Recuperación de libros, efectos y material (1813)
Poco después que las tropas españolas ocuparan de nuevo Madrid, el Ingeniero General Conde de Noroña se dirigió el 3 de junio de 1813 al ministro de la Guerra, señor O´Donojú, proponiéndole que se nombrase un oficial para que buscase y recogiese los libros, modelos e instrumentos de la Academia de Ingenieros que los franceses habían trasladado desde Alcalá de Henares a Madrid. El ministro aceptó la idea y se nombró al teniente coronel don Blas Manuel Teruel para esta comisión. Poco después se nombró al capitán don Pedro Hermosilla para una comisión similar respecto a la Academia de Zamora.
El teniente coronel Teruel encontró libros, instrumentos, efectos y papeles de la antigua Academia en la casa del Consejo de Estado; varios ejemplares del libro de Ferraz y de las Ordenanzas de Ingenieros en los Estudios de San Isidro; algunos efectos estaban en el Parque de Artillería; y varios planos y libros entre los efectos secuestrados a don Gonzalo O´Farril, general español al servicio de Pepe Botella. También encontró muchos libros y efectos en Alcalá; en su búsqueda por la villa alcalaína le ayudó el capellán del Regimiento Real don Miguel Escobosa, que encontró muchos libros en casas particulares, incluidas las casas particulares de oficiales del Real Cuerpo, como por ejemplo en la de don Quintín de Velasco. El teniente coronel Teruel dió poderes a don Gaspar Rochel, abogado de Alcalá y amigo del Cuerpo, para recoger efectos y conservar los edificios de la antigua Academia. Una señora llamada doña Úrsula López de Azcutia entregó dos globos, uno terrestre y otro celeste, a modo de donación patriótica.
Por su parte, el capitán Hermosilla encontró muchos libros de la Academia en la sede de Zamora, pues la mayor parte los había salvado el Marqués de Villagodia al comprárselos a los franceses junto con los libros de seis conventos de frailes. La separación de los libros fue tarea árdua, pues había unos 30.000 volúmenes revueltos y sin catalogar. En casa de un tal Alfageme encontró instrumentos topográficos por valor de unos 10 ó 12.000 reales, depositados en esta casa por el director don Pedro Giraldo cuando la evacuación. En Toro también se encontraron libros vendidos por el portero de la Academia, a quien los franceses habían hecho comisario de policía de la ciudad. El capitán Hermosilla trasladó todos estos libros y efectos a Alcalá de Henares.
Reapertura de la Academia de Ingenieros (1814)
El 9 de diciembre de 1813 el Ingeniero General propuso que se restableciera la Academia de Ingenieros en Alcalá de Henares en los mismos términos en que se hallaba antes de la invasión francesa, suprimiendo la Escuela provisional de Cádiz en cuanto se realizase la apertura de la de Alcalá. El 28 de marzo de 1824 la Regencia aprobó la propuesta.
El 22 de junio de 1814 el Ingeniero General volvió a insistir en la necesidad de realizar de forma inmediata lo acordado por la Regencia, considerandolo urgente no solo por la necesidad del reemplazo de los subtenientes, sino para perfeccionar la instrucción de los jóvenes oficiales que habían estudiado poco. También expuso la necesidad de contar con 80.000 reales anuales para los gastos de escuelas teórcas y prácticas y reparación de daños, necesitando también un adelanto de 30.000 reales a cuenta de los dos primeros años para reparar el edificio, pues se hallaba en mal estado de conservación. También informó que el plan de estudios se arreglaría provicionalmente hasta finalizar su redacción definitiva, que era el trabajo que estaba haciendo la Academia cuando comenzó la guerra en 1808.
El 23 de septiembre de 1814 el ministro Eguía contestó mediante una Real Orden que el Real Erario no podía soportar el gasto de 80.000 reales al año, pero que "S.M. quiere que se asigne dicha dotación sobre la tercera parte pensionable de las primeras mitras que se provean", y por de pronto, se ordenaba a Hacienda que librase 30.000 reales para los primeros gastos.
El mariscal de campo don Carlos Francisco Cabrer Rodríguez fue nombrado Director de la Academia, y los siguientes oficiales fueron destinados como profesores entre noviembre y diciembre de 1814:
- Sargento Mayor don Tomás Soldevilla.
- Sargento Mayor don José Román.
- Sargento Mayor don Quintín de Velasco.
- Capitán don Mariano Zorraquín.
- Capitán don Domingo Ranal.
- Capitán don Bartolomé Amat Bonifaz, procedente de Cádiz.
- Capitán don Vicente Montero de Espinosa, en calidad de ayudante.
Los alumnos de la Academia provisional de Cádiz se incorporaron a la Academia de Alcalá junto con el capitán Amat. También se incorporaron a la Academia varios alumnos ya aprobados para su ingreso en Ingenieros procedentes de los colegios de Santiago, la Isla de León y Gandía. Asímismo, varios oficiales destinados en servicio activo en el Real Cuerpo tuvieron que ir a la Academia a perfeccionar sus conocimientos. Entre ellos se encontraban los capitanes don Antonio García, don Carlos Capetillo, don José Oñativia y don Carlos Montenegro, ingresados entre 1808 y 1811 (números 12, 25, 26 y 36 respectivamente).
Las Tres Primeras Promociones de Ingenieros
En 1815 ingresó la Primera Promoción mediante un examen desarrollado según las condiciones prescritas por la Ordenanza. Esta promoción estudió cuatro años y salió de la Academia en diciembre de 1819, siendo sus componentes promovidos a Tenientes del Real Cuerpo de Ingenieros.
De esta manera comenzó la numeración de las promociones de Ingenieros. El propio Estudio Histórico del Arma publicado en 1911 reconoce que la numeración no fue justa, pues se dejaron fuera las diez promociones de la 1° época de Alcalá de Henares, las de la guerra y a los gilitos, que totalizan 182 oficiales del Real Cuerpo.
Promociones que quedaron excluidas del cómputo general del Arma de Ingenieros
En diciembre de 1820 y febrero de 1822 salieron de la Academia los tenientes de la Segunda y Tercera Promoción del Real Cuerpo. Hasta su cierre en 1823, se formaron en la 2° época de la Academia de Ingenieros de Alcalá de Henares un total de 65 oficiales encuadrados en tres promociones.
Plan de estudios
El capitán general don Joaquín Blake, nombrado nuevo Ingeniero General en 1815, ordenó constituir una comisión para estudiar las reformas necesarias en los estudios de la Academia, con objeto de dar mayor importancia a la instrucción y evitar los inconvenientes observados cuando el Regimiento Real se mezclaba con la Academia. Estos inconvenientes fueron apuntados 21 años más tarde por don Bartolomé Amat en 1836:
"Los inconvenientes de suponer simultáneos el estudio capaz de formar un oficial facultativo y el servicio de armas y del instituto del regimiento de Ingenieros, y el confiar la dirección de los dos ramos a una sola cabeza, había de traer inconvenientes, para los que la misma Ordenanza, recelosa, al parecer, del buen éxito, establecía paliativos de tiempo y ocasión para conseguirlo; y si las juiciosas que se hacen para patentizar las malas consecuencias de esta reunión, necesitasen corroborarse, pudiera también añadirse que, bien fuese la presunción de que era capaz de producir la desorganización de los dos ramos, ó bien fuese la realidad de esta triste experiencia, lo cierto es que obligó bien pronto (antes de dos años) á la reforma, estableciendo la separación".
El Reglamento Adicional de 30 de noviembre de 1816 fijó de manera definitiva los detalles del nuevo Plan de Estudios:
Se abrió el ingreso en la Academia a los paisanos, y se incluyó un examen de matemáticas elementales y nociones de fortificación, debiendo los aspirantes trazar en el examen una plaza fuerte del sistema abaluartado sobre un polígono dado.
Se fijó la duración de los estudios en cuatro años.
Los dos primeros años se estudiaban fundamentalmente Matemáticas, tanto puras como mixtas. El tercer año se dedicaba al Arte Militar, y el cuarto año a la Fortificación.
En cada curso, Matemáticas, Arte Militar y Fortificación constituían cada una de ellas una clase; la cuarta clase era la de Dibujo, y ambas eran diarias.
Se creó una Junta de Profesores para la discusión y propuesta de cuantas reformas se creyesen convenientes en la enseñanza.
Se separó a los alumnos de todo lo que se refería al servicio del Regimiento Real.
El nuevo Jefe de Estudios, brigadier don Luis María Balanzat, supo imprimir una acertada marcha a la Academia, y en pocos años fueron visibles los progresos realizados. Se plantearon nuevas enseñanzas: don Mariano Zorraquín impartía Geometría Descriptiva; don Bartolomé Amat daba las ideas de Montalembert en Fortificación; se adoptó el sistema de "pizarras y repasos" combinados, y se imprimió a todos los estudios y prácticas un carácter de formalidad, un rigor a los exámenes y una severa disciplina a todo el personal, de forma que el "espíritu de la Academia" se hizo sentir en el Real Cuerpo, afirmando el crédito del mismo.
Cierre de la Academia (1823)
Los profesores de la Academia de Ingenieros, como la gran mayoría de los oficiales del Real Cuerpo, simpatizaban con las ideas liberales, y muchos de ellos estaban afiliados a las Sociedades patrióticas y constitucionales que prepararon el movimiento insurreccional de 1820. Aunque no tomaron parte en la Revolución, se adhirieron a la proclamación de la Constitución de 1812, que se realizó en Alcalá de Henares con asistencia de los profesores y oficiales del Regimiento Real, precedidos por la música de ésta unidad. Deponiendo viejas rencillas, la Academia de Ingenieros confraternizó con la Universidad de Alcalá, cuyo Rector les acompañó en el acto de proclamación con manto, beca y bonete, portando un ejemplar de la Constitución en la mano.
El entusiasmo de profesores y alumnos se manifestaba en cuantas formas imaginables pueden concebirse. Las clases terminaban con el grito de ¡Viva la Constitución!; para vigilar y precaver los levantamientos que preparaban las conspiraciones de los absolutistas se formó una "compañía sagrada", que no solo hacía el servicio de patrullas y retenes por la población alcalaína, sino que también salió algunas veces a operaciones, como la vez que combatió en Brihuega con la facción realista que mandaba Bessières.
Con ocasión del avance de las tropas invasores de los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del duque de Angulema, el 8 de abril de 1823 la Academia se trasladó a Granada; allí estuvo pocos dias, pues al aproximarse los francesas los profesores y alumnos se refugiaron en las Alpujarras. Desde allí algunos oficiales se incorporaron al Ejército de Reserva de Andalucía, al mando del general Villacampa; entre ellos estaba el brigadier Balanzat, que fue nombrado Jefe de Estado Mayor del citado ejército. Por su parte, el resto de oficiales y alumnos de la Academia llegó hasta Málaga, donde realizaron los exámenes.
Repuesto el rey don Fernando VII en su trono y vuelto a la senda absolutista en lo que se ha dado en llamar la Década Ominosa, el nuevo gobierno decidió no restablecer la enseñanza del Real Cuerpo de Ingenieros. No solo se decidió cerrar la Academia, que tanto se había distinguido durante el llamado Trienio Liberal, sino que hubo pensamiento de suprimir todo el Real Cuerpo. Como consecuencia, por Real Orden de la Regencia de 27 de septiembre de 1823, la Academia de Ingenieros fue disuelta, enviándose a sus casas a profesores y alumnos.
Entre los oficiales depurados se encontraron el antiguo Ingeniero General, Blake, y Jefe de Estudios de la Academia, Balanzat:
El capitán general Blake dejó su cargo de Ingeniero General en 1820 para pasar a ser Decano del Consejo de Estado. Cuando en 1823 se volvió al "Régimen Absolutista" el general Blake fue desterrado a Valladolid, donde murió en el olvido en 1827.
El brigadier Balanzat, fue desterrado al pueblo de Mancha Real, no siendo rehabilitado hasta 1833.