Durante el mes de mayo de 1921 el general Silvestre autorizó verbalmente al coronel Morales hacer una operación política que preparase la ocupación a primeros de junio de una posición en Beni-Melul (Beni-Tuzin), al frente de Annual. Simultáneamente, el comandante Villar, subordinado del coronel Morales en la Oficina de Asuntos Internos, debía cruzar el río Amekrán y ocupar una posición en el monte Abarrán. El coronel Morales salió de Melilla y llegó a Dar Dríus el 29 de mayo, donde permaneció iniciando los preparativos con la policía y los indígenas. Como primera medida, el coronel concentró dos mías de la Policía Indígena en Dar Dríus (Mías 6ª y 8ª) y tres más en Ben Tieb (Mías 5ª, 10ª y 11ª).
A finales de mayo el comandante Villar se presentó en Annual en la tienda del teniente coronel Dávila, jefe de la Sección de Campaña, solicitando instrucciones y elementos para la ocupación de Abarrán, considerada como una operación de policía. El 29 de mayo el propio comandante solicitó al general Silvestre "... autorización para realizar el miercoles día 1 de junio la operación concertada y efectuarlo en la forma en principio convenida con la Sección de Campaña." La autorización llegó el 31 de mayo en forma de telegrama dirigido al jefe de la circunscripción de Annual en el que se decía que se "... facilitase al comandante Villar los elementos que designe para llevar a cabo el cometido que se ha convenido." Ese mismo día se envió otro telegrama al Alto Comisario dando cuenta de la acción y que ésta tendría carácter de policía, a lo que contestó el 2 de junio el Alto Comisario en otro telegrama que quedaba enterado con satisfacción por la ocupación referida.
En dias anteriores a esta operación, un rifeño llamado Fakir Mohamed Ukarach, uno de los jefes Tensaman que vivía en las inmediaciones de Abarrán, había informado al comandante Villar de la existencia de una gran harka de beniurriagueles de aproximadamente 3.000 hombres de a pie y a caballo, por lo que le aconsejó el empleo de tres fuertes columnas para realizar la ocupación de monte Abarran con garantías de éxito, pues de lo contrario presumía un fracaso y, además, se pondrían en peligro los poblados de Tensamán, adictos a España.
A pesar de este claro aviso, que aconsejaba en todo caso suspender la operacion y hacer reconocimientos antes de seguir avanzando, los preparativos para la ocupación de Abarrán se hicieron el dia 31 de mayo por la tarde con gran discreción, pues el comandante Villar tenía intención de realizar la ocupación por sorpresa para impedir reaccionar al enemigo. Sin embargo, el factor sorpresa no existió, pues a las 23:00 horas el monte frente a Annual se llenó de grandes hogueras de rifenos allí acampados y avisándose unos a otros de la acción que estaba preparándose.
A la una de la madrugada del 1 de junio las tropas se pusieron en marcha. Estaba formada por tan solo una columna (y no tres como le habían aconsejado) de 1.461 hombres y 485 cabezas de ganado al mando del comandante Villar, lo cual era demasiada fuerza para tan solo un comandante a juicio del general Picasso. La columna estaba formada de la siguiente manera:
Vanguardia (no llegó a constituirse)
5°, 10° y 11° Mías de la Policía Indígena. Esta fuerza había sido concentrada por el coronel Morales a última hora de la tarde de la víspera, 31 de mayo, en Ben Tieb. Al mando del coronel salieron a las 02:00 horas del día 1 de junio y llegaron a Annual a las 06:30 horas. Visto el buen resultado de la operación hasta el momento, el coronel Morales detuvo las tres mías en Annual. Tras conferenciar con el comandante Villar sobre las 11:00 horas en Dar Buimeyan, y previa autorización del general Silvestre, el coronel Morales se las llegó de regreso a Ben Tieb, dirigiéndose a continuación el coronel a Drius para atenter otros asuntos.
Cuerpo Principal
Retaguardia
Las Mías de Policía 6ª y 8ª fueron concentradas en Dar Dríus en día anterior por el coronel Morales. Salieron de este campamento a las 03:00 horas y llegaron hasta cerca de Izummar, pero dado el venturoso desarrollo de la operación hasta aquel momento, regresaron a Ben Tieb, donde pernoctaron.
La ruta hacia Abarran era estrecha y sinuosa, lo que obligó a la columna del comandante Villar a alargarse peligrosamente. Sobre las 04:30 horas iniciaron el cruce del rio Amekran, donde se les unió la harka amiga de Tensaman, para los que llevaban 10.000 cartuchos Remington. A las 05:30 horas la cabeza de la columna llegó a la posición tras subir el macizo de Abarrán. Dos horas y media despues lo hizo la cola de la columna.
Enseguida comenzaron los trabajos de fortificación, y con ellos llegaron también los primeros síntomas de que algo iba mal: el terreno apenas tenía piedras y mucha tierra, con lo que era difícil construir un parapeto; los sacos terreros que llevaban los soldados estaban podridos y se desfondaban, y en las colinas circundantes comenzaron a aparecer rifeños mirando atentos y expectantes los trabajos de los españoles. El caid El Hach Haddur Boaxa, que acompañaba a la columna española, aconsejó al comandante Villar no instalarse en la posición y regresar a Annual.
No obstante, el comandante Villar ordenó continuar los trabajos de fortificación. Los parapetos norte y este alcanzaron una altura de 1,30 metros a base de sacos terreros medio desechos. El parapeto oeste, donde quedaron asentados los cañones, estaban ridículamente cubiertos por tan solo dos o tres hileras de sacos. El sur de la posición estaba inclinado hacia abajo y cubierto a cierta distancia por unos espesos matorrales de más de un metro de altura, que el comandante Villar consideró que proporcionaban suficiente cobertura.
La alambrada tenía dos filas de piquetas clavadas en un terreno demasiado blando, por lo que era fácil arrancarlas, y con las piquetas muy separadas entre sí en algunos tramos. La distancia al parapeto era de unos 30 metros, y entre éste y la alambrada había grandes pendientes monte abajo ocupada con maleza y jaras, por lo que el enemigo podía acercarse sin ser visto. La pendiente era tal que en el frente oeste los cañones no tenían terreno que batir con espoleta a cero en un espacio muerto de unos mil quinientos metros.
A las 09:00 horas el general Silvestre llegó a Annual con intención de asistir a la ocupación de Abarrán, como era su costumbre. El coronel Morales se lo desaconsejó por desconocer el camino y por lo largo del mismo. Esto salvó la vida al general, pues posteriormente se supo que los rifeños no habían atacado antes porque estaban esperando la llegada a Abarran del general Silvestre. Así mismo, hubo una fuerte discusión entre el general Silvestre y el coronel Morales en la que se puso de manifiesto el gran desacuerdo que existía entre ambos sobre el éxito de la operación. El general Silvestre habló por radio con el comandante Villar, quien le informó que cerca de la posición se había colocado la harka enemiga en actitud expectante. En efecto, el número de rifeños seguía aumentando alrededor de Abarrán, llegando a totalizar más de 2.000 guerreros desplegados en varias lomas situadas a una distancia de entre 900 y 1600 metros al oeste y al norte de la posición. El nerviosismo aumentaba en las tropas españolas.
A las 10:45 horas el comandante Villar consideró finalizados los trabajos de fortificación. A las 11:00 horas se emprendió el regreso a Annual, no por el camino que habían traído de madrugada, sino por otro que se dirigía directamente a Annual pasando por la posición de Dar Buimeyan, donde el comandante se encontró y conferenció con el coronel Morales, quien se llevó las Mías 5, 10 y 11 de regreso hasta Ben Tieb. Los soldados de la columna del comandante Villar avanzaban de prisa, casi corriendo, temerosos de los rifeños y presintiendo una emboscada, con poco orden y cohesión, dejando un largo rastro de hombres en el camino de forma que el conjunto no daba imagen de una fuerza militar organizada.
La posición quedó ocupando un recinto de 12 por 65 metros y en su interior quedaron 13 tiendas cónicas de campaña. Al mando de la misma quedó el capitán don Juan Salafranca Barrios, cuyas fuerzas consistían en la harka amiga de Tensamán que había acompañado a la columna del comandante Villar, unos 200 policías indígenas y unos 50 soldados españoles:
Estas fuerzas eran totalmente insuficientes para el papel ofensivo que tenía pensado el general Silvestre para ella, especialmente cuando su ocupación se hizo en presencia de la harka enemiga. Además, jugaba en contra de Abarrán su posición geográfica: lejos de Annual, sin caminos y sin socorro cercano, en una zona de terreno escabroso y sin poder contar con obtener auxilio ninguno de la harka de los naturales del lugar.
Satisfecho por la forma en que estaba desarrollándose la operación y pensando en otorgar una recompensa al comandante Villar, el general Silvestre telegrafió al general Berenguer (Telegrama nº 6893) para informarle del éxito obtenido y de otras operaciones que tenía pensado efectuar el sábado siguiente en la zona de Midar. A las 12:00 horas inició el regreso a Melilla, mientras que el coronel Morales comentaba que quizás se había equivocado en su juicio negativo sobre la operación.
El general Silvestre llegó a Melilla sobre las 18:00 horas. A los pocos minutos comenzaron a llegar los partes desde Annual dando cuenta del ataque y pérdida de Abarrán, de lo que informó al Alto Comisario. Éste trasladó la noticia al ministro de la Guerra a las 19:00 horas del día siguiente, 2 de junio, añadiendo el envío del cañonero "Lauria" desde Ceuta a Melilla y solicitando un crucero para poder actuar sobre la costa (Telegrama nº 6923). Un parte más completo de los hechos fue enviado por el general Silvestre a las 23:50 horas del 2 de junio (Telegrama nº 6949).
Sobre las 12:45 la columna del comandante Villar comenzó a cruzar el río Amekrán. Allí se ordenó que nadie se detuviese a beber agua y que se acelerase la marcha, pues se veía bastante enemigo bajar de los montes que dominan el paso del río. Estando todavía cruzando, el comandante Villar recibió la orden del general Silvestre de que dejara en Abarrán una compañía de ametralladoras, pero el comandante decidió no dar media vuelta para cumplir la orden, puesto que la citada unidad estaba ya cruzando el río.
A poco de cruzar el río, sobre las 13:00 horas, escucharon en la distancia dos largas ráfagas de ametralladoras de unos 50 disparos cada una. Era la señal de que el ataque de los rifeños había comenzado sobre Abarrán. No podían ser armas españolas, porque el comandante Villar había decidido en su momento no dejar las dos compañías de ametralladoras del Ceriñola en la posición. Esta decisión se demostraría que fue un craso error, que lamentó incluso el propio Comandante General.
Seguidamente oyeron cañonazos procedentes de Abarrán. El comandante Villar, vergonzosamente, ordenó proseguir la retirada hacia Annual y dejar a la posición de Abarrán abandonada a su suerte, a pesar de saber que contaba con una importante fuerza combatiente en su columna: una mia de Policía Indígena, dos compañias de fusiles de Regulares, dos compañias de ametralladoras, dos compañias de Ingenieros y un escuadrón de caballería de Regulares. El sonido de los cañones de Abarrán les acompañó hasta llegar a Annual. Una vez en el campamento, pudieron seguir el combate por el ruido del cañón, hasta que se extinguió tres horas y media después del primer cañonazo.
Entre tanto, en Abarrán había comenzado el combate, que duraría unas cuatro horas, hasta cerca de las 17:00 horas:
La harka amiga de Tensamán intentó repeler el ataque rifeño pero, viendo el ímpetu de éste, sus miembros decidieron unirse a los benirriagueles y comenzaron a disparar sobre la posición española. Posteriormente, como consecuencia inmediata de la caída de la posición, los cabileños de Tensaman, compelidos por los beniurriagueles, engrosaron las huestes de la harka enemiga.
Al principio los policías indígenas resistieron el ataque y mantuvieron sus posiciones pero, al ver el gran número de rifeños que se les venían encima (unos 3.000 hombres), muchos de ellos decidieron unirse a los atacantes. Para ello mataron al capitán Huelva de un tiro en la cabeza, y bien saltaron el parapeto para unirse a los atacantes, bien se quedaron dentro de la posición para disparar a bocajarro contra los defensores y a los oficiales. Este fué el momento en el que se quebró la defensa.
Uno de los últimos en caer fué el capitán Salafranca que, a pesar de sus heridas, dirigió la defensa en todo momento con valor y entereza, hasta que fue alcanzado de muerte por un disparo.
Alrededor de las 17:00 los rifeños aparecieron rodeando completamente la posición; de repente se presentaron en el frente este y se lanzaron al asalto en varias oleadas, que fueron rechazadas por las piezas de artillería disparando con la espoleta a cero. Acabada la munición, el teniente Flomesta, herido en la cabeza y en un brazo, consiguió inutilizar tres de las cuatro piezas. No quiso ser atendido en sus heridas, y por ser el único oficial superviviente se hizo cargo de la defensa, armando a sus artilleros e imponiendose a los policías que se resistían a cooperar.
El fuego de cañón había logrado parar el primer asalto y producir numerosas bajas entre los rifeños, pero éstos se recobraron en seguida y renovaron los asaltos sobre la posición. El momento final llegó cuando, muertos todos los oficiales menos el teniente Flomesta, y traicionados por los policías indígenas, los soldados españoles salieron huyendo de la posición antes que resistir hasta la muerte, permitiendo que los rifeños entraran al asalto en la posición. El teniente Flomesta permaneció en su puesto disparando con un fusil hasta que fue herido nuevamente y hecho finalmente prisionero.
Setenta y un soldados y policias, de los cuales quince estaban heridos, lograron escapar sin oficiales que les guiaran y presentarse en las posiciones de Dar Buimeyán y Annual.
Las tropas españolas sufrieron 141 bajas:
Todos los oficiales menos uno (teniente Flomesta, que fue hecho prisionero), cayeron muertos. La relación de los 24 muertos y desaparecidos españoles es la siguiente:
El teniente D. Diego Flomesta Moya fue hecho prisionero para que arreglase los cañones y enseñase a los rifeños a usarlos. Se negó a ellos y a ser curado de sus heridas. Se negó acomer y de dejó morir de hambre. Falleció de hambre en cautividad el 30 de junio. Se le concedió la Laureada de San Fernando por RO. de 23 de junio de 1923.
FUENTES: