Ingeniero militar español de los siglos XVI y XVII.
(NOTA: La presente biografía está copiada de la escrita por Alicia Cámara Muñoz en la web de la Real Academia de la Historia).
Nacido alrededor de 1570, no sabemos donde, este ingeniero, que en la documentación aparece a veces como “Jerónimo Fernández de Soto”, desde 1584 se formó como entretenido al lado de Tiburzio Spannocchi a quien acompañó en todas sus obras, siendo su gran discípulo y su hombre de confianza.
En 1595 ganaba 25 ducados al mes, lo que no de daba para vivir, por “andar siempre en caminos largos en servicio de V. Md.”. Las peticiones de Soto siempre las apoyó Spannocchi basándose en su buena disposición para “aprender y adelantarse en cosas de fortificación”. De hecho fue normalmente Soto quien llevó a la Corte las trazas y relaciones del ingeniero Spannocchi para poderlas explicar en caso de duda ante el Rey y su Consejo de Guerra. En 1605 pidió a Felipe III el título de ingeniero, que obtendrá en marzo de 1606 poco después de la muerte de fray Tiburcio Spannocchi, de quien heredó los planos y modelos. Hasta la muerte de éste su trayectoria de viajes e intervenciones en fortificación es la misma, puesto que siempre viajó con él, así que nos lo encontramos en Cádiz, Gibraltar, Aragón, Guipúzcoa, Galicia, Sevilla..., Spannocchi se refería a él como “mi discípulo”, y ya en 1598 planteó la posibilidad de dejar todas sus obras a Soto pidiendo que a él le retirasen por estar cansado. De la estima en que tenía a Soto habla también el que le nombrara su testamentario.
Muerto Spannocchi en 1606, Jerónimo de Soto siguió siendo un ingeniero muy valorado, supervisando incluso las obras de otros ingenieros, como hizo con el proyecto de Cristóbal de Rojas para el muelle de Gibraltar en 1608, o con la traza de Juan Bautista Antonelli para Larache. En 1607 informó sobre la posibilidad de hacer navegable el Pisuerga.
En 1611 informó sobre el dinero necesario para acabar las fortificaciones de Portugal. En 1613 fue nombrado capitán ordinario de Infantería. En 1616 se ocupaba de las obras de Cádiz y Gibraltar, en 1619 dio trazas para la fortificación de Mallorca, y en 1625 dio traza para una torre, entre Cope y Calabardina, en el reino de Murcia. Es uno de los pocos ingenieros de fortificación de los que se conoce su biblioteca: ciento veinticuatro libros, entre los que hay obras religiosas, de derecho y de historia, pero sobre todo de carácter científico, Euclides, Ptolomeo, Apiano, Sacrobosco, Chaves, Vitruvio, Alberti, Palladio, Serlio, Vignola, Tartaglia, Cataneo, Lanteri, Della Valle, Tetti, Biringucci, Agricola, etc., incluyendo a tratadistas españoles como González de Medina Barba, Cristóbal de Rojas, Lechuga, Firrufino, García de Céspedes..., nombres todos que muestran las frágiles fronteras profesionales entre arquitectura militar y arquitectura pública así como con lo que llamamos ingeniería en el Renacimiento.
Entre sus bienes había dibujos de territorios, lo que une la geografía a ese cúmulo de funciones que desempeñaron los ingenieros militares de la época. Su estatus social se aprecia, asimismo, en su colección de obras de arte, con esculturas, pinturas de diversos géneros, retratos de emperadores y reyes, dibujos y mapas.
Su hijo, del mismo nombre, que nació en 1599, continuó con la profesión de ingeniero militar.
Biografía de Jerónimo de Soto en la Real Academia de la Historia, escrita por Alicia Cámara Muñoz.