Ingeniero militar italiano al servicio del rey Felipe II. Virrey de Navarra y Valencia.
(NOTA: La presente biografía está copiada de la escrita por María Peligros Belchi Navarro en la web de la Real Academia de la Historia).
Vespasiano Gonzaga Colonna nació en Fondi, Italia, probablemente el 6 de diciembre de 1531. Procedía de la rama menor de los Gonzaga. Su padre había contraído matrimonio con Isabel Colonna. Su madre enviudó a los dos años de nacer él y contrajo matrimonio con el príncipe de Salmona, hijo de Carlos de Lannoy, virrey de Nápoles y caballero mayor del emperador Carlos V. Vespasiano de Gonzaga residió la mayor parte de su infancia en el círculo imperial, donde entabló amistad con el príncipe Felipe, pasando por las Cortes de España, Italia y Flandes. Muy pronto, a los dieciséis años participó en la guerra de Piamonte. Posteriormente fue nombrado capitán general de la Infantería italiana de Lombardía.
En 1564 casó con Ana de Aragón, pariente de Felipe II, tercera hija de Alfonso de Aragón, duque de Segorbe y de Juana de Caldona, lo que evidencia su pertenencia al nivel cortesano de la realeza. Fruto de este matrimonio fueron sus dos hijos, Isabel y Luis.
Vespasiano de Gonzaga fue un hombre de confianza de Felipe II y un técnico de la Corte. En 1569, tras unos años en sus posesiones, volvió a España con el fin de ver al Monarca, donde tuvo ocasión de participar en algunas sesiones del Consejo de Estado, durante las cuales emitió su parecer sobre importantes asuntos como la Guerra de Granada. Acompañó al Monarca a Córdoba, a donde habían llegado ciertos rumores que vinculaban a los rebeldes con la ayuda de la armada turca, según los cuales ofrecían éstos el puerto de Cartagena para desembarcar. Esta crítica situación exigía una verificación en el acto y el Monarca envió a Vespasiano a inspeccionar la costa del reino de Murcia con el fin de reconocer la ciudad y puerto, junto al ingeniero Antonelli.
Siguiendo las instrucciones regias, el “príncipe de Sabbioneta” acudió también a la frontera de Navarra, aprovechando la ausencia del duque de Medinaceli, donde revisó las fortificaciones de Pamplona. Además, inspeccionó la frontera con Francia cuando parecía que la Santa Liga iba a resquebrajarse. Gracias a su eficaz gestión en la ciudadela de Pamplona, fue nombrado virrey de Navarra y capitán general de Guipúzcoa, donde ejerció este cargo durante cinco años.
Cuando la Monarquía hispánica sufrió la pérdida de La Goleta a finales de 1574, Felipe II envió a Vespasiano de Gonzaga a los presidios de la costa de Berbería y a algunos puertos de Andalucía. Tras la visita a la ciudad de Orán pasó al fuerte de Mazalquivir, donde permaneció treinta y tres días a causa del mal tiempo, y desde allí se trasladó a Laguna y a Melilla. Posteriormente, el príncipe de Sabbioneta desembarcó en Almuñécar e inició el reconocimiento de la costa de Andalucía hasta la ciudad de Cádiz, destacando como puntos estratégicos de vital importancia para la seguridad de España las ciudades de Málaga, Gibraltar y Cádiz.
En mayo de 1575 fue nombrado virrey y capitán general del reino de Valencia. En su nombramiento influirían una serie de circunstancias como su participación en las juntas de Estado o el apoyo del cardenal Espinosa al proponerlo como capitán general de la artillería de los reinos de España. Sin embargo, fue su experiencia militar el factor determinante, pues se convirtió en un experto en las zonas especialmente conflictivas o peligrosas del Mediterráneo para la Monarquía, bien por su situación geográfica bien por ser flanco de los turcos. El reino de Valencia en este momento era una zona en continua alerta debido al elevado número de habitantes moriscos y a su ubicación litoral.
Cuando el cargo de virrey fue ofrecido a Vespasiano de Gonzaga, éste lo rechazó, alegando un cierto desinterés por esa zona, lugar donde sus cualidades militares quedarían desaprovechadas. Pero el secretario Mateo Vázquez le convenció para que lo aceptase, explicándole las especiales circunstancias que atravesaba el reino de Valencia —como el elevado porcentaje de población morisca o la ubicación litoral del reino— y la necesidad de la Corona de contar con una persona de confianza cuya preparación militar fuera excepcional, para lo que él era el más adecuado. Finalmente, se comprometió, con la condición de permanecer sólo un par de años, tiempo previsible hasta la reorganización de los virreinatos italianos.
El legado de Vespasiano de Gonzaga en el virreinato valenciano se concretó en dos aspectos: la política defensiva y la represión social. Efectuó una exhaustiva inspección por todo el territorio valenciano, de la que han quedado como muestra unos interesantes informes sobre las infraestructuras defensivas del reino. Reorganizó la Infantería, transformando parte de ésta en Caballería. Por otra parte, para frenar el crecimiento de la delincuencia que se cernía sobre la ciudad de Valencia, continuó la labor represora iniciada por su antecesor y desarrolló una amplia legislación que regulaba desde el uso de las luces por la noche hasta las rondas nocturnas y la obligación general de perseguir a aquéllos que protagonizasen cualquier tipo de incidente. Estas medidas, inéditas hasta el momento, serían ampliadas por los virreyes posteriores, como el duque de Nájera o el conde de Aytona.
Las aspiraciones que tenía el príncipe de Sabbioneta a un virreinato italiano resultaban difíciles. Por un lado, sus posesiones en el reino de Nápoles, el más codiciado por sus elevados emolumentos, le excluían automáticamente de cualquier nombramiento allí, ya que el Monarca solía desestimar estas circunstancias. Vespasiano de Gonzaga aspiraba realmente al virreinato de Sicilia, que estaba ocupado de forma interina por el duque de Terranova. Su pertenencia a aquellas tierras, sin embargo, le impedía acceder a tal cargo y el destinado para este puesto fue Marco Antonio Colonna. Los servicios prestados por Marco Antonio Colonna, primo del príncipe de Sabbioneta, al Pontífice en Roma habían facilitado las relaciones con la Monarquía. Además, estaba avalado por Ruy Pérez que le había prometido un cargo a su altura. En agosto de 1575 estaba decidido que sería Marco Antonio el futuro virrey de Sicilia, si bien debido a problemas técnicos, el nombramiento se pospondría hasta enero de 1577.
El príncipe de Sabbioneta ideó, sin embargo, varias estrategias para conseguir su objetivo en Sicilia. Comunicó al Monarca su sorpresa y aludió un criterio de justicia distributiva según el cual, quien quisiera desempeñar cargos mayores primero debería pasar por los menores, argumento dedicado a Marco Antonio. Además, con cierta desesperanza, confesaba que volver a su tierra con las manos vacías era una cuestión de honor nobiliario y caballeresco.
Este contencioso comparativo interpuesto contra Marco Antonio no encontró el resultado esperado y por ello utilizó otra estrategia. Confesó sus verdaderos motivos a través de su correspondencia con el Monarca, que se traducían en que los problemas económicos de su hacienda no le permitían servir en este virreinato donde los gastos eran tan elevados. Durante año y medio había tenido que alimentarse de la dote de su mujer. A ello sumaba las quiebras de los criados, la peste de Italia y, finalmente, una ausencia de sus territorios durante diez años. No obstante, al final de esta correspondencia se resignaba y afirmaba que, antes que ocupar un cargo inferior al de Marco Antonio, prefería retirarse a sus posesiones italianas y dedicarse a los libros, edificios y pinturas.
Cuando Vespasiano de Gonzaga dejó el virreinato valenciano, se dirigió a sus posesiones en Sabbioneta, donde se convirtió en un mecenas del arte y de la literatura. Allí murió el 1 de mayo de 1591 con 60 años de edad.
Biografía de Vespasiano Gonzaga en la Real Academia de la Historia, escrita por María Peligros Belchi Navarro.