Don Pedro de Ceballos "constituye la figura de mayor relieve militar del pasado colonial argentino; los soldados admiraban en él las más grandes virtudes militares y lo reconocían como el más digno de mandarlos. Personificó la reacción de España, fuerte, altiva, caballerosa, frente a la acción tenaz y persistente de la expansión portuguesa." Así se expresa el historiador Juan M. Monferini en su "Historia de la Nación Argentina" publicada por la Academia Nacional de la Historia.

Durante la Primera Guerra del III Pacto de Familia, el general Ceballos era gobernador de Buenos Aires cuando guió una columna española a reconquistar la colonia de Sacramento el 2 de noviembre de 1762, colonia que hubo que devolver a raiz del Tratado de París de 10 de febrero de 1763.

A su regreso a España, se le ascendió a teniente general y se le dió el mando de la comandancia general de Madrid. En este destino se hallaba cuando el 25 de julio de 1776 el rey carlos III expidió su nombramiento como jefe de la expedición al Sacramento, decidida por el rey para frenar la expansión portuguesa sobre el Río de la Plata. En el texto consta que el rey lo nombró "en atención al justo aprecio que en su Real consideración merece el talento, celo, actividad y acreditado empeño."

Por Real Célula de 8 de agosto de 1776 el rey le nombró asimismo virrey del recién creado virreinato del Río de la Plata, formado por las provincias de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, santa Cruz de la Sierra y Charcas, y las ciudades de Mendoza y San Juan del Pico, segregadas del virreinato del Perú.

El éxito de la expedición de Ceballos fue tal que Portugal cedió a España la colonia de Sacramento, las misiones jesuítas orientales del Paraguay y las islas de Fernando Poo y Annabón, situadas en el golfo de Guinea.