, después de un estudio riguroso del río Tajo, presentó a Felipe II en las Cortes de Tomar un proyecto para hacer navegable dicho río entre Alcántara y Lisboa. Librados en junio de ese mismo año los fondos necesarios para iniciar las obras, Antonelli se trasladó a Abrantes, desde donde realizó los estudios necesarios para llevar a cabo el ambicioso proyecto. El informe de Antonelli es un estudio hidrográfico del territorio, técnico y comercial de gran importancia y que demuestra un gran dominio de la materia. El rey supo ver las ventajas comerciales, la rapidez de comunicación, los beneficios para la real hacienda y también el prestigio que dicha obra significaba a nivel internacional, por lo que el monarca se convirtió en el más entusiasta patrocinador. Con una Real cédula del 23 de junio de 1581, ordenó al alcalde mayor de Alcántara y a los Consejos y demás Justicias de Castilla, prestar todas las facilidades y asistencia para proveer lo necesario a las obras relacionadas con la navegación del Tajo y atender a Juan Bautista Antonelli que “ha de tener el cargo principal de todo lo tocante a ello”. En 1583 terminó las obras de acondicionamiento del Tajo entre Alcántara y Abrantes, lo que permitió el transporte de tropas embarcadas.

En 1584 el rey organizó un viaje de Madrid a Aranjuez con el fin de asegurarse de lo adelantado del proyecto. Posteriormente, los trabajos para hacer posible la navegación prosiguieron con éxito y en enero de 1588 se llevó a cabo, sin ningún problema, el primer viaje de siete barcazas que en quince días cubrieron la distancia entre Toledo y Lisboa. Cristóbal de Roda Antonelli, sobrino de Juan Bautista, inició la nueva ruta. Durante el viaje de regreso de las barcazas, desde Lisboa a Toledo, la muerte sorprendió en Toledo, “con gran sentimiento del Rey”, a Juan Bautista Antonelli el 17 de marzo de 1588. Tenía 61 años. Con su muerte faltó el impulsor principal de los proyectos de navegación fluvial. Su sobrino Cristóbal de Roda Antonelli recibió el encargo de seguir en la organización de los viajes y adelantar los proyectos pendientes, sin embargo, duró por poco tiempo. La muerte de Felipe II, acaecida diez años después de la de Antonelli, significó también la muerte del proyecto.


  • Biografía de Juan Bautista Antonelli en la Real Academia de la Historia, escrita por Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño.

  • Juan Carrillo de Albornoz. Historia del Arma. Imprenta de la Academia de Ingenieros. Hoyo de Manzanares, 2002. Primera parte. Pág. 2-40.