Siguiendo los términos de la capitulación pactada la tarde anterior con los rifeños tras diez días de resistencia, el capitán Carrasco dispuso que la tropa entregara el armamento y saliera de la posición entre las 07:00 y 08:00 horas del día 3 de agosto; pero antes de poder hacerlo, un grupo de rifeños ya había penetrado tumultuosamente en la Alcazaba y procedió a recoger las armas a los soldados y a saquear la posición; incendiaron la enfermería matando a cuantos estaban en ella, y se dedicaron a perseguir a los infelices soldados que trataron de huir, perseguidos por moros a caballo o apostados en los caminos vecinos. Al capitán Carrasco y al teniente Fernandez les ataron los brazos a la espalda, les taparon la boca, dispararon numerosos tiros contra ellos y, finalmente, quemaron sus cadáveres y los cubrieron con paja.
Los soldados españoles del aerodromo que estaban prisioneros en las casas de los alrededores presenciaron la entrada de los moros en la Alcazaba y la masacre posterior que produjeron. A continuación, las 10:00 y 12:00 horas los moros les dejaron en libertad, para después comenzar a perseguirles y matarles a tiros y golpe de gumía. Solo se salvaron dos: los soldados Francisco Manzano, de Aviación, y el soldado Rafael Chaves Chaves, del Alcántara, que a duras penas lograron ocultarse y llegar a Melilla al día siguiente, encontrando su camino repleto de cadáveres españoles desnudos, muchos degollados.
FUENTES: