En julio de 1851 el conspirador cubano Joaquín Agüero y Agüero protagonizó un intento de levantamiento contra el gobierno español de Cuba. Nacido en noviembre de 1816 en una prestigiosa familia de Puerto Príncipe, era pariente de Francisco Agüero Velasco, también nacido en Puerto Príncipe, conspirador contra España que se hizo célebre tras participar en el fracasado intento de invasión desde Méjico y Colombia y que acabó ahorcado el 16 de marzo de 1826.
Joaquín Agüero marchó en su juventud a la Habana para estudiar la carrera de derecho. A la muerte de su padre se hizo cargo de las tierras y esclavos de la familia. Antiesclavista convencido, en 1843 liberó a sus ocho esclavos y les donó tierras para que las cultivaran. Esta acción le puso en la mira de las autoridades españolas, que la consideraban ilegal, y de otros propietarios de haciendas y tierras de la zona, por lo que Agüero se exilió en los Estados Unidos. A los pocos meses regresó a Cuba, donde permaneció en su hacienda conspirando activamente contra España. Fundó en Puerto Príncipe una denominada “sociedad libertadora”, de la que fue nombrado presidente, con la que prosiguió sus actividades conspirativas.
Había pasado muy poco tiempo desde el fallido desembarco de Narciso López en Cárdenas, y en los meses siguientes estaba celebrándose el juicio de López y sus secuaces en los Estados Unidos, que se cerró en falso en marzo de 1851. El juicio tuvo mucha repercusión en la prensa norteamericana y en los círculos independentistas cubanos, que veían reforzados sus anhelos revolucionarios. En medio de este estado de ánimo, los conspiradores cubanos afincados en los Estados Unidos, que estaban en constante contacto epistolar con las juntas revolucionarias de la isla, decidieron intentar otro desembarco encabezado de nuevo por Narciso López. Pero la intentona acabó frustrándose alrededor del mes de mayo.
En aquellos meses Joaquín Agüero se había hecho con una imprenta manual y se dedicaba a imprimir panfletos contra el gobierno, inundando las calles con ellos y excitando los ánimos de los habitantes. Llegados algunos a su mesa de trabajo, el general José Lemery, comandante general del departamento Central, ordenó el 3 de mayo de 1851 arrestar a doce individuos de Puerto Príncipe sospechosos de infidencia y enviarlos presos a la Habana, desde donde se les desterró a la península. Entre los detenidos debería encontrarse Joaquín Agüero, que se salvó de la prisión al recibir un aviso que le dio tiempo para refugiarse en las montañas de Nuevitas y las Tunas. Tenía entonces 31 años.
Frustrada la expedición filibustera del mes de mayo, los revolucionarios no abandonaron su intención de levantar el territorio mediante partidas, especialmente en la zona de Puerto Príncipe, que era donde tenían más partidarios. El nuevo plan consistía en formar varias partidas en esta jurisdicción para recorrer los campos y obligar a los vecinos a tomar las armas, reuniendo el mayor número posible de ellos, mientras otras partidas procuraban hacerse fuertes en el monte de la Cabeza y Loma de Juan Sánchez cercanos a esta ciudad, distrayendo por este medio parte de las fuerzas de la guarnición del departamento del Centro. En tal estado, esperarían una expedición filibustera procedente de los Estados Unidos que debía desembarcar en algún punto de la costa norte de la isla; y dando por sentado que la capital Puerto Príncipe quedaría abandonada o con muy escasa guarnición, se dirigirían a ella para dar el grito de rebelión, tomarla y disponerse a la defensa.
El capitán general estaba alertado de estos planes. En el informe que remitió el 22 de julio al gobierno, afirmaba que en Puerto Príncipe " ... el extravío de la opinión pública y el número de los desafectos al gobierno es incomparablemente más pronunciado y numeroso. Últimamente ha sido preciso tomar medidas de confinamiento y expulsión, de las cuales tengo ya dado cuenta al gobierno de S.M., porque en aquella población es en la que acérrimos y más útiles defensores tenía y tiene la proyectada y preparada expedición en los EE.UU. que felizmente acaba de fracasar."
El 20 de junio el general Lemery fue informado de “que algunos grupos de diez y doce hombres debían reunirse en el partido de Cascorro incitados por emisarios recién llegados recientemente de la república vecina", por lo que el 24 de junio desplegó en el sitio llamado Ciego de Juan Sánchez "un destacamento de Caballería para vigilar el territorio y conservar la tranquilidad de los campos, mientras que en la capital seguía muy en la mira de los sujetos sospechosos.”
Agüero, sintiéndose fuerte, respaldado desde los Estados Unidos y creyendo contar con apoyos en el territorio para realizar el levantamiento, en junio reunió una partida con una serie de partidarios montados a caballo y armados, algunos de ellos negros, todos llevando en sus ropas una escarapela azul con una estrella plateada en el centro, y se lanzó con ella a los campos[01].
Animado por comunicados que enviaron dos mensajeros llegados de Estados Unidos, el 4 de julio Joaquín Agüero puso su plan en acción[02]. Ese día entró con sus hombres en la hacienda de san Francisco del Jucaral, en la jurisdicción de Nuevitas, donde detuvo a un arriero llamado Angel Rosendi, a quien le obligó a que le entregase varios comestibles; a cambio le dejó un recibo que decía[03]:
“San Francisco del Jucaral, a cinco de julio del presente 51. Como jefe de una de las partidas libertadoras de Cuba he tomado de don Ángel Rosendi, nuestro amigo, dos arrobas de azúcar y arroz. Además, un garrafón de vino y libra y media de tabaco en breva, y a todo responderá a sus dueños nuestro amigo Rosendi. Joaquín Agüero y Agüero.”
La partida pasó el resto del día en el rancho, dejando al arriero en libertad al día siguiente bajo pena de muerte si avisaba a las autoridades. El 5 de julio, en una ceremonia “patriótica”, Joaquín Agüero juró ser fiel a la causa de la libertad de Cuba y se declaró alzado en armas contra España con los cuarenta hombres que le seguían. Seguidamente leyó un acta de independencia de Cuba y pasaron a elegir los cargos militares de la partida, que dividieron en tres “brigadas”[04].
Además de la encabezada por Joaquín Agüero, sus partidarios formaron otras dos partidas de no más de medio centenar de hombres cada una, que se desplegaron en un radio de entre 40 y 50 kilómetros alrededor de Puerto Príncipe para dejarla aislada. Estuvieron al mando de los hermanos Miguel y Francisco Agüero Estrada.
El 6 de julio, el arriero Ángel Rosendi se presentó al gobernador de las Tunas, José Morales, para darle parte de lo ocurrido, quien a su vez informó al general Lemery. Al día siguiente, 7 de julio, un paisano llamado Francisco Grave de Peralta, que tenía un negocio de carne en las Tunas, alertó a las 20:00 horas de ese día al gobernador de las Tunas de que en la población existía un club revolucionario que estaba en relación con el conspirador Joaquín Agüero y con otras juntas y que al día siguiente el pueblo sufriría un ataque. Grave de Peralta denunció a Manuel Facundo Agüero, en cuya casa se celebraban las reuniones, al sacerdote José Rafael Fajardo, al funcionario Jesús María González y a un tal Ángel Montes de Oca. Él mismo confesó que participaba en las reuniones, pero que no quería secundar el levantamiento. De hecho, en el momento del ataque el señor Grave de Peralta se presentó para defender la casa del gobernador y permaneció “bien armado” en las barricadas. Años más tarde, un pariente suyo llamado Julio Grave de Peralta sería uno de los principales cabecillos rebeldes de la jurisdicción de Holguín, participando en su fracasado asedio y ataque de noviembre de 1868.
El 8 de julio Julio Agüego atacó las Tunas. La reacción española fue inmediata. Ese mismo día y al día siguiente tres columnas de Infantería y Caballería se dirigieron a las Tunas, dos desde Bayamo y una desde Puerto Príncipe. Tres días después el propio comandante general del departamento Oriental partió desde Santiago de Cuba a las Tunas al frente de otra columna. (Fuente: Elaboración propia sobre un mapa de la Biblioteca Virtual de Defensa, Ref. ar.j-t.5-c.2-36.)
A las 02:30 horas de la madrugada del 8 de julio la partida de Joaquín Agüero entró a caballo en las Tunas por la carretera de Puerto Príncipe. Mientras una parte de sus hombres se dirigía a tomar el cuartel dividido en dos grupos, él se encaminó con la otra parte a la casa del gobernador a prenderle y a apoderarse de los fondos públicos que se custodiaban allí. Pero la desgracia se cebó en los rebeldes. Uno de los grupos que debía atacar el cuartel se equivocó de camino, confundió al otro grupo con españoles, disparó sobre ellos y los desbandó. Se originó una confusión entre los rebeldes que Joaquín Agüero trató de calmar; se produjo una división de opiniones entre los partidarios de seguir el ataque y los de abandonarlo; la mayoría optó por retirarse del lugar. En su retirada, entre doce o veinte rebeldes se dirigieron al galope frente la casa del gobernador, dispararon un par de tiros, se marcharon de nuevo al galope y se dirigieron a la sabana, donde desaparecieron[05].
Alertada la población, la escasa guarnición y algunos vecinos armados hicieron barricadas para defenderse. El gobernador recorrió las calles y encontró en ellas “multitud de efectos, armas y municiones desparramadas por todas partes, un caballo muerto y toda clase de despojos”, además de dos heridos que dejaron abandonados los insurrectos; también encontró varias “cargas de equipajes entre las que hay muchas cosas, papeles y retratos que hacen interesante una investigación”. El gobernador envió al destacamento de Infantería del pueblo a perseguirlos, pero el esfuerzo fue inútil pues no encontraron a nadie[06]. Ante un posible regreso de la partida rebelde, escribió al gobernador de Bayamo pidiendo refuerzos de infantería y caballería. Este recibió el mensaje de las Tunas el mismo día 8 y, además de informar al comandante general del departamento Oriental, general Joaquín Manzano, envió una columna de 70 soldados del regimiento de Infantería “Isabel II” al mando del segundo jefe del regimiento, comandante don Joaquín Gil, y una sección de 25 lanceros de la Reina, con órdenes de ponerse al servicio del gobernador de las Tunas y e impedir el paso de los rebeldes al interior del departamento Oriental.
Al día siguiente, 9 de julio, salió de Bayamo una segunda columna con 40 infantes de Isabel II y 25 lanceros de la Reina en dirección al río Cautillo y Santo Cristo, a las órdenes del capitán Ildefonso Vidal, con objeto de observar la marcha de los sediciosos en el caso de que, acosados en las Tunas, se corrieran para las jurisdicciones de Holguín y Jiguaní. Se informó de todo a los gobernadores de esos dos puntos y al de Manzanillo, a quien, además, se le instruyó junto con el capitán pedáneo de Cauto el Embarcadero, para que evitase que los rebeldes se fugasen disfrazados en alguno de los barcos extranjeros surtos en aquellos puertos.
Al tener noticia de lo ocurrido, además de confirmar las disposiciones tomadas en Bayamo, el general Manzano organizó en Santiago de Cuba una columna de dos compañías de cazadores y dos de granaderos, la otra mitad de la caballería y una batería de montaña, dispuesta para salir a operar en el campo en caso necesario. Por su parte, el general Lemery dispuso la salida hacia las Tunas del capitán don Manuel Bosch con un subalterno y 30 lanceros de la Reina; pero habiendo llegado a dicho punto los refuerzos de Infantería y Caballería enviados desde Bayamo, la columna continuó la marcha en búsqueda y persecución de la partida rebelde, mientras que las tropas de Infantería ocupaban los puntos de Sabanién, Cascorro, Piedras y Ciego de Juan Sánchez para evitar que los sediciosos se aprovisionaran en ellos.
El 10 de julio el comandante Gil llegó a las Tunas, tras una marcha de 43 horas por malos caminos, húmedos, resbaladizos y enfangados en la que recorrieron los 85 kilómetros que les separaban de Bayamo, sin dejar ningún soldado enfermo ni rezagado. El 13 de julio el comandante Gil encontró a la partida de Joaquín Agüero en un sitio llamado hacienda de San Carlos. El comandante ordenó cargar a la bayoneta sobre ella sobre ella y, tras el combate cuerpo a cuerpo que siguió, logró dispersarla matando a cinco rebeldes y apresando trece caballos y varias armas, a costa de la muerte de dos infantes y un lancero. Fuentes cubanas afirman que, tras el ataque de los españoles, Joaquín Agüero se refugió en la fragosidad del bosque con ocho de los suyos, donde resistió valientemente por dos veces el ataque de los soldados españoles, que sufrieron 25 muertos y numerosos heridos en el combate y se alejaron aterrados del lugar. Ninguna de estas bajas se recoge en los partes e informes españoles de la época, que solo reconocen haber subrido tres bajas en esta acción. El lector es quien debe juzgar[07].
El general Lemery pudo averiguar que "algunos jóvenes de la capital debían reunirse en el ingenio de Guanamaquilla", por lo que despachó hacia el lugar dos secciones con fuerzas de Infantería y Caballería. El 11 de julio, el alférez de Infantería de la Reina don Manuel Pero-Mingo, que mandada una de las secciones, salió a recorrer el campo en busca de fugitivos; entre las 21:30 y 22:00 de la noche encontró al entrar en la sabana también de nombre Guanamaquilla, un grupo de los individuos que perseguía sobre los que cargó. Los insurrectos, a la vista de los lanceros que caían sobre ellos, huyó de forma precipitada arrojando armas y municiones. El alférez cogió prisioneros a dos rebeldes con armas llamados Joaquín Aguero Sánchez y un tal Marín, y otros varios “sin efectos de guerra”, capturando además dos escopetas, un trabuco, dos pistolas, algunos frascos de pólvora, una turquesa y tres caballos y algunos papeles. Escaparon de la refriega entre cinco y seis rebeldes[08].
Ese mismo día, el general Manzano salió para las Tunas con dos compañías de cazadores y medio escuadrón de Caballería con la intención de averiguar lo sucedido sobre el terreno y buscar responsables, pues manifestó al capitán general estar sorprendido de que el teniente gobernador hubiese sido sorprendido y que los insurrectos hubiesen “escapado sin quedar la mitad muertos en las calles”, mostrando con ello “patente la absoluta nulidad de aquel jefe”[09].
Desde la Habana, el capitán general se dedicó a adelantar tropas hacia Puerto Príncipe en un efecto cascada: Envió a Cárdenas varias secciones sacadas del departamento Occidental; el destacamento del regimiento de Infantería "León" que se hallaba guarneciendo Cárdenas fue envado a Villaclara, mientras que el escuadrón de Caballería de Villaclara se desplazó a Sancti Spiritus y el escuadrón de esta localidad partió hasta Puerto Príncipe[10].
A los pocos días era evidente que la insurrección popular no se produjo y que los rebeldes de Agüero estaban solos, pues nadie les seguía. El 15 de julio el capitán general ordenó al general Lemery que formase una causa a los prisioneros capturados y que una vez finalizada se la remitiese a la Habana para la formulación de la sentencia. El 19 de julio ordenó al comandante general de Marina que reforzase la vigilancia de las costas norte y sur de la isla en las zonas de Nuevitas y Santiago de Cuba. El comandante de Marina envió a los vapores de guerra “Congreso” y “Juan de Austria” a las estaciones marítimas de estos dos puntos respectivamente. El mismo día 19 el general Lemery emitió una orden a todos los capitanes pedáneos de su territorio dándoles instrucciones para evitar que los fugitivos de la “gavilla de Aguero” que vagaban por el monte se ocultasen y sostuvieran en los sitios y fincas de la jurisdicción[11].
Las partidas de Joaquín Aguero no fueron las únicas que se levantaron pues, además de Puerto Príncipe, las jurisdicciones de Santa Clara y Trinidad vieron hombres armados organizados en partidas. El 16 de julio el general Lemery informó al capitán general que "un tal don Manuel Nuñez y el teniente de partido don Nepomuceno Barroso habían convocado una reunión de gente sospechosa y que se había visto ya una partida como de 70 hombres reunidos voluntariamente por aquellos sujetos y que intentaban penetrar en Santa Cruz", propósito que el general Lemery juzgaba que no habían logrado los insurrectos porque ya previamente había concentrado "fuerzas de Infantería y Caballería en aquella dirección al tener los primeros indicios, con el fin de perseguir hasta su exterminio esta partida si llegaba a reunirse antes de que las tropas desbaratasen el proyecto." Al cabo de los días ambos cabecillas fueron capturados y encausados[12]. De la partida de Trinidad hablaremos más adelante.
El 20 de julio el comandante Gil y el capitán pedáneo de Manatí supieron que en la hacienda del Júcaro, en Nuevitas, se encontraban entre 25 y 30 de individuos de la partida de Agüero, “desarmados, a pie y sin sombreros”. Dos días después, el capitán Carlos Conus, que se encontraba al frente de una columna de cazadores del regimiento de “Cantabria” y de lanceros de la Reina persiguiendo día y noche al cabecilla, dio con el paradero de la partida fugitiva y en el paraje de Punta Gorda, sobre el mar, logró capturar al cabecilla Joaquín Agüero y Agüero, junto José Tomás Betancourt y cinco rebeldes de su partida, que vagaban por la jurisdicción de Nuevitas tratando de salvarse. El capitán los llevó presos a Puerto Príncipe, donde quedaron encerrados en el cuartel de Caballería de los lanceros de la Reina.
El mismo día de la detención de Joaquín Agüero, Francisco Grave de Peralta se presentó de nuevo al gobernador de las Tunas para denunciarle que el cabecilla Joaquín Agüero y Agüero se hallaba en hacienda del Júcaro en Nuevitas, acompañado de los miembros de su partida Fernando Zayas y Vicente Quiñones. También delató los nombres de los componentes de la junta revolucionaria de Puerto Príncipe: Serapio Recio, Manuel Ramón Silva y Manuel Arteaga, Santiago de Zayas, Diego de Varona y José Varona, siendo este último quien recibía la correspondencia procedente de los Estados Unidos. También informó de la existencia de una nueva partida de unos veinte hombres en el ingenio de don Carlos Mola, en el camino de la Habana, a las órdenes de Francisco Agüero Estrada[13].
Con esto se dio por terminada la aventura insurreccional de Joaquín Agüero. Pero sus consecuencias judiciales acababan de comenzar. El 22 de julio el capitán general ordenó a los generales Lemery y Manzano que formasen sendas comisiones militares para juzgar sumariamente a todos los insurrectos capturados con las armas en la mano, sus cómplices y “auxiliadores”, con ejecución inmediata de la sentencia del consejo de guerra sin necesidad de remisión a la Habana para aprobación, reservándose únicamente la pena capital a la aprobación del capitán general[14]. Entre los encausados se encontraban los prisioneros insurgentes y los individuos que componían la junta revolucionaria de la Tunas, quienes fueron identificados y detenidos.
Algunos de los miembros de la partida de Agüero se presentaron a las autoridades del departamento Central y solicitaron el indulto; este fue el caso de Agustín Agüero y Arteaga, Agustín Agüero y Sánchez, Miguel Agüero y Agüero y Francisco de Paula Hernández y Perdomo. El padre de este último, conde de Villamar, solicitó el indulto de su hijo personalmente al general Lemery. Sin embargo, no se encontró en ellos circunstancias especiales y el 29 de julio el capitán general ordenó su encausamiento junto con el resto de detenidos[15].
El levantamiento de Joaquín Agüero fue secundado en la jurisdicción de Trinidad, pero fue rápidamente sofocado. El 28 de julio el coronel Miguel Barón, teniente gobernador de Trinidad, dio cuenta a las autoridades de la dispersión y disolución y captura de algunos miembros de una partida encabezada por un tal Isidoro Armenteros, capitán de Rurales, quien sin embargo no puso ser capturado. Las batidas dadas por la sierra donde se refugiaron los insurrectos dieron como resultado la presentación a las autoridades de veintiseis “individuos blancos, seis pardos y un esclavo”[16], todos ellos miembros de la partida. Cuatro de ellos fueron apresados en los montes sin ofrecer resistencia, y fueron llevados a Trinidad "manitadados y presos" para ser juzgados. El 30 de julio el cabecilla Isidoro Armenteros se presentó voluntariamente a las autoridades “manifestando que se acogía a la piedad de SM”, y solicitó indulto por haberse levantado, pero sin producir enfrentamiento armado ni derramamiento de sangre. En su interrogatorio denunció a varios individuos que se dedicaban a “fraguar movimientos revolucionarios sin aparecer en ellos”: licenciado Palma, en la Habana; Serapio Recio, abogado, en Puerto Príncipe; Porfirio Valiente, abogado, en Santiago de Cuba; su hermano, agrimensor en Villa Clara; y Leandro Junco, hacendado.
El 30 de julio el capitán general dispuso el embargo y ocupación de los individuos encausados, como resarcimiento de los daños y perjuicios que hayan ocasionados a los particulares y al Estado.
DOCUMENTO: Orden General de la isla de Cuba, de 2 de agosto de 1851, que publica un resumen de los hechos ocurridos durante la insurrección de Joaquín Agüero.
Finalmente, las comisiones militares abrieron cuatro causas: una contra los capturados con las armas en el pueblo de las Tunas; otra contra los auxiliadores y cómplices; otra contra los que se hallaban prófugos, y la cuarta contra Joaquín Agüero y sus compañeros[17]. Durante el consejo de guerra Joaquín Agüero no desmintió los hechos y afrontó su final con valor y hombría. Parece ser que la sentencia le condenó a morir por garrote vil, pero que el verdugo fue envenenado y no se encontró sustituto. El 12 de agosto Joaquín Agüero fue fusilado a las seis y cuarto de la mañana frente a dos compañías de los regimientos “Cantabria” y de la “Habana” y de un piquete de cuarenta caballos[18].
El parte del fusilamiento dirigido al capitán general es una típica muestra de un lacónico texto militar[19]:
“Excmo. Sr.
“En este día han sido fusilados por la espalda, a falta de ministro ejecutor, los reos de alta traición contra el gobierno de S.M. don Joaquín Agüero y Agüero, don Tomás Betancourt, don Fernando de Zayas y don Miguel Benavides, sin que haya ocurrido la menor novedad.
"Dios que a V.E. m. a.
"Puerto Príncipe, a 12 de agosto de 1851.
"Excmo. Sr.
"José Lemery”
En la ciudad de Trinidad se seguía la causa contra los cabecillas de la partida de Isidoro Armenteros, que falló el fusilamiento por la espalda de este cabecilla, previa degradación, y dos más, Fernando Hernández y Rafael Arcis, vecinos y propietarios de Trinidad; el resto de encausados fueron condenados a los presidios de África y la península. El fusilamiento se ejecutó el 18 de agosto. El cabecilla Joaquín Agüero y Sánchez fue condenado a muerte, pero su pena fue conmutada en vista del "giro favorable que habían tomado los sucesos y por considerar S.E. que la vindicta pública había quedado satisfecha con las anteriores ejecuciones."[21]
Con la ejecución de Joaquín Agüero la sociedad libertaria de Puerto Príncipe se disolvió y se paralizaron las actividades separatistas. Pasados tres meses desde la ejecución, el 18 de noviembre se decretó "el indulto de la pena en que hayan concurrido" los miembros de la partida de Aguero que se sabía que aún permanecían prófugos en el territorio, si en el plazo de quince días se presentaban en su domicilio, gracia concedida por S.M. la Reina, que deseaba con ello "enjuagar las lágrimas de sus familias."[21].
Dos años después, en 1853 los camagüeyanos quisieron levantar un monumento a los fusilados, pero no pudieron hacerlo por la oposición de las autoridades, que de ningún modo lo permitieron, por lo que el alcalde de la ciudad, José Miranda y Boza, mandó plantar en la plaza de armas cuatro palmas en su honor[22].
[01] Los hechos sucedidos en julio de 1851 se recogen en la causa contra la conspiración que se abrió por orden de capitán general de Cuba, general José de la Concha. Ver causa citada. En concreto, los detalles ocurridos en el mes de junio se encuentran en el informe que el capitán general envió al ministro de la Guerra el 22 de julio, que se encuentra en AGMM, caja 2543, subcarpeta 19.21.1., documento 2.
[02] Causa citada, pág. 150.
[03] Causa citada, pág. 41.
[04] Se pusieron al mando respectivamente de Augusto Arango Agüero, Francisco Perdomo y José Mateo Ponte. Agustín Arango era el médico de la partida y Manuel José Agüero fue nombrado primer ayudante. Agüero Estrada, op. cit., pág. 31.
[05] Agüero Estrada, op. cit., pág. 32.
[06] Causa citada, pág. 49. También AGMM, caja 2543, subcarpeta 19.21.1, documento 2.
[07] Causa citada, pág. 150; También AGMM, caja 2543, subcarpeta 19.21.2, documento 1. Agüero Estrada, en op. cit., pág. 37-39, afirma que esta acción tuvo lugar el 13 de julio y que los españoles sufrieron 25 muertos.
[08] En el informe del capitán general del 22 de julio (AGMM, caja 2543, subcarpeta 19.21.1, documento 2) no se cita la fecha; en el del 1 de agosto (AGMM, caja 2543, subcarpeta 19.21.2, documento 1) se cita que fue el encuentro ocurrió el 2 de julio, dias antes de la entrada de Joaquín Agüero en las Tunas.
[09] Causa citada, pág. 69.
[10] AGMM, caja 2543, subcarpeta 19.21.1, documento 2.
[11] Causa citada, pág. 84 y 85.
[12] AGMM, caja 2543, subcarpeta 19.21.1, documento 2.
[13] Causa citada, pág. 141.
[14] Causa citada, pág. 72 y 98-99.
[15] Causa citada, pág. 95.
[16] Se conservan los nombres de todos ellos en causa citada, pág. 110.
[17] La relación de los nombres de parte de los insurrectos capturados y puestos a disposición judicial se contiene en la cauda citada, pág. 152, 177-179.
[18] Agüero Estrada, op. cit., pág. 44.
[19] Causa citada, pág. 207.
[20] AGMM, caja 2543, subcarpeta 19.21.3.
[21] AGMM, caja 2453, subcarpeta 19.22.1, documento 6.
[22] Agüero Estrada, op. cit., pág. 46.