Capitán y Maestre de Campo de infantería, gobernador general de los Países Bajos españoles, virrey de Cataluña, caballero de la Orden de Alcántara desde 1662.
(NOTA: La presente biografía está copiada de la escrita por Ana Crespo Solana en la web de la Real Academia de la Historia).
Francisco Antonio de Agurto y Salcedo nació en Vitoria (Álava, España) el 19 de junio de 1640. Descendiente de un noble linaje de origen vasco, su antepasado, Pedro de Agurto y Gaztañaga, solicitó reconocimiento de nobleza e hidalguía para pasar a Indias desde Vizcaya hacia 1595. La familia ostentaba títulos desde el siglo XV y tenían tierras y señoríos en el municipio de Llanes, perteneciente al Principado de Asturias.
Francisco Antonio recibió la Orden de Carlos II con fecha de 26 de septiembre de 1683. Fue nombrado gobernador general de los Países Bajos del Sur en 1685, esperando a ocupar el cargo hasta la muerte del marqués de Grana, a quien sustituyó, en junio de 1685. Desempeñó el puesto hasta 1692. Al año siguiente, en 1686, el rey Carlos II le concedió la merced de Título de Castilla con la denominación de marqués de Gastañaga.
Había ya desempeñado en años anteriores diferentes cargos militares al frente de los Ejércitos en Flandes. En realidad, fue el último español en desempeñar este puesto, pues el marqués de Bedmar sólo gobernó como interino entre 1702 y 1704.
Los primeros momentos de su administración los empleó en visitar Brabante y Flandes y se preocupó de reforzar las fortificaciones y de revisar asuntos de justicia pendientes en el interior del país. Por la Convención de Ratisbona (1684) se había firmado una tregua entre España y Francia, pero la irrupción de los ejércitos franceses en el Palatinado en 1688 auguraba que esta tregua sería rota. Gastañaga fue avisado de una pronta ofensiva francesa e intentó concertar una colaboración militar con el Príncipe de Waldeck, comandante en jefe de las tropas en las Provincias Unidas. En febrero de 1691 Gastañaga partió para La Haya, donde se reunió con los electores de Baviera y de Brandenburgo, el landgrave de Hesse-Cassel y diferentes jefes de ejércitos aliados, en presencia del rey-estatúder Guillermo III de Orange, con objeto de acordar acciones comunes contra la ofensiva francesa.
Pero Francia atacó a las tropas holandesas en Namur y la pérdida de esta plaza, considerada como una de las más importantes en los Países Bajos, puso a la opinión pública en contra de Gastañaga tanto en España como en la República Holandesa. Se le acusó de no haber tomado las disposiciones necesarias para la defensa mientras que había asegurado al rey de Reino Unido que no corría ningún peligro, engañándole sobre la cifra de las tropas que formaban la guarnición.
Este suceso y otros infortunios militares le valieron su destitución en diciembre de 1691 por el elector Maximiliano Enmanuel, quien llegaría a Bruselas en marzo de 1692.
En Madrid, una junta compuesta por un consejero de Estado, un consejero de Castilla y uno de guerra le absolvió de todo cargo de responsabilidad sobre la cuestión de Flandes. Desencantado quizás de la situación penosa de las provincias del sur, el marqués reconocería pronto, durante la Guerra de los Nueve Años (1688-1697), que los Países Bajos españoles se habían convertido en un bastión de Alemania, Italia y la República Holandesa contra los ejércitos de Luis XIV. España iba, pues, a desempeñar un nimio papel en su defensa. Este sentimiento era casi una profecía sobre el destino de las provincias neerlandesas del sur durante los años posteriores, durante la Guerra de Sucesión española (1699-1714).
En 1694 fue nombrado virrey de Cataluña, parcialmente invadida por los ejércitos franceses en años anteriores y el rey Carlos II declaró perpetuo su título de marqués de Gastañaga.
Como virrey también conoció momentos conflictivos. Uno de ellos fue el conflicto jurisdiccional de la Inquisición en el que Gastañaga intervino en 1696 para auxiliar al inquisidor Sanz y Muñoz. Pero, sobre todo, fue un hecho de armas lo que determinó su época catalana. En 1694 había sustituido al marqués de Villena como capital general ante su incapacidad en el saqueo y sitio de Barcelona por parte de las tropas francesas al servicio de la causa de Anjou. La flota angloholandesa comandada por Russel prestó alguna ayuda al virrey, por mar, y en junio de 1695 las fuerzas alemanas al mando del príncipe Jorge de Hesse-Darmstad reforzaron la guarnición. La situación de Gastañaga al frente de esta empresa fue desastrosa hasta que el propio landgrave le reemplazó al frente del ejército. Gastañaga se vio obligado a encerrarse con sus tropas en las plazas y encargar de la defensa exterior a campesinos y miquelets. Las quejas de los catalanes sobre su mando de las tropas determinó su relevo al frente del virreinato por Francisco de Velasco.
Gastañaga murió en Barcelona en octubre de 1702, a la edad de 62 años.
Gastañaga escribió una obra de estrategia militar y un tratado en el que ampliaba considerablemente las normas constitucionales del Hospital Real del Ejército de los Países Bajos en Malinas, creadas por el archiduque Alberto en 1599.
Biografía del I marqués de Gastagaña en la Real Academia de la Historia, escrita por Ana Crespo Solana.