Una vez en los Estados Unidos tras su derrota en Cárdenas, Narciso López se dirigió a la localidad de Pass-Christan, a orillas del Mississippi. Allí, el cónsul español, señor Juan Ignacio Laborde, consiguió que las autoridades yanquis procesasen a López y sus cómplices como autores de un delito contra el artículo 6º de la ley de 20 de abril de 1818:
“Si cualquiera persona, dentro del territorio y jurisdicción de los Estados Unidos, empezare ó combinare, o proveyere y preparare los medios para una expedición o empresa militar, con ánimo de dirigirla contra el territorio o los dominios de cualquier príncipe, estado, colonia, distrito o pueblo extranjero con el cual se hallen en paz los Estados Unidos, las personas que así procedan serán culpables de alta ofensa contra el estado, y condenadas a una multa que no exceda de tres mil duros, y a una prisión que no exceda de tres años.”
López fue arrestado en Pass Christian, puesto en libertad en Savannah y conducido a Nueva Orleans, donde el juez MacCaleb abrió el juicio contra él en la Corte del Distrito de Estados Unidos de Nueva Orleans el 7 de junio de 1850. Defendían a López el abogado Mr. Prentis y el general Henderson, luego también procesado, basándose en que la acusación del cónsul español se basaba en “suposiciones”. El discurso inicial de la defensa de López estuvo lleno de injurias e insolencias contra el cónsul español, España, los españoles, su gobierno y la Reina, que fueron aplaudidas por “la chusma y la canalla” del auditorio, muchos de los cuales eran miembros de la expedición y de los que habían de seguirles con los refuerzos.
El 18 de junio se presentaron al Gran Jurado los detalles de la investigación, a resultas de la cual se emitió orden de arresto contra dieciséis personas implicadas, entre las que se encontraban:
En la sesión del 21 de junio la Corte decidió posponer el juicio de López y sus cómplices hasta el 3 de diciembre.
El juicio se reanudó el 16 de diciembre con la causa contra el general Henderson. El 3 de enero de 1851 comenzó a formarse el jurado, labor bastante difícil por la cantidad de convocados que rehusaban formar parte del jurado aduciendo “que se habían formado una opinión sobre el caso”. Por fin, el 6 de enero comenzaron las sesiones. El 20 de enero el jurado se retiró a deliberar. Tras veinte seis horas de discusiones internas, el jurado no se puso de acuerdo y la Corte convino en despedir al jurado y nombrar un segundo jurado, que se formó el 29 de enero. El 31 de enero volvieron a tomarse las declaraciones y el 10 de febrero el nuevo jurado se retiró a deliberar. Al día siguiente su presidente informó de la falta de acuerdo, con lo que volvió a disolver de nuevo al jurado.
El tercer jurado se formó el 28 de febrero y tres días después comenzó la vista. El 6 de marzo se retiraron a deliberar, y de nuevo al día siguiente su presidente presentó la falta de acuerdo. Tras haber seleccionado a más de mil ciudadanos para formar tres jurados, el fiscal del distrito concluyó que no podría formarse un cuarto jurado y que, por tanto, convendría sobreseer la causa y anular las acusaciones de los encausados, ya que había altos funcionarios civiles y militares norteamericanos implicados en la intentona; de hecho, junto a Narciso López fueron apresados y encausados el gobernador, un juez de la corte suprema y dos antiguos senadores del estado de Luisiana y un general y cuatro coroneles del ejército norteamericano. Por su conducta los españoles acusaron al ministro de asuntos extranjeros, señor Clayton, enemigo declarado de España.
Alentados por el favorable resultado de la causa celebrada en los Estados Unidos contra el traidor Narciso López y sus secuaces por su fracasada invasión de Cárdenas del año anterior, en la que se encontraron involucrados los generales norteamericanos Herdenson y Quitman, éste último antiguo gobernador del estado de Mississippi y destacado líder demócrata, y algunas otras personalidades del mismo partido, los revolucionarios cubanos decidieron organizar otra invasión a la isla de Cuba. Para entonces López se había reconciliado con los independentistas de la isla, que reconocieron en él un jefe resuelto y decidido, aunque sin suerte, y le enviaron unos 20.000 pesos de sus partidarios en la isla, que se sumaron a los 13.000 pesos que salvó de su fracasada expedición a Cárdenas. Los organizadores lograron interesar algunas casas de Comercio de Nueva Orleans, que les proporcionaron fondos para la empresa. Reunieron a varios aventureros en las isletas del rio Mississippi, reclutados en este estado y en los de Ohio, Kentucky y la ciudad de Galvestown, llegando al número de unos dos mil entre alemanes, húngaros, italianos y otras nacionalidades[01].
El gobernador del estado de Georgia era favorable a la invasión y proporcionó hombres y armas del arsenal de la capital; los conjurados contaron con dos cañones de pequeño calibre, dos vapores surtos en Nueva Orleans y otros en Nueva York, entre ellos el vapor "Cleopatra", todo listo para emprender la expedición el 24 de abril. La fuerza invasora se encuadraría en dos divisiones, una al mando del traidor Narciso López y la segunda al mando del antiguo presidente de Tejas, general Lamar.
El capitán general de Cuba estaba alertado de ello por el gobierno español, los cónsules españoles en Savannah, Mobile y Nueva Orleans y diversos confidentes, entre los que se encontraba el capitán de vapor norteamericano “Monmouth”, quien le informó del intento de compra de su barco por los revolucionarios.
El 20 de abril el capitán general emitió una circular a sus comandantes generales avisándoles del peligro y solicitándoles que evitasen medidas que alertaran a la población, pues los recursos militares de la isla serían suficientes para abortar la intentona, y recordándoles su obligación de que “hacer que el orden reine” sin apelar “a providencias desusadas”. Ese mismo día publicó la siguiente Orden General del Ejército [02]:
“Soldados:
"Intentan otra vez pisar el suelo que vuestro valor defiende, los mismos que en Cárdenas huyeron cobardemente de un puñado de vosotros. El que los acaudilla es un traidor; los que le siguen sin patria ni bandera conocida no son más que piratas. No se les dará cuartel. Soldados, vuestro valor y vuestra disciplina me aseguran que su exterminio tardará tanto como tardéis en encontrarlos.”
El 22 de abril informó al gobierno de que había tomado las medidas oportunas para asegurar la defensa de la isla en una corta campaña, teniendo preparadas “raciones, botiquines, camillas para heridos y demás elementos necesarios para una campaña de cortos días”, teniendo la marina de guerra sus barcos colocados "en los parajes de avenida".
El 26 de abril informó que una semana antes, el 18 de abril, se había publicado en un periódico de Nueva Orleans una noticia que decía que “el gobierno de Washington ha dado pasos inmediatos para disolover otra expedición contra Cuba”, noticia que era corroborada por la presencia del comodoro Carlker y la fragata de guerra “Savannah”, listos para zarpar con ese objeto.[03]
El 7 de mayo informó al gobierno que dos regimientos de aventureros se desplazaban para ser embarcados en dos vapores norteamericanos en Jacksonville, equipados ambos por el general Quitman, con destino a Cayo Hueso, donde había llegado el traidor López el 25 de abril. También informó que diversas autoridades gubernamentales norteamericanas se dirigían a Jacksonville para detener las operaciones de la expedición, según la proclama que hizo el presidente Fillmore “invitando a las autoridades locales a impedirla con sus esfuerzos y negando la protección de su gobierno al que se aliste en ella”. Pero se dudada de la autoridad que pudieran ejercer los agentes gubernamentales, dada la excitación favorable a la expedición y el “poco influjo que suelen tener” las autoridades en Estados Unidos “sobre las pasiones de las masas”.[04]
La proclama del presidente Fillmore surtió efecto parcialmente, pues las fuerzas piratas organizadas en el estado de Georgia y Mobile fueron disueltas; no así las del estado de Mississsippi, que permanecían junto al traidor López y los generales Hendersson y Quitman, aunque escasas en número.
Las autoridades españolas constataron las estrechas relaciones existentes entre López y Betancourt y los círculos independentistas cubanos, por lo que los conspiradores de la isla fueron detenidos. Su jefe, Joaquín Agüero y Agüero, se libró por encontrase recorriendo la isla reclutando voluntarios para protagonar un intento de rebelión en las provincias de Puerto Príncipe y Trinidad en el mes de julio, que fue finalmente sofocado.
[01] AGMM, caja 2543, carpeta 19.18, documento 3.
[02] AGMM, caja 2543, carpeta 19.18, documento 2.
[03] AGMM, caja 2543, carpeta 19.18, documento 5.
[04] AGMM, caja 2543, carpeta 19.18, documento 7.