Fracasado intento del general O´Donnell de acabar con la división francesa asentada en Vich [01].
Antecedentes
El 10 de diciembre de 1809 la ciudad de Gerona fue por fin conquistada por las tropas francesas. Tras su victoria, los franceses se desplegaron por la región en persecución de los desmoralizados españoles, mientras la división francesa del general Pino ocupaba Olot, San Pablo de Seguríes, Camprodom, San Juan de las abadesas y Ripoll. Por su parte, el general Joseph Souham se dirigió a ocupar Vic, centro de resistencia donde operaba una Junta, donde entró el 12 de enero tras haber combatido y derrotado el día anterior a una fuerza de unos 4.000 somatenes.
Tras la entrada del mariscal Augereau en Barcelona el 24 de enero de 1810 con un convoy de aprovisionamiento, el 1 de febrero regresaba de nuevo a Gerona. Al paso por Hostalrich dejó la brigada Palombini como refuerzo de la brigada Mazzuchelli en las labores del sitio. Al llegar a Gerona, el ejército francés del mariscal Augereau tenía sus divisiones desplegadas en cuatro localidades:
En estas circunstancias, el general don Enrique O´Donnell, nombrado nuevo Capitán General de Cataluña, comenzó a reunir más tropas regulares y voluntarias y trazó un plan para cercar la división francesa del general Souham establecida en Vich y obligarla a rendirse:
Sus tropas observarían las tropas del general Souham desde campamentos situados a la vista de los franceses en los caminos de Manresa y Barcelona, con intención de atacarles de frente.
Los miqueletes de la alta montaña al mando del canónigo Francisco Rovira, situados en el Grao de Olot, amenazarían cruzar el río Ter hacia la ciudad de Vich desde el noroeste.
Los miqueletes de los montes de San Hilari y Viladrau, en las faldas del Montseny, hostilizarían a la brigada Palombini, desplegada en la zona del Arbucias, cercana a Hostalrich, para impedir su enlace con la División Souham.
Las fuerzas españolas desplegadas en la línea del Llobregat entretendrían las fuerzas enemigas de Barcelona.
Las fuerzas españolas desplegadas en Granollers y Mataró harían lo mismo con los italianos que sitiaban Hostalrich.
La flota británica mantendría su presión sobre Barcelona y Gerona, para evitar que los franceses no abandonasen la primera ni los destacamentos costeros de Blanes, Palamós, Calella, Bagur y La Bisbal, ocupados por la División Verdier.
El plan estaba bien calculado, pero la ardiente, optimismta y jactanciosa personalidad del general O´Donnell precipitó los preparativos e hizo fracasar la empresa. El error consistió en realizar dos reconocimientos que alertaron al general Souham y que le hicieron prepararse contra el ataque se le avecinaba.
Acción del 11 de febrero
El 11 de febrero el general Sarsfield salió con una columna de 1.000 infantes y 60 caballos de su división, atacando el destacamento francés de Malla, al que causó numerosas bajas y que persiguió hasta las inmediaciones de Vich. Los franceses tocaron generala, organizaron varias columnas y las lanzaron fuera de la ciudad obligando al general Sarsfield a regresar precipitadamente al monte perseguido por los jinetes franceses e italianos del general Souham.
La acción no reportó ningún beneficio a los españoles, pues los franceses recuperaron el puesto de Malla.
Acción del 13 de febrero
El 13 de febrero el coronel Milans del Bosch repitió el ataque contra Malla al frente de una columna de 1.200 infantes, 50 jinetes, sostenidos por el Regimiento suizo de Kaiser, que marchaba en reserva. Al llegar a la vista de Malla, el coronel Milans envió el Regimiento de Granada y la caballería para envolver la población por la derecha, y un batallón del Regimiento de América y otro del Regimiento de Kaiser por la izquierda.
Pero en esta ocasión los franceses estaban alerta. Al tener conocimiento del movimiento efectuado por los españoles, el general Souham dejó en Vich las fuerzas indispensables para la defensa de la población y marchó hacia Mallá, donde se presentó con 4.000 infantes y 500 jinetes nada más iniciar su despliegue los tres batallones citados de Milans. Ante tal acumulación de fuerzas enemigas, el coronel Milans ordenó la retirada hacia Collsuspina. La caballería francesa atacó la columna española en retirada y la puso en tales aprietos que el propio general O´Donnell tuvo que acudir en su socorro al mando de la 4ª División. Los regimientos que se retiraban desplegaron en las posiciones que les señaló el general y cargaron con tanto ímpetu sobre los imperiales a la orden del propio O´Donnell y al grito de "¡Viva Fernando VII! que los hicieron regresar a su campo.
Dias previos a la batalla
Prevenido de lo que se le venía encima, el general Soucham solicitó refuerzos al mariscal Augereau, que éste le negó. Por su parte, O´Donnell trató de neutralizar el mal efecto logrado por ambos reconocimientos manteniendo inactivas una semana las tropas desplegadas frente a Vich y atacando las de la brigada Palombini en el Arbucias. Estos ataques tuvieron el efecto beneficioso de que convencieron al general Palombini de que se enfrantaba a un grueso núcleo de tropas españolas, por lo que pidió y obtuvo un batallón de refuerzo procedente del sitio de Hostalrich, y le impidió avanzar hacia Vich para reforzar a su vez la División del general Souham.
20 de febrero, día de la batalla
El plan de O´Donnell consistía en hacer converger cuatro columnas simultáneamente sobre Vich: una por la derecha procedente del Ter, compuesta por los 3.500 miqueletes del coronel canónigo Francisco Rovira, que debían desalojar previamente al batallón francés destacado en el puesto avanzado de la localidad de Gurb. Las otras tres columnas atacarían en masa por el llano con la fuerza de 7.000 infantes y 500 jinetes de la que disponía O´Donnell en las alturas. En total, los españoles sumaban 11.000 hombres, superando con creces a los 5.200 soldados de que disponía el general Souham en Vich. Una vez más, la falta de coordinación en el ataque hizo fracasar a los españoles.
Antes del amanecer, el coronel Rovira había descendido desde San Bartolomé del Grau con sus miqueletes para desalojar el batallón francés destacado en la localidad de Gurb. Su ataque se adelantó a lo previsto por O´Donnell, y dió tiempo a Souham a realizar los primeros prepartivos de la defensa. Al percatarse de la llegada huyendo a la carrera del batallón estacionado en Gurb, el general Souham destacó dos batallones (uno del 3º Ligero y otro del 7º de Línea) para protegerse del ataque de los miqueletes de Rovira y de cualquier otro que tratara de envolver Vich por la dirección del Ter. Acto seguido dispuso el resto de sus tropas a enfrentarse a la gran masa de tropas de general O´Donnell, que ya bajaban hacia el llano en tres columnas desde Tona, Munter y Muntanyola.
Para ello Souham disponía de ocho batallones de Infantería, el 3º Regimiento Provisional de Cazadores a Caballo, el 24º Regimiento de Dragones, la mitad del Regimiento italiano de Dragones de Napoleón y tres piezas de artillería. Dispuso su línea apoyando su derecha en Vich, extendiendo su frente hasta Santa Eugenia de Berga, cerca de Malla, por donde asomaba ya la derecha de los españoles, y situando la caballería a la izquierda para proteger este flanco de posibles ataques y conservar libre su comunicacion con las brigadas italianas de Arbucias y Hostalrich.
Mientras tanto, al amanecer del 20 de febrero el general O´Donnell avanzó contra Vich marchando en dos divisiones, la primera al mando del propio O´Donnell y la segunda al mando del general Porta. Al finalizar los franceses su despliegue en línea los españoles bajaban en tres columnas desde Tona, Munter y Montanyola:
La columna de la derecha era la más fuerte de la tres. En ella marchaban los regimientos suizos de Kaiser y Traxler. Iba al mando del general O´Donnell y se componía de Infantería y toda la Caballería.
La columna del centro estaba constituia solo de Infantería, y avanzaba en dirección a Sénforas algo más retrasada que la columna de la derecha.
La columna de la izquierda estaba constituia solo de Infantería, y avanzada en dirección de Santa Eulalia de Ruiprimer a las órdenes del general Porta. Sin embargo, las dificutades del terreno hicieron que marchase muy retrasada respecto a las otras dos y llegase tarde al combate.
La columna de la derecha fue la primera en entrar en contacto por el fuego con el enemigo. Mientras los suizos disparaban sobre el centro de la línea francesa, O´Donnell envió la caballería en una impetuosa carga para tratar de envolver la izquierda francesa. La carga tuvo éxito inicialmente, y la izquierda francesa corrió el peligro de verse rota y desordenada; los jinetes españoles llegaron hasta una de las piezas de artillería, cuyos sirvientes cayeron todos acuchillados. Pero le salieron al paso los jinetes franceses del 24º de Dragones y los italianos de los Dragones de Napoleón y los pusieron en fuga, perturbando con ello el orden con el que avanzaban los batallones suizos y españoles. Para mayor desgracia, una ancha zanja no descubierta a tiempo a descomponer la formación española.
En ese momento llegó la columna del centro al campo de batalla. Ante el primer revés sufrido por la caballería, O´Donnell juntó los batallones de las columnas de la derecha y del centro y cargó con ellas sobre los franceses. Éstos experimentaron severas perdidas, entre las que se encontró el propio general Souham, que fue herido de consideración en la cabeza y fue evacuado a Vich para que le fuera extraido una bala de su ojo izquierdo. Los franceses se vieron se vieron en un momento de gran apuro, relajaron el fuego y retrocedieron ordenadamente hacia otras posiciones más cercanas a Vic. Pero el temor de perderlo todo convirtió en desesperación el valor de los soldados veteranos de los regimientos 42º, 93º y 1º ligero, mandados por los coroneles Espert y Bourgeois, quienes resistieron tres horas los ataques españoles. Los franceses respondieron al fuego enemigo con su inmovilidad, con lo que contuvieron el ímpetu de los españoles y finalmente rechazaron todos sus ataques y evitaron su aniquilamiento.
Tras una cura de urgencia, el general Souham subió a una torre de la ciudad para observar el curso de la batalla. Al caer en la cuenta de que las tropas españolas no recibían refuerzos, inmediatamente regresó al campo de batalla y se puso de nuevo al frente de sus hombres, llevando consigo parte de los dos batallones que había desplegado frente a los miqueletes de Rovira, pues éstos no atacaban con bríos suficientes y estaban contenidos por los franceses. Llegado de nuevo a la línea, Souham organizó una nueva carga de caballería en masa contra la infantería española, que resultó arrollada, acuchillada y capturada, obligandola a huir a las montañas.
En ese momento la columna de Porta llegó al campo de batalla y se lanzó contra la derecha francesa. Pero la batalla estaba ya decidida a favor de los franceses y nada pudo hacer para cambiar su signo, a pesar de los ataques que encabezó en persona el propio general O´Donnell. Finalmente, el general español replegó a su gente a la montaña.
La cifra de muertos y heridos en ambas partes nos da una idea de lo encarnizado de los combates: los españoles se dejaron en el campo 800 muertos y un millar de heridos; por su parte los franceses sufrieron 600 muertos y heridos. El general Souham hubo de ser evacuado a Francia para ser curado, y dejó el mando de la división al General de Brigada Augereau, hermano del mariscal.
Consideraciones sobre la batalla
La batalla de Vich es uno de los hechos de armas más gloriosos del ejército francés, y como tal está grabado en el Arco de Triunfo de París. El general Souham fue atacado por fuerzas muy numerosas en una posición aislada y rodeada de montañas, logrando escapar a su destrucción gracias a la entereza y disciplina de sus hombres y a la previsión y pericia de su jefe, quien recibió el título de Conde del Imperio Francés.
Los españoles fueron derrotados debido a la falta de coordinación en la ejecución del ataque. El coronel Rovira atacó demasiado pronto, y sus miqueletes no demostraron en su ataque a Vich el brío demostrado en los momentos iniciales de la mañana. El general Porta no logró llegar a tiempo al campo de batalla, condenando con ello a los españoles a la derrota. Corrieron por Cataluña ciertos rumores injuriosas para Porta, a quien se acusó de traición por su tardanza en llegar al campo de batalla. Finalmente, el general Porta fue destinado a Valencia, donde tampoco tuvo fortuna. Por su parte, el general O´Donnell pecó de imprudencia y precipitación, incapaz de coordinar el ataque en la forma planeada.
Tras su derrota, el general O'Donnell reunió un segundo ejército de unos 15.000 hombres para seguir hostigando a los franceses. Si bien consiguió derrotar a los franceses en Manresa, fue derrotado por el general Suchet en la batalla de Margalef el 23 de abril cuando se dirigía a socorrer Lérida. Finalmente, los franceses tomaron Hostalrich y Lérida los días 13 y 14 de mayo respectivamente.
[01] Priego López. Historia de la Guerra de la Independencia. Tomo 5. pág,s. 100-104. Gómez Arteche, Historia de la Guerra de la Independencia, tomo 8, pág. 256-265.