Alférez, encargado y superintendente de las fortificaciones de Galicia.

    (NOTA: La presente biografía está copiada de la escrita por Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño en la web de la Real Academia de la Historia).

Pedro Rodríguez Muñiz nació en La Coruña a principios del siglo XVI. Aunque muy entendido en fortificación, matemáticas y parte militar, nunca obtuvo el título de ingeniero, aunque trabajara como tal, seguramente porque no lo solicitó.

El rey Felipe II fundaba a finales de 1582 la Real Academia de Matemáticas de Madrid, bajo la dirección del arquitecto Juan de Herrera, origen de todas las enseñanzas de Ingeniería y Arquitectura Militar posteriores. El centro fue también dirigido por Juan Gómez de Mora y por Tiburcio Spannocchi, contando entre sus profesores con ingenieros militares que trabajaron en Galicia como el alférez Rodríguez Muñiz, que explicaba “la materia de escuadrones, y forma de hacellos con sus principios de Arismética, y raíz quadrada, que tanto importa para los sargentos mayores en los exercitos”.

El comienzo de su carrera militar fue en la compañía del capitán D. Juan de Córdova, con la cual participó en la jomada de Portugal, y, reformada esta compañía, siguió en otra en clase de alférez, hasta que el duque de Medina Sidonia le señaló 15 escudos de entretenimiento al mes de orden de S.M., sirviendo a su inmediación, hallándose después en la batalla de la Isla Tercera (Azores, 1582), en la cual, por sus méritos de campaña, se le ascendió a teniente de la Artillería.

Vuelto a España, fue destinado por el duque a la frontera de Arcila (actual Marruecos) y luego nuevamente a su servicio, hasta el año 1587 en que pasó al reino de Galicia como encargado y superintendente de las fortificaciones. Atacada La Coruña en 1589 por la armada inglesa al mando del pirata inglés Drake, dirigió en el aspecto técnico la defensa y reparación de las murallas, valiéndole su heroica actuación el aumento de su sueldo, por S.M. hasta 30 ducados mensuales y 200 más “de merced y ayuda de costa por una vez”.

En octubre de 1589 llegaba a La Coruña el ingeniero Tiburcio Spannocchi, encargado de informar sobre el estado del amurallamiento de las ciudades y rías del entorno coruñés, debiendo elaborar los proyectos de fortificación que fuesen necesarios. Ante la urgencia de trabajo, inspeccionaba La Coruña, El Ferrol y Betanzos, dando cuenta un mes después al capitán general, marqués de Cerralbo, que a su vez los envió al Consejo de la Guerra, de los resultados y “designios” propuestos:

    “El cavallero Tiburcio llego aquí a los quince de Octubre, y visito lo que avia en esta Ciudad y Ria de Betanzos y Ferrol, partio a los veinte y tres deste, … por los designios que lleva el Alferez Pedro Rodriguez que por orden de V. Magestad sirve de Ingeniero en este Reyno por la mucha platica que tiene de todas las particularidades y de esta Ciudad y de otras partes de este Reyno podria informar de las que se quisieren saber, y aunque su persona hace falta para la fabrica de los fuertes de San Antonio y San Felipe me ha parecido embialle con estos designios para que sin esperar la vuelta de Tiburcio se pueda resolver lo que huviere de hacer en la fortificación de esta Ciudad…”

Spannocchi realizaba cuatro proyectos para abaluartar la plaza, así como un informe en el que recomendaba rodear la ciudad alta y la mitad del barrio de la Pescadería como solución idónea para La Coruña y fortificaciones para la ría de Betanzos, con el correspondiente presupuesto. Felipe II optó por una intervención sencilla, de urgencia, ante la dificultad para decidirse por uno de los cuatro sistemas abaluartados propuestos por su ingeniero mayor, por el alto coste de la operación, aconsejando realizar unas obras más modestas. El rey mostró en la misma contestación su generosidad para con Muñiz, al que concedió un aumento de sueldo por sus acertados consejos:

    “Por la buena relación que me haveis hecho de lo bien que el Alferez Pedro Rodriguez me ha servido… le he mandado dar ducientos ducados de ayuda de costa y que se le crezca su entretenimiento a cumplimiento de treinta ducados como lo vereis por el despacho que lleva, yo os encargo y mando le tengais por encomendado para honrarle y favorecerle en lo que ay se ofreciere que yo seré de ello servido.”

También Rodriguez Muñiz realizaba sus propios proyectos: castillo de San Antón en La Coruña, fortificaciones en Bayona y sus islas, en Vigo, en el Ferrol y otros puntos, hasta que en 1598 murió de enfermedad en La Coruña, de resultas de unas calenturas epidémicas.

Al conocer el capitán general D. Luis Carrillo de Toledo su fallecimiento, expresaba su sentimiento, al decir: “Helo sentido harto por la falla que hará y porque era muy honrado soldado”, expresión que manifestaba bien su saber, integridad y aplicación.

El castillo de San Antón fue la primera fortificación moderna que se construyó en La Coruña en el siglo XVI. Se pensó como una alternativa más eficaz a la fortaleza medieval existente. Su construcción se había propuesto a Carlos V en 1528, por el gobernador del reino de Galicia, D. Antonio de la Cueva, mediante un cambio de emplazamiento, ya que el nuevo fuerte renacentista se haría en la isla de San Antón. Fue durante el reinado de Felipe II, en 1562, cuando en un informe sobre la defensa de las costas del reino se retomó la necesidad de defender el puerto de La Coruña con una torre o un baluarte en la isla de San Antón.

Después de dilaciones y diferentes proyectos, fue el marqués de Cerralbo, en 1588, quién inició la obra actual del castillo, proyectado por Pedro Rodríguez Muñiz, iniciando su construcción un año antes de que La Coruña fuese atacada por la escuadra de Drake. Como se ha señalado ut supra, Muñiz fue el único ingeniero militar que participó en la defensa de La Coruña, al que se deben las primeras fortificaciones abaluartadas de la ciudad.

Otra fortificación iniciada en la bahía coruñesa después del mando del marqués de Cerralbo fue el fuerte de Santa Cruz, en la actual costa del municipio de Oleiros. No se haría obra alguna hasta, muy probablemente, el primer mandato de D. Diego de Las Mariñas como capitán general de Galicia, en 1594 o 1595. Así se desprende del informe elaborado por el ingeniero Rodríguez Muñiz un año después:

    “Combiene mucho acabar el fuerte de San Cruz que por la parte de tierra se han de sacar algunos traveses en el mismo terreno que es dispuesto para ello, y en el camino o senda por donde se sube, hacer una cortadura que ya está comenzada y hecho gran parte della con lo cual y guarnecer de fábrica, y cubrir la cisterna, y hacer algunos pedazos de parapetos, quedará muy en defensa, y casi inexpugnable, que todo se podrá hacer con quinientos ducados”.

Finalmente, en El Ferrol se pueden destacar de entre la obra de Pedro Rodríguez Muñiz y la construcción de los castillos de la boca de la Ría: San Felipe (c. 1585), del que sólo se conserva una pequeña parte en el interior del actual; San Martín (c. 1597), completamente en ruinas, del que sólo se conservan unos trozos de su muro escarpado “a la mar” y de la defensa de tierra; y, finalmente, Nuestra Señora de la Palma (c. 1597), totalmente desaparecido por construirse sobre él otro de nueva planta.

El alférez Rodriguez Muñiz moría en La Coruña en 1598, a resultas de unas “calenturas epidémicas”.


  • Biografía de Pedro Rodríguez Muñiz en el sitio web de la Real Academia de la Historia, escrita por Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño.