Como continuación del éxito obtenido en Abarrán, los rifeños de Abd el-Krim atacaron la posicion de Sidi Dris durante 24 horas seguidas, siendo rechazados por la enérgica defensa realizada por el comandante Benítez, jefe de la posición.

Envalentonados por el éxito obtenido en el ataque a la posición de Abarrán, Abd el-Krim dirigió de inmediato a sus guerreros contra la posición de Sidi Dris, situada en la costa al otro lado del río Amekrán, cuyo ataque comenzó a las 03:00 horas de la madrugada del 2 de junio. El ataque consistió en un violento fuego de fusilería contra la posición, que persistió todo el día. La posición estaba al mando del comandante don Julio Benítez Benítez, segundo jefe del 2º Batallón del regimiento de Infantería "Ceriñola" nº 42, quien dirigió eficazmente la defensa y quien encontraría la muerte al mando de la posición de Igueriben mes y medio más tarde.

Informado del ataque, enseguida el Comandante General ordenó a la 2ª Escuadrilla de Marruecos, de guarnición en el aerodromo de Zeluán, que realizase un reconocimento aéreo de la zona para proporcionarle datos sobre el enemigo. Para ello, a las 05:00 horas despegaron dos aparatos Havilland; el primero, el H.B.A., pilotado por el capitán Mulero y llevando al capitán Bada como observador; el segundo, el H.A.J., pilotado por el cabo Espinel y el capitán García. Ambos aparatos volaron sobre el territorio de Tensaman y el río Kebir, regresando a la base una vez cumplido el servicio.

A las 08:00 horas despegaron del aerodromo de Zeluán tres aparatos de Havilland para cooperar en la defensa de Sidi Dris mediante el bombardeo de la zona de concentración de la harka enemiga, establecida en el poblado de Igueriben. Sus tripulantes eran el cabo Gutierrez y el capitán Cadarso, el cabo Espinel y el teniente Merino, y el capitán Muñoz y el teniente Vivancos. Una vez en la zona, bombardearon el poblado de Ikdi, próximo a Sidi Dris, donde estaba concentrada la karka enemiga, a la que arrojaron 24 bombas francesas y 6 incendiarias.

El combate era tan enconado que el cañonero Laya, al mando del capitán de fragata don Francisco Javier de Salas, enviado el dia anterior a aquellas aguas para apoyar desde la costa la ocupación de Abarrán, tuvo que unirse a la lucha batiendo eficazmente a los rifeños con sus fuegos de cañón, cuyo tiro fue corregido por los aviones antes de regresar a Zeluán.

A las 18:00 horas despegaron de Zeluán otros dos aparatos: el H.A.L., pilotado por los capitanes Mulero y Bada, y el H.A.G., pilotado por los capitanes García y Montalt, con la misma misión de bombardeo que por la mañana; arrojaron sobre el enemigo y el poblado de Ikdi 10 bombas alemanas, 8 francesas y 4 incendiarias, finalizado lo cual regresaron a la base.

Al atardecer desembarcó del cañonero Laya un pelotón de marineros formado por un contramaestre, catorce hombres y tres ametralladoras, al mando del alférez de fragata don Pedro Pérez de Guzmán, quien recibiría la Medalla Militar Individual por su heroico comportamiento durante la defensa de aquel día. El pelotón se incorporó a la defensa de posición bajo el fuego enemigo y emplazó sus ametralladoras junto a los cuatro cañones de la bateria que mandaba el teniente Galán. Al ser herido este oficial, el alférez Pérez de Guzmán se hizo cargo de la dirección de los fuegos de los cañones, disparando con espoleta graduada a cero, abriendo fuego sin parar y lo más rápido posible y ametrallando sin cesar a los rifeños, que se lanzaron en dos oleadas hasta llegar a unos veinticinco metros.

A las 21:30 horas la harka enemiga, reforzada con nuevos elementos, dió un nuevo asalto con tal violencia que llegaron incluso hasta las alambradas y consiguieron cortarlas en varias partes. Por tres veces intentaron el asalto, y por tres veces fueron rechazados sus denodados intentos de entrar en la posición. En una ocasión llegaron a seis metros del parapeto; pero allí les esperaban los marineros del Laya, que los ametrallaron a bocajarro.

A las 03:00 del dia 3 de junio los rifeños suspendieron el fuego e iniciaron la retirada. Sus bajas superaron el centenar, contándose veintinueve muertos entre las alambradas del perímetro exterior. Los españoles sufrieron bajas muy leves: solo dos oficiales (comandante Benítez y teniente Galán) y ocho soldados heridos.

A pesar de su fracaso ante Sidi Dris, la pérdida de Abarrán del día anterior mostró a los rifeños la vulnerabilidad de los españoles. Abd el-Krim no dudó en exhibir los cañones y el material tomado en Abarrán, y trató de convecer a los rifeños que unidos podrian derrotar a los españoles y obtener botín. De esta manera, en pocos dias los efectivos de su harka pasaron de 3.000 a 11.000 guerreros.

FUENTES:

  • Partes y telegramas oficiales cursados entre el Comandante general, Alto Comisario y el Ministro de la Guerra, recopilados por el general Picasso e incluídos en su expediente. Véase Archivo Histórico Nacional, Tribunal Supremo, Reservado. Expediente 50.1, folios del 7 al 25.
  • Archivo Histórico Nacional, Tribunal Supremo, Reservado. Expediente 50.2. 2ª Escuadrilla de Marruecos. Diario de las operaciones y novedades ocurridas durante el presente mes de junio de 1921. Folios 433 y siguientes.
  • Archivo Histórico Nacional, Tribunal Supremo, Reservado. Expediente 50.3. Comandancia General de Melilla. Estado Mayor. Diario de Operaciones del mes de junio de 1921. Folios 585 y siguientes.
  • Archivo Histórico Nacional, Tribunal Supremo, Reservado. Expediente 50.10. Resumen del general Picasso. Capítulo 3. Situación subsecuente a Abarrán. Folio 2187 vuelto y siguientes.
  • Servicio Histórico Militar. Historia de las Campañas de Marruecos. Tomo III. Madrid, 1981. Páginas 409-410
  • Palma Moreno, Juan Tomás. Annual 1921. 80 años del Desastre. Almena ediciones. Madrid, 2001. Página 65
  • Pando Despierto, Juan. Historia secreta de Annual. Ediciones Temas de Hoy, S.A. Colección Historia. Madrid, 1999. Página 127
  • Parte del general Silvestre dando cuenta del ataque (radiograma de 4 de junio a las 00:25 horas), citado por Servicio Histórico Militar. Historia de las Campañas de Marruecos. Tomo III. Madrid, 1981. Página 631.