HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
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ALFONSO I EL CATÓLICO (739 - 757)

Tercer rey de Asturias

Alfonso, hijo de Pedro, Duque de Cantabria, fue de los primeros en acudir al lado de Don Pelayo. Su relación con éste fue de tal categoría que acabó casándose con su hija Hermesinda. Al morir Fabila, hijo de Don Pelayo, Alfonso fue elegido rey "por todo el pueblo" en el 739. Pertenecía a los astures por boda y fidelidad, y a los cántabros por nacimiento y linaje. Este hecho facilitó su ascensión al trono con tanto apoyo popular.

La rebelión de los bereberes de Al-Andalus en el año 740 hizo que éstos abandonaran las tierras que habían recibido en Galicia tras el reparto realizado con ocasión de la conquista de la península. Este hecho permitió a Alfonso I ocupar los dos centros gallegos más importantes del momento: Lugo y Tuy. Además, la rebelión supuso una tregua importante para asentar su autoridad, pues el gobierno cordobés, si bien había realizado tan solo dos expediciones de castigo desde la rebelión de Don Pelyo en 718, estaría ocupado en sus luchas internas.

Alfonso I aprovechó el tiempo que se le concedía para realizar desde los primeros años de su reinado una empresa genial para la supervivencia de su pequeño reino: la creación de un vacío estratégico al sur de las montañas cantábricas aprovechando las luchas intestinas de los musulmanes. En efecto, además de coincidir con el levantamiento bereber ya citado (740-742), su reinado coindió con la rebelión de los sirios (742-744), las revueltas provocadas por el asesinato del califa Al-Walid II y el gobierno independiente del gobernador Yusuf al-Fihri. Hasta el año 760, reinando Fruela I, no realizarían los musulmanes una nueva expedición de castigo contra los astures.

Alfonso I, secundado por su hermano Fruela, jefe de los cántabros, contó con cerca de 18 años para llevar a cabo una política de intenso vaciamiento de las tierras situadas entre la cordillera cantábrica y la central en sus límites laterales: galaico-portugués en la parte occidental y en la zona del valle del Ebro donde los visigodos habían levantado un rosario de plazas fuertes para enfrentarse a los rebeldes vascones en la parte oriental. Al crear el desierto del Duero al sur de su frágil reino, Alfonso I obligó a los musulmanes a canalizar sus futuros ataques hacia las marcas oriental y occidental de su reino, con lo que concentró sus escasos recursos en la defensa de las mismas.

Alfonso I no ocupó las plazas ganadas por sus tropas, sino que mató a cuantos islamitas halló en esas ciudades y llevó a sus dominios del norte a los cristianos que habitaban en ellas, estableciéndolos en los territorios de la Primoriense (Asturias oriental y central), Liébana, Trasmiera (Entrambasaguas y Laredo), Sopuerta y Carranza (Vizcaya occidental) y Bardulia (mas tarde Castilla).

En sus campañas cruzó el rio Miño y avanzó hasta Oporto, Braga, Chaves y Viseo. Entró en Astorga, León, Simancas, Ledesma, Agueda y Salamanca. Empujó a los bereberes hasta la lejana Coria. Recorrió la meseta norte desde Saldaña, Mabe, Amaya y Oca hasta Ávila, Segovia, Sepúlveda, Clunia, Arganda y Osma. En el valle del Ebro entró en Miranda, Carbonaria, Cenicero y Alesanco.

Los cristianos, recogidos voluntariamente o a la fuerza, llevaron al norte sus tradiciones jurídicas de origen germánico. Aquellos que eran de origen godo, interesados en conservar su privilegiado estatus jurídico, crearon unas diferencias sociales que probablemente no existían hasta entonces en la sociedad rural montañesa. Es muy probable que los "infanzones" desciendan de estas épocas.

Alfonso I murió de muerte natural en el año 757. Fue cantado como "varón magno, digno de ser amado por Dios y por los hombres".



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