Tras la muerte de Balch, los sirios eligieron gobernador a Thaalaba ibn Salama al-Amili, que había sido designado por el califa Hixam para suceder a Balch en caso de su muerte en Africa contra los bereberes.

Rebelión de Mérida

Contra el nuevo gobernador proclamado por los sirios se reunió en Mérida otro gran ejército de baladíes y bereberes, que no se habían resignado a su derrota en Aqua Portora. Thaalaba se dirigió contra ellos con fuerzas inferiores, por lo que no solo no alcanzó ninguna victoria, sino que tuvo que refugiarse en la propia Mérida y enviar por socorro al lugarteniente que había dejado en Córdoba.

Al llegar la fiesta de Fitr o Alza, Thaalaba hizo una imprevista salida que cogió por sorpresa al enemigo, derrotándole con gran mortandaz. Redujo a cautiverio a mujeres y niños y, una vez en Córdoba, vendió a la baja a sus enemigos como esclavos entre sus soldados, para mayor escarnio de aquellos. A título de ejemplo, dos personasjes llamados Ibn Al-Hakam y Al-Harit ibn Asad, baladíes oriundos ambos de Medina, fueron vendidos respectivamente por un perro y un cabrito.

El indigno proceder del gobernador incitó a algunos árabes a pedir al nuevo gobernador de Ifriqiya, Hanzala ibn Safwan, que nombrase un gobernador para Al-Andalus que tanto sirios como baladíes reconocieran pues de lo contrario el caos asolaría las tierras de Al-Andalus.

Con tal motivo fue nombrado un tal Abu-l-Jattar, noble sirio kalbí natural de Damasco al que prestaron obediencia tanto sirios como baladíes, que mereció la aprobación del nuevo califa Al-Walid II ibn Yazid (Hixam había muerto en 743 y fue sucedido por su sobrino).