HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
Campañas




EL PRONUNCIAMIENTO DEL GENERAL LACY (1817)

Tercer pronunciamiento militar, segundo de corte liberal.

Protagonistas del pronunciamiento

El general don Luis Lacy y Gautier participó en la Guerra de la Independencia destacando en ella como un magnífico oficial general. Participó en la batalla de Talavera (27-28 de julio de 1809) al mando de una división en la línea del general Hill. A continuación, encuadrado en el Ejército de La Mancha al mando del general Areizaga, participó al frente de su división en la desgraciada batalla de Ocaña (18 de noviembre de 1809). Encuadrado en el ejército del Sur de la Península al mando del general Blake, participó en el concepto de guerra total que practicaron los españoles para mantener en una constante amenaza a los franceses. En junio y agosto de 1810 llevó a cabo sendas expediciones sobre Ronda y Moguer, que obligaron a los franceses a realizar importantes movimientos para proteger sus líneas y posiciones.

En el verano de 1811 asumió el mando de Cataluña tras la derrota de los ejércitos españoles, que se vieron abocados a abandonar el Principado en dirección a Valencia. El general Lacy se quedó en Cataluña con unos 3000 hombres e inició una implacable lucha de guerrillas contra los franceses. Su fuerza llegó a sumar 14.000 hombres, suficiente para ocupar a los franceses en guanecer con tropas alerta las poblaciones y plazas que mantenían en su poder y en las tareas de escoltar a los convoyes de abastecimiento y suministro, ocasionando con ello un importante desgaste al enemigo.

Por su parte, el general don Lorenzo Milans del Bosch inició la guerra en la lucha de guerrilla en el verano de 1808. Entonces era teniente cornel en situación de media paga, y se convirtió en el primer jefe de los somatenes catalanes, cuyos miembros se convirtieron en pocos meses en soldados permanentes. Desde el principio rehuyó el combate formal y se dedicó a atacar los convoyes y destacamentos de descubierta franceses. Su primer éxito loobtuvo el 5 de julio de 1808, cuando impidió el éxito de una expedición contra Granollers del general Chabrán, a quien obligó a regresar a Mataró bajo el fuego constante de sus somatenes. Posteriormente, acosó implacablemente con sus hombres durante el mes de agosto la retirada del general Duhesme desde Gerona a Barcelona, obligándole a destruir su impedimenta y arrojar su artillería al mar para avanzar más rápido. En 1809 se mantuvo con su somatén en la zona de Hostalrich y logró cortar las comunicaciones con Francia del general Saint-Cyr.

En 1817 el general Lacy se encontraba en Barcelona y el general Milans del Bosch en Gerona. Ambos contactaron entre sí para tratar de forzar una nueva restauración constitucional. Para ello se reunieron en varias ocasiones en Caldetas (Caldes d´Estrac), lugar de residencia de Lacy y sitio que eligieron para la concentración de las fuerzas alzadas en armas por la causa liberal, que suponían serían las que se hallaban repartidas en la comarca inmediata a Mataró. Su intención era marchar con ellas sobre Barcelona y proclamar la Constitución de 1812.

Desarrollo del pronunciamiento

La conspiración fue descubierta, pero las autoridades no tomaron medidas de ninguna especie. Por ello, el 4 de abril de 1817 se inició el alzamiento en el Regimiento de Infantería de Tarragona; no obstante, su coronel impidió la defección de las tropas, excepto la de dos compañías que, al mando del teniente coronel Quer, se dirigieron al punto de reunión en Caldetas. De allí las tropas se dirigieron al mando del general Lacy a una casa de campo propiedad del general Milans del Bosch, donde éste conduciría a las tropas levantadas por él. Sin embargo, encontraron al general Milans solo, pues el levantamiento del Regimiento de Infantería de Murcia había fracasado, a pesar de los esfuerzos de Francisco Mancha, comandante jefe del 1er. batallón, y de varios oficiales de la unidad. Aquella noche no solo no llegó ninguna unidad militar, sino que además supieron que el capitán general, Castaños, ya tenía conocimiento de la intentona. Esta noticia provocó la deserción de los soldados, que se presentaron a las autoridades de Arenys de Mar.

El 6 de abril el general Castaños ordenó al general Llauder que se presentara en el lugar del suceso, hiciera un reconocimiento, obtuviera información de los hechos y arrestara a los conspiradores. Pero no fue hasta el día 7 que el general Castaños obtuvo sus nombres. Las órdenes posteriores permiten creer que Castaños, perteneciente a la Masonería como Lacy, no deseaba la prisión de éste ni la del general Milans:

    "Usía se habrá convencido de que es absolutamente indispensable que cuando no se consiga el arresto de los generales Lacy y Milans y de los demás jefes y oficiales que les siguen, no debe perderse momento en perseguirlos incesantemente hasta que hayan salido del territorio español."

Siguiendo estas órdenes, Llauder se limitó a enviar destacamentos, que tan solo hicieron prisionero al general Lacy, puesto que el general Milans del Bosch logró escapar a Francia por los Pirineros. Lacy fue capturado porque se detuvo inexplicablemente dos días en la casa de Samade, sin embarcar en un barco que le esperaba en Blanes, y delatado por el dueño de la quinta donde entró a descansar. Este tiempo fue suficiente para ser identificado, denunciado y detenido por un somatén de campesinos, que avisó a las columnas militares. El oficial a quien el general Lacy se rindió era el alférez don Vicente Ruiz, de Almansa, quien, al recibir la espada del general, le dijo lo siguiente:

    "V.E. me dispensará que no acepte su acero, porque en ninguna mano está mejor en en la suya."

Durante la entrevista entre ambos generales, Llauder reprochó a Lacy su torpeza por dejarse arrestar:

    "Mis primeras palabras fueron una reconvención, pero reconveción amistosa, no sobre la conducta que me había puesto en el caso de tener que ser el instrumento inocente y forzoso de su desgracia, sino por la extraña e incomprensible detención en su fuga."

Proceso y fusilamiento del general Lacy

Hecho prisionero, Lacy fue procesado. Durante la causa manifestó su ignorancia sobre el sentido y propósitos del pronunciamiento. Tras sus conversaciones con Lazy, el general Llauder manifestó lo siguiente:

    "... [que] había sido arrancado de su casa de Caldetas, muy a pesar suyo, lo cual, unido a su descuido en salvarse ..., me hacía creer que realmente mi prisionero no tenía más parte en todo aquel amago que lo que la fatalidad hace a menudo tomar a hombres desprevenidos en un momento de debilidad ..."

Ante sus jueces el general Lacy manifestó que, sorprendido por la presencia del teniente coronel Quer, se decidió a seguirle al tener noticia del Manifiesto en el que se le señalaba como jefe del movimiento:

    "... y en este conflicto a impulsos de las eficaces instancias de toda la familia y demás que le rodeaban, y sobre todo de la reflexión que se le ocurrió en el momento de que si se fomentaba un movimiento popular estando ya indicado en los tales papeles, sería por éste arrancado de su casa para hacer un papel ridículo contra todos los principios ..."

Tras el proceso, el general Lacy fue condenado a muerte. El general Castaños hizo una alocución pública sobre el proceso. Al comentar el texto de la sentencia, afirmó que se le condenaba a muerte sin asegurar que fuese el jefe de movimiento. Es curiosa la fórmula empleada por el general Castaños:

    "No resulta del proceso que el teniente general don Luis Lacy sea el que formó la conspiración que ha producido esta causa, ni que pueda considerársele como cabeza de ella; pero hallándole con indicios vehementes de haber tenido parte en la conspiración y sido sabedor de ella, sin haber practicado diligencia alguna para dar aviso a la autoridad más inmediata que pudiera contribuir a su remedio, considero comprendido al teniente general don Luis Lacy en los artículos 26 y 42, título 10, tratado 8º de las Reales Ordenanzas; pero considerando sus distinguidos y bien notorios servicios, particularmente en este Principado, y con este mismo ejército que formó, y siguiendo los paternales impulsos de nuestro benigno soberano, es mi voto que el teniente general don Luis Lacy sufra la pena de ser pasado por las armas; dejando al arbitrio el que la ejecución sea pública o privadamente, según las ocurrencias que pudieran sobrevenir y hacer recelar que se alterase la pública normalidad."

El general Lacy escribió al general Llauder solicitandole que escribiese a dos abogados de Barcelona para que por medio de ambos los colegios y gremios de la ciudad intercedieran por él; pero todo intento de salvarle fue inútil.

Desde los primeros dias del mes de junio el secretario de Guerra, haciendose eco de los temores del gobierno de que los catalanes intentaran liberar al general Lacy, había sugerido al general Castaños el traslado del condenado a Mallorca para evitar alteraciones del orden público en la capital catalana, y haciendo correr el rumor de que el Rey iba a indultarle. El 30 de junio el general Lacy fue embarcado en el falucho de guerra El Catalán rumbo a Mallorca, escoltado por el práctico Águila. El embarque coincidó con los rumores que corrían por Barcelona sobre el perdón para Lacy.

El pueblo catalán y el propio Lacy creyeron en el engaño. Nada ocurrió durante la navegación, y a su llegada a Mallorca el general Lacy fue recluido en el castillo de Belver, quedando persuadido de que aquella, y no otra, era su condena. Pero el capitán general de las islas, marqués de Coupigny, ya tenía sus órdenes, y el 4 de julio el fiscal se personó en la prisión para notificar al preso su sentencia de muerte. El general Lacy la recibió con el corazón firme y el rostro sereno. La ejecución se realizó a primera hora de la mañana siguiente, 5 de julio; se le bajó a los fosos del castillo y él mismo se encargó de dar la orden al pelotón encargado de ejecutarle. Tenía al morir 45 años.

En palabras del insigne historiador Modesto Lafuente:

    "Así pereció el benemérito don Luis Lacy, cuyas hazañas y servicios al rey y a la patria en la Mancha, en Andalucía y en Cataluña durante la gloriosa lucha contra los franceses pregonaba la fama dentro y fuera de la Península. Y así iban acabando en el cadalso, víctimas del amor a la libertad y de la tiranía de un poder intolerante e ingrato, los ciudadanos y guerreros que habían dado a la nación más días de lustre y de gloria, y habían afianzado más su independencia, libertándola de una dominación extraña."





Fusilamiento del general Lacy en los fosos del castillo de Belver de Palma de Mallorca (5 de julio de 1817).

Motivaciones políticas

El historiador Fernández Martín atribuye a este pronunciamiento un Manifiesto que en líneas generales es una repetición del proclamado por el general Porlier, destacando las ventajas que los militares, y en este caso los catalanes, obtendrían con la victoria, insistiendo de forma muy concreta en ofrecimiento de dinero con objeto de atraer la opinión de la tropa y aún de la oficialidad.


FUENTES:

  • Miguel Artola. La España de Fernando VII. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 1999. Pág,s. 492-495.
  • Modesto Lafuente. Historia General de España. Tomo XVIII. Montaner y Simón, editores. Barcelona, 1889. Página 662.
  • Francisco Pi y Margall. Historia de España en el siglo XIX, tomo II. Miguel Seguí, editor. Barcelona, 1903. Pág,s. 168 y 216.