Mohamed Abd el-Krim nació en 1.892 en Axdir dentro del clan de los Ait Yusuf, de la cábila de Beni Urriaguel. Abd el-Krim era de mediana estatura y algo obeso, de ojos castaños, cabellos oscuro, piel morena y cara redondeada. Vestía como los demás rifeños, chilaba marrón, turbante blanco y babuchas.

Su padre era un caid proespañol de Axdir, aunque hay quien afirma que era alfaquí de una mezquita de Axdir. De niño Abd el-Krim se dedico al estudio del Corán, como el resto de los muchachos del Rif. No obstante, recibió una educación superior al resto de sus compatriotas, pues el año de su nacimiento su padre se trasladó a Tetúan y envío a sus hijos a Melilla para que asistieran a las escuelas españolas. Estudiaron las mismas disciplinas que los niños españoles, incluido el catecismo católico.

Terminada su formación en la escuela española, Abd el-Krim completo su formación islámica para caid en la Medersa Qarawiyin de Fez (Corán, equitación y manejo de armas).

En 1.906, cuando Abd el-Krim contaba con 24 años de edad, comenzó a trabajar como Director del suplemento árabe del Telegrama del Rif, un periódico local. Un año más tarde Abd el-Krim fue contratado como secretario de la Oficina de Asuntos Indígenas, subordinado al coronel Gabriel Morales, que fue jefe de la Policía Indígena durante muchos años. En 1.912 fue nombrado "Cadi qudat" (Cadi Jefe) de la zona de Melilla.

En 1.917 Abd el-Krim fue encarcelado en Rostrogordo (Melilla) por presiones francesas. El motivo fue su posicionamiento germanófilo durante la Guerra Europea, las declaraciones que hacía públicas respecto al sultán marioneta de los franceses, sus manifestaciones de que España no debía extender sus dominios más allá de las plazas de soberanía y la idea de la creación de un Estado Rifeño independiente. Abd el-Krim intento la fuga de la prisión, pero se partió la cuerda por la que descolgaba y se rompió una pierna, lo que le dejo cojo de por vida. Capturado de nuevo, permaneció preso otros once meses.

Una vez excarcelado, Abd el-Krim volvió a trabajar en El Telegrama del Rif, pero en enero de 1.919 pidió 20 días de vacaciones y no volvió nunca más.

Mohamed Adb el-Krim tenía un hermano menor llamando Mhamed. En 1.917 su hermano menor fue enviado por cuenta del gobierno español a Madrid, para iniciar la carrera de ingeniero de minas. Durante tres años Mhamed estuvo viviendo al modo europeo, estudiando mineralogía e ingeniería militar. Abd el-Krim escribió a su hermano en Madrid para que volviera a Axdir. Reunidos los Abd el-Krim, padre y hermanos, antes filoespañoles, comenzaron los preparativos para encabezar una rebelión contra España. Mhamed se convirtió en el jefe del ejército y fue igualmente responsable de la insurrección, así como de los éxitos iniciales y fracaso final.

En septiembre de 1.920 el padre de Abd el-Krim murio envenenado.

Aunque los hermanos Abd el-Krim no tenían ningún poder político en Beni Urriaguel, y tuvieron que vencer los recelos que provocaban su pasado proespañol, lo cierto es que su carisma consiguío unir a los rifeños en la idea de la formación de un Estado Nacional. Buenos conocedores de los españoles y de su organización militar, observaban que el general Silvestre desplegaba el mismo número de hombres sobre un territorio cada vez mayor. En la primavera de 1.921 Abd el-Krim ya había conseguido aglutinar una poderosa fuerza militar, cuyo núcleo lo formaban los guerreros de Beni Urriaguel y lo completaban las harkas de Bocoya, Tensaman, Beni Tuzin y Beni Ammart.

Tras derrotar a los españoles en la zona oriental y llegar hasta las puertas de Melilla, se entregó a la tarea de crear una República Independiente del Rif, mientras su hermano contenía las acometidas del ejército español. Su ambición le llevó a atacar en abril de 1925 a los franceses en su zona del Protectorado, lo que acarreó su perdición. Franceses y españoles unieron sus fuerzas y, tras el desembarco en Alhucemas en septiembre de 1925, comenzó el final de sus sueños políticos. Cuando todo estuvo perdido, Abd el-Krim se entregó a los franceses, que lo confinaron en la isla de Reunión, con gran disgusto de España, que hubiera preferido un castigo mayor.

Por fin fue liberado y exiliado en El Cairo, donde murió.