Fundador del Real Cuerpo de Ingenieros.

Español de origen flamenco, nació en Bruselas en 1667. Su padre fue D. Cornelio de Verboom, que a finales del siglo XVII era el Ingeniero Mayor de los Países Bajos; su hijo le sucedió en el cargo en 1692. Fue colaborador del ingeniero francés Vauban, famoso por su nueva concepción de obras de fortificación. Conocía perfectamente las técnicas de sitio, trazado de planos y construcción de fortificaciones del holandés barón Von Coehorm, famoso ingeniero de la época, junto con Vauban. Participó en numerosos sitios dirigiendo a los ingenieros en los trabajos de zapa y minado, como en Namur (1695), Barcelona (1713-14), Messina (1718) o Gibraltar (1727).



Capitán General don Jorge Próspero de Verboom.


En 1709 fue llamado por el rey Felipe V a propuesta del Marqués de Bedmar para organizar los ingenieros militares españoles. Por Real Decreto del 13 de enero de 1710 el rey le nombró Ingeniero General "de mis ejércitos, plazas y fortificaciones de todos mis reinos". Por Real Decreto del mismo día, le nombró también Cuartel-Maestre General de "todos los reinos, provincias de España y otros estados". Puesto a trabajar en el proyecto, Verboom fue herido y hecho prisionero en la sangrienta y desgraciada batalla de Almenara el 27 de julio de 1710. Conducido a Barcelona, perfiló su propuesta de organización del Real Cuerpo de Ingenieros, que remitió al rey y éste aprobó en un Real Decreto expedido en Zaragoza el 17 de abril de 1711.

Liberado en 1712 tras la apertura de las negociaciones de paz, Verboom se dedicó a poner en práctica sus ideas y a la constitución del nuevo Real Cuerpo, con tanto éxito que siete años despues, en 1718, pudieron destinarse 50 ingenieros bajo su mando a la expedición de Sicilia.

Planeó técnicamente el sitio de Barcelona, que duró 14 meses entre 1712 y 1714. Secundado por sus subordinados, emprendió además la ingrata tarea de reformar el sistema defensivo y promover las obras públicas del reino, dando un extraordinario impulso a todos los trabajos emprendidos mediante constantes y contínuas visitas a los proyectos emprendidos.

Se encargó de la construcción de la Ciudadela de Barcelona en 1715, para lo que hubo de arrasar parte del barrio de la Ribera, lo que señaló la introducción del gusto arquitectónico francés en Cataluña. Así mismo, Felipe V le ordenó proyectar un nuevo barrio en el muelle del puerto de Barcelona, en una zona insalubre denominada Marvella y que ahora es la Barceloneta. La construcción del barrio en sí, diseñado en 1719 por nuestro ingeniero militar, no comenzó hasta 1753, bajo la dirección del arquitecto Francisco Paredes. Se urbanizaron una quincena de calles atravesadas por otras nueve, paralelas a la costa, con casas de planta baja y de un solo piso para que no impidiesen la acción de las baterías de la Ciudadela.

Otras obras que realizó fueron la ciudadela de Seo de Urgel, la reforma del castillo de Montjuich, la fortaleza de San Fernando en Figueras, construcción de cuarteles, hospitales, almacenes, y obras civiles en puertos (Barcelona, Málaga, ..), canales de riego (Murcia, Lorca, ...) y caminos.

Para facilitar la educación de oficiales del ejército y su admisión en el Real Cuerpo de Ingenieros estableció en Barcelona la Real Academia Militar de Mathemáticas y Fortificación a imitación de la de Bruselas, donde él mismo había estudiado.

Participó en la expedición española a Cerdeña y Sicilia (1717-1718), donde dirigió el sitio de Messina (1718) y recuperó la Seo de Urgell. De 1721 a 1727 realizó importantes obras en diversos puntos de España, entre ellos proyectó plano sobre la defensa de Ceuta, la Línea de Contravalación de Gibraltar (1731-35) sobre el solar en el que hoy se asienta la ciudad y el trazado urbano de Algeciras.

En 1726 realizó el proyecto de fortificación de la villa de Santoña, donde el rey Felipe V proyectaba construir un astillero permanente para la Marina Real. De esta manera se evitarían incursiones como las que sufrió Santoña en 1719 por una flota anglo-francesa y en 1639 por la flota del arzobispo de Burdeos. El proyecto no se llevó a cabo porque el astillero se trasladó a Guarnizo.

En 1727 el rey le nombró Marqués de Verboom. Ese mismo año intervino con sus ingenieros en el sitio de Gibraltar, aunque se retiró de él por discrepancias con su jefe.

En 1737 se le ascendió al máximo empleo de Capitán General. Murió el 19 de enero de 1744 a la edad de 77 años, siendo gobernador de la ciudadela de Barcelona.

  • Estudio histórico del Cuerpo de Ingenieros del Ejército. Madrid, 1911. Reedición facsímil de la Inspección de Ingenieros, 1987. Tomo I, página 9-12




Verboom, Jorge Próspero. Marqués de Verboom (I). Amberes, Flandes (Bélgica), 1665 – Barcelona, 19.I.1744. Ingeniero militar.

Quien llegó a ser capitán general, ingeniero general y fundador del Cuerpo de Ingenieros Militares de España, nació en Amberes, siendo hijo de María Ana de Wolf y del también ingeniero militar Cornelio Verboom, que fue ingeniero mayor de los Ejércitos del Rey de España en los Países Bajos.

A causa de los destinos de su padre, pasó sus primeros años en Besançon, comenzando muy joven el servicio en las armas junto a su progenitor, con quien tomó parte en la defensa de las plazas de Besançon y Dôle.

El 5 de febrero de 1677 ingresaba oficialmente en el Ejército como cadete del regimiento de Infantería Walona del conde de Moucron. Esta actividad la compaginó con la asistencia a los cursos de la Real Academia Militar de Bruselas, donde fue discípulo predilecto del director del centro, el ingeniero militar Sebastián Fernández de Medrano, con el que además desarrolló una especial colaboración cuando este último perdió la vista.

Con fecha 8 de enero de 1685 recibía el nombramiento de alférez de Infantería, pasando a Namur donde estaba de guarnición su regimiento, lo que le llevó a intervenir en las obras de fortificación de aquella plaza.

En 1688, cuando estalló la guerra con Francia, fue empleado como ingeniero voluntario, patente que recibió con fecha de 8 de abril de ese año, demostrando entonces una gran valía para esas tareas. Por ello, no mucho tiempo después, el 30 de mayo de 1690, obtenía la patente de ingeniero y despacho para asistir al Cuartel Maestre General de los Países Bajos, que en aquel momento era Jerónimo de Barceló.

En virtud de sus méritos, el 8 de octubre de 1692, el elector de Baviera le concedió el mando de una Compañía en el Regimiento de Infantería Walona, y al año siguiente, al fallecer Jerónimo de Barceló, le fueron confiados, con fecha de 8 de agosto, los cargos de cuartel maestre general y de ingeniero mayor de los Ejércitos españoles en los Países Bajos.

Como consecuencia de ello, en 1695 intervino en el sitio de Namur, colaborando con uno de los más insignes ingenieros militares de todos los tiempos, el holandés Coehorn. La actuación de Verboom en esta acción fue muy elogiada, lo que acrecentó su fama y le supuso el ascenso a “Maestre de Campo de Caballería de Corazas Españolas”, obteniendo con fecha de 1 de noviembre de 1695 el mando del Regimiento de Caballería del marqués de Cropani, pasando el 30 de abril de 1698 a mandar el “Regimiento de Caballería de Lorena de Corazas del Pie de Alemanes Altos”. Un año antes, el 19 de marzo de 1697, contrajo matrimonio en Bruselas, ciudad natal de su esposa María Margarita Vischer. Fruto de esta unión nacieron cinco hijos, tres varones, Isidro Próspero y Juan Baltasar —que como su padre, fueron ingenieros militares— y Guillermo Javier, que fue canónigo de la Catedral de Zaragoza y arcediano de Aliaga; una de sus hijas, Catalina María Teresa, estuvo casada con Francisco de Rober, marqués de Rober y militar de profesión.

Tras esta, que podría calificarse como primera etapa militar de Verboom, llegó el momento de la segunda, en la que terminó por confirmar sus grandes dotes para la ingeniería militar. Este segundo período fue el de la Guerra de Sucesión española (1702-1714), en el que Verboom tuvo importantes actuaciones en apoyo de Felipe V, destacando en un primer momento sus intervenciones en Flandes, donde tuvo especial relevancia la defensa de Amberes, para la que hubo de desarrollar importantes obras de ingeniería militar.

En ese mismo año de 1702, salió de Amberes acompañando al marqués de Bedmar con la intención de sitiar la ciudad de Hulst, habiendo recibido por parte de Vauban el encargo de hacer algunas obras. Tras esto regresó de nuevo a Amberes.

Todos los méritos que iba obteniendo Verboom repercutían directamente en su carrera militar, de tal manera que el 8 de febrero de 1702 era ascendido a brigadier y el 25 de abril de 1704 a mariscal de Campo.

Sin embargo, al producirse en 1706 la derrota del ejército español mandado por el duque de Villeroy en la batalla de Ramillies, Verboom se vio obligado a abandonar Amberes, aunque aún consiguió reunir algunas fuerzas con las que obligó a los ingleses a levantar el sitio de Termonde. Tras ello se produjo un desagradable hecho, pues Verboom fue arrestado y encerrado en la ciudadela de Valenciennes, al ser tomado por los franceses como chivo expiatorio para ocultar su propio fracaso en la derrota.

Tras su liberación marchó a Chartres y en 1708 solicitó a Felipe V de España el regreso al servicio activo, en un momento en el que al poco tiempo, en 1709, las circunstancias se pusieron muy en contra de los aliados hispano-franceses. Por otra parte, fue también en este último año cuando, nombrado secretario del Despacho de Guerra el duque de Bedmar, propuso a Felipe V organizar en España un cuerpo de ingenieros, sugiriendo como la persona más eficaz para llevar a cabo esa tarea a su antiguo colaborador en Flandes, el ya mariscal de Campo, Jorge Próspero Verboom.

Con esa finalidad, llegaba Verboom a Madrid ese mismo año, aunque sin embargo, fue inmediatamente destinado a reconocer la frontera con Portugal, tarea que llevó a cabo durante el verano, emitiendo un informe sobre la situación de las fortalezas con vistas a la prevista campaña a iniciar en otoño. Cabe decir que Verboom consideró deficiente la situación de aquellas fortificaciones, proponiendo lo necesario para dejarlas en condiciones de que contribuyeran eficazmente al éxito de las acciones.

Con el fin de facilitar la tarea para la que había sido llamado, y al mismo tiempo reconocerle su entrega al servicio de España, el 18 de diciembre de ese mismo año de 1709, Verboom era ascendido al empleo de teniente general de los Reales Ejércitos, y pocos días después, el 13 de enero de 1710, recibía el nombramiento de “Cuartel Maestre General e Ingeniero General de España y de todos los Dominios de la Monarquía”.

Confirmada ya su tarea de constituir un Cuerpo de Ingenieros, solicitó que se trajera de Flandes a algunos de sus antiguos colaboradores, con los que formó un primer núcleo homogéneo que sirviera de base para poder constituir el nuevo cuerpo militar. Sin embargo, la idea tuvo que retrasarse un poco, pues la campaña militar en la zona de Lérida hizo que Verboom acudiera a ella en junio de 1710, volviendo a dar muestras claras de su gran pericia como estratega e ingeniero, si bien, un poco después, y continuando con su actuación bélica, resultó herido y hecho prisionero en la batalla de Almenara, en la tarde del día 27 de agosto, por lo que fue trasladado a Barcelona donde quedó en cautiverio.

El tiempo en que estuvo preso no fue improductivo para Verboom, sino que, como hombre de gran actividad, lo pasó considerando la mejor forma de llevar a cabo la primera finalidad para la que había venido a España, la de constituir el Cuerpo de Ingenieros militares, y con cuyas ideas, Felipe V, estando en Zaragoza, aprobó mediante un Real Decreto de 17 de abril de 1711 el Plan General de los Ingenieros de los Ejércitos y Plazas, lo que suponía la fundación de ese cuerpo militar, en tanto que su ideólogo continuaba en prisión en Barcelona.

Por fin, en marzo de 1712, Verboom, que había rechazado varias ofertas para pasarse al enemigo, era canjeado por el general británico Carpenter, que había sido hecho prisionero poco después que Verboom, en diciembre de 1710, en la batalla de Brihuega.

Constituido ya el Cuerpo de ingenieros, Verboom, en calidad de ingeniero general, escribía en julio de 1712 al marqués de Bedmar para hacerle ver la necesidad de instituir un centro de enseñanza en que se diera la formación necesaria a los futuros ingenieros, para lo cual, además, le enviaba datos de la Academia de Bruselas, fundada por Sebastián Fernández de Medrano y en la que él mismo había recibido su conocimientos, todo lo cual llevó al Rey a confirmar, en fecha 19 de agosto de 1712, a Verboom en el cargo de ingeniero general, poniendo bajo sus órdenes a todos los ingenieros.

Pero al tiempo que planteaba estos proyectos, continuaba con su actuación de carácter eminentemente bélico. El márqués de Bedmar le ordenó incorporarse en Gandía a las fuerzas del duque de Pópoli, que se proponía poner sitio a la ciudad de Barcelona. Sin embargo, éste no aceptó las ideas de Verboom, lo que por el contrario sí hizo Berwick, cuando poco después sustituyó a Pópoli. La actividad de Verboom en el asedio fue, además de eficaz, de una entrega total, pues apenas se apartó de las tareas de formación del bloqueo ni de las acciones del asalto, llevado a cabo el 11 de septiembre de 1714.

Tras la toma de la ciudad, el 27 de febrero de 1715 fue designado gobernador de la Seo de Urgel y Castel Ciudad, con la Comandancia de las veguerías de Puigcerdá, Cervera y Manresa, por lo que se ocupó personalmente de mejorar el estado de diversas fortalezas a su cargo, entre las que cabe destacar las de Gerona, la Seo de Urgel y el Castillo de Figueras.

De todas formas, Barcelona seguía constituyendo una preocupación para el Gobierno, que temía levantamientos de la población, por lo cual, Verboom recibió el encargo de levantar una ciudadela que asegurase el control de la ciudad. Esta tarea ocupó prioritariamente al ingeniero, tal como se hace patente a través de los numerosos planos y proyectos que hizo como planteamiento previo de la obra, así como por los que fue realizando en el transcurso de los trabajos de construcción para dar respuesta a los problemas que iban surgiendo. Evidencia de la concentración de esfuerzos de Verboom en la tarea, es el que en abril de 1715 escribía al ministro del Despacho de la Guerra, Miguel Fernández Durán, disculpándose por no poder atender a la constitución de la Academia para la formación de los ingenieros por estar muy ocupado en el proyecto de la ciudadela de Barcelona.

Fue también él quien en 1715 diseñó la medalla conmemorativa de la ceremonia de colocación de la primera piedra de la ciudadela y se ocupó personalmente del desarrollo de las obras, lo que le llevó a solicitar el 1 de enero de 1718 el nombramiento de gobernador de la fortaleza, lo que le fue concedido el día 13 de mayo del mismo año.

En este último año volvió a la actividad militar activa, pues hubo de intervenir en la campaña del cardenal Alberoni en Sicilia, a la que acudió al mando de los ingenieros militares que intervinieron en ella.

Tras la misma, el marqués de Bedmar señaló en un escrito de fecha 12 de noviembre de ese año, el agradecimiento a Verboom por las acciones que llevaron a la toma de la ciudadela de Mesina, manifestando que el éxito de la campaña se debía al ingeniero (Archivo General de Simancas, Guerra Moderna, leg. 3799).

En ese mismo año de 1718 volvió a dar otro paso trascendental para la historia del Ejército español a través de su cargo de Ingeniero General, pues se hizo público el llamado Proyecto General Impreso, con el que se daba el modelo de cuartel que desde entonces debería ser empleado en toda España, a fin de mejorar las condiciones de vida del soldado.

Cuando se produjo el abandono de Sicilia por los españoles, Verboom regresó, e inmediatamente, en 1721, y como una más de las funciones de su cargo de ingeniero general, comenzó un largo periplo para inspeccionar distintas plazas y fortalezas españolas, así como plantear diversas actuaciones de carácter público.

Partió en el mes de marzo de ese año camino de Málaga, si bien, durante el itinerario, visitó las defensas de Alicante, llegando en octubre a Murcia y Granada, donde además del cuidado de las fortalezas de esas zonas, realizó un proyecto para llevar las aguas de los ríos Castril y Guardal a la ciudad de Lorca. Llegado por fin a Málaga, permaneció allí durante un año, planteando la mejora de la fortificación y del muelle y realizando también un proyecto para el abastecimiento de agua a la ciudad. Pasó luego a Ceuta, donde estuvo un largo tiempo, hasta que el 1 de junio de 1723 solicitó autorización para regresar a la península por su mal estado de salud, lo que le fue concedido en fecha de 6 de agosto, enviándose para sustituirle al Ingeniero en Segunda Pedro d’Auberterre. Así fue como llegó a Málaga para concluir las obras que había emprendido antes de ir a Ceuta, pasando posteriormente a reconocer las costas gaditanas y plantear proyectos para la defensa de la ciudad de Cádiz. De allí se trasladó a Sevilla, proponiendo las obras necesarias para hacer navegable el río Guadalquivir entre esta ciudad y la de Córdoba. Todo este periplo de cuatro años lo realizó en una lamentable situación económica, pues apenas le fueron satisfechos sus haberes y los de los ingenieros que le acompañaron en la comisión, por lo que ellos mismos tuvieron que sufragar los gastos de los viajes, y en muchas ocasiones malvivir, lo que le llevó en 1725 a solicitar el pago del sueldo y de los atrasos, pues la situación se había llegado a hacer insostenible.

Tras esta etapa, en julio de 1725 Verboom pasó a mejorar las fortificaciones de Pamplona, San Sebastián y Fuenterrabía, permaneciendo en aquellas tierras hasta septiembre de 1726, en que fue llamado a Madrid con la intención de contar con él en el sitio que se iba a levantar en Gibraltar.

La dirección de esta campaña se encomendó al conde de las Torres, confiándose a Verboom las operaciones relativas a los ingenieros. Sin embargo, surgieron desavenencias entre los dos jefes militares por la forma en que consideraban que debía llevarse a cabo la acción, pues el conde de las Torres opinaba que la operación debía hacerse atacando por tierra, mientras que Verboom era partidario de hacerlo por mar.

Los acontecimientos quitaron la razón al conde de las Torres, pues la operación fue un fracaso; de todas formas, lo que no permite la Historia es saber lo que hubiera ocurrido en caso de haberse llevado a cabo el plan de Verboom.

En el transcurso de estos acontecimientos, y en honor a sus méritos, el Rey concedió a Verboom el título de marqués de Nienvorde, en referencia a unas tierras que poseía en Flandes; sin embargo, el ingeniero solicitó que el título fuera de Castilla, lo que le fue concedido a comienzos del año 1726 con su propio apellido, con el vizcondado previo de Nieurevorde. Un año después, el 9 de enero de 1727, y en respuesta a su solicitud, se le liberó a él, y a sus herederos, del derecho de Lanzas de medias annatas que conllevaba el título de Castilla.

Desde Gibraltar, Verboom se dirigió a Madrid, donde estuvo enfermo durante un largo tiempo, hasta que en febrero de 1731 volvió a instalarse en la Ciudadela de Barcelona. La salud de Verboom y su estado anímico no debían de ser muy óptimos en estas fechas, tal como se desprende de la carta que con fecha 10 de octubre de 1727 dirigió al marqués de Castelar pidiendo para su hijo Guillermo la encomienda de Segura de la Sierra, que consideraba mejor que la de Castel-Seràs que se le había concedido. En la misiva decía que tenía muchos achaques y que viviría ya poco tiempo (Archivo General de Simancas, Exps. personales).

Sin embargo, la vitalidad de Verboom era realmente prodigiosa, y como en ocasiones anteriores, continuó con su frenética actividad, como son muestra los numerosos planos realizados en este año y en los siguientes para distintos lugares y obras, como por ejemplo, el puerto de Barcelona, las defensas de Cádiz o la plaza de Ceuta entre otras.

Vuelto a instalar en la Ciudadela de Barcelona tal como acaba de decirse, ya no cambió de residencia, procurando desde allí, y en virtud de su cargo de ingeniero general, la constante mejora del Cuerpo que él mismo había fundado, así como también la de su propia familia, por cuyo futuro hizo verdaderos esfuerzos.

En este sentido, merece especial mención la atención que tuvo hacia su hijo Isidro Próspero, también ingeniero militar, y para quien solicitó la concesión de la futura de los empleos de ingeniero general y cuartel maestre general, cuestión que le fue concedida el 8 de mayo de 1732 para servirlo en la expedición confiada al conde de Montemar y ejecutarlo en las ausencias y enfermedades de su padre, si bien fue por poco tiempo, ya que Isidro Próspero falleció en 1733.

La salud de Verboom continuaba deteriorada, a lo que se añadía el dolor causado por la muerte de su primogénito, y así, el 26 de diciembre de 1733 escribía a José Patiño disculpándose por no poder acudir a la Corte, tal como se le había solicitado, ya que se lo impedía su mal estado de salud. A este estado se unía otro disgusto y frustración personal, pues que su carrera militar se había detenido de un modo que consideraba injusto, tal como hizo ver en la queja que formalizó en 1734 ante el ascenso al empleo de capitán general de dos tenientes generales más modernos que él; esto le llevó a solicitar en fecha 14 de enero de 1735, el nombramiento de capitán general, indicando que, si bien padecía del pecho y de las piernas, esto no era obstáculo, pues, aunque en ese momento tenía impedimentos para poder estar en campaña, podría estar trabajando en el despacho y así restablecerse y volver al servicio (Archivo General de Simancas, Guerra Moderna, leg. 3799). Por fin, pasados dos años, y tras reiterar más veces la solicitud, se atendió su demanda y fue ascendido a capitán general el 17 de noviembre de 1737.

Con esa graduación, y con sus problemas de salud, continuó viviendo como gobernador en la Ciudadela de Barcelona, desarrollando su habitual gran actividad, hasta que falleció a las diez horas y treinta minutos de la mañana del día 19 de enero de 1744, siendo enterrado, tal como había dispuesto en su testamento, en el Real Convento de Santa Catalina de la Orden de Predicadores, donde estaba enterrada su esposa.

Obras de Próspero de Verboom:

  • Marches et compements de l’Armée des Aliez au Pays-Bas en l’an de 1691, sous les ordres du Roi d’Anglaterre, le tout demontré sur des cartes géographiques, ms. (Instituto de Historia y Cultura Militar, 54 hojas);
  • Projet pour une Academie ou Ecole, oú se doit demontrer les Mathematiques, Fortification et Dessein dans les parties qui conviennent de savoir á un Officier de guerre, et particulièrment pour ceux qui souhaiterons déntrer dans les Corps d’Ingenieurs D.S.M., ¿1712?, ms. (Instituto de Historia y Cultura Militar, 5 hojas);
  • Projet d’une citadelle à construire à la cité de Zaragoza avec des reflexions preliminaires au même sujet, 1712, ms. (Instituto de Historia y Cultura Militar, 11 hojas);
  • Descripción del sitio donde se hallan los vestigios de las antiguas y célebres ciudades de Algeciras, la de sus contornos y Bahía de Gibraltar. En que se hace relación de la consistencia de su fortaleza y población en los siglos pasados, y de algunos asedios que en varias ocasiones tuvieron, y la causa de su destrucción, según se ha podido investigar. También se exponen los grandes beneficios que resultarían al Real Servicio y Bien Público si se volviesen a restaurar. Y para mayor inteligencia de lo que se irá discurriendo sobre estas importancias, acompaña a esta relación un mapita que demuestra la disposición de la Bahía y situación de Gibraltar con su vista, la colocación de las Algeciras y proyecto de su nueva fortificación, que aunque pequeña puede servir para tomar una idea de su consistencia, 1726, ms. (Instituto de Historia y Cultura Militar, 16 hojas);
  • Proyecto o Idea sumaria para la formación, Govierno y permanente establecimiento de Academias Reales y Militares de Matemáticas y Fortificaziones en los parages que S.M. destinase de sus Dominios, 7 de agosto de 1730, ms. (Archivo General de Simancas, Guerra Moderna, leg. 2994, 55 hojas).

    Bibl.: E. Wauwermans, El marqués de Verboom Ingeniero militar flamenco al servicio de España, trad. del francés por los coroneles M. Bosch y Arroyo y J. de la Llave, Madrid, Imp. del Memorial de Ingenieros, 1894; Y. Bottineau, L’art de Cour dans l’Espagne de Philippe V, 1700-1746, Bordeaux, 1962; E. H. Capel et al., Los ingenieros militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica, Barcelona, Ediciones de la Universidad, 1983; H. Capel, J. E. Sánchez y O. Moncada, De Palas a Minerva: La formación científica y la estructura institucional de los ingenieros militares en el siglo XVIII, Barcelona, Serbal/Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988.

    Jesús Cantera Montenegro, Real Academia de la Historia.