Ingeniero militar italiano del siglo XVI al servicio del rey de España.
(NOTA: La presente biografía está copiada de la escrita por Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño en la web de la Real Academia de la Historia, complementada por el webmaster en mínimos detalles).
Fabio Borsoto nació en Sicilia, Italia, desconociéndose la fecha de su nacimiento. Borsoto, tenido por el mejor ingeniero de puertos del siglo XVI, sirvió en Palermo durante 17 años en la construcción de un muelle, obra con la que adquirió gran fama y por la que Felipe II, en 1585, le hizo venir a España (dejaba en Palermo su casa y su familia) para que construyera un puerto en Málaga que permitiese la salida de sus productos, al tiempo que diese abrigo a las galeras de la Armada, empresa que había sido intentada anteriormente por los ingenieros Juan Bautista Calvi y El Fratín. Ambos muelles, el de Palermo y el de Málaga, formaban parte de la política portuaria de los Austrias en el Mediterráneo. En el caso del precario puerto natural de Málaga, se necesitaba una mayor seguridad, teniendo en cuenta su papel en el abastecimiento y relaciones con los enclaves fortificados del norte de África, sobre todo Melilla y el peñón de Vélez, siendo Málaga, desde que la conquistaron los Reyes Católicos, “frontera, puerto de mar y playa”.
Su viaje desde Italia lo hacía primero por Monzón, donde se hallaba el rey, con el que conferenció. Borsoto recibió órdenes del Consejo General, que le mandó a Málaga. No hizo el viaje solo, sino que vino con él su pariente Octavio di Arigno, tanto para hacerle compañía como para trabajar también en el muelle. Probablemente un año más tarde, se trajo también dos ayudantes que habían trabajado con él en el muelle de Palermo, “Apolito Savinon y el maestre Simón Marota naturales y vecinos de Palermo”. Una vez en Málaga, se dedicó a los trabajos preparatorios, aprovisionamiento de barcas y habilitación de caminos para conducir la piedra, establecimiento de arbitrios y señalamiento de rentas reales. Elaborado el proyecto correspondiente, lo llevó a la Corte (además de los planos consiguientes aportaba una maqueta o modelo de la planta de la ciudad y de su futuro muelle), que fue examinado nuevamente por el arquitecto Juan de Herrera y aprobado por el rey, colocándose la primera piedra con la mayor solemnidad el día 3 de enero de 1588.
El muelle de Málaga arrancaba a 50 pasos del mar con nueve pasos de altura y penetraba en el mar 110 pasos aprovechando unas peñas “que hasta passar dellas no se puede bien declarar del todo obra de fábrica”. El ancho era de 20 pasos y la pequeña plataforma de la parte de dentro, para desembarcar y para ubicar las escaleras que permitían subir a lo alto del muelle, tenía ocho pasos de ancho y 24 de largo.
La especialización de Borsoto fue aprovechada en España, puesto que al poco de llegar fue enviado a Tánger para estudiar la posibilidad de construir un muelle. Posteriormente, estuvo trabajando en el puerto de Gibraltar (necesitaba ser reparado de los daños producidos por una fuerte tormenta) y en el de Denia. A esta última plaza sería enviado en 1601, por mediación del duque de Lerma en compañía de su hijo Francisco Borsoto, para estudiar la construcción de un puerto que permitiese la salida de productos de la tierra y el abrigo a una escuadrilla corsaria. Un desplome de la montaña inmediata de Gibralfaro de donde se sacaba la piedra, a principios de 1592, vino a interrumpir momentáneamente la obra, al resultar herido Borsoto, continuándola algunos maestros prácticos que había traído del muelle de Palermo, a los que dirigía haciéndose conducir en una silla, hasta que consiguió su completo restablecimiento.
En 1596, Borsoto propuso, en la mejor tradición de la ingeniería urbana, que se hiciera una fuente en el puerto de Málaga para abastecer a trabajadores y navíos, aprovechando tres corrientes de agua que había cerca del muelle que se estaba construyendo.
En 1603 Felipe III envió al Ingeniero Mayor, Tiburcio Spannocchi, a Málaga para que informara sobre las obras del muelle en construcción. Spannocchi recomendó al rey que volviese a poner el dinero necesario para finalizar la obra, a su entender “obra grandiosa”.
En 1605 Fabio Borsoto recibió la orden de marchar a Nápoles para que emitiese un informe sobre su puerto (que luego se amplió a Portolongone), con la idea de que, una vez realizado el citado informe, volviese a Málaga. En una carta de 15 de septiembre de 1609, daba cuenta al rey de su falta de salud y avanzada edad, cuyos efectos no podía vencer y le obligaban a rendirse, con el sentimiento de creer que no podría volver a España. En ella señalaba al mismo tiempo sus servicios por espacio de 50 años, recomendando a su hijo y a una hija que tenía en Nápoles y “a quienes no podía dejar más herencia que su pobreza y la munificencia de S.M. teniendo á gran fortuna el haberla bien merecido”. Murió a poco tiempo en Nápoles, reemplazándole su hijo D. Francisco Borsoto en los trabajos de Málaga, donde murió pocos años después. Las obras de Málaga fueron continuadas por otros maestros mayores a lo largo de todo el siglo XVII.
Biografía de Fabio Borsoto en la Real Academia de la Historia, escrita por Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño.