"La División Azul fue un grano de arena en la montaña que era el frente ruso, con un enorme despliegue alemán. En ese sentido, la unidad española tuvo escasa incidencia, como cualquier otra división de infantería".
(Carlos Caballero Jurado, historiador).
Al empezar la Segunda Guerra Mundial todo indicaba que Franco devolvería a Hitler la ayuda que éste le prestó durante la guerra civil española y se uniría al eje germano-italiano. Pero Franco, a pesar de las simpatías del régimen, no acababa de dar el paso. El encuentro de Hitler con Franco en Hendaya el 23 de octubre de 1940 no se saldó con la entrada de España en la guerra, que se mostraba reticente a embarcarse en la aventura bélica alemana. Todo cambió el 22 de junio de 1941, fecha en que Alemania invadió la Unión Soviética. El impacto de tal noticia fue tal, que dos días más tarde se produjo una manifestación falangista en las calles de Madrid exigiendo entrar en la guerra al grito de “¡Rusia es culpable!”.
En Madrid, estudiantes del SEU convocaron una manifestación en la plaza del Callao, a la que asistieron numerosos estudiantes y falangistas, que marchó por la Gran Vía hasta la sede de la Falange en la calle Alcalá, donde el ministro Serrano Suñer les dirigió estas palabras:
"Camaradas: no es hora de discursos. Pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable! Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fundador. Y de la muerte de tantos camaradas y tantos soldados caídos en aquella guerra por la agresión del comunismo ruso. El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa.""
Hacía dos años que España acababa de salir de una terrible guerra civil que tuvo un fuerte impacto ideológico. Los nacionales acababan de vencer a los “rojos”, como ellos mismos se autodenominaban, y la invasión de la Unión Soviética se mostró ante la opinión pública española como una oportunidad de devolver a Rusia los males que había causado el comunismo en el país. La guerra había propiciado la presencia en España de Brigadas Internacionales a las órdenes de la Internacional Comunista de Stalin, puesto de manifiesto el papel protagonista del Partido Comunista de España, y la ayuda soviética a los “rojos” en forma de asesores y material militar. Era el momento de devolver el golpe a Rusia.
El régimen aprovechó la espontaneidad del movimiento creado contra Rusia para organizar una unidad militar de voluntarios que ofrecer a Hitler en su campaña contra el comunismo. Por ello, el 25 de junio se dieron las primeras instrucciones para que las jefaturas de FET y de la JONS creasen banderines de enganche de voluntarios.
Si bien la idea de la unidad de voluntarios partió de la Falange, desde el primer momento la iniciativa chocó en el ministro del Ejército, el general Varela, quien pretendía enviar una División del ejército regular; pero Serrano Suñer, el ministro de Asuntos Exteriores, replicó con el argumento de que no era el Estado Español quien estaba en guerra, por lo que no debía ir ninguna unidad regular, sino una unidad formada por voluntarios. Al final se llegó a un compromiso: Falange proporcionaría los soldados voluntarios y el Ejército haría lo propio con los mandos que los encuadraran. El mando recaería en el general Agustín Muñoz Grandes. Todos ellos formarían la División Española de Voluntarios (D.E.V.), conocida por la masa popular como la “División Azul” por la militancia política de sus miembros.
El estado psicológico creado por la invasión fue tal que, según dijo en un informe el embajador alemán en España a su ministerio en Berlín, se había presentado un número de voluntarios muy superior al requerido, con el que se podrían haber encuadrado cuatro divisiones. Los voluntarios que se presentaron fueron de varios tipos: predominaba el militante falangista que había hecho la guerra, anticomunista convencido, que deseaba vencer en Rusia al comunismo tal y como habían hecho en España hacía tan solo dos años; otros eran convencidos anticomunistas que no habían podido participar en la guerra por haber sido encarcelados por los rojos, estado en la clandestinidad, o reclutados por el ejército republicano; también había muchos jóvenes del SEU y del Frente de Juventudes que no habían tenido oportunidad de combatir en la guerra y que no querían perder la oportunidad de hacerlo ahora que se presentaba la ocasión. El 85% de la tropa estaba compuesta de personal con estudios universitarios, abundaban los que tenían cargos políticos (concejales, alcaldes, altos funcionarios e incluso algún gobernador civil) y había incluso oficiales que renunciaron a sus estrellas para alistarse como soldados rasos. En definitiva, era una tropa voluntaria, muy motivada, con una alta moral de victoria y convencida de la justicia de su causa.
Por su parte, los oficiales de la División fueron profesionales muy cualificados, con experiencia de combate en la guerra y un elevado número de antiguos Alféreces Provisionales.
Junto a la división terrestre se alistó una escuadrilla de cazas, denominada “Escuadrilla Azul”, si bien en esta caso el nombre no le vino por colores políticos, sino porque se consideron los herederos de la “Patrulla Azul” de García Morato, cuyo emblema adoptó.
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