La guerra de los Matiners (1846-48), también conocida como Segunda Guerra Carlista, puso de manifiesto la necesidad de contar con comunicaciones telegráficas para el ejército de operaciones, pues la actividad del enemigo, fraccionado en partidas de carlistas y matiners diseminadas y dispersas, exigía noticias sobre su situación con prontitud y exactitud con objeto de que el mando pudiera dar las órdenes oportunas a las columnas móviles que las perseguían[01]. Por ello, el Capitán General de Cataluña, a la sazón el teniente general don Manuel Gutierrez de la Concha e Irigoyen, Marqués del Duero, encargó al coronel Mathé, jefe por entonces del Servicio Telegráfico nacional, la puesta en marcha de varias líneas de telegrafía óptica que enlazaran la capital del Principado con Lérida, Manresa y Vich, así como con otras localidades del interior de Cataluña.
Para dar servicio a esta red, el coronel Mathé ideó un nuevo sistema, más sencillo que el que ya se utilizaba en la línea óptica Madrid-Irún, en servicio desde hacía dos años. Además, confeccionó un Diccionario Telegráfico, unas Tablas de transmisión para el telégrafo de noche y de día para instrucción de los oficiales y una Instrucción para los torreros y cartilla de servicio interior y señales particulares para los operadores. Por último, llevó algunos torreros de la línea de Irún para que actuaran como instructores[02]. El coronel de Ingenieros Manuel Ramón García fue encargado de realizar el estudio del proyecto y los reconocimientos sobre el terreno, así como la dirección de las obras necesarias para su instalación[03].
La Red Militar de Telegrafía Óptica de Cataluña estaba formada por cinco líneas ópticas radiales que tenían a Barcelona por centro, unidas por otras líneas transversales, con un total de unas 80 estaciones y unos 800 kilómetros:
Barcelona (Montjuich) – La Junquera: 15 estaciones, pasando por Hostalrich, Gerona y Figueras.
Barcelona (Montjuich) – Solsona: 14 estaciones, pasando por Casa Masana, Manresa y Cardona.
Barcelona (Montjuich) – Vich: 8 estaciones, pasando por Montornes y Granollers.
Barcelona (Atarazanas) – Lérida: 18 estaciones, pasando por Casa Masana, Igualada y Cervera.
Barcelona (Atarazanas) – Tortosa: 17 estaciones, pasando por Villafranca y Reus.
Siempre que fue posible los telégrafos se instalaron en torres de iglesia, edificios altos y ermitas, realizando las obras de acondicionamiento necesarias. Para el resto de los casos se construyeron torres ópticas de nueva planta, aspilladas, de dos pisos y azotea: el primero para una guarnición de entre 15 y 20 hombres, el segundo para los torreros y operación del telégrafo, y la azotea para la instalación del mismo.
En el diseño y despliegue de la red intervinieron los capitanes Salvador Medina, Jorge Falces, Bernardo Paternó, Antonio Guitián y Juan Modet y teniente Enrique Puigmoltó, todo ellos pertenecientes al Real Cuerpo de Ingenieros del ejército; y el capitán Antonio Pasarón, los tenientes Antonio Torner y Juan Orduña, y el subteniente agregado Eusebio Torner, pertenecientes a la compañía de Pontoneros del 1er. Batallón del Regimiento de Ingenieros; el despliegue corrió a cargo del personal de las 2ª y 4ª compañía de Zapadores, pertenecientes al 1er. y 3er. batallones del regimiento.
Al frente del Servicio Telegráfico de Cataluña estuvo en un principio el propio Mathé, ya ascendido a brigadier, pero pronto fue sustituido por los coroneles de Ingenieros Manuel Ramón García y Francisco de Casanova y Mir, con el título de Directores Facultativos de los telégrafos militares de Cataluña, ambos subordinados al brigadier Mathé. El servicio lo prestaban soldados de Infantería, principalmente en el servicio de torreros, con sus jefes naturales, todos ellos a las órdenes del Director Facultativo. Las líneas estaban divididas en secciones, siendo los oficiales que las mandaban los responsables de todo cuanto ocurriera, tanto en el orden militar como en el telegráfico.
En vista del estado de tranquilidad en que se encontraba el Principado de Cataluña, por Real Orden de 19 de diciembre de 1862 se dispuso la supresión del servicio en esta red y la retirada del material.
[01] Estudio Histórico del Cuerpo de Ingenieros. Madrid, 1911, Tomo II, pág. 286-291.
[02] Oliver Roig, op. cit, pág. 44.
[03] Gallego Ramos, Eduardo, op. cit, pág. 10.