Durante la Guerra de la Independencia se realizaron varios intentos para establecer la Academia en Granada y Mallorca, hasta que finalmente se estableció de forma interina en la ciudad de Cádiz en febrero de 1812, dando origen a las promociones de "los gilitos". Finalizada la guerra, la Academia regresó a su antigua sede de Alcalá de Henares en diciembre de 1814.





El 24 de mayo de 1808 se inició la Fuga de los Zapadores, episodio que supuso la marcha de los profesores y alumnos de la Academia y su dispersión por diferentes plazas españolas para hacer frente a los franceses. La Academia quedó disuelta "de facto". Todo el material se abandonó, y se dejó un inventario en la mesa del profesor de dibujo.

Cuando los franceses evacuaron Alcalá de Henares con ocasión de su repliegue a la línea del Ebro tras su derrota en la batalla de Bailén, los españoles volvieron a ocupar la ciudad el 7 de octubre de 1808. Se encontró la mayor parte de los efectos de la Academia, que fueron inventariados por los oficiales de Ingeneiros don Blas Manuel Teruel y don Antonio Remón Zarco del Valle, que fueron comisionados para tal efecto.

Por su parte, el resto del Real Cuerpo sufrió un grave quebranto desde el levantamiento contra Napoleón. El mariscal don Antonio Samper, Comandante General interno del Real Cuerpo, atendió como pudo las necesidades más urgentes con el personal disponible; pero como éste disminuía con los muertos, heridos, afrancesados, ascensos a General y destinos a las Planas Mayores, se hacía sentir imperiosamente la necesidad de renovar el reclutamiento de la oficialidad de Ingenieros.

Samper propuso con insistencia a la Junta Central Suprema la reapertura de la Academia de Ingenieros en una de las ciudades de Andalucía, libre por entonces de la invasión francesas. Por fin, una Real Orden de 1° de mayo de 1809, dictada por don Antonio Cornel, Ministro de la Guerra, en el Real Palacio del Alcázar de Sevilla, aprobó "de orden del Rey N.S. Don Fernando VII y en su Real nombre la Junta Central Suprema de Gobierno del Reino", que la Academia se estableciera en Granada, ordenando a Samper que informase el edificio a utilizar.

Tras varios informes, el mariscal Samper propuso utilizar el edificio del Colegio de San Miguel, fundado por Carlos V para la educación de los jóvenes moriscos a cargo del Arzobispo, convirtiéndose con el tiempo en casa de jesuitas. Una Real Orden de 11 de julio de 1809 aprobada la propuesta de Samper.

En septiembre de 1809 el Secretario de Despacho de Gracia y Justicia remitió al Secretario de Guerra una instancia documentada del Arzobispo de Granada oponiéndose a la designación del edificio alegando hostilidad contra el seminario. El mariscal Samper informó negando lo de la hostilidad, y que había elegido San Miguel por ser el mejor edificio para convertirlo en Academia de Ingenieros, pero comisió al capitán Bustamante para averiguar y reconocer otro edificio que propusiera el Arzobispo.

El capitán Bustamante propuso utilizar la casa de don Miguel José de Azanza, duque de Santa Fe, acusado de afrancesado por ser ministro de Pepe Botella y expropiada por la Real Hacienda. Una Real Orden de 25 de octubre sancionó la propuesta. Las formalidades para la confección del inventario y entrega retrasaron la ejecución de las obras de acondicionamiento. Pero la invasión de Andalucía por los ejércitos franceses obligó a evacuar Sevilla y Granada hacia Cádiz, con lo que el proyecto del mariscal Samper se frustró.







Para atender a las necesidades de oficiales de Ingenieros se convocó un exámen para ingreso en el Real Cuerpo. Para ello se nombró un Tribunal presidido por el mariscal de campo don Agustín Bueno Ortiz, el teniente coronel don Manuel Rodríguez de Cangas y Fito, el teniente coronel D. Luis de la Viña y el capitán D. José Iglesias. Pero no se presentaron al examen más que cuatro aspirantes: tres oficiales y un cadete.







Una vez instalado el gobierno en la Isla de León, el mariscal Samper propuso de nuevo al creación de la Academia de Ingenieros, esta vez en el edificio de Pabellones de Ingenieros, donde había estado instalada la antigua Academia Militar y que conservaba parte del material y muchos libros. Una Real Orden de 24 de mayo de 1810 aprobó esta propuesta.



Uniformes del Real Cuerpo de Ingenieros a principios del siglo XIX.

El 29 de junio el mariscal Samper comunicó al Ministro de la Guerra que todo estaba ya dispuesto para instalar la Academia, solicitó el nombramiento de Director y de los profesores y que se oficiase a los ejércitos y provicnias informando de la nueva apertura de la Academia de Ingenieros para que enviasen oficiales y cadetes a instruirse.

Inexplicablemente, el 13 de julio se le contestó que S.M. no hallaba conveniente la apertura de la Academia, debido fundamentalmente al exceso de población y distracciones que ofrecía la ciudad, y que se estudiase su instalación en una de las islas Baleares.

El mariscal Samper fue relevado por el don Gaspar de Nava y Alvarez Asturias, Conde de Noroña, en el cargo de Comandante General interino del Real Cuerpo. Antes de entregar el cargo el 10 de noviembre de 1810, Samper volvió a insistir proponiendo establecer al menos dos Academias Militares, una en las islas Baleares y otra en Ceuta, organizadas al modo en que lo había estado la Academia de Matemáticas de Barcelona y a cargo de Oficiales de Ingenieros.

Por Real Orden de fecha 13 de diciembre de 1810, el Ministro de la Guerra, don José de Heredia y Velarde, comunicó al Conde de Noreña que el Consejo de Regencia había resuelto que las circunstancias no permitían establecer Academias formales, y le ordenaba proponer otro medio para aumentar el número de oficiales de Ingenieros.







A la negativa del Consejo de Regencia de crear de nuevo la Academia de Ingenieros en Palma de Mallorca se sumó una nueva disminución de oficiales: el paso al Cuerpo de Estado Mayor, de reciente creación, de cuatro oficiales de Ingenieros: el teniente coronel don Gaspar Diruel Ripando, el capitán don José Castellar Lladó, el ya citado don José Iglesias y el capitán don Manuel Muñoz.

El 17 de enero de 1811, al recibir esta última noticia, el Conde de Noroña hizo un informe en el que afirmó que el Real Cuerpo de Ingenieros caminaba hacia su extinción, aportando a continuación la relación numérica de las 122 bajas habidas en el Cuerpo desde el comienzo de la guerra, del total de 196 oficiales de Ingenieros que debía tener el Cuerpo en cumplimiento de la plantilla fijada en el artículo 1°, Título I, Reglamento I de la Ordenanza de Ingenieros:

  • Pasados al Cuerpo de Estado Mayor: 20 oficiales.
  • Fallecidos durante la guerra: 18 oficiales.
  • Prisioneros de guerra: 47 oficiales.
  • Otros destinos ajenos al Cuerpo: 8 oficiales.
  • Sentenciados por infidencia: 5 oficiales.
  • Enfermos de larga duración: 4 oficiales.
  • Achacosos e inútiles: 20 oficiales.

El informe concluída diciendo que quedaban apenas unos 80 oficiales de Ingenieros "antiguos y buenos". Se habían admitido unos 30 oficiales subalternos, pero sus conocimientos eran débiles y apenas sabían los principios de Aritmética, Geometría y Fortificación. El informe finalizada diciendo que su antecesor, el mariscal Samper, ya había presentado el lamentable estado del Real Cuerpo, pero que Su Alteza no accedió a su propuesta de crear Academias para oficiales de Ingenieros, y que era muy doloroso ver que la Artillería establecía su Colegio en Mahón, la Infantería en la Isla y los Ingenieros quedaban privada de él.

En respuesta al informe del conde de Noroña, el 4 de marzo de 1811 el Consejo de Regencia dispuso por Real Orden del Ministro de la Guerra, Heredia, que

    "la situación actual exige echar mano para el Cuerpo de Ingenieros de algunas personas, aunque de distinta profesión, que puedan llenar los empleos de Oficiales; respecto a la Escuela, que proponga el Comandante General del Cuerpo el medio más análogo a los apuros del día para establecerla en una de las Islas Baleares."

En su contestación del 12 de marzo, el Conde de Noroña informó que se disponía a cumplir la Real Orden, pero solicitó que se le aclarase qué personas de distinta profesión podían ser admitidas en el Real Cuerpo de Ingenieros, toda vez que los artículos 1° y 3° del Título III, Reglamento I de las Ordenanzas de Ingenieros se fijaban las condiciones de ingreso en el Real Cuerpo y el Conde solicitaba que no se variase lo prevenido en la Ordenanza.







Elegida la ciudad de Palma de Mallorca como sede de la Academia de Ingenieros por el Conde de Noroña, el teniente coronel don Eusebio Ruiz Mateos fue el oficial encargado de realizar los primeros reconocimientos. El 4 de mayo de 1811 el Consejo de Regencia dispuso por fín que se estableciera en ella la Academia Militar a cargo del Real Cuerpo de Ingenieros, para cubrir las vacantes de su Cuerpo y para proporcionar instrucción a los oficiales del Ejército, como se hizo en tiempos en las academias de Barcelona, Cádiz y Zamora.

Se fijó una plantilla de un director, cuatro profesores y un ayudante. También se formuló un plan de estudios de tres cursos:

  • Primer curso: de nueve meses de duración, en el que se estudiaría matemáticas.

  • Segundo curso: de nueve meses de duración, en el que se estudiaría fortificación, ataque y defensa de las plazas, principios de artillería y minas, castrametación y táctica.

  • Tercer curso: de seis meses de duración, en el que estudiaría dibujo, vistas, cortes y perfiles y prácticas sobre el terreno.

Con objeto de disponer de textos adecuados, se propuso estudiar los siguientes:

  • El Tratado de García, para Aritmética, Algebra y Geometría.
  • Un Manuscrito corregido de la Academia de Alcalá sobre Geometría práctica.
  • El texto de Leblond, para fortificación, ataque y defensa de plazas.
  • El texto de Saint-Paul, para la fortificación de campaña.
  • Extractos del general Morla, para el estudio de la táctica.
  • El Cuaderno de la Academia de Alcalá sobre puentes militares.
  • El texto de Ferraz sobre Castrametación.
  • El tratado de don Raimundo Sanz sobre minas.
  • Un extracto de cosmografía de diversos autores españoles y franceses.

El 2 de agosto de 1811 se aprobó el Reglamento y estudios de la Academia Militar, se nombró profesores de la misma al Sargento Mayor don Mariano Carrillo de Albornoz y Archer y al capitán don Bartolomé Amat y Bonifaz. Se les ordenó que, sin salir de Cádiz (plaza donde estaban destinados), se ocupasen de la confección y adquisición de los textos y tratados, compra de enseres y otros preparativos. El 28 de agosto se nombró también al teniente don Juan Miguel Arrambide como profesor de la Academia.

El 13 de septiembre presentaron el Tratado de Aritmética, el 18 de octubre el Tratado de Álgebra, el 6 de diciembre el Tratado de Geometría especulativa, el 21 de febrero de 1812 el de Trigonometría y Geometría Práctica y el 30 de junio el de Artillería.







Mientras se gestaba el tercer intento de crear de nuevo la Academia en Palma de Mallorca, tenía lugar una iniciativa para cubrir bajas en el Real Cuerpo de Ingenieros. Un coronel de Artillería llamado Mariano Gil de Bernabé había establecido una Academia Militar en la Isla de León. En ella había un considerable número de alumnos, y en julio de 1811 ofició al Conde de Noroña proponiendo a los más aprovechados y de mayores conocimientos para el ingreso en el Real Cuerpo de Ingenieros. El Conde de Norona aceptó la idea y propuso al Ministro de la Guerra que una Brigada de Ingenieros podría establecer un tribunal examinador para admitir en el Real Cuerpo los que demostrasen suficiencia, y que se le pidiese al coronel Gil la relación de sus candidatos, con expresión de sus circunstancias e inclinación para servir en el Real Cuerpo de Ingenieros.

El coronel Gil puso dificultades a que sus alumnos fuesen examinados de nuevo por una Brigada de Ingenieros, pero el Conde de Noroña le hizo ver en escrito de 31 de agosto de 1811 que no se trataba de desconfianza, sino del cumplimiento de lo estipulado por las Ordenanzas de Ingenieros. De igual modo, le propuso al coronel Gil que cuatro de los oficiales que ingresasen en el Real Cuerpo tras el examen se quedasen en su Academia Militar como profesores.

Las materias de las que se examinaría a "los gilitos" serían aritmética, álgebra hasta las ecuaciones de segundo grado, geometría plana y sólida, trigonometría, geometría práctica, secciones cónicas, fortificación, dibujo, ordenanzas, táctica general y particular y, a algunos de ellos, geografía e historia.

Una Real Orden de 1 de septiembre aprobó la propuesta del Conde de Noroña. El 28 de septiembre se informó al Conde que se le comunicaba a él y al coronel Gil que los exámenes podían comenzar el 20 de octubre. El 10 de octubre el Conde de Noreña ofició al Comandante General de Ingenieros del 4° Ejército, mariscal de campo don Manuel Zappino, que presidiera la Brigada examinadora y que nombrara al resto de oficiales de Ingenieros examinadores de entre los habidos a sus órdenes.

El 27 de noviembre el Conde de Noroña informó por escrito al Ministro de la Guerra de la marcha de los exámenes y que, según sus noticias, la mayoría de los aspirantes daba pruebas de suficiencia. No obstante, proponía al ministro reunir en Cádiz a los aspirantes al finalizar los exámenes para, una vez admitidos en el Real Cuerpo de Ingenieros, continuar con su instrucción durante unos meses para hacer "que salgan buenos Oficiales de Ingenieros", y que en Cádiz se reunirían con el resto de oficiales y cadetes examinados en los ejércitos de operaciones.

El 29 de diciembre de 1811 el Conde de Noroña propuso el ingreso en el Real Cuerpo de Ingenieros a la primera promoción de los "gilitos" aprobados por el Tribunal examinador del mariscal Zappino. Asímismo, propuso el nombre del brigadier don José Prieto de la Quintana, teniente coronel de Ingenieros y jefe de la Comandancia de Ingenieros de Cádiz, como director de los estudios de los nuevos ingresados; y el de los oficiales Carrillo, Amat y Arrambide, como profesores a sus órdenes, sin perjuicio de la labor que estaban haciendo para la creación de la Academia Militar de Palma de Mallorca.

Una Real Orden del Consejo de Regencia del 6 de enero de 1812 aprobó la propuesta del Conde de Noroña. Para las clases se habilitaron los locales de la antigua Academia de Matemáticas de Cádiz que se había fundado en esta ciudad en 1789, y a los alumnos, ya nombrados Subtenientes de Ingenieros, se les alojó en el convento de Descalzos, con camas suministradas por la Junta Superior de la Plaza.

El 20 de enero de 1812, los profesores teniente coronel Prieto, el sargento mayor Carrillo de Albornoz y el capitán Amat elaboraron un "Método y orden de estudios que puede seguirse en la Academia próxima a principiar, para que en el menos tiempo posible estén sus alumnos en disposición de desempeñar los encargos de campaña como subalternos del Cuerpo de Ingenieros", que se presentó al Conde de Noroña el 23 de enero, y que fue aprobado por éste dos días después, el 25 de enero.

La propuesta comenzaba hablando de la poca eficacia de los exámenes efectuados a los alumnos para dar una idea completa de su adelanto, creyendo que la memoria hubiera sustituido a la reflexión en muchos casos. Decía que los textos donde habían estudiado los oficiales eran muy sucintos, siendo muy importante que los Ingenieros estuviesen "radicados en matemáticas".

Por estas razones, proponían comenzar repasando de prisa la Aritmética, Álgebra y Geometría especulativa, rectificando las ideas y haciendo las adiciones que fuesen precisas. Concluido el repaso, estudiarían la Geometría práctica, que habrían copiado mientras repasaban lo anterior, y se les darían ideas de Geografía y Cosmografía. Después, se estudiaría la Fortificación real y sobre todo la de campaña, ampliando, con los progresos realizados, el Ataque y Defensa de las plazas y Minas, fijándose más en la parte práctica que en la teórica; la Castrametación, principios de Artillería, Puentes militares y Táctica. Al mismo tiempo, tendrían siempre clase de Dibujo, tal como entonces se entendía; es decir, no la simple copia de modelos, sino la formación de planos de obras de fortificación y arquitectura, enseñándo a los alumnos proyectar.

En cuanto a los Tratados o textos, los tres oficiales propusieron adoptar la siguiente solución, basada en los trabajos de recopilación efectuados por los oficiales profesores para la frustrada Academia de Ingenieros de Palma de Mallorca:

  • Para Matemáticas no se podían reunir muchos ejemplares de ninguno, y por lo tanto, se propuso dividir los oficiales alumnos en secciones que tuviesen un mismo texto, Verdejo, García o Bails, pues como ya tenían conocimientos, no se debía perder tiempo haciéndoles copiar los Tratados presentados por los oficiales comisionados (Prieto, Carrillo, Amat y Arrambide).

  • Para la Geometría práctica debía adoptarse el Tratado de la Comisión.

  • Para Cosmografía y Geografía, se propuso adoptar el texto de Antillón.

  • Para Fortificación, Ataque y Defensa de Plazas, el texto de Leblond, pero aumentado con Apéndices manuscritos por los profesores, sobre todo para la Fortificación de campaña.

  • Para Minas, el tratado de don Raimundo Sanz.

  • Para Castrametación, el de Ferraz.

  • Para las nociones de Artillería, el tratado del general Morla.

  • Para la Táctica, apuntes manuscritos de los profesores.

De nuevo inesperadamente, cuando iban a comenzar las clases, se dirigió una Real Orden con fecha de 31 de enero al Conde de Noroña en la que se le decía que S.A. había resuelto que indicase una nueva ubicación a la academia fuera de Cádiz. El Conde respondió el 5 de febrero indicando que los únicos sitios seguros eran Ceuta, Palma de Mallorca y la propia Isla de León. Añadía que los tres sitios tenían el inconveniente de estar las plazas "recargadas de gentes y faltos de edificios capaces", que los numerosos gastos y trámites que se requerían para crear una nueva Academia en condiciones traía a colación la experiencia de Palma de Mallorca, donde después de nueve meses tras su aprobación por el Consejo de Regencia, la instalación del centro estaba pendiente de un informe del Capitán General sobre la elección del edificio. Por todo ello insistía en las ventajas de la elección de Cádiz, donde estaba ya todo preparado.

El Consejo de Regencia le contestó por Real Orden de 14 de febrero, accediendo a que "por entonces" siguiesen los Subtenientes en Cádiz y empezasen sus estudios, pero ordenaba que se preparase su traslado a otro sitio. Por fín, el 29 de febrero de 1812 se presentaron los 38 nuevos Subtenientes de Ingenieros, la primera promoción de los gilitos, acompañados por el coronel Gil de Bernabé.







El 27 de octubre de 1812 el ya citado teniente general don José de Heredia, ministro de la Guerra hasta esa fecha, fue nombrado Ingeniero General en sustitución del Marqués de la Romana. Pocos días después, el nuevo Ingeniero General escribió al Secretario del Despacho de la Guerra con fecha 13 de noviembre diciéndole que tenía entendido que en Colegio Militar de Santiago había algunos alumnos adelantados, y que varios de ellos mostraban inclinación de servir en el Cuerpo de Ingenieros; pero que si hacían tal pretención, temían verse privados de sus salidas a Infantería y Caballería mientras se verificasen los exámenes, y atrasados en sus carreras si no lograban el ingreso en el Cuerpo de Ingenieros.

Por ello, el Ingeniero General propuso que, debido a que de la Academia Militar de la Isla de León habían salido buenos oficiales para Artillería e Ingenieros, se ordenase a los Directores de ambas escuelas (Isla de León y Santiago) que seleccionasen aquellos alumnos que destacaran como posibles buenos Oficiales de Ingenieros, se les "acomodase para seguir esta carrera", que continuasen en sus Escuelas un tiempo más sin privarles de los ascensos que les correspondiera en Infantería o Caballería, de forma que cuando ambos Directores creyesen que estaban en disposición de sufrir el examen de ingreso, se pusieran de acuerdo con el Ingeniero General para nombrar la Brigada de Ingenieros que los examinase, y que a continuación continuasen los estudios en la Academia de Ingenieros de Cádiz.

La propuesta del general Heredia fue aprobada y, tras los exámenes de ingreso en el Real Cuerpo y su nombramiento como Subtenientes de Ingenieros, en 1813 ingresó en la Academia de Ingenieros de Cádiz una segunda promoción compuesta por 17 nuevos alumnos.

En 1814 hubo una tercera promoción de la Academia de Cádiz, formada por 11 nuevos Subtenientes de Ingenieros procedentes de los colegios de Santiago y de la Isla de León.

Estas dos promociones acabaron sus estudios en la nueva Academia de Ingenieros de Alcalá de Henares, que fue donde se ordenó el traslado de la Academia de Cádiz a finales de 1814.






  • Estudio histórico del Arma de Ingenieros del Ejército. Edición facsímil de la Inspección de Ingenieros. Madrid, 1987. Tomo II. Páginas 25-35.

  • Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño. Abriendo camino, historia del Arma de Ingenieros. Tomo I. Fundación Central Hispano. Madrid, 1997. Páginas 293-296.

  • Memorial del Arma de Ingenieros. Mayo de 1908. Año LXIII. Número V. Vicisitudes de la Academia de Ingenieros durante la guerra. Páginas 200-212. Hace referencia a diversos documentos que se encontraban en los archivos de la antigua Dirección General de Ingenieros y de la Academia de Ingenieros de Guadalajara; entre ellos, Reales Órdenes y Oficios de 1 y 27 de mayo; 10, 17 y 27 de junio; 11, 18 y 20 de julio; 2 y 4 de agosto; 7, 15 y 19 de septiembre; 4, 19, 21 y 25 de octubre; 7, 12, 17, 19, 22, 25 y 28 de noviembre; 2 de diciembre de 1809 y 6 de enero de 1810; también se encontraba entre ellos el escrito de Prieto a Noreña fechado en Cádiz el 23 de enero de 1812.