Entre el 12 y el 13 de octubre la columna del teniente coronel Villares llegó a Manzanillo procedente de Bayamo, tras haber dispersado la partida de Céspedes en Yara.

El 14 de octubre, el teniente coronel López del Campillo desembarcó procedente de la Habana con las tres compañías de su batallón de Cazadores de “San Quintín”, que encuadraban un total de 15 oficiales y 294 soldados. Se sumaron a la guarnición de Manzanillo, formada por 10 oficiales y 128 soldados del primer batallón del regimiento de Infantería “de la Corona”, los doce lanceros "del Rey" y a los 5 oficiales y 101 soldados del regimiento de Infantería de “Cuba” llegados días atrás desde Santiago de Cuba. Por tanto, aquel día el total de tropas en Manzanillo eran 2 jefes, 31 oficiales y 534 individuos de tropa.

Las fuerzas reunidas en Manzanillo salieron de operaciones la tarde de aquel día hacia Bayamo separadas en dos columnas, una al mando del teniente coronel Villares y otra al mando del teniente coronel López del Campillo. Éste marchaba con sus hombres del “San Quintín” y acampó en el potrero Masó. La columna de Villares, donde marchaba el gobernador de Manzanillo, Fernández de la Reguera y que estaba formada por el resto de la fuerza, acampó en Palmas Altas, a 10 kilómetros al este de Manzanillo

El 15 de octubre ambas columnas se reunieron en Jibacoa, donde pernoctaron. El 16 de octubre se dirigieron a Cerro Pelado y pernoctaron en Guayabal. El 17 de octubre el gobernador Fernández de la Reguera se retiró a Manzanillo por un oficio que recibió, junto con las fuerzas del regimiento de “Cuba” y un oficial y 39 del “de la Corona”. El resto de la columna reunida se dirigió a el Zarzal y a Yara, donde llegaron por la noche en medio de un terrible aguacero. Allí se les unió el teniente Melgar, que era el capitán pedáneo de Yara, con una fuerza de 35 voluntarios. El teniente coronel López del Campillo, siguiendo instrucciones del general Lerchundi, publicó un bando en el que se indultaba a todo aquel que se presentase en un plazo de ocho días deponiendo las armas; se presentaron 58 hombres, que declararon que se les había formado a unirse a los insurrectos.

El 18 de octubre el teniente coronel Villares se separó de la columna para dirigirse hacia la Veguita y Barrancas, llevando al teniente Melgar y sus hombres, los lanceros del Rey y 6 oficiales y 67 soldados de su batallón. Mientras, el teniente coronel López del Campillo salió con sus hombres hacia las Peladas. Al oscurecer la columna del teniente coronel Villares pasó cerca de Barrancas y marchó a pasar la noche a las Peladas, donde se reunió nuevamente con la columna del teniente coronel López Campillo.



Marcha de la columna del teniente coronel López del Campillo hacia Bayamo los días 14 al 19 de octubre, en que su avance fue frenado por la partida de Francisco Aguilera y el teniente coronel se retiró sin combatir. (Fuente: Elaboración propia, sobre un mapa de 1897, Biblioteca Virtual de Defensa, ref. CUB-239-03).

El 19 de octubre los cazadores de López del Campillo se componían de 273 soldados; sumados a los del teniente coronel Villares, los lanceros del Rey y los voluntarios de Melgar, su columna sumaba 2 jefes, 23 oficiales y 406 soldados. La columna salió de madrugada de las Peladas en dirección a Barrancas, donde llegaron sobre las 09:00 horas. A las 13:00 horas emprendieron la marcha hacia Bayamo. Por el camino López del Campillo hizo una hora de ejercicio doctrinal en la llamada sabana de Barrancas, un poco antes de llegar al río de Babatuaba, a unos 12 kilómetros de Bayamo.

Los españoles fueron avistados por la facción que lideraba Francisco Aguilera, que llevaba a Modesto Díaz en sus filas. Los insurrectos decidieron no enfrentarse a los españoles y montaron una emboscada a la derecha del paso del río, apoyados en el bosque. Al llegar al paso del rio, la vanguarda de la columna, formada por el alférez Cortina con diez soldados y la partida del teniente Melgar, recibió unos disparos efectuados por unos insurrectos que les detuvieron en su camino. En la escaramuza, que totalizó unos cincuenta disparos, murió uno de los insurrectos. Parece ser que éstos pretendían atacar a los españoles machete en mano, pero su plan se frustró debido al poco orden e indisciplina de los rebeldes. A la media hora del intercambio de disparos el teniente coronel López del Campillo ordenó la retirada de toda la columna sin combatir y el repliegue hacia la Veguilla a las 14:30 horas, donde llegaron a las 23:00 horas tras una marcha que realizaron en medio de una fuerte lluvia, que efecturaron sin ser hostilizados por el enemigo.

Al día siguiente, 20 de octubre, la columna de López del Campillo prosiguió su retirada hacia Manzanillo, donde llegó entre las 17:00 y 18:00 horas. Allí encontró que el comandante Allidain había desembarcado el mismo día al frente de 6 oficiales y 90 jinetes del regimiento de Caballería “de la Reina” procedente de San Antonio de Baños, a 30 kilómetros al sur de la Habana.

El teniente coronel Campillo pretendía acudir al socorro de Bayamo, pero la operación le pareció bastante peligrosa por las numerosas fuerzas con que contaban los rebeldes, que estimaba entre 2.000 y 5.000 hombres sitiando Bayamo. Optó por permanecer en Manzanillo, que fortificó y donde puso en batería dos cañones de a 24 que encontró abandonados. A los pocos días notificó al capitán general que el enemigo merodeaba por Manzanillo con intención de atacarla.

La inacción del teniente coronel López del Campillo, que no atacó en el río Babatuaba y se encerró en Manzanillo, es criticada por las fuentes, que aseguran que pudo haber salvado la ciudad de Bayamo de haber tenido más acometividad, y de haber tratado de cooperar con las fuerzas españolas de guarnición en Bayamo. El teniente coronel López del Campillo tuvo un cruce de palabras por escrito en prensa con el teniente coronel Novel a raíz de la retirada del primero, que el segundo juzgaba del todo errónea y cuya columna pudo salvar Bayamo. Los artículos aparecieron en los números 169 y 171 del periódico “La Bandera Española”, de Santiago de Cuba, publicados el 2 y el 4 de noviembre de 1869 y se reproducen en el libro que publicó el teniente coronel Novel en 1872.



  • Barrios Carrión, Leopoldo, comandante. Sobre la historia de la guerra de Cuba. Redacción y Administración de la Revista Científico-Militar y Biblioteca Militar. Barcelona, 1888-89-90. 235 páginas. 11,7 MB.

  • Camps y Feliú, Francisco de, coronel retirado. Españoles e insurrectos. Recuerdos de la guerra de Cuba. Segunda edición. Imprenta de A. Álvarez y Comp. Habana, 1890. 433 páginas. 16 MB.

  • Llofriu y Sagrera, Eleuterio. Historia de la insurrección y guerra de la isla de Cuba. Escrita en presencia de datos auténticos, descripciones de batallas, proporcionadas por testigos oculares, documentos oficiales, y cuantas noticias pueden facilitar el exacto conocimiento de los hechos. Edición ilustrada. Imprenta de la galería literaria. Tres tomos, seis volúmenes. Madrid, 1870 y 1871. 2.729 páginas. Tomo I. 799 páginas. 30 MB.

  • Novel Ibáñez, Dionisio, coronel. Memoria de los sucesos ocurridos en la insurrección que estalló en la ciudad de Bayamo en octubre de 1868. Imprenta de la viuda de Puchol. Granada, 1872. 127 páginas. 4,2 MB. Ver pág. 31, 103 y ss.

  • Pirala, Antonio. Anales de la Guerra de Cuba. Tomo 1. Imprenta y Casa editorial de Felipe González Rojas. Madrid, 1895. 886 páginas. 63,1 MB. Ver pág. 264.