A los seis meses del asesinato de su hermano, el gobernador de Ifriqiya envió a Al-Hurr para gobernar Al-Andalus, acompañado de 400 notables ifriquíes, aparentemente con órdenes de vengar la muerte de Adb al-Aziz.

El gobierno de Al-Hurr fue bastante fructífero para la organización del nuevo territorio. Trasladó la capital de Sevilla a Córdoba; envió jueces y gobernadores por toda la península; procuró organizar el fisco musulmán, fijando los impuestos de los cristianos sometidos y castigando con dureza a los musulmanes que retenían tesoros ocultos; con objeto de aumentar las arcas, se obligó a algunos miembros del ejército conquistador de Muza a devolver las tierras conquistadas.

Realizó la primera expedición musulmana desde la conquista de la Península, en la cual venció la resistencia del visigodo Ardo en la Galia Narbonense y conquistó las ciudades de Avignon y Lyon.

En el 718 tuvo lugar el levantamiento astur de un tal Pelayo. El valí, ocupado en organizar las tierras, no acudió a sofocarla por no suponer ninguna amenaza inmediata.

Al-Hurr fue reemplazado en la primavera de 719. Según la Crónica de 754, gobernó de 715 a 718.