En Santiago de Cuba, los vecinos patriotas armaron a su costa algunas secciones de voluntarios. Todas las personas de arraigo se colocaron al lado de la autoridad para asegurar el mantenimiento del orden en la ciudad, e iniciaron una suscripción popular para hacer frente a los gastos extraordinarios que pudieran surgir y que el primer día arrojó la cifra de diez mil pesos.

Siguiendo las órdenes recibidas, el coronel Demetrio Quirós salió de Santiago de Cuba alrededor del día 14 de octubre[01], al frente de una columna de unos 700 soldados y dos piezas de artillería a lomo[02], y se dirigió hacia Bayamo, distante 130 kilómetros por el camino de Palma Soriano. La columna estaba formada por el segundo batallón del regimiento de Infantería de “Cuba”, al mando del teniente coronel Nazario Rebollo, y el segundo batallón del regimiento de Infantería “de la Corona”, posiblemente tres compañías, al mando del teniente coronel Juan Daza.

Tras recorrer 80 kilómetros, el 18 de octubre la columna llegó al río Contramaestre, cuyo cauce recorre unos 35 o 40 kilómetros de sur a norte hasta desembocar en el río Cauto. Habían dejado atrás Palma Soriano y cruzado el caudaloso rio Cauto, y habían tenido que parar un tiempo para hacer reposar a los soldados de la marcha. Al llegar al río Contramaestre el coronel fue informado de la presencia de un fuerte contingente de rebeldes en el interior, por lo que desvió su camino hacia el norte, para caer sobre ellos.

Sobre las 08:00 horas de la mañana del día 20 de octubre[03] el coronel Quirós llegó a las cercanías de la confluencia del río Contramaestre con el río Guanimao, a un lugar llamado Venta de Casanova, situado a unos 6 kilómetros aguas abajo. Allí encontró un centenar de rebeldes[04] cerrando el paso del río, donde habían construido trincheras para parapetarse en ellas, abierto un foso y obstruido el camino con árboles y zanjas. Estaban al mando de Rafael Cabrera, el vecino de Baire e hijo o hermano del Joaquín Cabrera que los rebeldes de Mármol habían dejado al frente de esta población. El coronel emplazó un cañón y tras una docena de cañonazos puso en fuga los rebeldes, que huyeron hasta Baire al ver la carga a la bayoneta que sobre ellos hacía el batallón de “La Corona”, seguido muy de cerca por el de “Cuba”, que persiguió a los rebeldes durante unos tres kilómetros. Tras el breve combate, el coronel ordenó hacer alto para dar descanso a la tropa, que no había comido desde la mañana del día anterior y estaban mojados hasta la cintura por los pasos de los ríos.

La presencia de los españoles en el río Contramaestre hizo huir a los rebeldes de Jiguaní, distante unos 20 kilómetros, que esperaban que la caballería del coronel Quirós pudiese recorrer la distancia hasta el pueblo en tan solo tres horas. En Jiguaní quedaban unos pocos insurrectos, cuyo encargado, Manuel Fernández Íñiguez, envió dos mensajes a Donato Mármol a Santa Teresa y a Bayamo, desconociendo el lugar exacto donde se encontraba, solicitando su presencia inmediata para frenar el avance de los españoles.

El coronel Quirós continuó su camino hacia Baire, punto intermedio hacia Jiguaní, donde llegó al cabo de cuatro o cinco horas de marcha sin ningún contratiempo. La columna entró entre gritos de “¡Viva España!” y la alegría de los vecinos, que colgaron la bandera de España en muchos edificios. Quirós fue recibido por cura, que llevaba la custodia en la mano, varios peninsulares y el capitán del partido, Valerio Campas, acompañado de muchos vecinos del campo que había conseguido convencer para que le acompañaran desde su salida de Palma Soriano.

Donato Mármol, nombrado general por Céspedes, recibió la solicitud de ayuda enviada desde Jiguaní y partió hacia allí de inmediato, acompañado de Máximo Gómez, quien ya era coronel y JEM por nombramiento de Céspedes. Al frente de una fuerza de unos 200 jinetes conocidos como la partida de “Rusia”, llegó a Jiguaní. Allí se juntaron con otras partidas de insurgentes al mando de Maceo, Castillo, Rafael Milanés (nombrado coronel por Céspedes) y otros, hicieron reconocimientos hasta Baire y se concentraron en la finca de El Yarey, situada a la izquierda del camino real, a mitad del camino entre Jiguani y Baire. El coronel Quirós continuaba en Baire, a 13 kilómetros de Jiguaní, ignorante de la situación y planes de los insurrectos.



Marcha de la columna del coronel Quirós hacia Baire, donde su avance fue frenado por los rebeldes de Donato Mármol y la carga al machete que dieron los hombres de Máximo Gómez. (Fuente: Elaboración propia, sobre un mapa de 1897, Biblioteca Virtual de Defensa, ref. CUB-239-03).

El 26 de octubre[05] los rebeldes llegaron a las afueras de Baire, dispararon contra los soldados españoles que encontraron, retrocedieron se pusieron en actitud defensiva. Eran unos 600 hombres a caballo portando armas de fuego y unos 150 hombres a pie armados con machetes. El coronel Quirós envió contra ellos la 2º compañía del batallón “de la Corona”, al mando del capitán Rafael Rodrigo y Murcia, que fue recibida a tiros. El coronel mandó como refuerzo la 3º compañía del batallón de “Cuba”, al mando del comandante graduado Juan Morales Aranda. En momento dado Máximo Gómez ordenó a su gente cargar machete en mano contra los españoles, quienes les recibieron con la bayoneta calada. Se trabó un combate cuerpo a cuerpo, en el que los españoles resistieron la embestida de los insurrectos, que se retiraron y fueron perseguidos un trecho por los españoles. El coronel Quirós se vio obligado a enviar el resto del batallón de “Cuba” y emplazar un cañón, que hizo algunos disparos que cogieron de flanco a los insurrectos en su huida. Pero el ataque de los rebeldes se hizo con tanto empuje y fiereza, que obligó al coronel Quirós a ordenar la retirada tras comprobar que había sufrido bastantes bajas.

La carga al machete de Máximo Gómez en Baire ha sido objeto de alabanzas por todo tipo de público por ser, al parecer, la primera efectuada con machete en mano y por provocar, al decir de sus admiradores, tanto pánico en el enemigo. La fiereza de la carga nos la da el hecho de que el cañón de una carabina fue partido en dos de un machetazo en esta acción. Pero la verdad que nos cuentan otras fuentes es que los españoles aguantaron e hicieron retroceder a sus atacantes. Desde entonces se han escrito numerosos artículos y capítulos en libros acerca de la controversia sobre la necesidad de armar o no a los soldados españoles con machete o mantener su armamento con bayoneta. Los partidarios de una y otra arma presentan sus ventajas e inconvenientes, siendo el lector quien debe juzgar.

El coronel Quirós fue informado por un muchacho que había sido capturado y posteriormente liberado que los insurrectos tenían intención de asaltar la población de Baire esa misma noche, por lo que el coronel dispuso la retirada inmediata de la fuerza y la evacuación de los heridos y de las familias adictas a España. Los insurrectos entraron en Baire por la noche sin encontrar a los españoles; se entretuvieron en la población y tardaron doce horas en iniciar la persecución del coronel Quirós. La mañana del 27 de octubre encontraron la columna española en la Venta de Casanova, que rodearon bloqueando las alturas, los barrancos y todos los pasos de los ríos Guaninao y Contramaestre; y ahuyentando las reses de ganado para que no pudieran alimentarse.

La Venta estaba construida de madera, por lo que los proyectiles enemigos atravesaban las paredes y producían estragos entre los defensores. El cerco al que estaban sometidos los españoles les impedía salir a recoger agua. A las cuatro y media de la madrugada del cuarto día de cerco (31 de octubre/1 de noviembre) el coronel Quirós salió con la columna en silencio de la Venta; al llegar a las avanzadas de la partida mandada por un tal Santisteban, se abrió paso entre ellas atravesándolas a tiro limpio y marchó aguas arriba en dirección a Palma Soriano, distante 40 kilómetros a orillas del río Cauto. El jefe de los insurrectos, Luis Marcano, creyó que el tiroteo era debido a una intentona de los españoles para preveerse de algún ganado para comer, lo cual dio algún tiempo de ventaja al coronel Quirós. Cuando Marcano salió de su error envió a Rosendo Arteaga, nombrado coronel por Céspedes, en su persecución. Éste perdió tiempo enviando exploradores por la zona, y cuando encontró la columna del coronel Quirós cruzando un río, fue recibido a tiros por la fuerza que protegía el paso.

Los rebeldes de Arteaga y Santistebas se mostraron poco hábiles a la hora de perseguir a Quirós, quien pudo permanecer todo un día en una posición (casa tienda de Maibió) sin arbolado ni manigua a su alrededor, alimentando y haciendo descansar a la tropa. Carlos Manuel Céspedes, enterado de todo lo ocurrido en Baire y en la Venta, se personó en la sabana de Maibió con un cañón que traía desde Bayamo, pero que no pudo emplazar por lo pesado y voluminoso que era y por la falta de artilleros entendidos.

A la mañana siguiente (posiblemente del 2 de noviembre), el coronel Quirós continuó su retirada haciendo fuego a derecha e izquierda, avanzado en diferentes tramos con el fango hasta la altura de la rodilla. Durante el caminó fue hostilizado por las partidas de Miguel Ángel Barzaga, nombrado coronel por Céspedes, y un tal Rus, quien quedó contuso por el fuego del cañón que el coronel Quirós emplazaba de vez en cuando para proteger la retirada. Aquella noche pernoctaron en un lugar llamado San José.

Al día siguiente (3 de noviembre, según nuestra cronología), el coronel Quirós continuó su retirada hasta Palma Soriano, sufriendo algunas bajas que le produjeron tiradores emboscados. Carlos Manuel Céspedes, junto con Pío Rosado y otros, se adelantó al español para cruzar el rio Cauto, pero cuando se acercaban a su orilla una descubierta enviada por el coronel Quirós les envió una rociada de balas que casi acaba con la vida de Céspedes. Debido a ello, los insurrectos dieron un rodeo, lo que permitió a Quirós cruzar el rio Cauto y poner a salvo su columna, dando con ello fin la persecución de los rebeldes. El coronel Quirós llegó a Santiago de Cuba con un tercio de bajas.



  • Barrios Carrión, Leopoldo, comandante. Sobre la historia de la guerra de Cuba. Redacción y Administración de la Revista Científico-Militar y Biblioteca Militar. Barcelona, 1888-89-90. 235 páginas. 11,7 MB.

  • Camps y Feliú, Francisco de, coronel retirado. Españoles e insurrectos. Recuerdos de la guerra de Cuba. Segunda edición. Imprenta de A. Álvarez y Comp. Habana, 1890. 433 páginas. 16 MB.

  • Llofriu y Sagrera, Eleuterio. Historia de la insurrección y guerra de la isla de Cuba. Escrita en presencia de datos auténticos, descripciones de batallas, proporcionadas por testigos oculares, documentos oficiales, y cuantas noticias pueden facilitar el exacto conocimiento de los hechos. Edición ilustrada. Imprenta de la galería literaria. Tres tomos, seis volúmenes. Madrid, 1870 y 1871. 2.729 páginas. Tomo I. 799 páginas. 30 MB.

  • Novel Ibáñez, Dionisio, coronel. Memoria de los sucesos ocurridos en la insurrección que estalló en la ciudad de Bayamo en octubre de 1868. Imprenta de la viuda de Puchol. Granada, 1872. 127 páginas. 4,2 MB. Ver pág. 31, 103 y ss.

  • Pirala, Antonio. Anales de la Guerra de Cuba. Tomo 1. Imprenta y Casa editorial de Felipe González Rojas. Madrid, 1895. 886 páginas. 63,1 MB. Ver pág. 264.




[01] Las noticias de la columna del coronel Quirós y su retirada proceden de Pirala y de Llofriu y Segarra. Éste último es quien da la noticia de la composición de la columna, incluyendo el batallón “de la Corona” al mando del teniente coronel Daza en ella. Pirala es más escueto, diciendo que el 14 de octubre tres compañías del regimiento “de la Corona” salieron al mando del teniente coronel Daza en dirección a Jiguani; no menciona su encuadramiento en la columna del coronel Quirós.
[02] Pirala dice que solo iba una pieza de artillería en la columna.
[03] Pirala fecha esta acción el 18 de octubre, haciendo caso del testimonio de un rebelde.
[04] Llofriu y Segarra dice que eran 300. Op. cit., pág. 26.
[05] Llofriu y Segarra dice que fue el 25 de octubre. Op. cit., pág. 28.