Ingeniero militar español del siglo XVI.
(NOTA: La presente biografía está copiada de la escrita por María José Baguera Cervellera en la web de la Real Academia de la Historia).
Pedro Luis Escribá nació en Valencia alrededor de 1480 en el seno de una ilustre familia valenciana. Se desconoce su filiación exacta: fue hijo o sobrino de Juan Escrivá, mestre racional de Valencia y embajador del rey Fernando el Católico en Nápoles entre 1496 y 1499. Probablemente, Pedro Luis Escrivá acompañó a su pariente durante su estancia en dicha ciudad. Al menos desde 1519 perteneció como caballero a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, cuyos miembros eran expertos constructores de castillos en la zona del Mediterráneo, tarea a la que Escrivá dedicó buena parte de su vida.
Ingresó como artillero en los ejércitos españoles del emperador Carlos V en Italia, en donde sirvió durante las tres primeras décadas del siglo XVI. Durante este tiempo se formó en arquitectura militar, en el mismo ambiente en el que Alberto Durero adquirió los fundamentos de su tratado sobre el tema (Underricht, 1527). En Urbino, considerada la ciudad con mejores bastiones de su época, recibió la influencia del duque Francisco María Feltrio della Rovere, llamado El Príncipe Ingeniero por sus conocimientos sobre fortificación. A él le dedicó su novela alegórica Veneris Tribunale (1537), escrita a modo de diálogo en el que participan la diosa Venus y los hombres.
En 1533, Carlos V nombró virrey de Nápoles a Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, quien acometió la tarea de fortificar el reino para defenderlo de la amenaza turca. Para ello encargó a Escrivá, entre otras obras, la mejora de las fortificaciones de Nola y Capua y las construcciones de los castillos de Aquila y San Telmo en Nápoles. El primero de ellos, modelo acabado de castillo renacentista o moderno, fue construido para impedir cualquier incursión procedente del Norte en tierras meridionales.
El castillo de San Telmo, situado en la zona más elevada de la ciudad de Nápoles, sobre un macizo rocoso, constituía una verdadera ciudadela y estaba integrado en un completo sistema defensivo de la ciudad. En una inscripción sobre su puerta, Escrivá se titula caballero valenciano, maestre de campo y de la Orden de San Juan de Jerusalén. Esta obra constituyó una novedad en su época al romper con soluciones tradicionales en la construcción de castillos. Adoptó una forma estrellada, con los lados menores hundidos en ángulo y en los lados mayores salientes o bastiones, frente a la figura ideal del castillo moderno, formado por un cuadrilátero defendido por cuatro bastiones en los ángulos.
Las fuertes críticas recibidas por las novedades introducidas en sus construcciones militares, sobre todo en el castillo de San Telmo, llevaron a Escrivá a defenderse a través de una Apología (1538), considerada el segundo texto moderno sobre fortificaciones tras el Underricht de Durero. Permaneció sin publicar hasta que Eduardo Mariátegui, coronel del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, localizó un ejemplar manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid y lo editó en el siglo XIX. En el prólogo de la edición afirmaba conocer su existencia a través de Gabrielle Busca, quien lo cita en su tratado L’Architettura Militare (1619), obra que también había proporcionado información de la Apología a historiadores de la arquitectura militar, como el alemán Heinrich Adolf von Zastrow (1839), el italiano Carlo Promis (1842) y el español José Almirante (1876).
El manuscrito de la Apología consta de doscientos treinta y ocho folios con dieciocho figuras y está redactado en forma de diálogo entre dos personajes, el Vulgo, defensor de los saberes tradicionales sobre fortificación y crítico feroz de la obra de Escrivá, y el Comendador, representación del autor que refuta los argumentos de su contrincante, centrados en la figura del castillo de San Telmo y en las nuevas soluciones defensivas al desplazar los torreones o bastiones de los ángulos al centro de las cortinas. Esta obra es considerada por tratadistas como Leonardo Villena la primera dedicada a la fortificación bastionada: “Si su obra hubiera sido impresa en aquel tiempo, él habría tenido gran resonancia en los ambientes técnicos [...]. Es la primera obra de fortificación escrita por un ingeniero, conocedor a fondo del asunto y con gran práctica en él”.
Ya en una obra anterior, titulada Edificio Militar, Escrivá se había ocupado “de los accidentes por los cuales se suelen perder las fortalezas”, según informaba el autor en su Apología, al referir que había tratado de ellos en una “obrecica [...] intitulada Edificio Militar”. No se han encontrado ejemplares de la misma.
Apenas se sabe nada de los últimos años de Escrivá tras la publicación de su Apología en 1538. Biógrafos como Antonio Sánchez-Gijón y Jürgen Eberhardt le identifican con el también ingeniero militar Luis Escrivá, quien trabajó en fortificaciones de Milán, Túnez, Cataluña y Valencia, en donde construyó el castillo de Oropesa poco antes de su muerte, en 1571, en Granada. Eduardo Mariátegui, sin embargo, cree que debieron ser dos personas diferentes.
Biografía de Pedro Luis Escrivá en el sitio web de la Real Academia de la Historia, escrita por María José Baguera Cervellera.