Victoria del rey Carlos VIII de Francia sobre las tropas coaligadas venecianas y milanesas de la Liga Santa al mando del marqués de Mantua.

Tras conocer el tratado de formación de la Santa Liga, el rey Carlos VIII dejó guarniciones francesas en el recién conquistado reino de Nápoles y con 9.000 hombres se dirigió a los Apeninos para entrar en la Lombardía y así huir de Italia. Los venecianos y milaneses, pertenecientes a la Santa Liga, juntaron sus ejércitos, al mando respectivamente de Francisco II Gonzaga, marqués de Mantua, y del conde de Caiazzo. Los aliados tenían dos opciones: perseguir el ejército francés hasta que la falta de víveres y la fatiga dieran cuenta de él, o presentarle una batalla decisiva basados en la superioridad numérica de los aliados.



La batalla de Fornovo (6 de julio de 1495). Fresco de la "Gallerie delle Carte Geografiche", Museo Vaticaco (Tomado de Wikipedia)

El marqués de Mantua se inclinó por presentar batalla; no obstante, no impidió a los franceses cruzar los Apeninos, que lo hicieron entre grandes fatigas llevando los cañones, falconetes y culebrinas a hombros. Cruzadas las montañas, ambos ejércitos se encontraron en la localidad de Fornovo, los franceses en el margen derecha del río Tarro, mientras que las tropas de la Santa Liga quedaron en el margen izquierda.

El ejército de Carlos VIII, coaligado con el duque de Ferrara y el marqués de Saluzzo, sumaba 12.600 hombres. El rey francés dividió sus fuerzas en tres líneas:

  • Primera línea: al mando de Juan Jacobo Trivulcio, compuesta por 2.000 piqueros suizos, algunos portando armas de fuego portátiles y otros armados con hachas, formando una larga línea en falange, protegidos por 300 hombres de caballería pesada, 200 infantes ligeros italianos y 500 arqueros montados, con una serie de piezas de artillería protegiendo la primera línea al frente.

  • Segunda línea: al mando de Carlos VIII, un cuerpo compuesto por 600 hombres de caballería pesada, incluidos arqueros y ballesteros montados, que era la tropa de élite francesa y el séquito personal del rey. Una serie de piezas de aertillería les protegía

  • Tercera línea: compuesta por 400 hombres a caballo y unos 1.000 infantes.

El marqués de Mantua contaba con unos 21.000 hombres, que dividió en cuatro grupos:

  • Derecha: al mando del milanés Juan Francisco Sanseverino, conde de Caiazzo, formada por 800 hombres de caballería pesada, 1.700 infantes milaneses, 300 piqueros alemanes y alguna pieza de artillería.

  • Centro: al mando de Francisco II Gonzaga, marqués de Mantua, formado por 500 hombres de caballería pesada, 600 ballesteros y 5.000 infantes.

  • Izquierda: al mando del conde Bernardino Fortebraccio, jefe de las fuerzas venecianas, compuestas por 360 hombres de caballería ligera y una serie de fuerzas particulares de hasta siete condes y nobles venecianos.

  • Reserva: al mando de Montivoglio y Montefeltro, compuesta por 1.000 infantes y 600 hombres de caballería pesada.

El plan del marqués de Mantua consistía en hacer que sus tropas de la derecha y del centro se enfrentasen a la primera y segunda línea francesa, bloqueasen el avance de los piqueros enemigos, y hacer que su izquierda rodease el ejército francés para atacar la retaguardia mientras que la fuerza de ballesteros atacaba la retaguardia por el otro lado. Con ello esperaba desabaratar al enemigo y permitir el avance de su reserva para completar la derrota de los franceses. Pero la ejecuciòn del plan fue desastrosa.

Comenzado el ataque con el cruce del río por las tropas del conde de Caiazzo, el centro francés no se vió suficientemente presionado como esperaba el marqués de Mantua: la crecida del río Tarro, el nivel de cuyas aguas había subido debido a las lluvias de los días anteriores, restó brío y acometividad a los venecianos y el ataque fue rechazado por los compactos escuadrones de infantería suiza enemiga. Afortunadamente para los coaligados, las lluvias restaron efectividad a la artillería francesa, que vió mojada buena parte de la pólvora y sus proyectiles hundirse en el lozadal en que se había convertido el terreno del campo de batalla. El ataque de la caballería ligera veneciana, al mando del conde Fortebraccio, fue repelido por los alabarderos suizos. Para completar el desastre, las tropas de caballería stradiotti que debían atacar la retaguardia francesa se dedicaron a saquear el campamento francés en busca de botín, dejando por ello sin cumplir su mision. Los franceses retrocedieron para proteger su campamento, y parte de las reserva de los venecianos entró en acción para tratar de dominar la lucha alrededor del campamento francés. Por último, el cuerpo de reverva aliado permaneció inmóvil en su sitio esperando órdenes que no llegaron. El plan del marqués de Mantua fracasó; las tropas de Carlos VIII escaparon del campo, pero no fueron capaces de capitalizar el éxito por verse envueltas en escaramuzas locales o en el saqueo del campamento milanés en busca de botín.

La batalla duró tan solo una hora; pero fue una batalla muy sangrienta, en la que casi un tercio de los combatientes fue baja. Entre muertos y heridos, los italianos sufrieron 6.000 bajas y los franceses unas 4.000. La pírrica victoria francesa le permitió a Carlos VIII escapar del apuro continuar su retirada de Italia.



  • La batalla de Fornovo, en Wikipedia.

  • Beneditti, Alessandro. Diari de Bello Carolino. Publicado por Renaissance Society of America, 1967.

  • Academia de Infantería. Historia Militar. Segundo Curso, Guadalajara, 1945, página 123.