HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
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EL PRONUNCIAMIENTO DEL GENERAL MINA (1814)

Primer pronunciamiento militar de siglo XIX. Fue de tipo apolítico, y estuvo motivado por el despecho del general Mina tras ser destituido de sus cargos al finalizar la guerra contra los franceses.

Causas del pronunciamiento

Tras finalizar la Guerra de la Independencia, el nuevo gobierno de Fernando VII se dedicó a restablecer la administración civil en España. Para ello inició un paulatino proceso de licencia de las numerosas tropas en armas que había en el ejército, cerca de 190.000 soldados y 17.000 caballos que excedían las posibilidades de la Hacienda Pública y de la población. La reducción militar fue tan grande que en 1820 las tropas de Infantería totalizaban 39.652 soldados, mientras que los de Caballería eran 7.859 soldados y 6.144 caballos. El segundo paso consistió en limitar el poder de las autoridades militares, tremendamente aumentadas durante los seis años de guerra, a las funciones propias del tiempo de paz. Todo ello creó dos problemas entre los militares: la dificultad de encontrar recursos para abastecer las unidades a su mando, y la falta de readaptación a la situación de paz entre aquellos que habían hecho carrera durante la guerra.

El caso del general Espoz y Mina es el ejemplo de esta situación. En mayo de 1814 era el general gobernador del reino de Navarra, autoridad indiscutible en la región, que había establecido una administración particular para asegurar el mantenimiento de la División Navarra de su mando. Sin embargo, el nuevo gobierno real decidió acabar con ese estado de cosas y volver a la normalidad. Ello motivó un viaje de Mina a la corte de Madrid para exponer sus ambiciones personalmente al Rey, tal y como expone en sus Memorias:

    "Esta misma confirmación del mando en Palafox [en Aragón], mando y categoría que había debido al pueblo en primer lugar y ratificado después por el único y legítimo gobierno de las Cortes, debía haberme esperar que otro tanto se haría conmigo en el de Navarra, donde casi durante toda la lucha, con consentimiento de los pueblos y ratificación del gobierno, había yo ejercido el mando con toda plenitud del poder."

Pero el rey no tuvo en cuenta su petición. Le negó jurisdicción y mando sobre los batallones regulares creados últimamente en Navarra; ordenó el 25 de junio la desmovilización de las unidades irregulares; el 28 de julio ordenó el licenciamiento de la guerrillas; integró el territorio del Alto Aragón bajo la jurisdicción del Capitán General de Aragón, Palafox; y designó al Conde de Ezpeleta como virrey de Navarra.

En el mes de julio el general Espoz y Mina regresó a Navarra a hacerse cargo del mando de su división, donde trató de contener la masiva deserción de las tropas, las cuales entraron en conflicto con la población civil al tener que buscar un abastecimiento que no les proporcionaba el gobierno con la prontitud deseada.

En el mes de septiembre, el conde de Ezpeleta ordenó un permiso de tres meses a la mitad de la división de Mina, justificando la medida por la noticia de la paz con Francia. Pero Mina se negó a cumplir la orden. Por aquellos días la tenisón entre soldados y civiles de los pueblos donde estaban acantonadas las tropas era tensa, llegando a aparecer pasquines insultantes contra la oficialidad y jefes, con objeto de malquistarlos con los vecinos". Entonces, el gobierno expidió un Real Decreto con fecha de 15 de septiembre en el que ordenaba al general Mina quedar en situación de cuartel en Pamplona y entregar el mando de las unidades de su división a distintas autoridades territoriales.

Desarrollo del pronunciamiento

A su regreso de Madrid en julio, Espoz y Mina entró en contacto con miembros de su División "sobre un movimiento que tenía premeditado, bajo la confianza de que una vez efectuado, podría tener eco en algún otro punto, según las conversaciones tenidas por mí en Madrid durante mi permanencia allí, y otras correspondencias." La trama de la conspiración en Navarra se redujo a un principio de acuerdo con el coronel Guerra, jefe de un regimiento de Caballería acantonado en Huesca; coronel Asura, gobernador militar de Pamplona; y coronel Górriz, jefe del 1er. regimiento de Infantería, acantonado en Puente la Reina. Contaba también con el apoyo de su sobrino Javier Mina "El Mozo", liberado de su prisión francesa.

A raiz de la comunicacion a Mina de su situación de cuartel en Pamplona, que llegó a manos del general ocho días más tarde, la situación se disparó, pues se ordenaba a Mina su traslado inmediato a Pamplona. El 25 de septiembre por la tarde el general Mina se puso al frente del 1er. Regimiento en Puente la Reina y se aprestó a conducirlo al asalto de Pamplona.

Poco después de la medianoche del 26 de septiembre el 1er. Regimiento alcanzó las murallas de Pamplona, encontrando la ciudad en total tranquilidad. Cuando la tropa recibió la orden de bajar al foso para iniciar la escalada de las murallas, los oficiales del regimiento se negaron a cumplir la orden, y su ejemplo fue seguido por la tropa. El comandante don Santos Ladrón de Cegama era jefe de uno de los batallones que Mina quería sublevar, pero se negó a secundar la intentona y denunció sus intenciones. Es posible que fuese uno de los oficiales del 1er. Regimiento de Infantería, pero habría que confirmar su destino. Hubo un momento de tensión en el que la vida del general estuvo en juego, tras el cual éste resolvió ordenar el regreso del regimiento a Puente la Reina, en tanto que él se retiró al cuartel general de Muruzábal. Al llegar el regimiento a Puente la Reina, los oficiales arrestaron al coronel Górriz. El general Mina, enterado de la situación de su subordinado, se presentó en el lugar para tratar de salvarle; pero fue recibido a tiros en las calles y hubo de abandonar su intento.





Fusilamiento del coronel Górriz.

Al conocer el fracaso del pronunciamiento, el coronel Gurrea se unió al general. Al conocer una semana más tarde que varias columnas marchaban en su persecución, ambos jefes militares decidieron abandonar Navarra, de forma que el 4 de octubre entraron en Francia como refugiados. Por su parte, el coronel Górriz fue degradado y fusilado.

Motivaciones políticas

No pueden saberse los móviles políticos del pronunciamiento del general Mina, ya que se carece de los documentos que podrían permitir saberlos. La realidad es que el pronunciamiento se hizo con tanta rapidez que no se redactó ningún manifiesto político. En su Memorias, escritas años más tarde, el general Mina dice:

    "Mi objetivo era apoderarme de la plaza y ciudadela de Pamplona, figurando fuerza, y plantar en ella la bandera de la libertad, promoviendo la reunión de Cortes; y extender comunicaciones inmediatamente a todas las demás provincias del reino para obtener de ellas la correspondiente cooperación al mismo fin."

Sin embargo, lo tardío de estas manifestaciones y lo evidente de sus reivindicaciones personales plantean serias dudas sobre las motivaciones políticas del general Mina. Estas dudas fueron manifestadas públicamente en 1820 por el Ayuntamiento de Pamplona con ocasión del regreso del general a Navarra tras el pronunciamiento de Riego. Alcalá Galiano, insigne masón liberal implicado en el pronunciamiento de Riego, afirma desconocer los móviles que tuvo el general Mina en su intentona de septiembre de 1814. Estos hechos inclinan a varios historiadores a negar al general Mina la condición de autor del primer levantamiento liberal, aunque este fuese la inclinación política del general el resto de su vida.




FUENTES:

  • Miguel Artola. La España de Fernando VII. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 1999. Pág,s. 489-492.
  • Francisco Pi y Margall. Historia de España en el siglo XIX, tomo II. Miguel Seguí, editor. Barcelona, 1903. Pág,s. 168 y 216.