Capitán italiano a las órdenes del Gran Capitán, que fue años más tarde general al mando de las tropas imperiales de Carlos V.

Con ocasión de la invasión de Carlos VIII de Francia para la conquista de Nápoles, Próspero Colonna se puso a disposición del rey francés y apoyó sus pretensiones frente a las de los Reyes Católicos. La razón fue el odio que se profesaban las familias de los Colonnas y los Orsini, y el hecho de que los Orsini se decantaron por apoyar el partido del rey de Aragón.

Sin embargo, después de la retirada de los franceses en 1497 entró al servicio de Fernando el Católico, y desde entonces luchó contra Francia a las órdenes de El Gran Capitán. En la Segunda campaña de Italia tomó parte en las acciones de Barletta y en las batallas de Ceriñola y Garellano en 1503 a la edad de 51 años. Fue el encargado de llevar a España a Cesar Borgia, enemigo acérrimo de su familia, aunque le trató con gran consideración.

Tomó parte en los comienzos de la cuarta campaña española en Italia contra la invasión del rey Francisco I de Francia, en la que cayó prisionero en Villafranca Piamonte en 1515, si bien previamente ese mismo año había vencido a los venecianos, mandados por el general Albiano, en Vicenza. Probada su lealtad para con la causa española, el emperador Carlos V le puso poco después al frente del ejército imperial, con 69 años, para hacer frente a la nueva invasión del Milanesado por parte de las tropas de Francisco I al mando del general Lautrec. Con estas fuerzas reconquistó Milán a los franceses en 1521 y dispuso los arcabuceros españoles de forma que derrotaran definitivamente a los piqueros suizos al servicio de Francia en la batalla de Bicoca en 1522, finalizando la campaña con la toma de Génova para las armas imperiales.

En 1523 puso Milan en condiciones de defensa para aguantar un inminente nuevo ataque francés al mando del general Bonnivet. Al poco tiempo cayó en un estado de postración y anemia que le produjo la muerte en Milán ese mismo año.