Los ejércitos de Austria, Baviera, Bélgica, Brasil, Dinamarca, Estados Unidos, Hannover, Holanda, Italia, Prusia, Reino Unido y Rusia llevaban varios años organizando el servicio de Telégrafos en sus ejércitos. Sin embargo, la guerra de África estalló en 1859 sin que el ejército español tuviera ninguna tropa organizada de Telégrafos.
A pesar de los esfuerzos realizados en la primera mitad del siglo en el desarrollo de la telegrafía óptica, la existencia de equipos de telegrafía óptica móvil, las experiencias y éxitos demostrados en las operaciones militares de las dos guerras carlistas de aquel convulso periodo de la historia de España, y el envío de oficiales en calidad de observadores a los conflictos y guerras del momento, el ejército español no consideró necesario especializar tropas para atender la Telegrafía de campaña, contentándose con emplear oficiales del Real Cuerpo de Ingenieros para la planificación y estudio de las redes, que posteriormente instalarían y operarían tropas del único Regimiento de Ingenieros existente, e incluso tropas de Infantería como mano de obra auxiliar, o personal civil contratado.
Por ello, al comenzar la guerra de África, declarada por España el 22 de octubre de 1859, el ejército tuvo que solicitar ayuda al recién creado Cuerpo de Telégrafos civil[01] para organizar una unidad de Telegrafía de Campaña a lomo con oficiales del Cuerpo de Ingenieros militar y personal del Cuerpo de Telégrafos civil. El material de la unidad estaba formado por seis estaciones Morse de pilas de arena y conductores en bobinas[02]. El 4 de noviembre el Cuerpo de Telégrafos creó una comisión de campaña al mando del ingeniero Manuel María Barbery para organizar el servicio, que quedaría formado por una sección de apoyo a la vanguadia, al mando del ingeniero Antonio Villahermosa, y una sección de retaguardia, con misión de permanecer en Ceuta para apoyar a la anterior y operar un cable submarino que se tendería entre Tarifa y Ceuta, al mando del ingeniero Casimiro del Solar.
El 27 de noviembre de 1859 la unidad telegráfica así creada embarcó en Alicante en el vapor italiano Génova que, junto con el también italiano vapor Torino, trasportaba pertrechos de guerra a Ceuta, entre los cuales se contaban 250 quintales de pólvora y mil granadas; sin embargo, el vapor no llegó a su destino pues, trasladado el buque a Málaga para embarcar tropas, nada más echar amarras el 29 de noviembre, la explosión fortuita de una granada generó un incendio a bordo y el vapor tuvo que ser hundido en la bocana de una de las dársenas del puerto con todo el material de guerra para evitar una catástrofe mayor.
En la explosión se perdió el material telegráfico de la unidad; el ingeniero Barbery resultó con graves quemaduras que le produjeron posteriormente una ceguera permanente, por lo que fue reemplazado por Francisco Cabeza de Vaca, quien había ingresado en el Cuerpo de Telégrafos directamente desde el ejército, sin oposición, por ser capitán graduado de Infantería y teniente de Artillería.
Tras el naufragio hubo que improvisar una segunda unidad de Telégrafos en Ceuta con el material y personal que ya había desembarcado en África; esta unidad estableció la línea de telegrafía óptica El Hacho-Serrallo. Al ocuparse Tetuán en febrero de 1860, la sección estableció líneas eléctricas y ópticas con Fuente Martín, Serrallo y Aduana. En el tramo para atravesar el río Martín de la línea Aduana-Tetuán se utilizó el material aprovechable del cable submarino Ceuta-Tarifa que había quedado roto tras un temporal[03].
La guerra de África coincidió en el tiempo con los trabajos para establecer cables submarinos entre la península y los archipiélagos canario y balear. Por ello, al estallar el conflicto el gobierno suspendió estos trabajos y decidió el tendido de un cable submarino que uniese Tarifa con Ceuta, con objeto de tener comunicación con el ejército expedicionario. Se contrató a la misma empresa a la que se había contratado el cable con baleares, la firma inglesa Henley, por un importe de 489.000 reales. El tendido se comenzó el 18 de diciembre, con restos del cable sobrante que la misma empresa había tendido entre Irlanda y Terranova en 1858, un año antes. El tendido finalizó en dos días y se conectó el 21 de diciembre; el 24 de diciembre el periódico madrileño Las Novedades dió cuenta del hecho añadiendo que "[...] este despacho ha tardado solamente quince minutos en atravesar la larga distancia que media entre la corte y la plaza de Ceuta". Desgraciadamente, un temporal azotó el estrecho a principios de año, a resultas del cual el cable submarino se rompió el 8 de enero de 1860. Como dice el señor Olivé Roig en su historia del Cuerpo de Telégrafos:
"El cable a través del Estrecho no era un objetivo prioritario de la red telegráfica [nacional], sino un objetivo militar. Su tendido fue una decisión precipitada. El temporal que lo destruyó fue muy fuerte, pero las condiciones del tendido no habían sido mínimamente estudiadas., no se había hecho un estudio previo del fondo, no se había especificado el tipo de cable a sumergir. Pasarían muchos años antes de que se volviera a tender un cable con Ceuta."[04]
La unidad de Telégrafos fue disuelta al finalizar la guerra. Dos de las lecciones identificadas en el conflicto fueron la necesidad de contar con más tropas de Ingenieros (en la campaña participaron hasta catorce compañías de Zapadores, Pontoneros y Minadores), y la de tener personal organizado para proveer el servicio de Telégrafos. Para dar respuesta a la primera, nada más finalizada la guerra el número de batallones de Ingenieros se incrementó de tres a cuatro, ya que el Real Decreto de 6 de junio de 1860 creó el Segundo Regimiento de Ingenieros sobre la base del tercer batallón del único regimiento existente hasta la fecha y con un segundo batallón de nueva creación, quedando cada regimiento con dos batallones a seis compañías cada uno. Sin embargo, ninguna de las compañías sería de Telégrafos, con lo que se perdió una nueva oportunidad para crear las esenciales tropas de esta especialidad. La segunda lección identificada no se aprendió.
[01] Fue creado mediante la ley de 22 de abril de 1855, promulgada por la reina Isabel II. Ver El Cuerpo de Telégrafos (1854-68), de Sebastián Olivé Roig, pág. 30.
[02] Gallego Ramos, Eduardo. Op. cit., pág. 11.
[03] Olivé Roig, Sebastián. El Cuerpo de Telégrafos (1854-68), pág. 62-63. Sebastián Olivé también nos da la noticia en su nota 75 que Pedro Antonio de Alarcón, en su "Diario de la guerra de África", se emocionó al escribir el 28 de enero de 1860 que "quedó establecido un Telégrafo eléctrico entre Fuerte Martín y la Aduana, y el vívido alambre, al transmitir el pensamiento humano, lo hacía con el habla de Castilla".
[04] Olivé Roig, Sebastián. El Cuerpo de Telégrafos (1854-68), pág. 64.