HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
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RAMIRO II EL MONJE (1134 - 1137)

Quinto rey de Aragón

Era hijo de Sancho Ramírez, nieto de Ramiro I y hermano de Alfonso I el Batallador.

Las Cortes de Borja

A la muerte de Alfonso I el Batallador en 1134, se descubrió que había dejado el reino a las órdenes del Temple, del Santo Sepulcro y de San Juan de Jerusalen, pero los nobles aragoneses no se mostraron de acuerdo con esta extraña decisión. Convocaron las Cortes de Borja con el ánimo de proclamar a Pedro de Atarés, hijo del conde Sancho, hijo natural de Ramiro I.

En el momento de la elección se levantaron los magnates Pedro Tizón y Pelegrín de Castellezuelo para oponerse a Pedro de Atarés y proponiendo a Ramiro, obispo de Roda. Este había sido previamente abad del monasterio de Tomeras (1093) y del de Sahagún, y obispo de Burgos, Pamplona y Barbastro. Poco despues llegaron los representantes navarros, que conocían la candidatura de Atarés; pero al conocer la del obispo Ramiro, vieron una oportunidad para sacudirse la soberanía de los aragoneses y se negaron a reconocer un religiosos como rey.

Los navarros abandonaron Borja y eligieron rey en Pamplona a García IV Ramirez El Restaurador, nieto de Sancho IV El de Peñalén. Por su parte, los aragoneses proclamaron a Ramiro, obispo de Roda.

Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre la existencia real de las Cortes de Borja. Parece ser que Ramiro II se tituló rey desde el mismo momento de la muerte de su hermano, según documentos fechados inmediatamente despues de la muerte, y que una asamblea popular se reunió en Jaca, capital del reino, para discutir sobre el extraño testamento del Rey Batallador.

Tampoco está probada la candidatura de Pedro de Atarés, del cual se sabe que fue mas tarde nombrado mayordomo de Ramiro II.

Ataque de Castilla (1134)

Nada más comenzar su gobierno el rey Ramiro II se enfrentó a la secesión de los navarros. Con la elección de García IV, los territorios navarros quedaban separados de facto. Navarra pretendía que Aragón había sido desde siempre una parte o prolongación de Navarra, mientras que los aragoneses argumentaban que los territorios navarros eran suyos y debían de pertenecer a Aragón.

El rey Alfonso VII de Castilla quiso aprovechar las disensiones internas entre aragoneses y navarros para aumentar su territorio. Para ello atacó el territorio aragonés y se apoderó en 1134 de las plazas de Tarazona, Daroca, Calatayud y Zaragoza.

El Pacto de Vadoluengo

Impresionado por la victoria castellana, Ramiro II buscó la concordia con los navarros. En Vadoluengo se celebró una asamblea con representantes de ambos reinos, y se llegó a un acuerdo mediante el cual se reconocía que los dos reinos serían considerados como uno solo, que el rey Ramiro II sería considerado de mayor autoridad y como un monarca civil, mientras que García IV sería el jefe del ejército.

Creyendo en la buena fe del navarro, Ramiro II se trasladó a Pamplona para ratificar el acuerdo. Pero una vez allí el monarca aragonés se enteró que García IV pretendía tenderle una trampa y apresarle, por lo que Ramiro se escapó una noche de pamplona acompañado de cinco servidores adictos a él.

Ambos monarcas creyeron que la guerra entre ellos sería inminente. García IV comenzó a reunir a su ejército y a hacer nuevas donaciones y mercedes para captar voluntades entre sus súbditos navarros. Por su parte, Ramiro II buscó la alianza de Castilla, pues no se fiaba de sus dotes guerreras.

La guerra entre ambos reinos se evitó gracias a la intervención de un tal Guido, legado del Papa, que dirigió en 1136 una carta a ambos monarcas para reconciliarles.

Alianza con Castilla (1136)

Alfonso VII de Castilla vió una oportunidad de expandir el reino de Castilla y accedió a una alianza con el débil monarca aragonés. Las negociaciones entre ambos reinos iban por buen camino cuando Alfonso VII se enteró que Ramiro II había contraido matrimonio (1136) con Inés de Poitiers, hija (o nieta) de Guillermo, duque de Guyena. Previamente a esta boda, el año de su coronación (1134) Ramiro II tuvo que pedir dispensa al Papa para contraer matrimonio, dada su condición religiosa.

El rey Alfonso, que era un sagaz diplomático, quería heredar los territorios aragoneses. Para ello se reunió con el rey Ramiro en Alagón y le propuso la devolución de la ciudad de Zaragoza y el reconocimiento como vasallo del aragonés en los otros territorios conquistados en 1134 a cambio de que su hija Petronila, de un añito de edad, se casara con el primogénito de Alfonso VII. No se sabe si Ramiro accedió o no; pero sí sabemos que los nobles aragoneses, que habían obtenido gran preponderancia debido a la debilidad del rey, se negaron a ello, temerosos de acabar siendo absorvidos por Castilla.

Unión de Aragón y Cataluña (1136)

La boda con el heredero de Castilla no se realizó, pero los mismos que la desaconsejaron apoyaron ahora la boda de la infanta Petronila, de dos años de edad, con el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona, de 24 años, para realizar una alianza familiar con Cataluña. La boda se celebró en Barbastro el 11 de agosto de 1137.

Ramiro II cedió a su yerno todo el reino de Aragón, reservándose para sí los honores y título de rey, y para sus súbditos el respeto de sus usos y costumbres.

El 13 de noviembre de 1137 el rey Ramiro II abdicó solemnemente en Ramón Berenguer IV, naciendo de este modo la monarquía catalano-aragonesa.

Ramiro II vivió aún 17 años más despues de su abdicación. Antes de morir pudo ver su obra consolidada con el nacimiento de su nieto, el futuro rey Alfonso II.

El sarcógafo del rey Ramiro II El Monje se halla en la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca.

La campana de Huesca

La leyenda coloca en los comienzos del reinado de Ramiro II el sangriento episodio conocido con el nombre de la campana de Huesca. Según se cuenta, el rey quiso castigar a los nobles que no aceptaban su autoridad y se burlaban de ella, por lo que les citó en su castillo de Huesca, les hizo pasar uno a uno ante su presencia y conforme entraban les iba decapitando, colocando sus cabezas en el suelo dispuestas de forma que se dibujase una campana, con el fin de que el hecho se propagase "como el tañido de una campaña".

Hoy dia los historiadores no aceptan la autenticidad del hecho, dado el caracter blando del monarca y las contínuas donaciones que hizo el rey hasta incluso los momentos anteriores a su muerte. Tan solo los Anales Toledanos I hacen una referencia que da caracteres de verosimilitud a esta leyenda, cuando afirma que "mataron las potestades de Huesca, era 1136".




FUENTES: