HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
Galería de Personajes



D. MIGUEL DE LA GRÚA Y BRANCIFORTE (17xx - 17xx)

53 virrey de Nueva España (1794 - 1798)

Marqués de Branciforte y cuñado de Godoy. Virrey de Nueva España desde julio de 1794.

Hombre necio, duro, soberbio, ambicioso e hipócrita. Desde el primer momento mostró una rapacidad insaciable, pues su único objetivo fue enriquecerse a toda costa y sin reparar en medios. Para ello cometió todo tipo de atrocidades, concitando contra él el odio de todas las clases del país. Su parentesco con el favorito Godoy le aseguró el respeto y temor de muchos de sus ciudadanos. Sus rapiñas fueron tantas, que cuando la Corte le concedió el Toisón de Oro, una caricatura anónima le pintó como un gato condecorado con unas desmesuradas garras abiertas. Para cometer sus latrocinios, nombró al conde de Contramina como apoderado, cuya casa era un mercadeo constante de empleos.

Durante su mandato todo se vendía en Méjico, hasta las recomendaciones para los empleos. Branciforte comenzó su gobierno vendiendo la Subdelegación de Villalta en 40.000 pesos. Las penas favoritas del virrey eran las confiscaciones de bienes. Un detalle califica su persona: con objeto de acaparar el mercado de perlas, hizo que su mujer se adornase con gargantillas y collares de coral; de esta forma las damas nobles mejicanas se dieron a la nueva moda impuesta por la virreina. El precio de las perlas descendió, y Branciforte compró los hilos de perlas a precios muy bajos.

Cuando España declaró la guerra a la República Francesa, el virrey recibió instrucciones desde la Corte contrarias a los franceses, como todos los virreyes y gobernadores de la América española. Pero eran instrucciones que debían ponerse en marcha en el caso de ataques y acciones de guerra. No obstante, Branciforte aprovechó la ocasión para iniciar una persecución contra los ciudadanos franceses, disfrazando su actitud con un gran amor a la institución monárquica y lealtad a la Corte española. De esta manera, aprovechó el menor pretexto para apresar y encausar a súbditos franceses. Las causas abiertas siempre finalizaban con la confiscación de los bienes, lo que le valió una gran cantidad de oro de la que se aprovecharon él mismo y don Pedro Jacinto Valenzuela, su asesor general; ni un peso de los bienes confiscados llegó al Tesoro.

Cuando España declaró la guerra a Inglaterra en 1796, el virrey ordenó la concentración del ejército en Orizaba, Córdoba, Xalaba y Perote, yendo él mismo a establecerse en Orizaba. La medida fue una torpeza bastante perjudicial, pues el ejército estaba compuesto por 8.000 soldados, la mayor parte de ellos procedentes de las milicias provinciales; y en aquellos años el viento de la insurrección estaba prendiendo en Méjico, siguiendo el ejemplo de las revoluciones americana y francesa, y vista la corrupción y torpeza de muchos de los gobernadores españoles.

Su sucesor fue don Miguel José de Azanza, al que hizo entrega del mando el 31 de mayo de 1798 en Orizaba.



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