El ejército español no aprendió la segunda lección identificada en la guerra de África, de forma que la Tercera Guerra Carlista[01] comenzó en abril de 1872 sin que el ejército contara con tropas de Telégrafos. Una vez más se puso de manifiesto la necesidad de contar con tropas de esta especialidad para afrontar con éxito el mando y conducción de las columnas de operaciones. De hecho, el ministerio de la Guerra solicitó ese mismo año a la Dirección General de Telégrafos que estableciera una red de telegrafía óptica que enlazara entre sí los fuertes de Bilbao y con Castro Urdiales, y que reparase las líneas destruidas por los carlistas[02].

La Dirección General envió al ingeniero Antonio Villahermosa, quien había estado al mando de una de las secciones telegráficas en la pasada guerra de África, para establecer un telégrafo, que resultó ser similar al de la red de Cádiz de 1805; pero el ingeniero no pudo hacer nada por haber tomado los carlistas las alturas próximas a Bilbao. Más tarde, en 1874 el general jefe del Tercer Cuerpo de Ejército del Norte, a la sazón el teniente general don Manuel Gutierrez de la Concha, Marqués del Duero, quien ya había solicitado al entonces coronel Mathé el establecimiento de una red óptica en Cataluña, acudió de nuevo al ya ascendido y jubilado brigadier Mathé para que estableciera una red óptica en Navarra. Con la colaboración del Cuerpo de Telégrafos, el brigadier Mathé desplegó una red cuya topología siguió en parte la red desplegada en 1837 por el general Santacruz en la Primera Guerra Carlista[03].



Sargento 2º de Telegrafistas, ca. 1870 (Foto: Instituto de Historia y Cultura Militar, ref. F.08286).

Para tratar de enmendar el error y afrontar la guerra civil recién estallada, el capitán de Ingenieros José de la Fuente fue comisionado para que estudiase el asunto y presentase un informe que incluyese la propuesta de organización de una Brigada Telegráfica. El capitán presentó una memoria para crear una unidad formada por cuatro oficiales, cien hombres y 38 mulos de transportes, al mando de un capitán.

La nueva unidad debería tener capacidad para tender 50 kilómetros de línea de telegrafía eléctrica con cable de cuatro hilos, aparatos Morse y Breguet, pilas Marie-Davy y Leclanché francesas, así como disponer de aparatos de telegrafía óptica. Su memoria incluía un completo estudio de cargas y transporte en la cantidad de mulos propuesta[04]. La Dirección General de Ingenieros remitió el proyecto al Ministerio de la Guerra el 13 de septiembre de 1872, que lo aprobó mediante la Real Orden de 3 de octubre que reorganizaba las tropas de Ingenieros, incluyendo en ella la creación de una Brigada Telegráfica.

Sin embargo, el proyecto no vio la luz, ya que la Brigada Telegráfica no se incluyó en la Ley de Presupuestos del 28 de febrero de 1873 que debía llevar a cabo la reorganización aprobada cinco meses antes. A pesar de todo, el hecho supuso el primer hito para la creación de las tropas de Telégrafos, tal y como recoge el preámbulo de la Ley de octubre de 1872:

    “Hoy juegan en la guerra dos grandes elementos antes desconocidos: los ferrocarriles y la telegrafía eléctrica, cuyo acertado empleo contribuye tan poderosamente a la victoria. La telegrafía eléctrica ha introducido otra revolución de no menos importancia y prescindiendo de comentar las ventajas ya reconocidas por el Gobierno, al crear de Real Orden una Brigada Telegráfica de campaña afecta al cuerpo de Ingenieros, debemos convenir en que esta medida parcial no armoniza por sí sola el conjunto de una nueva organización, pero es haber dado un gran paso en el terreno de las reformas.”

Por esta razón, el Regimiento de Transmisiones número 21 tiene el privilegio de ostentar la antigüedad de las primeras tropas de Telégrafos del ejército de Tierra, que se remonta al 3 de octubre de 1872, fecha de creación de la Brigada Telegráfica, tal y como citan expresamente los anuarios militares consultados y como dictaminó el Mando de Adiestramiento y Doctrina del ET en 2010[05].


[01] Para algunos se trata de la Segunda Guerra Carlista, pues no consideran que la Guerra de los Matiners (1846-1849) deba considerarse una guerra carlista.

[02] Laorden Ramos, Carlos. Historia militar de las Transmisiones. El Regimiento de El Pardo. Madrid, 1981, pág. 18.

[03] Oliver Roig, Sebastián. Historia de la telegrafía óptica, pág. 98.

[04] El número de 1872 de la colección de memorias del Memorial de Ingenieros publicó la memoria del capitán de la Fuente. Pinchad aquí.

[05] Así se recoge en los Anuarios Militares de España consultados (año 1930, publicado por el Ministerio del Ejército, Talleres del Depósito Geográfico e Histórico del Ejército, en Madrid), y así lo confirma y concede la Secretaría General del Mando de Adiestramiento y Doctrina (SEGENMADOC) en su mensaje de referencia 550/SAINST/6.2.1. número 102020921417 de fecha 21 de octubre de 2010 sobre la antigüedad de los regimientos, redactado “una vez estudiadas las conclusiones y propuestas presentadas en sus informes sobre el tema del asunto por el Instituto de Historia y Cultura Militar y la Comisión del Arma de Ingenieros.”