HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
Campañas




REBELIÓN DE LAS ALPUJARRAS (1499 - 1502)

La actitud intransigente del cardenal Cisneros provoca la rebelión de las Alpujarras, con focos en Almería y Ronda

Antecedentes
Campaña militar
Consecuencias




Antecedentes

En las capitulaciones para la rendición de Granada se estipuló el respeto a las creencias, prácticas religiosas y costumbres de los moros. Durante ocho años no hubo grandes conflictos entre las dos comunidades, pues ni los Reyes Católicos, ni el arzobispo de Granada ni el gobernador de la Alhambra, a la sazón el conde de Tendilla querían conversiones forzadas.

El nuevo confesor de la reina y arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera, se entendía muy bien con los moros. Aprendió su lengua, se mezcló con ellos, les socorría y les daba limosnas. Impuso que los sacerdotes cristianos les predicasen en su lengua, e hizo que fray Pedro de Toledo compusiera un catecismo en árabe. En tales circunstancias había suficientes conversiones como para no prescindir de las buenas maneras.

Los Reyes Católicos visitaron Granada en 1499. Quedaron gratamente impresionados por la labor de fray Hernando de Talavera, y dejaron al cardenal Cisneros para que le ayudase en su tarea. Esta fue la llama que prendió el incendio, pues el cardenal se dedicó a la tarea con el ímpetu y pasión que le caracterizaban. Sus discursos y limosnas inflamaron a la población, que se convertía en masa y debiéndose recurrir al bautismo por aspersión para hacer frente a la conversión de tanta gente. Entre junio y diciembre de 1499 se convirtieron unos 70.000 moros.

En vista del éxito inicial, el cardenal se animó en su tarea. En el pueblo de Bibarrambla quemó en una gran hoguera unos 5.000 libros arábigos, no sin antes haber separado los de medicina, filosofía y ciencias para la Universidad de Alcalá. Este hecho causó el descontento de la población musulmana.

A continuación el cardenal dió un paso muy peligroso. Se suponía que los hijos de los cristianos renegados no podían cambiar de religión como sus padres, por lo que pretendió arrestar a la hija de uno de ellos que así la había hecho. Pero los moros del barrio del Albaicín salieron a liberarla, mataron a uno de sus apresores llamado Velasco de Barrionuevo y se dirigieron en tumulto al palacio del cardenal con objeto de asaltarle. El cardenal Cisneros pasó la noche defendiendo su casa. Atrancó puertas y ventanas, distribuyó la servidumbre y se dispuso a esperar al conde de Tendilla, que llegó al amanecer con 200 jinetes para salvarle. Pero los moros se hicieron dueños de la ciudad, aumentado su número con habitantes musulmanes de poblaciones vecinas. El conde de Tendilla pasó varios dias sin atreverse a combatirles, por falta de efectivos suficientes paa ello.

Por fin el tumulto se apaciguó gracias a la acción personal de fray Hernando de Talavera, que se dirigió a la multitud sólo, en compañía de un capellán y sin más armas que una cruz patriarcal. Era tan querido por la población mora que depusieron su actitud. A esta acción se unió la del conde de Tendilla, que se presentó en el barrio del Albaicin con una escasa escolta de alabarderos, se enfrentó a los amotinados y se quitó su gorro en son de paz, hecho que fue recibido entre aclamaciones por los amotinados.

El levantamiento popular de Granada se había sofocado, pero la llama de la rebelión estaba ya prendida. El comportamiento del cardenal Cisneros iba en contra del pacto de capitulación de Granada, y el cardenal era un importante funcionario del reino. El 27 de enero de 1500 los Reyes Católicos escribieron una carta a los principales moros de la Axarquía para tranquilizarles y renovarles la promesa de no forzar conversiones. Pero fue inútil. La rebelión ya estaba en marcha y las Alpujarras se levantaron en armas contra los cristianos.




Campaña militar

El conde de Tendilla salió con sus tropas a sofocar la rebelión de las Alpujarras en su calidad de gobernador de la Alhambra. En aquellas fechas don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, se hallaba en España tras su regreso de la Primera Campaña de Italia (1494-1496), y recibió órdenes de incorporarse a las órdenes de su antiguo jefe de la Guerra de Granada.

Los sublevados se resistieron con valentía, pero el conde de Tendilla les arrolló, se apoderó de la sierra y remató su victoria con el asalto a Güejar, donde el Gran Capitán trepó por una escala y penetró a la cabeza de sus hombres, acuchillando a muchos moros. Los supervivientes fueron apresados y conducidos al cautiverio.

El rey don Fernando llegó a las Alpujarras por detrás con una hueste escogida para la ocasión. Flanqueó la montaña que conduce a Lanjarón y la tomó por asalto. Con estas dos victorias los moros sublevados quedaron sometidos y la sublevación se consideró dominada.

Pero un nuevo foco de rebeldía apareció más tarde en la sierra de Filambres, Almería. El Alcaide de los Donceles, don Martín Fernández de Córdoba, fue el encargado de sofocarlo.

Por último, apareció un tercer foco en la serranía de Ronda. Esta vez el rey don Fernando organizó un verdadero ejército y llamó a los mejores capitanes de Andalucía, entre los que se contaron el conde de Cifuentes, el conde de Ureña y don Alonso de Aguilar, hermano mayor del Gran Capitán. El ejército se internó en Sierra Bermeja, con la vanguardia al mando de don Alonso de Aguilar. Avanzaron hasta internarse en campo enemigo, donde fueron atacados por todas partes en aquellas ásperas y escabrosas montañas. El ejército cristiano fue aniquilado. Don Alonso de Aguilar se defendió hasta el último momento apoyando su espalda contra una roca. En un momento dado un moro enemigo se lanzó sobre él, le abrazó y le remató con su puñal.

El rey don Fernando levantó otro ejército y se internó con él en la sierra dispuesto a vengar la derrota. Pero los moros se dieron cuenta que no podían mantener una nueva guerra, y decidieron entregarse acogiéndose a la clemencia del rey. Don Fernando les concedió un indulto general, pero les impuso una condición: o se convertían a la religión cristiana o se marchaban de España.






Consecuencias

Los Reyes Católicos se rindieron a la evidencia. Por mucho que lo desearan tanto ellos como fray Hernando de Talavera, los dos pueblos, el cristiano y el musulmán, no podían vivir juntos tras haber mantenido una guerra de siete siglos. El 14 de febrero de 1502 expidieron en Sevilla un edicto semejante al de la expulsión de los judias diez años antes. Se ordenó que todos los varones musulmanes mayores de 14 años y que todas las mujeres mayores de 12 años optasen por recibir el bautismo o salir de España en el plazo de dos meses. Se les autorizaba la venta de sus bienes y la salida del país con todas sus posesiones excepto el oro y la plata. Parece ser que la mayoría optó por convertirse y quedarse en España.





FUENTES: