Biografía hasta la proclamación de la Segunda República
Pedro Mohíno Díez nació en 1904 (lugar por conocer). Su madre, nacida en 1882, procedía de la ciudad de Palencia. Aprobó los exámenes de ingreso en la Academia de Ingenieros de Guadalajara en 1921 y fue promovido al empleo de teniente de Ingenieros de la 109º Promoción el 12 de julio de 1927 (Diario Oficial núm. 153), teniendo el número de escalafón 2.135 del Arma de Ingenieros.
Pedro Mohino Díez, caballero cadete de la Academia de Ingenieros del Ejército, Guadalajara.
Obtuvo su primer destino en el Regimiento de Zapadores Minadores núm, 2 (Real Orden del 23 de julio de 1927, Diario Oficial núm. 162), ubicado en el campamento de Carabanchel, donde hizo su presentación el 1 de agosto de 1927. Allí permaneció realizando “los servicios propios de su empleo” hasta junio de 1931, momento en que pasó destinado al Batallón de Zapadores Minadores núm. 1, de guarnición en Campamento. Según reza su Hoja de Servicios, tenía una estatura de 1,725 metros y traducía el idioma francés.
Su vida en guarnición fue la normal de un teniente en aquella época. Según su Hoja de Servicios, en 1928 la Junta de Jefes consideró que su aplicación era mucha y que destacó en la parte militar de la profesión. Ese año fue nombrado profesor del Curso de Alféreces de Complemento, y por actuación recibió una felicitación real, que se hace constar en una Hoja de Hechos y que figura en su expediente. En septiembre fue nombrado Ayudante del Primer Batallón, y el 1 de diciembre Ayudante del Regimiento. Es interesante señalar que este cargo solía ser desempeñado por un Capitán o Comandante, lo que hace pensar que el regimiento no disponía de suficientes oficiales. La rutina de la vida cuartelera parece ser la tónica de su vida de guarnición. En 1930 se le concedió un premio de efectividad de 500 pesetas anuales.
Los hechos sediciosos de diciembre de 1930, intento de golpe de estado republicano que se saldó con el fusilamiento de los capitanes Fermín y Galán, marcaron una nueva actividad del teniente Mohino, pues su Hoja de Servicios cita literalmente que
...” El 15 de diciembre y con motivo del movimiento sedicioso desarrollado en Cuatro Vientos, auxilió al Teniente Coronel D. José Rodríguez Roda, y con la cooperación de la Guardia Civil fue interrogando al sin número de detenidos por hacer de ellos una selección, instruyendo diligencias previas que con los que parecían culpables la Guardia Civil entregó por la noche en Cuatro Vientos al Juez militar …”
Finalizado el proceso revolucionario, en marzo de 1931 une su responsabilidad de Ayundante del Regimiento a la del mando y administración de la Sección de Música del Regimiento hasta el mes de mayo, de manera que el 14 de abril figura con tal responsabilidad.
El abanderado de la República (14 de abril de 1931)
A las 07:00 horas de la mañana del día 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República en Eibar, izándose una bandera tricolor de tres franjas iguales con los colores rojo, amarillo y morado en el balcón principal del Ayuntamiento.
Bandera republicana ondeando en el ayuntamiento de Eibar
A las 13:42 horas de ese mismo día, el señor Luis Compayns, acompañado de varios concejales, izó la bandera la tricolor anteriormente citada en el balcón principal del Ayuntamiento de Barcelona.
Ese misma bandera de izó en el Palacio de Comunicaciones de Madrid a las 15:30 horas [01].
Sobre las 18:00 horas, el señor don Miguel Maura se dirigía al Ministerio de la Goernación, situado en la Puerta del Sol, en medio de una gran manifestación de un público enfervorecido. Al llegar a la puerta principal, sobre las 19:00 horas, encontró una bandera tricolor ondeando en el balcón, hecho que le provocó un gran asombro. No sabemos si el asombro del señor Maura obedecía a que no habían previsto bandera alguna ó porque no reconoce a la tricolor oficialmente como bandera republicana”.
El teniente Mohino llevando la bandera tricolor en medio de la muchedumbre
Existe constancia documental que demuestra que previamente, sobre las 17:00 horas, un camión se dirigió hacia el Ministerio llevando un oficial que portaba una bandera tricolor, que el oficial abanderado era el teniente Mohino y que la bandera que ondeó en el balcón del Ministerio de la Gobernación fue la que llevaba el citado oficial. Hay algunas instantáneas que han inmortalizado esa tarde. Es el caso de la obtenida por el fotógrafo Alfonso a las 19,30 horas en la que ya se aprecia la bandera en el balcón, mientras no que se observa ninguna otra sobre vehículo alguno a esa hora. El propio Mohino confirmó este hecho en julio de 1936, durante la declaración de su defensa en la causa por rebelión que originó su fusilamiento: “… el 14 de abril de 1931 empuñé la bandera tricolor para clavarla por primera vez en Gobernación...” (A.H.N, FC. Caja 1538,Fol.2522)
¿Por qué el teniente Mohino es el abanderado de la bandera tricolor sostenido por un grupo de paisanos ?
Hipótesis nº 1:
Hipótesis: El teniente don Pedro Mohíno Díez sería un destacado miembro del Comité Militar Republicano (C.M.R.), y por su apasionamiento republicano se presenta con la bandera tricolor para arrastrar a los militares tibios a que se pongan al lado de la República.
El teniente Mohino portando la bandera en la Puerta del Sol de Madrid
Crítica: En aquella época existía un grupo de militares republicanos que había constituido un comité revolucionario denominado La Unión Militar Republicana (U. M. R). Miembros del Pacto de San Sebastián contactaron con ellos. Los militares del comité propusieron al General Queipo de Llano que fuera su presidente y éste aceptó.
El General Mola, que a la sazón es Director General de Seguridad, recibió un anónimo con los nombres de al menos cien jefes y oficiales que formaban parte del Comité Militar Revolucionario. De los nombres que figuran en las Obras completas, en ningún caso se nombra al teniente Mohíno. El confidente afirma que ”… están contra la monarquía casi íntegro el Cuerpo de Artillería, buena parte del de Ingenieros ...”. Sin embargo, en la Hoja de Servicios del teniente Mohino no consta su participación en la rebelión de Jaca, sino que consta su participación en las diligencias abiertas contra los detenidos. Los indicios parecen indicar que está fuera de dudas su posible adscripción política.
Por tanto, sin pruebas de militancia republicana, desestimamos la primera hipótesis.
Hipótesis nº 2:
Hipótesis: Algún amigo relacionado con el Comité Revolucionario le pediría encarecidamente que fuese el abanderado, ya que prevén que la monarquía caería de manera inminente y necesitan un oficial para que el pueblo vea que el Ejército está incondicionalmente con la República.
Crítica: En la obra “El Ejército español durante la 2ª República “ nos dice el autor,”...que eran pocos los oficiales republicanos y menos aun los que se manifestaban revolucionarios...”, pero que éstos últimos desplegaban gran actividad.
Es difícil determinar la adscripción política de los militares en aquellos años, excepto la lista de 100 jefes y oficiales fichados en 1930. Consumado el cambio de régimen, la mayoría hizo la promesa de “servir bien y fielmente a la República...”, convirtiéndose de esta forma en republicanos, si bien el autor piensa que no lo eran de corazón.
Respecto al teniente Mohino, existe en su documentación una anotación ordenada para todos los militares por Circular de 24 de Agosto de 1.934 (D. O. N º 195) que dice textualmente: “... queda unida a su documentación personal declaración relativa de su abstenencia política.”
Por ello, al no haber pruebas de que el teniente Mohino hubiera recibido solicitud alguna para su participación en los hechos, descartamos esta hipótesis de igual manera que descartamos la primera hipótesis.
Hipótesis nº 3:
Hipótesis: Finalizada la jornada en el cuartel, y mientras se dirigía a su domicilio, se cruza con una muchedumbre de entusiastas republicanos que se dirigen a la Puerta del Sol y le contagian su entusiasmo; le suben al camión y ponen en sus manos la bandera tricolor que, al estar en manos de un oficial del Ejército, infundirá confianza en el pueblo sobre la actitud del Ejército en el cambio de régimen que se está produciendo.
Crítica: La jornada militar finalizaba a media tarde. El teniente Mohino transitaba por las inmediaciones de la Puerta del Sol vestido con su uniforme reglamentario, como era normal en esa época. Entonces se encuentra con un grupo republicano enfervorizado por el suceso histórico que se está produciendo y se deja arrastrar por su entusiasmo. Los ocupantes de un vehículo le requieren para que les acompañe. La imagen de confraternización de la joven República que está naciendo con el Ejército en un momento tan trascendente sin duda infundirá confianza en el pueblo.
Por el momento, disponemos de pocos datos ó indicios, que aclaren ésta hipótesis.
Existe un documento escrito en el que protagonista de la historia declara que “… mis actos los guía el corazón y no el cerebro, como lo vi el 14 de Abril de 1931 cuando empuñe la tricolor …”
Por ello, consideramos que ésta es la hipótesis más plausible: le reclaman para subir al camión y él accede “de corazón”, dejándose arrastrar por el entusiasmo popular.
Biografía hasta el año 1935
Tras la proclamación de la Segunda República en su Hoja de Servicios aparece anotado que “El 25 de abril, y en virtud de lo dispuesto en el Decreto de fecha 22 del mismo (D. O. N º 90), prometió por su honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus Leyes y defenderla con las armas”. Físicamente, la materialización de la promesa consistió en un folio encabezado por la fórmula del juramento y la Lista de Revista de las diferentes Unidades, encabezadas por su Jefe. Al margen de la casilla de cada uno, había un espacio para estampar la firma. Aquel que no firmase la “promesa” dejaría el Servicio activo.
La siguiente anotación no es menos sorprendente e histórica: ”El día 11 de mayo salió como Ayudante del teniente coronel del Batallón, el cual mandaba dos compañías del regimiento, a Chamartín, con objeto de dedicarse a la vigilancia y custodia de los conventos en dicho punto con motivo de la alteración de orden público y quema de los conventos en dicho punto, donde permaneció hasta el 19 del citado mes...”
Se produce entonces el cambio de destino del teniente Mohíno. Por Orden Comunicada de 18 de mayo de 1931 (D. O. Núm. 117) es destinado al Batallón de Zapadores núm. 1, sito en el campamento de Carabanchel, , donde se incorpora el 1 de junio y siendo destinado a la 1ª Compañía [02].
Es de señalar que sus notas experimentan una apreciable mejoría. En ellas se lee el concepto “Mucha” en diversos conceptos; pero además, merece la siguiente anotación por parte de su Jefe de Batallón:
“Este Oficial se distingue por su excelente espíritu militar y entusiasmo por la profesión siendo siempre voluntario para el desempeño de cualquier cometido por difícil e ingrato que sea”
Esta anotación se repitió en el año 1932, lo que nos dice que el teniente Mohino seguía desempeñando voluntariamente cualquier cometido por difícil e ingrato que fuera. El 12 de octubre de ese años se desplaza a Villaviciosa de Odón para realizar unas Escuelas Prácticas, donde realiza los clásicos ejercicios de las mismas y participa en el simulacro de un ataque a una posición que “...fue presenciado por el Sr. Ministro de la Guerra ... y numerosas autoridades militares”.
En el año 1934 el teniente coronel de su batallón repitió el mismo párrafo que los años anteriores, escribiendo que “es voluntario para cualquier cometido, por ingrato y difícil que sea”. Un ejemplo de esto es la anotación que confirma los cometidos ingratos para los que este oficial se ofrece voluntario: “... Del 5 al 19 de octubre prestó sus servicios en Madrid en las estaciones de tranvías con motivo de la huelga revolucionaria acaecida en dicho mes...”
Se le encargó de todos los ejercicios y prácticas para los Cursos de Coroneles, Escuelas Prácticas, demostraciones, etc. En abril de este año marchó con su compañía a Paracuellos del Jarama para realizar una demostración experimental ante el Curso de Coroneles y Capitanes, ”siendo felicitado por S. E. el Presidente de la República que presenció dicha demostración...”
Cinco días trágicos (17-21 de julio de 1936)
El 17 de julio de 1936 llegaron a Alcalá de Henares las noticias península del levantamiento en Marruecos. Algunos oficiales se reintegraron a sus unidades, regresando del permiso oficial de verano.
El 18 de julio se pasó el día a la expectativa y en espera de acontecimientos. Los oficiales estaban pendientes de los sucesos de Marruecos y de las reacciones de Madrid. El teniente coronel de Ingenieros don Mariano Monterde Hernández estaba al mando del Batallón de Zapadores Minadores número 7. También era el Comandante Militar de Alcalá de Henares, por ser el más antiguo de los tenientes coroneles de la plaza. Contaba con la confianza del gobierno de la República. Por su parte, la mayoría de los oficiales del Batallón Ciclista y del Batallón de Zapadores Minadores desconfiaban de la actitud de los tenientes coroneles.
El 19 de julio se reforzó la guardia en los cuarteles. Los oficiales seguían pendientes de la radio para tener noticias de los acontecimientos. En Alcalá de Henares el populacho había asaltado las armerías y había hombres armados por las calles. El teniente coronel Monterde prohibió escuchar la radio a los oficiales. Transmitió la orden al Capitán de Cuartel, a la sazón el capitán Mohíno, quien la hizo obedecer.
El 20 de julio se pasó a la acción. El teniente coronel recibió la orden de preparar una columna que debía salir en dirección a Cobeña. Si bien la columna la mandaría un comandante, el teniente coronel quiso designar a un capitán de su confianza para mandar una compañía, pero el capitán Salazar, que era el más antiguo, solicitó y obtuvo el mando de ésta.
Después de una violenta discusión con varios oficiales del Batallón Ciclista, partidarios de la sublevación, hubo un intercambio de disparos con éstos, entre los que no había ningún oficial de Ingenieros. Como resultado, el teniente coronel Monterde resultó muerto. Por su parte, el teniente coronel jefe del Batallón Ciclista resultó herido, por lo que el comandante Rojo Arana quedó al mando del batallón y de la Comandancia de Alcalá de Henares.
Según declaraciones del capitán Salazar al finalizar la guerra, este oficial quedó al mando del Batallón de Zapadores Minadores. Pero los testigos de los acontecimientos percibieron o concibieron la idea de que el capitán Mohíno es quien se hizo con el mando, a pesar de ser más moderno. ¿Dónde está la confusión?
El capitán Mohíno fue el oficial que arengó a la tropa, finalizando con los tres vivas de ¡Viva España!, ¡Viva la República!, ¡Viva el Ejército Honrado!. Según los testigos, su actitud fue la de un líder: organiza, se mueve, le pone corazón. Seguidamente, se encaminó al Ayuntamiento con la banda de cornetas y tambores y el estandarte del batallón con objeto de poner orden en la ciudad. Dos meses más tarde, durante la causa por rebelión, el capitán Mohíno no desmiente estos hechos, y los demás ni identifican al responsable ni se autoinculpan [06].
Estandarte del Batallón de Zapadores Minadores núm. 7, que fue colocado por el capitán Mohino en el Ayuntamiento de Alcalá de Henares. Se conserva y expone en el museo de la Academia de Ingenieros del Ejército, Hoyo de Manzanares, Madrid.
A las 17 horas, un avión del ejército de la República sobrevoló Alcalá de Henares y lanzó octavillas comunicando a la tropa su licenciamiento y dando un plazo de 24 horas para su rendición.
El 21 de julio se produjo el desenlace. Al amanecer se aproximó a la ciudad la columna del coronel de Infantería don Ildefonso Puigdendolas. Organizada por el gobierno, estaba formada por unos cinco mil hombres, entre los que marchaban una sección del Regimiento de Aerostación, una compañía de Zapadores, una sección de Transmisiones y ocho camiones “Bilbao”.
Ante las noticias del fracaso del alzamiento en Madrid y al no llegar la columna de auxilio que se esperaba, el comandante Rojo propone a las 11:00 horas deponer las armas. Mientras tanto se produjo un bombardeo por parte de la Aviación republicana. Como resultado del parlamento con el coronel Puigdendolas se pactó respetar las vidas de los oficiales y no inculpar al personal de tropa. Por lo que respecta al Batallón de Zapadores Minadores, el capitán Mohino se ofreció como único responsable de la rebelión en la unidad para salvar a sus compañeros; de esta manera, no delató al capitán Salazar, quien aceptó la gallarda actitud de su compañero de armas y empleo. Se dio la paradoja de que capitán Castro, que no se sumó a la rebelión por su adscripción republicana, fue arrestado, pero tampoco delató al capitán Salazar como jefe del batallón.
En el acto de entregarse, los milicianos mataron a dos oficiales de Ingenieros e hirieron a un tercero. El coronel Puigdendolas, pistola en mano, evitó una más que probable masacre, pues de no haber sido por su intervención habrían sido asesinados allí todos. Un día después los arrestados fueron conducidos a la cárcel Modelo de Madrid.
Juicio por Rebelión Militar (24 de agosto)
El 22 de agosto tuvo lugar una masacre organizada en la cárcel Modelo de Madrid. Los milicianos, en un estudiado plan de exterminio, accedieron a la cárcel con la excusa de un incendio provocado, instalaron ametralladoras dentro y en los edificios anejos a la prisión y ametrallaron a los presos que habían salido al patio. El capitán Mohíno sobrevivió a la masacre.
La gravedad de los hechos obliga a las autoridades republicanas a crear al día siguiente, 23 de agosto, un Tribunal Especial para juzgar rápidamente la rebelión militar, evitar arbitrariedades, fusilamientos sin juicio y masacres como la del día anterior.
El domingo 24 de agosto se reunió el Tribunal Popular ”que juzgará rápidamente los delitos de rebelión y sedición”. Nos basamos en el número del 25 de agosto de 1936 del periódico El Liberal para la descripción de los hechos.
A las 10:30 horas quedó constituido el tribunal. La sala de vistas se habilitó en la propia cárcel. Tomado del citado periódico, el tribunal de derecho estaba formado por el Presidente del Tribunal Supremo, don Mariano Gómez, y otros dos magistrados del mismo Tribunal. Se nombró un jurado de catorce miembros donde el PSOE, Comunistas, Juventudes Unificadas, Unión Republicana, la Casa del Pueblo y Organizaciones Libertarias contaban con dos representantes cada uno, mientras que la FAI y la CNT contaban con uno cada uno. El Secretario del Tribunal era el oficial jurídico militar señor Calderón; como defensores de oficio el Colegio de Abogados designó a varios miembros del mismo.
Había numerosas causas y, según el periódico, “el espíritu del Decreto marca un procedimiento de urgencia”. Se determinó un plazo de cuatro horas de duración como máximo para la vista de cada causa. El segundo juicio del día fue el de los oficiales rebeldes del Batallón Ciclista “comandante de Infantería don Baldomero Rojo Arana y capitanes de la misma Arma don Isidoro Rubio Paz, don Pedro Mohíno Diaz y don Juan Aguilar Gómez”. Vemos que los periodistas confundieron el Arma del capitán Mohino, a quien le niegan el honor de citar su Arma de procedencia.
El tribunal juzgó a estos oficiales en una pieza desglosada del Sumario General instruido por los sucesos del cantón militar de Alcalá de Henares; es decir, que juzgaron separadamente a los “cabecillas” de la rebelión. Los procesados fueron interrogados, el fiscal leyó su informe y las defensas intervienieron. El jurado contestó al veredicto y se dictó la sentencia. Los procesados fueron condenados a la última pena. De nada le sirvió al capitán Mohino haber arengado a la tropa con vivas a la República, ni haber sido el Abanderado de la República el 14 de abril de 1931.
Epilogo
Los documentos que se han conservado sobre el capitán don Pedro Mohíno Díez nos muestran un oficial de Ingenieros trabajador incansable en los cometidos más diversos. Recibió felicitaciones tanto del Rey como del Presidente de la República y del Ministro de la Guerra. Sus actividades no dan pié a pensar en su participación activa en la política.
Su participación en la jornada del 14 de abril de 1931, en la Proclamación de la Segunda República, es en él un “acto de corazón”, aceptando un régimen que viene a rellenar el vacío que deja la monarquía. La bandera tricolor que enarbola junto al pueblo en aquella jornada es la que figurará más tarde en el balcón del Ministerio de la Gobernación en la Puerta del Sol de Madrid, recibiendo con ello el reconocimiento de ser el Abanderado de la Segunda República.
Ante el levantamiento de las tropas en el Norte de Africa su corazón le dice que la intención es cambiar la marcha hacia el caos del país, que achaca al gobierno, no a la República. Por ello, cuando se suma a la decidida actitud del Batallón Ciclista, lo hace enarbolando nuevamente el Estandarte Tricolor de su batallón, que coloca de nuevo en el Ayuntamiento de modo similar al que hizo el 14 de abril de cinco años antes. En la arenga que dirige a los soldados de Ingenieros les dice que no disparen nunca sobre un hermano.
Cuando se entregan a las tropas del coronel Puigdendolas es encerrado en la cárcel, donde se le instruyen diligencias. En ellas, y en las instruidas tras la guerra para esclarecer los hechos, se aprecia que no encabezó la rebelión en el Batallón de Zapadores Minadores, que lo hizo el más antiguo, pero no delató a su compañero. Fue condenado a muerte porque los testigos, al observar su proceder, apreciaron que él era el que dirigía la rebelión.
El capitán Mohíno creyó ilusionadamente en la República, pero no estaba conforme con el caos que iba en aumento. Los gritos tras su arenga a la tropa fueron ¡Viva España! ¡Viva la República! ¡Viva el Ejército Honrado!.
Finalmente, como Júpiter con sus hijos, la República acabó devorando a sus hijos, y así acabó con la vida e ilusiones de su Abanderado.
¡Descanse en Paz!